La Rambla, la cicatriz de la yihad
El 17 de agosto de 2017, 16 personas fueron asesinadas por una c¨¦lula islamista en Barcelona y Cambrils. Ocho terroristas perdieron la vida. Era un grupo de j¨®venes en apariencia integrado. Nadie sospech¨® nunca de ellos. Un viaje a los escenarios de aquellos d¨ªas, buscando las causas de su radicalizaci¨®n y la respuesta social y policial al fen¨®meno yihadista.
A LAS 16.54 La Rambla hierve. Los 500 metros que separan la fuente de Canaletas del Mosaico de Joan Mir¨® en direcci¨®n al mar son un bosque de cabezas envuelto en un murmullo de idiomas. Hay manteros y carteristas; parejas con ni?os; puestos de helados y quioscos de flores; excursiones de adolescentes y jubilados; paquistan¨ªes con sari y americanos en pantal¨®n corto. Avanzar entre esa marabunta resulta casi imposible. A esta hora, el 17 de agosto de 2017, Younes Abouyaaqoub, de 22 a?os, irrumpi¨® en el paseo conduciendo una furgoneta Fiat Talento. Su intenci¨®n era matar. Cuanto m¨¢s mejor. Pis¨® a fondo el acelerador e inici¨® un descenso mortal que dur¨® 45 segundos.
Hab¨ªa nacido en Marruecos, pero no era inmigrante. Desde los cuatro a?os viv¨ªa con su familia en Ripoll, un pueblo de 11.000 habitantes al norte de Girona, en una pl¨¢cida vivienda de protecci¨®n oficial. Tampoco era un devoto musulm¨¢n, "no sab¨ªa ni rezar en ¨¢rabe", confirma Al¨ª Yassine, presidente de la mezquita Annour. Ni un marginado: hab¨ªa terminado la secundaria; ten¨ªa trabajo como soldador, coche, moto y era un buen deportista. Tardes de pipas y risas en pandilla en la plaza de la Sardana. Curvas al l¨ªmite en su BMW por la plaza Gran de Ripoll, intentando impresionar a las adolescentes de la terraza del Bar Cabina. Le acompa?aba una fama de buen chaval. Nuria Perpinya, t¨¦cnica de Participaci¨®n en el Ayuntamiento, que le conoci¨® de cerca (como al resto de los 10 miembros de la c¨¦lula terrorista que viv¨ªan en el pueblo, de los que 7 murieron), lleva un a?o pregunt¨¢ndose c¨®mo y por qu¨¦ se convirti¨® en un asesino. "Es una inc¨®gnita que me perseguir¨¢ de por vida. Eran cuatro parejas de hermanos. Inmigrantes de segunda generaci¨®n. Nos parec¨ªa que con el catal¨¢n, la ropa de marca y un trabajo ya ten¨ªan que sentirse de aqu¨ª. Y de golpe nos damos cuenta de que la integraci¨®n es algo emocional. Un sentimiento. Muchas veces no se sienten ni de Espa?a ni de Marruecos. All¨ª los llaman europeos y aqu¨ª moros. Eso les provoca un enorme vac¨ªo de identidad. Que alguien puede llenar ofreci¨¦ndoles una raz¨®n por la que luchar. En este caso fue un imam, Abdelbaki Es Satty, el que los enga?¨®. Por eso estamos obligados a que se sientan parte de la comunidad. Es un trabajo a largo plazo. Los milagros no existen. Tenemos que repensar el sistema porque no ha funcionado".
En relaci¨®n con esas segundas generaciones de inmigrantes (los denominados homegrown), la Uni¨®n de Comunidades Isl¨¢micas de Espa?a aporta un dato poco conocido: de los dos millones de musulmanes que viven en Espa?a, el 42% ya dispone de la nacionalidad, y de estos, 430.990 han nacido aqu¨ª (datos de 2017). Son espa?oles. Hijos y nietos de magreb¨ªes. Musulmanes y espa?oles. Como los yihadistas de Ripoll.
