El triunfo de la mentira
Jam¨¢s el enga?o ha tenido tanta capacidad de difusi¨®n como ahora. Pero?una sociedad que pierde el v¨ªnculo con la verdad es una sociedad de esclavos.
Hacia mediados de 2016, entre el refer¨¦ndum del Brexit y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, los neologismos se extendieron: se hablaba de ¡°post-truth¡± (posverdad), de ¡°fake news¡± (noticias falsas), de ¡°alternative facts¡± (hechos alternativos). ?De d¨®nde surg¨ªan estas nuevas expresiones? ?Designaban un fen¨®meno nuevo? Contra lo que dir¨ªan esos cascarrabias que difunden con ¨¦xito comprensible la pamema autocomplaciente de que antes la gente era veraz, buena y guapa, mientras que ahora todos somos mentirosos, malvados y feotes (menos los cascarrabias, claro est¨¢), lo cierto es que la mentira en pol¨ªtica existe desde que existe la pol¨ªtica. Entonces, ?qu¨¦ hay de nuevo ahora, si lo hay? ?Por qu¨¦ triunfan aquellos neologismos? ?Nombran una realidad nueva?
Siempre ha habido pol¨ªticos embusteros, pero nadie recuerda, al menos en democracia y en tiempos de paz, a un pol¨ªtico tan embustero como Trump
Siempre ha habido pol¨ªticos embusteros, pero nadie recuerda, al menos en democracia y en tiempos de paz, a un pol¨ªtico tan embustero como Trump. Seg¨²n The Washington Post, el presidente estadounidense solt¨® un promedio de 16 mentiras diarias entre junio y julio de este a?o, y el prestigioso blog PolitiFact asegur¨® que s¨®lo el 20% de las declaraciones de Trump que revis¨® son ciertas, y que un total del 69% son falsas o fundamentalmente falsas. Pero no se trata s¨®lo de cantidad, sino tambi¨¦n de calidad. Porque muchas de las mentiras de Trump son flagrantes, descomunales: todos recordamos que en su campa?a electoral contaba que Obama hab¨ªa nacido en Kenia, o que se invent¨® una conversaci¨®n telef¨®nica con Pe?a Nieto, entonces presidente de M¨¦xico; todos recordamos que, tras ser elegido, afirm¨® que hab¨ªa logrado ¡°la mayor victoria electoral desde Ronald Reagan¡±, cuando bastaba cotejar los datos para saber que Obama y G. W. Bush hab¨ªan obtenido m¨¢s votos que ¨¦l; y todos le hemos o¨ªdo hablar de los ¡°miles de millones de d¨®lares m¨¢s¡± que los pa¨ªses de la OTAN destinan a gastos de defensa gracias a las presiones que ejerce sobre ellos, y de que todos van a aumentar un 4% su presupuesto de defensa, cuando ninguno se ha comprometido a aumentarlo m¨¢s del 2%. Por lo dem¨¢s, tanto en la cantidad como en la calidad de los embustes, Trump goza de abundantes seguidores: en la campa?a del Brexit se minti¨® a una escala gigantesca, igual que en nuestro pasado oto?o catal¨¢n, y en ambos casos ¡ªsobre todo en el nuestro¡ª las mentiras siguen funcionando a pleno rendimiento; la psicosis antiinmigraci¨®n desatada en Europa en los ¨²ltimos meses, gracias a los Salvini, Seehofer y dem¨¢s, es sobre todo fruto de grandes mentiras: baste recordar que la llegada de refugiados a las costas de Europa ha ca¨ªdo en picado en el ¨²ltimo a?o (48.000 hasta julio, seg¨²n la ONU, por un mill¨®n en 2015). Hay muchas razones que explican el triunfo de este tipo de trolas desmesuradas. Una es que, como escribi¨® Adolf Hitler, el hombre com¨²n se cree con m¨¢s facilidad las grandes mentiras que las peque?as, porque ¨¦l dice peque?as mentiras, pero no puede siquiera imaginar que alguien se atreva a decirlas tan grandes. Otra es que, a determinadas personas, en determinadas circunstancias ¡ªlos votantes de Trump, los partidarios del Brexit o de Salvini, los separatistas catalanes¡ª, no les importa que les mientan, siempre que quienes lo hagan sean aquellos a quienes consideran los suyos, lo que significa que su v¨ªnculo con la verdad se ha vuelto d¨¦bil, casi irrelevante. Pero nada de esto es nuevo, tampoco. Lo ¨²nico nuevo es, me parece, otra cosa: no el mensaje sino el medio; no las mentiras, ni su naturaleza ni su cantidad, sino su alcance, su poder¨ªo: jam¨¢s en la historia han existido unos medios de comunicaci¨®n tan poderosos, y por tanto jam¨¢s la mentira ha disfrutado de una mayor capacidad de difusi¨®n.
Eso es lo nuevo (y de ah¨ª que el buen periodismo sea hoy m¨¢s necesario que nunca, siempre que no se conforme con contar la verdad y desmonte asimismo las mentiras); eso es tambi¨¦n lo m¨¢s inquietante. Por una raz¨®n tan elemental que a menudo se olvida: que la verdad libera y la mentira esclaviza, que una sociedad que ha perdido el v¨ªnculo con la verdad no puede ser m¨¢s que una sociedad de esclavos, que el triunfo de la mentira s¨®lo puede ser la derrota de la libertad.?
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