Rosendo Mercado: ¡°El rock es mala leche. Y punto¡±
Es historia de la m¨²sica espa?ola. Lleva casi 50 a?os subido a los escenarios, fiel a su estilo, pegado a su guitarra ce?uda y a sus letras de extrarradio. El m¨²sico madrile?o se retira. En diciembre acabar¨¢ su ¨²ltima gira. Pero avisa: seguir¨¢ componiendo lejos de la ciudad, en su casa del pueblo
ESTA ENTREVISTA con Rosendo Mercado (Madrid, 1954) se desarrolla en dos tiempos. Comienza en su casa actual, situada a tres horas de distancia de la capital, en un m¨ªnimo pueblo castellano. La exigencia de discreci¨®n nos impide dar m¨¢s detalles, aunque se trata de una vivienda encaramada en una zona elevada. Sus altos muros ocultan sus l¨ªneas audaces, su luminosidad interior y detalles como la climatizaci¨®n geot¨¦rmica. Conviene recordar que Rosendo viene del underground madrile?o, donde particip¨® en grupos malditos como ?u. Adquiri¨® visibilidad en 1978, al frente del tr¨ªo Le?o, que contaba historias de barrio sobre temas largos de rock ¨¢spero. Desde 1984 funciona como solista, encarnando un modo de hacer m¨²sica en el que potencia un lenguaje coloquial con ocasionales arca¨ªsmos. Tiene una legitimidad que deriva de su falta de pretensiones, de esa timidez nunca superada, de su complicidad con un p¨²blico que sigue vi¨¦ndole como el rockero de Carabanchel.
Uno podr¨ªa pensar que esta mudanza al campo resuelve las dudas sobre la ambigua relaci¨®n de Rosendo con su ciudad natal, inmortalizada en aquella canci¨®n rabiosa de Le?o que afirmaba: ¡°Es una mierda este Madrid / que ni las ratas pueden vivir¡±. Mi familia es manchega y, cuando volv¨ªa al pueblo, yo alardeaba de ser de Madrid. Molaba m¨¢s. Pero en 1978 decir que Madrid era un desastre urban¨ªstico no supon¨ªa ninguna postura en contra. Luego me fui reconciliando con la ciudad, aunque tengo que reconocer que he perdido el sentimiento de barrio. Igual hoy tiene m¨¢s sentido sentirse de pueblo.
Uno no cambia de residencia as¨ª como as¨ª¡ En Madrid termin¨¦ encerrado entre cuatro paredes. Era imposible salir, cada noche me preguntaban veinte veces lo de: ¡°Rosen, ?por qu¨¦ se separ¨® Le?o?¡±. Aparte, me ve¨ªa raro. Miraba a la gente que vive la noche y pensaba que efectivamente yo pod¨ªa ser padre de alguno de ellos.
¡°En los a?os de la movida llegaron unos cr¨ªos pintados de colores que quer¨ªan jubilarnos. Hombre, por Dios, que nosotros est¨¢bamos empezando a asentarnos¡±
?Y eso le hizo salir huyendo? No. Este es el pueblo de mi mujer, Esther. Quer¨ªamos rehabilitar la casa de sus padres y fue imposible, terminamos por construir una nueva. Entre una cosa y otra, 15 a?os de obras. Aqu¨ª est¨¢n los ahorros de toda una vida.
Puede entenderse la necesidad de pasar inadvertido. Rosendo es inconfundible. Una presa f¨¢cil por su afabilidad: ¡°No puedo ir a comprar ropa. Antes de meterme en el probador ya me estoy haciendo selfies con todos los empleados. Me pongo nervioso, pago y me voy. Llego a casa y la mitad de las prendas no me valen¡±.
Ocurre que ha llegado a encarnar el arquetipo del rocke?ro de barrio. Le dan premios por eso. A ver, me niego a sentirme impresionado por tener una calle o por recibir una medalla. Son cosas que hacen los pol¨ªticos por su propio inter¨¦s. ?El Rey? Lo mismo, saben que soy buena gente y no voy a soltar una burrada.
?No hay forma de escaparse? ?Con esta nariz, con estas gre?as? Solo me siento libre cuando viajo fuera de Espa?a. Y con muchas precauciones, ahora encuentras espa?oles en todos los rincones. As¨ª que si voy a Francia, me meto por carreteras secundarias. Hace poco toqu¨¦ en Australia, de chiripa. All¨ª estuvo en el siglo XIX un misionero gallego, fray Rosendo Salvado. A alguien le pareci¨® simp¨¢tico que volviera otro Rosendo. Fue divertido actuar ante gente que no sab¨ªa qui¨¦n era yo.