Para el polit¨®logo Moussa Bourekba, coordinador de un estudio elaborado por el think tank Cidob titulado Atentados de Barcelona: Reacciones, explicaciones y debates pendientes, "ante el terrorista isl¨¢mico antes pod¨ªamos decir: 'Esos no tienen nada que ver con nosotros, son de fuera'. Pero hoy el terrorista es aut¨®ctono. Los miembros de la c¨¦lula de Ripoll hab¨ªan crecido en Catalu?a. Y eso nos obliga a centrarnos en su recorrido biogr¨¢fico, ver qu¨¦ ha fallado. Nos enfrentamos a la debilidad del sistema, no a moros peligrosos", explica. La radicalizaci¨®n es una suma de factores en las que la religi¨®n es un elemento m¨¢s. Es un proceso multidimensional. Hay elementos de frustraci¨®n y resentimiento; de injusticia y exclusi¨®n; una dimensi¨®n socioecon¨®mica, pol¨ªtica y cultural. ?Hasta qu¨¦ punto el islamismo es el desencadenante? "Yo creo que hay j¨®venes que quieren acceder a la violencia, como pasa en EE UU con las matanzas en los institutos, o con Anders Breivik, en Noruega, que asesin¨® a 77 personas. En el mercado europeo el acceso a la violencia tiene hoy una coartada en el islam. M¨¢s que una radicalizaci¨®n del islam, hay una islamizaci¨®n de la radicalizaci¨®n que justifica al joven su acceso a la violencia indiscriminada".
?Por qu¨¦ nadie detect¨® a los j¨®venes yihadistas de Ripoll? El joven comisario de la inteligencia antiyihadista del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa mira a los ojos, apoya los brazos sobre la mesa y se expresa con vehemencia: "Esa c¨¦lula no estaba en nuestro radar. Ripoll es un pueblo peque?o, sin guetos. Sin antecedentes salafistas. Todos eran hermanos, amigos o primos, por lo que se mov¨ªan en canales de absoluta confianza. Eran muy j¨®venes. No daban problemas en el instituto. No se comunicaban por Internet. No estaban fichados. No paraban por la mezquita. No llevaban barbas ni vestimentas tradicionales. Hasta que lleg¨® el imam y les dio el ¨²ltimo empuj¨®n. Y se lanzaron al vac¨ªo".
Los hermanos mayores (Younes, Mohamed Hichamy y Youssef Aalla) arrastraron a los peque?os (dos de los muertos a tiros por los mossos d'esquadra eran menores de edad). Experimentaron una conversi¨®n r¨¢pida y a la antigua (es decir, offline). Ten¨ªan sus lugares secretos de reuni¨®n a 300 kil¨®metros de Ripoll (en Alcanar y Riudecanyes). "Nuestro fracaso fue no identificarlos", contin¨²a el comisario. "Nadie nos dijo que estaban comprando productos qu¨ªmicos; que hab¨ªan vendido joyas; que hab¨ªan alquilado furgonetas; que en un chal¨¦ cerrado de Alcanar (Tarragona) se hab¨ªa metido un grupo de okupas de origen magreb¨ª y del inmueble sal¨ªa un olor qu¨ªmico nauseabundo...".
La radicalizaci¨®n de Younes fue expr¨¦s. Y secreta. Propia de los usos de la secta salafista Takfir Wal Hijra, una de las m¨¢s impenetrables del islam. A cuyos miembros se les permite asumir las costumbres de los infieles para pasar inadvertidos hasta que tienen capacidad de actuar. Y ya es imposible pararlos. Se trata de neutralizarlos antes. Los miembros de la c¨¦lula fueron encerr¨¢ndose en una herm¨¦tica identidad colectiva, basada en enfermizos lazos familiares, de la que era imposible escapar porque supon¨ªa traicionar a los suyos. El asesino de La Rambla pas¨® en pocos meses de ser una estrella local del f¨²tbol a matar a 15 personas. En menos de un minuto arras¨® todo lo que encontr¨® a su alcance. A conciencia. Mat¨® sin piedad. Entre ellos, tres ni?os. Solo se detuvo cuando salt¨® el airbag y se bloque¨® el sistema el¨¦ctrico de su veh¨ªculo junto al Pavimento de Mir¨®. All¨ª quedaron tendidas sus tres ¨²ltimas v¨ªctimas mortales. "Si la furgoneta no se aver¨ªa, hubiera seguido matando hasta el monumento a Col¨®n", explica en ese mismo lugar un cabo de los Mossos d'Esquadra mientras acaricia su fusil UMP, un arma de guerra del que se ha dotado a las patrullas del cuerpo. "Vimos c¨®mo el veh¨ªculo entraba en el bulevar; empezamos a correr tras ¨¦l, pero no pod¨ªamos abrir fuego en medio de aquel caos. Tardamos dos minutos. Cuando llegamos, el terrorista ya no estaba".
