Notorious B.I.G. contra Tupac Shakur: traiciones y grandes ¨¦xitos de dos leyendas del rap que murieron asesinadas a tiros
EN UN MOMENTO inspirado, Chuck D proclam¨® que el rap era ¡°la CNN de la cultura negra¡±. La cabeza pensante del grupo Public Enemy no pod¨ªa imaginar que aquel novedoso canal de informaci¨®n salido del gueto quedar¨ªa reducido a poco m¨¢s que incitaciones al consumo suntuario y cr¨®nicas de sucesos.
Se trata de un oficio peligroso. Seg¨²n la revista XXL, un m¨ªnimo de 65 raperos estadounidenses han muerto violentamente durante las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Muchos son v¨ªctimas del tribalismo: la pertenencia a determinado grupo enemigo basta como excusa para disparar.
El m¨¢s aberrante de esos conflictos enfrent¨® a los raperos de la Costa Este con los de la Costa Oeste. Para entendernos, Nueva York contra Los ?ngeles. Ocurri¨® durante los a?os noventa: como originadores del invento, los neoyorquinos contemplaban displicentes el ascenso de la variedad californiana del g¨¦nero, el gangsta rap. Inevitablemente, eso despert¨® una beef (disputa), base de numerosos disses (insultos rapeados). Y las hostilidades verbales desembocaron en asesinatos. La primera superestrella abatida fue Tupac Shakur, nacido en Harlem pero afiliado al rap californiano. Seis meses despu¨¦s, mor¨ªa Notorious B.I.G., reci¨¦n encumbrada figura del rap neoyorquino.
Personajes fabulosos ambos. Tupac Shakur era el nombre de guerra de Lesane Parish Crooks (1971-1996), hijo de miembros del Black Panther Party. Creci¨® sin padre y, cuando su madre se aficion¨® al crack, fue cuidado en California por simpatizantes de la causa. Escrib¨ªa poes¨ªa y, seg¨²n sus compa?eros de colegio, parec¨ªa un hippy. Estudi¨® ballet y fue como bailar¨ªn que se acerc¨® al universo del rap.
Y cambi¨®. Aseguraba que vendi¨® drogas en las calles de Oakland, pero todo rapero presume de un pasado como camello, as¨ª que pongan un interrogante al respecto. Lo cierto es que llamaba la atenci¨®n: peque?o, fibroso, carism¨¢tico. Pronto tuvo un historial respetable como actor en pel¨ªculas sobre el gueto. Adem¨¢s, demostr¨® talento como rimador: ped¨ªa constantemente beats (bases instrumentales) a las que a?ad¨ªa letras extensas; alguna noche grababa tres o cuatro temas.
?Qu¨¦ contaba Tupac? Vivencias personales y visiones crudas de la realidad negra. As¨ª, en Brenda¡¯s Got a Baby reflexionaba sobre la ni?a de Brooklyn que, con 12 a?os, dio a luz y tir¨® al beb¨¦ a la basura. Aunque tambi¨¦n facturaba canciones descaradamente comerciales, como California Love, con un costoso videoclip en onda Mad Max.
Parec¨ªa gozar de impunidad. En una tangana de 1992, una bala disparada por un Colt registrado a nombre de Tupac mat¨® a un ni?o de seis a?os. Nadie quiso hablar y, tras compensar a los apesadumbrados padres, el asunto se cerr¨®. Al a?o siguiente, hiri¨® a dos polic¨ªas blancos de Atlanta que estaban de juerga y bastante borrachos.
Tupac fue asumiendo los c¨®digos de los pandilleros. El defensor de las virtudes de la mujer negra permiti¨® que sus amigotes violaran en su hotel a una groupie de 19 a?os que se hab¨ªa ligado. Fue condenado a un m¨ªnimo de a?o y medio en prisi¨®n. Confiaba en salir bajo fianza, mientras recurr¨ªa, pero sus cuentas estaban vac¨ªas. Ni discogr¨¢fica ni m¨¢nager quisieron adelantarle el dinero: Shakur parec¨ªa una bomba a punto de estallar.
Y lleg¨® al rescate el demonio; Suge Knight, un antiguo atleta que impresionaba por su envergadura y su crueldad. Dirig¨ªa una disquera, Death Row Records, que gozaba de un asombroso margen de actuaci¨®n: contaba con la protecci¨®n de polic¨ªas que trabajaban all¨ª cuando estaban fuera de servicio. Suge pag¨® la fianza, le puso un avi¨®n privado y le acogi¨® en Los ?ngeles.
En Death Row, Tupac aument¨® su belicosidad, dentro y fuera del estudio. Hasta se invent¨® un alter ego, Makavelli, para sus canciones m¨¢s hirientes. Uno de los problemas de Tupac consist¨ªa en que su boca disparaba demasiado r¨¢pido, sin pensar. ?l, que hab¨ªa salido con Madonna, vituper¨® al productor Quincy Jones por intimar con mujeres blancas. Un patinazo racista: termin¨® enamoriscado de una de las hijas mestizas de Quincy, Kidada Jones. Cuando se encontr¨® con el padre, debi¨® disculparse: uno de sus mayores ¨¦xitos, How Do U Want It, se basaba en una composici¨®n de Quincy, que adem¨¢s hab¨ªa sido un temprano defensor del hip-hop.
