?Curior¨ªfico y rar¨ªfico!
Lewis Carroll ide¨® el 'Nict¨®grafo', una tarjeta rectangular con 16 cuadrados con la que apuntaba lo que la cabeza le dictaba, sin asomar las manos al fr¨ªo de la habitaci¨®n
Lewis Carroll, seud¨®nimo de Charles Lutwidge Dodgson, fue un hombre curioso que se pas¨® la vida experimentando. Su logro m¨¢s c¨¦lebre ser¨¢ escribir una f¨¢bula que va a dar la vuelta al mundo. Se trata del cuento titulado Alicia en el pa¨ªs de las Maravillas y que da comienzo cuando su protagonista -la peque?a Alicia- cae por un agujero que conduce a un mundo absurdo poblado de paradojas.
Con un estilo ¨¢gil y aplicando el impulso on¨ªrico en su relato, Lewis Carroll nos presenta una aventura que va a estar sujeta a m¨²ltiples interpretaciones desde el principio. Sin ir m¨¢s lejos y desde el momento en el que Alicia cae por el agujero, el fil¨®sofo brit¨¢nico Martin Cohen -en su libro El escarabajo de Wittgenstein (Alianza)- utiliza la especulaci¨®n filos¨®fica para proponernos un experimento mental que resulta tan curioso como ¡°curior¨ªfico¡±, que dir¨ªa Alicia.
Cuando Alicia est¨¢ cayendo por el agujero, se pregunta si podr¨¢ atravesar la Tierra en su ca¨ªda y llegar hasta el pa¨ªs del otro lado donde, l¨®gicamente, vive la gente que anda sobre la cabeza. Seg¨²n nos cuenta Cohen de manera acertada, Galileo despejar¨ªa las dudas de Alicia siendo que la velocidad de la peque?a Alicia acelerar¨ªa hasta llegar al centro de la Tierra. Pero el ritmo de la aceleraci¨®n disminuir¨ªa progresivamente de tal modo que, cuando Alicia hubiese llegado al centro de la Tierra, su aceleraci¨®n regresar¨ªa a cero.
Sin embargo, esto no significa que Alicia dejase de caer. Para nada, pues Alicia seguir¨ªa en su ca¨ªda libre, desaceler¨¢ndose a medida que se va alejando del centro de la Tierra, ya que, todas las fuerzas actuar¨ªan para frenarla. De esta manera, siguiendo a Galileo, la peque?a Alicia llegar¨ªa a la salida por el otro extremo del t¨²nel, desde donde caer¨ªa para atr¨¢s de nuevo, atravesando el t¨²nel una y otra vez, boca arriba primero y boca abajo despu¨¦s.
Con todo, esta no es la ¨²nica ense?anza que nos propone el cuento de Alicia. Lo mejor no ha hecho m¨¢s que empezar pues cuando Alicia se bebe el contenido de una peque?a botella donde pone "b¨¦beme", tendr¨¢ la sensaci¨®n de estarse plegando como un telescopio. De igual manera, al comer un diminuto pastel sobre el que se lee ¡°c¨®meme¡±, Alicia siente que se estira como el telescopio m¨¢s grande del mundo.
Estas escenas llamar¨ªan la atenci¨®n del psiquiatra brit¨¢nico John Todd cuando, a mediados de los a?os cincuenta del pasado siglo, varios pacientes le aseguraron ser conscientes de la rara sensaci¨®n de "alargarse como un telescopio". Todd descubrir¨¢ que se trata de un trastorno neurol¨®gico que causa alucinaciones, un deterioro org¨¢nico que presenta un cuadro cl¨ªnico caracterizado por la distorsi¨®n de la percepci¨®n y que, a partir de ese momento, se conocer¨¢ como s¨ªndrome de Alicia en el pa¨ªs de las Maravillas.
Dejando a un lado las m¨²ltiples aplicaciones del maravilloso cuento y volviendo a su autor, Charles Lutwidge Dodgson o mejor Lewis Carroll, hay que destacar su inventiva, no s¨®lo a la hora de conseguir un universo de personajes fabulosos, sino a la hora de materializar la f¨®rmula para tomar notas por la noche, sin necesidad de prender la luz ni levantarse de la cama cuando le surg¨ªa alguna idea que necesitaba ser apuntada.
En sus desvelos, ide¨® una tarjeta rectangular con diecis¨¦is cuadrados a la que llamar¨ªa Nict¨®grafo y que sacaba de debajo de la almohada para ponerse a apuntar lo que la cabeza le dictaba, sin tener que asomar las manos al fr¨ªo de la habitaci¨®n. Para hacerlo posible, en un principio, invent¨® un alfabeto usando los puntos de las esquinas y las l¨ªneas de los lados del Nict¨®grafo pero, posteriormente, abandon¨® esta idea pues se dio cuenta de que el alfabeto taquigr¨¢fico le servir¨ªa para ajustarlo a los cuadrados de su invento.
Lewis Carroll se pas¨® la vida experimentando, o lo que es lo mismo, inventando observaciones que van a cruzar el tiempo de manera irreversible, definiendo la direcci¨®n del pasado hacia el futuro. Resulta curiosa su maestr¨ªa a la hora de manejar el tiempo termodin¨¢mico, como si desde su presente proyectase un viaje a trav¨¦s de un t¨²nel que no acaba nunca, siendo el futuro una mera ilusi¨®n que no permite la vuelta atr¨¢s. Algo as¨ª
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento
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