En menos de un minuto Younes arras¨® todo lo que encontr¨® a su alcance. A conciencia. Mat¨® sin piedad. Entre ellos, tres ni?os
A la altura de la calle del Hospital, Younes sali¨® de la camioneta, alquilada un d¨ªa antes en Sabadell por su amigo y vecino Driss Oukabir, de 27 a?os (hoy en la prisi¨®n de Soto del Real). Mir¨® a un lado y a otro. No profiri¨® el tradicional "Allahu akbar" previo a la muerte de un yihadista en combate. Por el contrario, escap¨®. "Esperaba que le frieran a tiros, convertirse en un m¨¢rtir. Pero no pas¨® nada. Se fue andando con calma hacia el cercano mercado de La Boquer¨ªa. Se perdi¨® entre los puestos. Un par de horas m¨¢s tarde, volvi¨® a matar, esta vez a cuchilladas, a Pau P¨¦rez, de 34 a?os, para robarle el coche", relata el comisario L., jefe de la inteligencia antiyihadista del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa: "Que La Rambla no tuviera bolardos fue un gran error de seguridad. Les hab¨ªamos avisado". La alcaldesa de Barcelona aleg¨® que hab¨ªan optado por reforzar la vigilancia. Hoy, en ese lugar, hay un pu?ado de bolardos de un metro de altura.
Younes dej¨® sobre La Rambla 14 muertos y 140 heridos de 35 nacionalidades. Uno de ellos era Pablo Abecasis, un argentino de 37 a?os que trabajaba en uno de los quioscos. Vio todo. A¨²n se sobresalta ante el m¨ªnimo ruido. Ha estado 10 meses de baja. "Sal¨ª a fumar. Vi una furgoneta blanca entrando por Canaletas. Me extra?¨®. Se par¨® al lado del metro. Y aceler¨®. La gente empez¨® a gritar y a correr buscando refugio; se meti¨® en tromba en mi puesto; me empujaron fuera. La furgoneta ven¨ªa directa a m¨ª. Intent¨¦ esquivarla, pero hac¨ªa eses para que no te escaparas. Me levant¨® por el aire. Vol¨¦ un par de metros. Pegu¨¦ con la cabeza y los brazos en el parabrisas y creo que lo romp¨ª. No le vi la cara. Pas¨® por encima de una mujer que estaba a mi lado. La destroz¨®. A m¨ª me cogi¨® de frente, por eso me salv¨¦. A los que pillaba de espaldas, los part¨ªa. Cuando todo acab¨®, tirado boca abajo sobre un charco de sangre, en lo ¨²nico en que pensaba era en la extra?a quietud de La Rambla: parec¨ªan las cinco de la madrugada. No hab¨ªa nadie; no hab¨ªa voces; no se escuchaban ni los p¨¢jaros".
Joan Portals, comisario jefe de los Mossos en Barcelona, tampoco olvidar¨¢ ese silencio sepulcral que inundaba La Rambla cuando, a las 17.15, inspeccion¨® el escenario de la masacre. Portals, al mando de los 3.000 mossos de la capital, empez¨® a tomar decisiones. Todo estaba previsto en el protocolo Cronos: la suspensi¨®n de los permisos de los 17.000 polic¨ªas de la Generalitat; el despliegue de patrullas en lugares estrat¨¦gicos; el control de las infraestructuras b¨¢sicas, la coordinaci¨®n con los servicios de emergencia, la Polic¨ªa Local y la seguridad privada. Incluso un plan de informaci¨®n en tiempo real a los ciudadanos v¨ªa Twitter. Al escenario del crimen comenzaron a llegar los equipos de criminal¨ªstica de los Mossos, el cuerpo de polic¨ªa que hab¨ªa tomado la direcci¨®n (en exclusiva) de la investigaci¨®n sobre el terreno. Y tambi¨¦n discretos agentes de inteligencia de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa en busca de informaci¨®n. Cada uno por su lado.
