La epidemia que debemos dejar de ignorar
Un 90% de los menores que mueren de tuberculosis no reciben tratamiento y un cuarto de mill¨®n de ni?os morir¨¢ de esta enfermedad este a?o
Un alumno de primaria recibe un diagn¨®stico de tuberculosis en un frondoso vecindario en las afueras de Washington DC. Un helic¨®ptero transporta a un ni?o con meningitis tuberculosa en el este de Canad¨¢. Un estudiante de preescolar en Smarves, Francia, muestra s¨ªntomas de tuberculosis un a?o despu¨¦s de la muerte de un compa?ero de escuela por la misma enfermedad.
Son apenas tres v¨ªctimas de una epidemia de tuberculosis que afectar¨¢ a un mill¨®n de ni?os este a?o. Entre los afortunados que reciban el tratamiento antibi¨®tico est¨¢ndar y no sufran de factores agravantes como el VIH, un 99% sobrevivir¨¢. Y, no obstante, un 90% de los menores que mueren por esta enfermedad no reciben tratamiento; un cuarto de mill¨®n de ni?os morir¨¢ por su causa solo este a?o. No hay matices para esta historia: las autoridades sanitarias de todo el mundo est¨¢n dejando a los ni?os con tuberculosis a su propia suerte.
Si esto suena indignante, pi¨¦nsese en las primeras l¨ªneas del informe de investigaci¨®n del Imperial College de Londres, el Consejo de Investigaciones M¨¦dicas y Unicef. ¡°Hasta hace poco, la tuberculosis pedi¨¢trica ha sido relativamente ignorada por las comunidades m¨¢s amplias de tuberculosis y salud materno-infantil¡±, escriben los autores. ¡°Las aproximaciones sustentadas en los derechos humanos de los ni?os afectados por la enfermedad podr¨ªan ser muy potentes; sin embargo, no est¨¢ generalizada la conciencia y la aplicaci¨®n de estas estrategias¡±. En otras palabras, las mismas comunidades que se supone tendr¨ªan que abordar el problema de los ni?os con esta dolencia les han fallado, y pocos son siquiera conscientes del problema.
En todo el mundo, la tuberculosis mata a m¨¢s gente que cualquier enfermedad transmisible. Se trata de un grave problema de salud p¨²blica, ya que la bacteria que la causa se propaga f¨¢cilmente por el aire. Sin embargo, afrontarla en ni?os no es lo mismo que hacerlo en adultos. Puesto que las pruebas de diagn¨®stico se han dise?ado para adultos y los ni?os a menudo presentan s¨ªntomas diferentes.
A pesar de que los ni?os son una de las poblaciones de pacientes m¨¢s vulnerables, sus necesidades se pasan por alto porque son menos contagiosos
Esta es una de las razones por la que muchos ni?os no reciben tratamiento, pero una explicaci¨®n todav¨ªa m¨¢s simple es que esta enfermedad no es tan contagiosa a nivel infantil como en adultos. Cuando los ni?os tosen, sus cuerpos m¨¢s d¨¦biles expelen menos g¨¦rmenes que los mayores. Y cuando la enfermedad afecta a ni?os, la bacteria suele atacar partes del cuerpo adicionales a los pulmones, como el abdomen y los tejidos que rodean el cerebro.
Por supuesto, los trabajadores sanitarios individuales no est¨¢n dejando que los ni?os con tuberculosis sufran y mueran, pero los sistemas de salud s¨ª. A escala global, las iniciativas para combatir la enfermedad no cuentan con recursos suficientes. Con m¨¢s de 10 millones de nuevos casos cada a?o, los fondos tienden a dirigirse a detener su propagaci¨®n. Por ende, a pesar de que los ni?os son una de las poblaciones de pacientes m¨¢s vulnerables, sus necesidades se pasan por alto porque son menos contagiosos.
Debido a estas prioridades a nivel de sistema, cada cuatro a?os, un mill¨®n de ni?os mueren de una enfermedad prevenible y tratable. Es una cat¨¢strofe humanitaria.
Afortunadamente, ya existen medidas pr¨¢cticas para salvar vidas entre la poblaci¨®n infantil en riesgo por la tuberculosis. Por ejemplo, sabemos que cerca de la mitad de los menores que cohabitan con un adulto infectado contraer¨¢n la enfermedad. Por lo tanto, cabe esperar que se examine y trate adecuadamente a los ni?os que vivan en hogares donde haya un adulto infectado. Sin embargo, un estudio publicado en 2017 en la revista The Lancet plantea que ¡°sigue habiendo una muy infrautilizada investigaci¨®n sobre contagios en el hogar¡± en pa¨ªses donde es com¨²n la tuberculosis.
Adem¨¢s, los trabajadores sanitarios y las autoridades de salud podr¨ªan detectar muchos m¨¢s casos entre los ni?os simplemente prestando m¨¢s atenci¨®n a sus s¨ªntomas. Tras la promoci¨®n de este enfoque por la Uni¨®n Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Respiratorias en Uganda, los casos diagnosticados de tuberculosis pedi¨¢trica se duplicaron con creces en las ¨¢reas donde se implement¨®. En todo caso, y m¨¢s all¨¢ de este ejemplo, por lo general los ni?os han sido marginados de la investigaci¨®n sobre la dolencia, y necesitamos con urgencia el desarrollo de nuevas herramientas dise?adas espec¨ªficamente para ellos.
La tuberculosis pedi¨¢trica es un problema moral y pol¨ªtico. Los gobiernos deber¨ªan poner los derechos humanos en el centro de sus estrategias, pol¨ªticas y servicios de salud. La Convenci¨®n sobre los Derechos de los Ni?os ¡ªel tratado m¨¢s ratificado del mundo¡ª puede servir de marco gu¨ªa. Cabe esperar que los l¨ªderes mundiales comprendan que la epidemia de la tuberculosis pedi¨¢trica refleja un abandono generalizado de los derechos fundamentales de los ni?os, y se podr¨ªa reducir radicalmente con las intervenciones de las pol¨ªticas actuales. Ya no hay excusas para ignorar este flagelo.
Jos¨¦ Luis Castro es director ejecutivo de la Uni¨®n Internacional contra la Tuberculosis y las Enfermedades Respiratorias. Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen Copyright: Project Syndicate, 2018.
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