Quiero pensar que el personal tambi¨¦n simpatiza con Rosendo por su epopeya art¨ªstica: su guitarra ce?uda, esa voz astringente. En el negocio del rock espa?ol, tan abundante en dramas y frustraciones, resulta estimulante la trayectoria del tipo serio que se mantuvo sin hacer concesiones, ajeno a modas. Y eso que no faltaron ocasiones que empujaban a tirar la toalla. En 1983, cuando decidi¨® romper Le?o, descubri¨® que no le dejaban: seg¨²n el contrato, la discogr¨¢fica Zafiro era due?a del nombre y de cualquier m¨²sica que hicieran sus miembros por separado. Para conseguir la carta de libertad, Rosendo debi¨® renunciar a los derechos que generaban las popular¨ªsimas grabaciones del grupo. ¡°Siempre he sido muy inocente. Yo trabajaba como botones en una empresa de la construcci¨®n cuando me ofrecieron unirme a Fresa, un grupo de salas de fiesta. Tras un fin de semana de bolos me pagaron 3.000 pesetas. M¨¢s de lo que sacaba al mes currando en la oficina. Para disgusto de mis padres, lo dej¨¦ todo y me convert¨ª en m¨²sico. Lo que no sab¨ªa era que eso no se repetir¨ªa en meses¡±.
Un espejismo. Yo era un ignorante, como imagino que todos los dem¨¢s. Cuando fui a comprar la primera guitarra el¨¦ctrica me avisaron de que tambi¨¦n necesitaba un amplificador. Luego tuve que aprender sobre los diferentes cables y mil cosas m¨¢s. A la vez que intentabas sacar acordes para tocar las canciones de otros.
?Ten¨ªa alg¨²n modelo a imitar? Hombre, estaba claro que yo no pod¨ªa ser Jimi Hendrix ni Ritchie Blackmore. Por eso me fij¨¦ en Rory Gallagher: un chavalito irland¨¦s, con un pelazo enorme, vestido con camisas de cuadros y tocando una guitarra descascarillada. M¨¢s o menos me pareci¨® accesible. As¨ª naci¨® Le?o.
?Ley¨® el primer contrato antes de firmar? ?Qu¨¦ vamos a leer! En Zafiro hab¨ªa gente del Opus Dei, pero vamos, si nos hubieran exigido adorar al diablo, lo habr¨ªamos hecho sin dudar. Grabar discos era entrar en otra dimensi¨®n, acercarte a tus ¨ªdolos.
Pero el contacto de Le?o o Bar¨®n Rojo con Zafiro era un colega, el locutor Vicente Romero. Les debi¨® avisar de que aquellos contratos encerraban una trampa. Vicente era mayor que nosotros: sab¨ªa todo aquello. M¨¢s que sus colegas, ¨¦ramos su negocio. Ahora lo pienso y fuimos unos catetos.
Con todo, Rosendo ha sabido sobrevivir. Ese p¨²blico al que tanto le debo¡ No, en serio: me las he visto de todos los colores. He estado en compa?¨ªas que cre¨ªan en m¨ª hasta que cambiaban los directivos y eras un apestado. He tenido buenas rachas y, de repente, el m¨¢nager se asquea del negocio y lo abandona todo para instalarse en Canarias. M¨¢s de una vez he dicho: ¡°Ya no puedo m¨¢s, lo dejo¡±.
En la memoria de Rosendo todo tiene un sabor agridulce. El descubrimiento del rock le trae recuerdos de pobreza: ¡°Como no ten¨ªa dinero para comprar discos, iba a los coches de choque, donde pinchaban las novedades a todo trapo. Y all¨ª me pasaba las horas¡±. Tampoco ha superado el disgusto que supuso la movida para los rockeros de su generaci¨®n: ¡°Llegaron unos cr¨ªos pintados de colores que quer¨ªan jubilarnos. Hombre, por Dios, que est¨¢bamos empezando a asentarnos. Y tocaban mal, tan mal como nosotros en los inicios. Pero la culpa no era suya, fueron los medios los que quer¨ªan liquidarnos, devolvernos a la miseria¡±.