Tras ver un combate de Tyson en Las Vegas, Tupac subi¨® a un BMW. Iba dando el cante. Se le acerc¨® un Cadillac y le llovieron balas
Precisamente, el 7 de septiembre de 1996 Tupac acudi¨® con Kidada a un combate de Mike Tyson en Las Vegas. Tras la pelea, sugiri¨® A Kidada quedarse en el hotel: Tupac hab¨ªa iniciado una paliza contra un miembro de una pandilla rival y, vaya, pod¨ªa haber represalias. La verdad es que Tupac quer¨ªa juerga: subido en un BMW hac¨ªa sonar su nueva m¨²sica e invitaba a las chicas que le reconoc¨ªan a seguirle hasta el Club 662, una discoteca propiedad de Suge Knight. Iba dando el cante y llam¨® la atenci¨®n de sus enemigos: un Cadillac blanco se puso a la altura del BMW y llovieron balas. Cuatro de ellas alcanzaron a Tupac.
Todas las miradas se volvieron hacia Nueva York. Tal era la inquina reinante entre los dos grandes polos del rap que, autom¨¢ticamente, se responsabiliz¨® al rapero Notorious B.I.G. y al fundador de su discogr¨¢fica, Sean Combs, que grababa como Puff Daddy.
Christopher Wallace (1972-1997), alias Biggie o Notorious B.I.G., era hijo de jamaicanos y tambi¨¦n creci¨® en una familia monoparental. La madre, estricta testigo de Jehov¨¢, no toler¨® que su chico se dedicara a despachar crack. En las calles, ten¨ªa una desventaja: con un peso cercano a los 150 kilos, no pasaba inadvertido. Detenido en Carolina del Norte, estuvo nueve meses en un reformatorio.
El rap parec¨ªa un negocio m¨¢s seguro y mejor retribuido. Pose¨ªa una grata voz pastosa y una extraordinaria capacidad narrativa. Fich¨® por Bad Boy Records, sello de Puff Daddy pensado para facturar rap de amplio espectro, aunque la tem¨¢tica fuera cruda.
Notorious B.I.G. lanz¨® su primer ¨¢lbum, Ready to Die, en 1994. Estaba fascinado por Tupac, que ya hab¨ªa triunfado y dispon¨ªa de la mejor hierba, por no hablar de una impresionante colecci¨®n de armas. Hasta le pidi¨® que fuera su m¨¢nager. Este le recomend¨® paciencia, iba a ser una estrella, sobre todo si dirig¨ªa sus canciones al p¨²blico femenino (¡°ellas compran la m¨²sica y deciden lo que escuchan los t¨ªos¡±).
La relaci¨®n maestro-disc¨ªpulo se torci¨® poco despu¨¦s. De visita en Nueva York, Tupac acudi¨® a grabar en el disco de un amigo de ?Biggie. Antes de entrar en el estudio, Tupac y su s¨¦quito fueron asaltados por tres ladrones que les exigieron la entrega de sus joyas. Siempre exaltado, Tupac sac¨® su pistola con tanta torpeza que se dispar¨® en el escroto. Termin¨® acribillado pero sobrevivi¨®. Hab¨ªa sido una emboscada y Shakur dedujo que Biggie y su discogr¨¢fica estaban implicados. Se equivoc¨®: era la advertencia de un narco, Haitian Jack, que particip¨® en la violaci¨®n de la fan de Tupac y pensaba que el rapero hablaba demasiado.
Toda la malevolencia de Tupac se volvi¨® contra su protegido. Incluso grab¨® un tema donde aseguraba haber, uh, fornicado con Faith Evans, la cantante y esposa de Biggie. La batalla entre este y oeste le proporcionaba salida para su creciente agresividad. Hasta aquella infausta noche en Las Vegas.
Es probable que los neoyorquinos no calibraran el grado de odio que despertaban en California. El rap californiano proced¨ªa de un entorno envenenado, donde los miembros de dos bandas, Bloods y Crips, se mataban de forma rutinaria. Para Biggie, no ten¨ªa sentido: los pistoleros viv¨ªan en soleadas casas unifamiliares, con ¨¢rboles y c¨¦sped; no se correspond¨ªa con su experiencia del gueto.
En marzo de 1997, a seis meses de la muerte de Tupac, Biggie y Puff ?Daddy aterrizaron en Los ?ngeles. Y no se escondieron: buscaban contactos en Hollywood para ampliar su territorio profesional. El d¨ªa 9 acudieron a una fiesta de la revista Vibe, en el Museo Petersen de Automoci¨®n. Fue un desmadre: en un espacio previsto para 600 personas, entraron quiz¨¢s 2.000. Cuando Notorious B.I.G. y compa?¨ªa se alejaban rumbo al hotel, se repiti¨® la jugada de Las Vegas. Un coche que estaba al acecho se puso paralelo a la furgoneta que transportaba a Biggie. Sonaron seis tiros, uno de los cuales le hiri¨® mortalmente.
Han pasado 20 a?os y todav¨ªa circulan leyendas respecto al doble magnicidio. Existe toda una catarata de documentales y libros, con participaci¨®n de polic¨ªas que investigaron los casos, donde se?alan los nombres de los que apretaron los gatillos. Pero ya no pueden hablar: fueron asesinados, como tantos de los implicados, ca¨ªdos en refriegas de gangs o en disputas por el tr¨¢fico de drogas.
Lo importante es que los raperos del este y el oeste firmaron las paces. Un mes despu¨¦s de la ejecuci¨®n de Biggie, Louis Farrakhan, cabecilla de los musulmanes negros de la Naci¨®n del Islam, convoc¨® en su mansi¨®n de Chicago a la plana mayor del hip-hop. Distribuy¨® all¨ª copias de la llamada ¡°carta de Willie Lynch¡±, un documento de escasa fiabilidad hist¨®rica donde un supuesto due?o de una plantaci¨®n del siglo XVIII explicaba su plan para controlar a los esclavos potenciando sus rencillas. El paralelismo era demasiado evidente: la guerra, que se hab¨ªa cobrado las vidas de Tupac, ?Biggie y docenas de desconocidos, se dio por concluida.?
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