¡°El acoso, la violencia y la violaci¨®n conyugal son los mayores desaf¨ªos de las sudanesas¡±
La periodista, que se enfrenta a la pena de muerte, pide presi¨®n internacional para terminar con la violaci¨®n de derechos humanos en su pa¨ªs
El 10 de diciembre de 2017 por la tarde, mientras la periodista sudanesa Wini Omer esperaba en una estaci¨®n de autobuses de Jartum, la capital de Sud¨¢n, un polic¨ªa de paisano que no estaba de servicio la agredi¨®, arrest¨® e introdujo en su veh¨ªculo privado acus¨¢ndola de llevar ¡°ropa inapropiada¡± y caminar indecentemente. Era el D¨ªa Internacional de los Derechos Humanos y Omer vest¨ªa una recatada falda larga, bufanda y blusa. Pero las acusaciones no le pillaron por sorpresa.
El art¨ªculo 152 del C¨®digo Penal de Sud¨¢n permite a la Polic¨ªa detener a toda persona que no vista de forma adecuada, aunque en la ley no se defina qu¨¦ se considera indecente. Esta periodista dice estar acostumbrada a ser blanco de las autoridades sudanesas por su activismo contra las leyes de orden p¨²blico del pa¨ªs, que criminalizan decisiones del ¨¢mbito privado de las mujeres y las ni?as.
¡°Este r¨¦gimen es un peligro para las sudanesas. Los derechos b¨¢sicos de las mujeres son violados sistem¨¢ticamente, con juicios injustos y castigos inhumanos¡±, opina Omer, editora de la revista cultural Alhadatha alsudanya y periodista freelance.Tambi¨¦n organizaciones como el Human Rights Watch han denunciado en repetidas ocasiones que la legislaci¨®n sudanesa discrimina a mujeres y ni?as mediante la aplicaci¨®n de la ley isl¨¢mica (sharia) por "cr¨ªmenes de moralidad", como el adulterio o violaciones del c¨®digo de vestimenta, y tipifica como delito la actividad sexual entre personas del mismo sexo con penas severas, como la cadena perpetua o la muerte.
Desde Jartum, la activista asegura por correo electr¨®nico que no existe voluntad pol¨ªtica para ofrecer soluciones a los m¨¢s desfavorecidos. "Hay una alta tasa de pobreza en Sud¨¢n?[m¨¢s del 53% de la poblaci¨®n se encuentra en situaci¨®n de pobreza multidimensional seg¨²n el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo], y otros factores como los conflictos, los desplazamientos internos o el desempleo complican la situaci¨®n. El Estado no tiene un sistema de seguridad social efectivo o redes de apoyo para los ciudadanos y la mendicidad est¨¢ prohibida. En este marco, las mujeres ¡ªpara las que la mendicidad puede ser la ¨²nica forma de mantener a sus hijos¡ª son doblemente discriminadas¡±.
Aunque Omer pertenece a la clase media y educada de Sud¨¢n, cree que su condici¨®n de mujer y su voluntad de transformar el pa¨ªs la tienen en la lista negra. A pesar de que el juez retir¨® los cargos por vestir de forma indecente tras tres audiencias judiciales, dos meses m¨¢s tarde, nueve polic¨ªas vestidos de paisano entraron por la ventana de su domicilio mientras se encontraba con unos amigos (otra mujer y dos hombres). Los arrestaron, confiscaron sus ordenadores y tel¨¦fonos y los enviaron cinco d¨ªas a prisi¨®n acus¨¢ndoles de prostituci¨®n. La ley no define esta pr¨¢ctica, por lo que deja abierto a interpretaci¨®n cualquier acto social en el ¨¢mbito dom¨¦stico entre hombres y mujeres.
¡°La polic¨ªa de orden p¨²blico tiene derecho a irrumpir en las casas para arrestar a los ciudadanos. ?ltimamente ha habido detenciones por haber celebrado reuniones o recibido invitados por la tarde. Vivimos en un estado policial y el Gobierno utiliza todo su poder para oprimirnos y controlarnos¡±, cuenta.
