No me interesa el sexo, ?y qu¨¦?
Los asexuales no se sienten atra¨ªdos f¨ªsicamente por otras personas. Lo defienden como una elecci¨®n m¨¢s, y piden respeto
EN EL LIBRO?Mi ¨²ltimo suspiro, Luis Bu?uel confesaba: "Desde los 14 a?os hasta estos ¨²ltimos tiempos, el deseo sexual no me ha abandonado jam¨¢s. Un deseo poderoso, cotidiano, m¨¢s exigente incluso que el hambre, m¨¢s dif¨ªcil a menudo de satisfacer". Y explicaba que, con la vejez, "apreciaba como una liberaci¨®n la desaparici¨®n del deseo sexual y de todos los dem¨¢s deseos".
Con mayor o menor magnitud, la c¨¢rcel del deseo de la que habla Bu?uel condiciona la vida de la mayor¨ªa de los seres humanos, sobre todo en estos tiempos de hipersexualizaci¨®n social. Hay un grupo de personas, sin embargo, que se definen a s¨ª mismas como asexuales. Cada una lo es a su manera, pero comparten un rasgo determinante: no sienten una atracci¨®n sexual convencional hacia otras personas.
En 2001, el estadounidense David Jay, que entonces ten¨ªa diecinueve a?os, fund¨® la red AVEN (Asexual Visibility and Education Network) con el prop¨®sito de reunir en ella a las personas asexuales y reivindicar su visibilidad. El tri¨¢ngulo AVEN muestra visualmente el espectro de la asexualidad: la l¨ªnea superior representa la escala sexual de Kinsey, desde la homosexualidad pura hasta la heterosexualidad pura. En la verticalidad del tri¨¢ngulo, que va pasando del blanco al negro atravesando toda la escala de grises, se muestra la intensidad, la frecuencia y las caracter¨ªsticas del deseo sexual. Cuanto m¨¢s abajo, menos pulsi¨®n er¨®tica existe. El v¨¦rtice inferior del tri¨¢ngulo lo ocupan los asexuales puros.
Andrea vive en Madrid y tiene diecinueve a?os. Es gris-bisexual, lo que quiere decir que puede llegar a sentir excitaci¨®n en momentos muy concretos y bajo determinadas circunstancias, pero que el sexo no es para ella el sustento de una relaci¨®n ni algo interesante en s¨ª mismo. Su primera pareja fue un chico demisexual. Los demisexuales s¨®lo sienten atracci¨®n hacia aquellas personas con las que tienen una conexi¨®n emocional muy fuerte, no pueden separar el sexo del amor rom¨¢ntico. El segundo novio de Andrea era un chico de sexualidad convencional (un alosexual, en su terminolog¨ªa), y despu¨¦s de una primera etapa de normalidad la relaci¨®n fracas¨®: ¡°No me sent¨ªa c¨®moda teniendo el sexo tan presente. Era como ver comer a alguien cincuenta hamburguesas seguidas cuando t¨² con una te sacias¡±.
La b¨²squeda de un entorno social propicio y ben¨¦volo en el que poder comportarse con naturalidad y tener relaciones de todo tipo es la mayor dificultad de los asexuales. Avigail¡¯e tiene 25 a?os y naci¨® hombre en Colombia, aunque ha renunciado a su identidad masculina y se considera de g¨¦nero neutro. "En la secundaria casi todos mis compa?eros de clase pensaban en el sexo todo el tiempo, se la pasaban viendo pelis porno y masturb¨¢ndose incluso en plena clase. Miraban con morbo a las chicas, y si notaban en ti cierta indiferencia a todo eso, te tachaban de homosexual y te bulleaban". Para ¨¦l los a?os de la adolescencia fueron muy duros, hasta que descubri¨® que hab¨ªa en el mundo gente con su misma orientaci¨®n: ¡°El a?o pasado decid¨ª cortar todo lazo rom¨¢ntico con alosexuales y hasta me jur¨¦ a m¨ª mismo que nunca volver¨ªa a estar en una relaci¨®n as¨ª de desequilibrada¡±.
Los asexuales no quieren que se les confunda con los c¨¦libes o con los que dejan de practicar sexo por razones morales; no quieren que se les atribuyan problemas hormonales o falta de libido; y no quieren que se sospeche que tienen miedo u odio al sexo. Piden simplemente que su comportamiento sea considerado una orientaci¨®n sexual m¨¢s. Ni Andrea ni Avigail¡¯e creen que su vida sea menos plena o satisfactoria por no tener ese instinto er¨®tico casi depredador que tienen la mayor¨ªa de personas en la juventud. "Si existe el sexo sin amor, ?por qu¨¦ no puede existir el amor sin sexo?", se pregunta Avigail¡¯e, que ha conocido a trav¨¦s de Internet a una mujer paraguaya con la que planea compartir el futuro.
"Nada es blanco o negro", dice Andrea, que tiene ahora una relaci¨®n con una persona trans y asexual. "Para algunos de nosotros, una simple caricia o un abrazo pueden ser considerados como trato er¨®tico. Para otros, un beso. Y para otros, la genitalidad y el coito. No hay por qu¨¦ hacer clasificaciones tajantes. S¨®lo reclamamos que se respete a cada uno en su singularidad y que no se crea que somos bichos raros".
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