Le cuesta hablar de dinero: ¡°Es un poco indecente, visto como lo est¨¢ pasando mucha gente¡±. No quiere recordar cu¨¢l es el ¨²ltimo capricho que se dio. Su refugio rural no tiene m¨¢s particularidades que un modesto estudio de grabaci¨®n. ¡°Y una colecci¨®n de guitarras que es de risa, cualquier profesional acumula el doble o el triple¡±. En los tiempos de la coca¨ªna era generoso, compart¨ªa con propios y extra?os. Pero eso se acab¨® durante una gira por teatros, cuando descubri¨® que bajo aquellos focos se ve¨ªa todo, los rastros de sustancias y los movimientos raros. Dijo que dejaba la coca y hasta hoy.
¡°Ya no soy el guitarrista marchoso de antes. He sufrido un desgaste brutal. No quiero que el p¨²blico me mire con pena¡±
Uno podr¨ªa ver cierta disonancia entre su existencia pl¨¢cida y sus letras, cargadas de contenido cr¨ªtico. Era lo que me sal¨ªa. No me atrever¨ªa a jurar que no tengo ni una canci¨®n de amor, pero, desde luego, no se me ocurre ninguna. Para m¨ª, el rock es mala leche. Punto. El mundo est¨¢ mal repartido; si tienes un poco de coraz¨®n te pones a favor de los desheredados y en contra de los infames.
Ya, pero sus textos nunca fueron obvios, no se basaban en esl¨®ganes. Respeto a mi p¨²blico, no voy a grabar panfletos. Mis oyentes saben descifrar las letras, que son mucho m¨¢s sencillas de lo que parecen. Lo que pasa es que disfruto utilizando palabras poco comunes, me encanta dar la vuelta a los refranes o a las frases hechas. Tiene algo de juego, pero es un puto sufrimiento. En mi caso, las letras son lo ¨²ltimo. Como dec¨ªa en un tema, ¡°a veces cuesta llegar al estribillo¡±.
En las estanter¨ªas de Rosendo abundan los libros pulcramente ordenados y (compruebo al azar) apenas usados. Reconoce que ha le¨ªdo pocos: ¡°Un par de cosas de Hermann Hesse; me acuerdo de El lobo estepario, que dio nombre a un grupo que me gustaba mucho, Steppenwolf. Tambi¨¦n he le¨ªdo la serie esa del Cementerio de los libros olvidados, de Carlos Ruiz Zaf¨®n¡±. Le sale una sonrisa p¨ªcara. ¡°As¨ª no caigo en problemas de plagios ni de influencias raras¡±.
Cuesta creer que nunca haya estudiado a otros letristas. Bueno, me le¨ª algunas traducciones de Dylan, las que hizo Jes¨²s Ordov¨¢s. Hab¨ªa letras donde cada estrofa contaba una historia diferente¡ ?O eso me parec¨ªa a m¨ª! Aprend¨ª que pod¨ªas crear un efecto mediante la acumulaci¨®n de versos dispersos.
?Cu¨¢l es el ¨²ltimo artista que le ha llamado la atenci¨®n? Robe Iniesta, de Extremoduro. ?Que no sea amigo? Buf, igual hay que retroceder a finales del siglo pasado, estoy pensando en Ben Harper. Me lo descubri¨® mi hijo. No sigo la actualidad musical, soy un desastre.
Esta entrevista tiene una obligada segunda parte, ahora en un restaurante madrile?o. Las circunstancias de la anterior conversaci¨®n han cambiado radicalmente. De golpe, Rosendo ha anunciado que se retira. La gira de 2018 es la de su despedida. Estamos acostumbrados a artistas que se van y se van y nunca se han ido. Rosendo se r¨ªe. ¡°?No me extra?a! Yo mismo no me lo creo¡±.
?Fue una decisi¨®n que discuti¨® con su familia? No, yo soy de masticarlo todo durante a?os. Hay un punto de verg¨¹enza torera, ese miedo a que un d¨ªa el p¨²blico me mire con pena. Ya no soy el de antes, el guitarrista marchoso. Esencialmente, he sufrido un desgaste brutal.
?No se pod¨ªa resolver con un a?o sab¨¢tico? Ya lo he probado y no funciona. Tienes que componer, cumplir con amigos que te invitan a grabar en sus discos. No, hay que parar y disolver la banda. Olvidarse de los bolos, dejar de pensar en el siguiente disco.
Intente explicar la situaci¨®n a un fan de Rosendo. Le dir¨ªa que esto no es tan bonito como parece visto desde fuera. Me gusta viajar pero ya no hay alicientes. Te encierras en un hotel y a esperar el concierto. Una vida absurda.