En esas primeras horas, el teniente coronel V., jefe de la UCE-2, la unidad central contra el yihadismo de la Guardia Civil, cogi¨® un helic¨®ptero en Madrid con destino a Barcelona. "A trav¨¦s de nuestra informaci¨®n avanzada comenzamos a tener claro que no era un lobo solitario. Reconstruimos el ataque en nuestro laboratorio. Dedujimos qu¨¦ tipo de acci¨®n y qu¨¦ tipo de terroristas hab¨ªan sido. Lo que no hicimos fue conectarlo con la explosi¨®n que hab¨ªa ocurrido la noche anterior en un chal¨¦ en Alcanar (Tarragona). Era un asunto de los Mossos. Ni siquiera dejaron entrar a nuestros especialistas en explosivos al lugar. Todo fue bastante lamentable".
Barcelona llevaba a?os prepar¨¢ndose para un atentado. Desde 2015 hab¨ªan ca¨ªdo como piezas de domin¨® de la violencia yihadista Par¨ªs, Bruselas, Niza y Berl¨ªn. Desde la llegada del Daesh (el autoproclamado Estado Isl¨¢mico) al poder, 222 ciudadanos espa?oles (o con permiso de residencia) se hab¨ªan desplazado a Siria e Irak para la guerra santa. Muchos hab¨ªan vuelto. Y otros 255 radicales isl¨¢micos hab¨ªan muerto o estaban en prisi¨®n (fuertemente controlados por un sistema de inteligencia desarrollado por Instituciones Penitenciarias y un programa de desradicalizaci¨®n). Espa?a llevaba 13 a?os sin sufrir un ataque yihadista (desde el 11-M), pero Catalu?a era considerada un objetivo de riesgo preferente por todos los servicios de inteligencia. Incluso los americanos. Al menos desde 2007, seg¨²n un cable de la Embajada de Estados Unidos filtrado por WikiLeaks.
Con 80 mezquitas salafistas, Barcelona llevaba a?os prepar¨¢mdose para un atentado yihadista
Con una de las poblaciones de musulmanes m¨¢s numerosas del Estado (m¨¢s de 500.000 personas), unas 80 mezquitas de ideolog¨ªa salafista (la corriente isl¨¢mica que inspira al Daesh) y un largo historial de operaciones policiales relacionadas con el yihadismo, todo situaba a la capital catalana en el punto de mira. Incluso los organizadores de los atentados de las Torres Gemelas mantuvieron reuniones previas en la provincia de Tarragona (un ¨¢rea explotada por los islamistas como santuario). Los investigadores Fernando Reinares y Carola Garc¨ªa-Calvo, del Instituto Elcano, afirman que solo desde 2013 hasta 2017 se hab¨ªan desarrollado en Catalu?a 33 operaciones contra el yihadismo con 65 detenidos, la ¨²ltima el pasado 1 de agosto en Matar¨®.
Desde junio de 2015, el grado de amenaza yihadista que cada semana eval¨²an y fijan los analistas del ?Citco (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado) estaba en el nivel 4 sobre 5. El riesgo era muy alto. Algo que confirma el jefe de la ?UCE-2 de la Guardia Civil: "Hasta ese momento hab¨ªamos tenido la suerte. Hab¨ªa una calma tensa. El riesgo se mide por tres criterios: la intenci¨®n del terrorista, la capacidad del terrorista y el c¨¢lculo de probabilidades de que act¨²e. Todo eso confluy¨® el 17 de agosto. La sorpresa lleg¨® cuando vimos la magnitud de lo que estaban preparando. Hab¨ªan fabricado una cantidad de explosivo TATP (el per¨®xido de acetona, tambi¨¦n llamado la madre de Sat¨¢n) como nunca hab¨ªamos visto: m¨¢s de 200 kilos. Pensaban cargar con ellos las tres furgonetas que hab¨ªan alquilado el d¨ªa antes. Iba a ser un atentado m¨²ltiple, con distintas metodolog¨ªas. Contra lugares emblem¨¢ticos (el Camp Nou y la Sagrada Familia) y tambi¨¦n contra dotaciones policiales. Sab¨ªan que su final ser¨ªa un enfrentamiento con los mossos. Por eso ten¨ªan preparadas granadas de mano y, al menos, un chaleco de explosivos. Iban a morir matando. Hemos conjurado muchas amenazas en estos a?os, pero esta vez no pudimos. La clave fue reaccionar. Y lo hicimos. La c¨¦lula qued¨® desactivada. Ahora se trata de aplicar las lecciones aprendidas".