La ¨²ltima acusaci¨®n tuvo lugar el pasado 24 de julio, cuando un juez hizo p¨²blicos ocho cargos contra la periodista, incluidos cr¨ªmenes contra el Estado y espionaje que, de ser ratificados, comportar¨¢n la pena de muerte. Omer se ha negado a aceptarlos por falsos y se encuentra en plena campa?a contra una ley que tacha de ¡°obsoleta y humillante¡±. Pide abolir el r¨¦gimen de orden p¨²blico y asegurar que las leyes sudanesas garanticen los derechos humanos.
Los derechos humanos en Sud¨¢n
Las autoridades llevan meses acusando y deteniendo a activistas por presuntos cr¨ªmenes contra el Estado y se les aplican leyes draconianas de seguridad nacional. 2018 est¨¢ siendo un a?o complicado para la poblaci¨®n, que ha protagonizado varias protestas tras la aplicaci¨®n de pol¨ªticas de austeridad que destinan el 75% de los fondos nacionales a las milicias y al aparato de seguridad del r¨¦gimen. El encarecimiento de los precios de productos b¨¢sicos como el pan, las medicinas, el combustible o la electricidad ha provocado un colapso de los mercados, la moneda nacional y el sistema bancario.
Organismos como el Fondo para la Igualdad de Derechos llevan a?os denunciando c¨®mo la ideolog¨ªa promovida por el presidente Omar al-Bashir, que ascendi¨® al poder en 1989 tras un golpe de Estado, degrada la diversidad social y cultural de Sud¨¢n a favor de una visi¨®n estrecha de un pa¨ªs singularmente ¨¢rabe, isl¨¢mico y dominado por hombres. Muchas son las voces contra la intolerancia gubernamental en Sud¨¢n, que ha institucionalizado la discriminaci¨®n por razones de religi¨®n, etnia, opini¨®n pol¨ªtica, g¨¦nero u orientaci¨®n sexual.
Vivimos en un Estado policial y el Gobierno utiliza todo su poder para oprimirnos
¡°La fuente principal de las leyes sudanesas son los principios isl¨¢micos, que han sido la ideolog¨ªa del Estado desde 1989 hasta hoy, seguida de un proceso de islamizaci¨®n de toda la vida p¨²blica y privada. Por ello, el secularismo es un factor clave para la igualdad de g¨¦nero y la justicia social, y para alcanzar una ciudadan¨ªa igualitaria. Hay una relaci¨®n dial¨¦ctica entre leyes, legislaciones y aceptaci¨®n social, y necesitamos trabajar en ambas direcciones para poder lograr una transformaci¨®n democr¨¢tica y adquirir nuestros derechos¡±, manifiesta Omer.
Las acusaciones falsas contra activistas para intimidarlos forman parte del modus operandi de al-Mu'tamar al-Wa?an¨©, el partido del Congreso Nacional, tal como denuncia el Comit¨¦ para la Protecci¨®n de los Periodistas (CPJ). Mientras, al-Bashir, que ha sido acusado por la Corte Penal Internacional de cr¨ªmenes de lesa humanidad, acumula dos ¨®rdenes internacionales de detenci¨®n por su papel en el genocidio de Darfur, que se sald¨® con casi medio mill¨®n de vidas entre 2003 y 2008.
Sud¨¢n tambi¨¦n ha dado muestras de hostilidad a la libertad de prensa. El hostigamiento de periodistas se ha intensificado desde comienzos de este a?o, tal y como sostiene la organizaci¨®n Reporteros Sin Fronteras, quien ya el pasado mes de enero denunci¨® el arresto de 18 periodistas, incluidos corresponsales de medios de comunicaci¨®n extranjeros, por cubrir las protestas de la oposici¨®n.
La detenci¨®n de Wini Omer coincide, ahora, con la denuncia que el Foro de Editores Africanos realiza a la represi¨®n de la libertad de prensa en Sud¨¢n despu¨¦s de que las autoridades confiscaran todas las tiradas del peri¨®dico Al Jareeda durante 15 d¨ªas y sin orden judicial previa por informar sobre la escasez de pan y combustible en el pa¨ªs.