Tal vez le est¨¦ pasando factura su purismo. Tras prescindir de los teclados, Rosendo ha trabajado en una formaci¨®n cl¨¢sica de tr¨ªo el¨¦ctrico. Un formato exigente: de Eric Clapton para abajo, todos los guitar heroes han terminado contratando a m¨²sicos extra, incluyendo otro guitarrista que permita descansar al solista. Para ¨¦l eso es hacer trampa: ¡°Rory Gallagher siempre iba en tr¨ªo¡±.
?No lo compensa todo el subir al escenario? No siempre. Mis conciertos duran hora y tres cuartos. Nadie se imagina el machaque que sufro. Mis letras no dejan mucho margen para respirar. Si me equivoco en un momento, me quedo encabronado el resto del concierto. Salgo del escenario desencajado. Aunque yo sea el ¨²nico que se ha dado cuenta, ya me ha amargado la noche.
Tal vez deber¨ªa buscar otros retos, variar el repertorio. ?Es que son habas contadas! Veinte canciones y la mitad resultan obligadas. Metes luego cuatro temas del ¨²ltimo disco y lo que te queda lo eliges m¨¢s o menos por capricho o por insistencia de los m¨²sicos.
Est¨¢ siendo demasiado duro consigo mismo. No, no. Recuerdo un concierto de Johnny Winter [el bluesman texano] en Madrid, hace cosa de 15 a?os. Musicalmente, estuvo impecable, pero era como un cad¨¢ver. Algo me pas¨® por la cabeza: ¡°Yo no quiero terminar as¨ª¡±. Igual yo no he sido tan borrico como ¨¦l, pero tampoco puedo decir que me haya cuidado mucho.
El rock urbano nacional es, en lo esencial, herencia suya. Y se me ha reconocido, no tengo ning¨²n problema con eso. Hasta ha sido un elemento para mi decisi¨®n de retirarme: hay que abrir paso a m¨²sicos m¨¢s j¨®venes.
No creo que los Rolling Stones piensen en esos t¨¦rminos. Yo les tengo mucho cari?o, pero algo se perdi¨® cuando empezaron a salir con aquellos montajes tan bestias, con mu?ecas hinchables y fuegos artificiales. Un grupo de rock son tres, cuatro, cinco amigos mir¨¢ndose a los ojos, compartiendo energ¨ªa, tirando para adelante. Lo dem¨¢s es¡ hojarasca.
Rosendo est¨¢ metido en la vor¨¢gine. Una gira de despedida tiene sus obligaciones: grabaci¨®n en directo, tal vez un documental, un disco recopilatorio que refleje su trayectoria (¡°son casi 50 a?os, ninguna broma¡±). Al lado, su productor y representante, Eugenio Mu?oz, un m¨²sico experimental ¡ªes la mitad del d¨²o Mec¨¢nica Popular¡ª que har¨¢ lo posible para que la marcha de Rosendo sea placentera.
?Y qu¨¦ va a pasar al d¨ªa siguiente de su ¨²ltimo concierto? Ya me veo manejando el cortac¨¦sped [risas]. Hasta que me aburra y me siente en el estudio de grabaci¨®n de casa¡
?Pensando en nuevas canciones? No necesariamente. Me han propuesto publicar un libro, lo cual es un disparate, hay cien mil escritores que lo merecen m¨¢s que yo. Pero probar¨¦, y si no sale nada decente, volver¨¦ a escribir canciones. Espero que se puedan tocar de una forma m¨¢s sencilla. O no, pero que sean diferentes de lo que he hecho hasta ahora.
As¨ª que esta pel¨ªcula tiene un final abierto. Todo es posible. Igual he hecho mal las cuentas y en unos a?os tengo que volver a cantar Loco por incordiar y Maneras de vivir por las fiestas de los pueblos.
Tengo la sensaci¨®n de que Rosendo es de los que ven el vaso medio lleno. Tampoco es eso. A estas alturas, debo verlo en positivo. He grabado 20 discos de canciones nuevas y sigo siendo el mismo manta que toca la guitarra como Dios le dio a entender. Compongo suced¨¢neos de blues o reggae, no puedo ir m¨¢s all¨¢. Soy un currante que solo sabe hacer una cosa y que tuvo la suerte de caer en gracia. En mil momentos esto se pudo torcer y seguro que no estar¨ªamos aqu¨ª, hablando de mi vida.?
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