La coordinaci¨®n de la informaci¨®n entre los distintos cuerpos de seguridad ha sido siempre el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil en la lucha antiterrorista. Algo que fue evidente en los atentados del 11-M. En esta ocasi¨®n, la desconexi¨®n fue evidente. No solo no detectaron a la c¨¦lula, sino que se les escap¨® el imam, un individuo con relaciones yihadistas en Espa?a y Europa, que termin¨® de radicalizarse en la c¨¢rcel de Castell¨®n (donde ingres¨® por tr¨¢fico de hach¨ªs y donde le intentaron fichar como confidente tanto el CNI como la polic¨ªa y la Guardia Civil). Tampoco est¨¢ claro de d¨®nde sali¨® y qui¨¦n filtr¨® un supuesto aviso de la CIA sobre la inminencia de un ataque en La Rambla (cada cuerpo policial le echa la culpa al resto). Ni si la c¨¦lula ten¨ªa relaciones con el Daesh. Si sus viajes (Francia, B¨¦lgica, Suiza y Marruecos) estaban relacionados con la estructura global del Daesh. Y si pensaban atentar en Par¨ªs. Algo que parece confirmado.
La coordinaci¨®n de la informaci¨®n entre los distintos cuerpos de seguridad ha sido siempre el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil en la lucha antiterrorista
El acoplamiento entre los cuerpos implicados (Mossos, Cuerpo Nacional de Polic¨ªa y Guardia Civil) empez¨® a funcionar de forma m¨¢s engrasada el 24 de agosto, tras la orden del juez instructor de la Audiencia Nacional Fernando Andreu de que el Citco se encargara (bajo su control) de la coordinaci¨®n de la informaci¨®n. Todo se deb¨ªa poner sobre su mesa. Los Mossos deb¨ªan trabajar sobre el terreno en Catalu?a; el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, en dispositivos mixtos con los servicios marroqu¨ªes, y la Guardia Civil, con la inteligencia francesa. El dise?o era perfecto. Pero quiz¨¢ ya era demasiado tarde. Los cabecillas de la c¨¦lula estaban muertos. "Y lo menos inteligente en inteligencia es matar al malo, porque te quedas sin un testimonio directo de c¨®mo se plane¨® y llev¨® a cabo el ataque. Y los mossos se cargaron a seis", explica un oficial de informaci¨®n de otro cuerpo.
Aunque la prevenci¨®n del atentado no fue ¨®ptima, la reacci¨®n policial lo fue. Una de las primeras decisiones del comisario Portals de los Mossos consisti¨® en desplegar en Barcelona la Operaci¨®n Jaula (Gabia) para evitar que el terrorista de La Rambla huyera (algo que no se consigui¨®). Tras el atentado, en menos de una hora se instal¨® un centro de coordinaci¨®n en el Hard Rock Caf¨¦ de la plaza de Catalu?a y se activ¨® un centro de operaciones (el Cecor) en una sala subterr¨¢nea del Departamento de Interior, en el paseo de Sant Joan. Tambi¨¦n se reforzaron los controles en rincones estrat¨¦gicos. El major Josep Llu¨ªs Trapero tom¨® el mando. El exjefe de los Mossos, que ha declinado participar en este reportaje, ha dejado, sin embargo, dos reflexiones sobre aquel d¨ªa: "El 17 de agosto tuvo una dimensi¨®n pol¨ªtica que me incomod¨® y me sigue incomodando. Y supuso el principio de un cambio muy profundo en mi vida que ahora arrastro y veremos cu¨¢ndo tiene su final".