¡°La situaci¨®n de las mujeres est¨¢ directamente relacionada con el marco legal y las din¨¢micas sociales que intentan limitar su participaci¨®n en la vida p¨²blica en Sud¨¢n. Cuestiones como el acoso sexual, la violencia dom¨¦stica y la violaci¨®n conyugal son los principales desaf¨ªos que enfrentan las sudanesas¡±, expresa Omer ¡°Los derechos de las mujeres mejorar¨¢n en un estado democr¨¢tico y secular, esta es la ¨²nica garant¨ªa. Un entorno democr¨¢tico proporcionar¨¢ la atm¨®sfera adecuada para exigir derechos y desafiar el statu quo¡±.
Persecuci¨®n a las mujeres
M¨¢s de 15.000 sudanesas fueron sentenciadas en 2016 a la flagelaci¨®n, usando el acto de orden p¨²blico de forma arbitraria, seg¨²n datos de la Iniciativa de No Opresi¨®n a las Mujeres, un grupo de acci¨®n local. Recientemente, una joven de 19 a?os ¡ªNoura Hussein¡ª, se ha salvado de la horca despu¨¦s de que un tribunal de apelaciones revocara la sentencia de muerte que enfrentaba por matar a su marido ¡ªun matrimonio concertado con el primo de su padre cuando Noura ten¨ªa 16 a?os¡ª mientras este la intentaba violar. A pesar de las enmiendas de 2015 al C¨®digo penal, las autoridades judiciales no reconocen la violaci¨®n conyugal como un delito. Despu¨¦s de que el caso diera la vuelta al mundo y de que las redes sociales se hicieran eco del procedimiento, la pena capital fue conmutada a cinco a?os de c¨¢rcel.
El de Noura no es un caso aislado. En 2014, Mariam Yahyia Ibrahim, una embarazada de ocho meses, fue condenada a muerte acusada de apostas¨ªa por afirmar ser cristiana y recibi¨® 100 latigazos por un delito de adulterio por haberse casado con un no musulm¨¢n. Tras su indulto, se refugi¨® en la embajada de Estados Unidos y posteriormente, se traslad¨® al pa¨ªs norteamericano con su esposo y sus dos hijos.
Ahora, tras la reciente puesta en libertad del defensor de los derechos humanos y profesor Matar Younis Ali Hussein, Omer tiene la esperanza de que se le retiren los nuevos cargos, tal como pide la Coalici¨®n Regional de Mujeres Defensoras de los Derechos Humanos en Medio Oriente y ?frica del Norte. Mientras tanto, cree que es importante que el mundo sepa lo que est¨¢ ocurriendo en Sud¨¢n. Por ello, en las ¨²ltimas semanas ha utilizado su caso para pronunciarse p¨²blicamente.
¡°Creo que la comunidad internacional deber¨ªa presionar m¨¢s al Estado para que se comprometa con los derechos humanos y supervisar las violaciones que comete. Muchos medios de comunicaci¨®n extranjeros ya han destapado los problemas de las mujeres en Sud¨¢n¡±, apunta Omer. Aunque admite que las defensas m¨¢s firmes llegan desde el mismo continente: ¡°Recibo mucho apoyo de activistas africanos, defensores de los derechos humanos y entidades ¨¢rabes tambi¨¦n. Adem¨¢s, tengo un excelente equipo de abogados sudaneses¡±.
Mientras espera el juicio por sus supuestos cr¨ªmenes contra el Estado y ante una posible sentencia a pena de muerte, la periodista es consciente de que de cualquier escenario es posible. ¡°No estoy segura del veredicto final, todas las opciones est¨¢n sobre la mesa¡±, asevera. Pero se muestra decidida a seguir plantando cara al r¨¦gimen de al-Bashir: ¡°Esta es la batalla que tenemos que librar por nuestra dignidad y libertad. Estoy segura¡±.
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