El atentado no sali¨® como los terroristas hab¨ªan planeado. No pensaban atacar La Rambla
El atentado no sali¨® como los terroristas hab¨ªan planeado. No pensaban atacar La Rambla. Todo se torci¨® la noche anterior. Con una explosi¨®n a las 23.17 en una urbanizaci¨®n perdida entre Tarragona y Castell¨®n, en el epicentro de la geograf¨ªa del yihadismo. Murieron dos de sus miembros (uno de ellos, el imam, Es Satty, su l¨ªder) y un tercero sufri¨® graves heridas (Mohamed Houli Chemial, de 21 a?os, hoy en la prisi¨®n de Alcal¨¢ Meco).
El n¨²mero F9 de la calle de Montecarlo, a nueve kil¨®metros del pueblo de Alcanar, es un solitario mont¨®n de polvo y escombros. Unos absurdos pelda?os de piedra conducen al solar donde se encontraba el peque?o chal¨¦ de una planta en el que durante meses el imam Es Satty, de 45 a?os, radicaliz¨® a los j¨®venes de Ripoll. Y tambi¨¦n el laboratorio en el que produjeron centenares de kilos de TATP, un polvo blanco y cristalino e inestable que tapizaba el suelo del inmueble. En un peque?o cobertizo la c¨¦lula almacenaba m¨¢s de un centenar de bombonas de butano. Al filo de la medianoche del mi¨¦rcoles 16 de agosto el inmueble revent¨® y destroz¨® el chal¨¦ vecino, propiedad de un matrimonio de ancianos franceses. Esa noche no estaban. Estos recuerdan c¨®mo aquel grupo de j¨®venes magreb¨ªes siempre les hab¨ªan suscitado sospechas: "Nunca vimos mujeres ni tampoco ni?os. Eran hombres j¨®venes, muy discretos; nos hablaban en franc¨¦s y siempre hab¨ªa uno de guardia en la azotea. Pens¨¢bamos que estaban en asuntos de droga, pero no se lo dijimos a nadie". Los Mossos tampoco dieron mayor importancia a la explosi¨®n, que consideraron en un primer momento un asunto de fabricaci¨®n de drogas.
Tras la explosi¨®n en Alcanar y la muerte de su l¨ªder, la c¨¦lula de terroristas veintea?eros, sin explosivos, armas, direcci¨®n ni experiencia, comenz¨® su huida a ninguna parte. A las 16.54 del 17 de agosto, Younes atac¨® en solitario en La Rambla. A la 1.03, cinco de sus compa?eros de c¨¦lula (entre ellos su hermano Houssaine, de 17 a?os) intentaron repetir la acci¨®n en el paseo mar¨ªtimo de Cambrils (Tarragona). Embistieron con un Audi A3 1.9 TDI negro a una patrulla de los Mossos, acabaron con la vida de una turista a cuchilladas e hirieron a varios m¨¢s, para terminar acribillados por un agente uniformado y otros de paisano. Cuatro d¨ªas m¨¢s tarde, a las 16.00 del 21 de agosto, Younes era muerto a tiros por dos mossos en un camino vecinal entre vi?as cerca de Sant Sadurn¨ª, en un operativo seguido en directo desde el Cecor de Barcelona a trav¨¦s de las c¨¢maras de uno de sus helic¨®pteros. Los agentes vaciaron sus cargadores sobre Younes, que tras su muerte presentaba varios impactos en la cara. Portaba un cintur¨®n falso de explosivos y cuatro cuchillos. Llevaba cuatro d¨ªas vagando por el campo. Seg¨²n los Mossos, nadie le proporcion¨® ayuda en ese tiempo. La c¨¦lula estaba eliminada. El intendente Eduard Sallent, uno de los hombres fuertes del servicio de inteligencia de los Mossos, intenta resolver los enigmas por la v¨ªa r¨¢pida: "No queda mucho por saber, estaba integrada por las 13 personas que conocemos; no iban drogados; no ten¨ªan ninguna relaci¨®n con el Daesh. La investigaci¨®n no va a dar un vuelco. El problema al que nos enfrentamos no es antiterrorista, sino de prevenci¨®n".
Los atentados arrojaron un saldo de 16 v¨ªctimas mortales, adem¨¢s de 8 terroristas muertos, 3 en prisi¨®n y 2 en libertad provisional. El d¨ªa 26 de agosto se celebraba una gran manifestaci¨®n en el centro de Barcelona en contra del terrorismo que qued¨® empa?ada por los tintes pol¨ªticos de los que enseguida se cubri¨®. Estaba a punto de dar comienzo el tramo m¨¢s conflictivo del proceso independentista, que culminar¨ªa un mes m¨¢s tarde con el refer¨¦ndum del 1 de octubre. En ese clima de enfrentamiento, los ecos de los atentados se ir¨ªan disolviendo. No le interesaban a nadie.
"Se ha intentado pasar r¨¢pido de p¨¢gina. No mostrar las verg¨¹enzas del muy vitoreado sistema de integraci¨®n de los migrantes en Catalu?a", reflexiona el antrop¨®logo y analista de Cidob Jordi Moreras. "Despu¨¦s de 30 a?os, ha llegado el momento de revisarlo. Porque hay cosas que no funcionan. De repente, Ripoll se ha convertido en el punto negro de la integraci¨®n en Catalu?a. Si hubiera pasado en una urbe con guetos y problemas sociales como Hospitalet, Manresa o Badalona, se hubiera dicho de insistir en la pura integraci¨®n socio-cultural. Pero Ripoll no exist¨ªa en el mapa del yihadismo. La polic¨ªa no se enter¨® de nada. Y aqu¨ª se nos presenta ahora, por un lado, un problema de integraci¨®n y, por otro, se hace patente la extrema fragilidad y falta de representaci¨®n de la comunidad musulmana en Espa?a. Hay imames que cobran 150 euros y nadie sabe de d¨®nde han salido. Ante ese descontrol, muchos han preferido olvidar lo que pas¨®".
El joven comisario antiyihadista del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, con su habitual vehemencia, aporta su an¨¢lisis del fen¨®meno yihadista: "Esto no es terrorismo tal como lo conocemos, es un paso m¨¢s all¨¢. La polic¨ªa no puede pararlo. No todos los que se radicalizan tienen rasgos distintivos. Hay de todo. Militantes y tambi¨¦n locos; gente que se radicaliza online y otra offline; algunos han estado en Siria y otros no han salido de su pueblo; los hay con barba y chilaba y otros que fuman, beben y salen de fiesta. Lo triste es que en Barcelona no pudimos neutralizar esa amenaza como otras veces. La radicalizaci¨®n emite unas d¨¦biles se?ales que solo detecta su entorno y nosotros no alcanzamos a ver. Trasciende lo policial. Ata?e a la sociedad", indica. En 2017, el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa detuvo a 58 radicales. En lo que va de 2018, llevan 20. "Pero este fen¨®meno va m¨¢s all¨¢ de la investigaci¨®n pura y dura. Tiene que haber un plan de participaci¨®n de la sociedad".
Donde m¨¢s r¨¢pido se ha intentado pasar de p¨¢gina es en Ripoll. Un agradable pueblo de aspecto suizo, rodeado de bosques y monta?as. Un municipio sin barrios extremos y donde todos sus alumnos, ricos y pobres, catalanes y magreb¨ªes, estudian en el mismo instituto, el mod¨¦lico Abat Oliba. Por sus aulas pasaron la mayor¨ªa de los miembros de la c¨¦lula. Dos de ellos continuaban en ¨¦l. El director del instituto, Paco Navarro, prefiere no hablar de ellos. Resulta demasiado doloroso para todos. Eran terroristas, pero tambi¨¦n vecinos, amigos e hijos. "Necesitamos tiempo para la reflexi¨®n. ?C¨®mo logramos el sentido de pertenencia de estos chicos, a los que despectivamente se define como 'inmigrantes de segunda generaci¨®n'? Yo tengo 750 alumnos y no encuentro la respuesta. Nos toca prevenir, porque, si la prevenci¨®n funciona, no te enteras. Pero si no funciona, puede provocar una tragedia. Y eso pas¨® el 17 de agosto de 2017".?¡ªEPS
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