De James Dean a Charles Manson. Un museo sobre la muerte de los famosos
Un museo alberga objetos relacionados con la muerte de los famosos y organiza una visita en autob¨²s por los escenarios de los sucesos m¨¢s escabrosos.
UNA NOCHE DE JUNIO, un Buick Electra de 1966 recorre una autopista camino de Nueva Orleans. Hay mala visibilidad y el coche es literalmente engullido por la parte trasera de un cami¨®n con tr¨¢iler. Mueren los tres adultos que iban en el asiento delantero. Uno de ellos es Jayne Mansfield. Treinta y cuatro a?os, sex symbol de la ¨¦poca y, a partir de aquella noche, mito de Hollywood. El Buick se puede ver hoy, medio siglo despu¨¦s, incongruentemente depositado en el centro de una habitaci¨®n enmoquetada, en un edificio en Hollywood. Es el museo Queridos Difuntos (Dearly Departed), que, adem¨¢s de ofrecer una colecci¨®n de cientos de objetos relacionados con las tragedias de los famosos (desde una se?al de tr¨¢fico de la carretera donde se mat¨® James Dean hasta un mech¨®n de pelo de Charles Manson), organiza desde hace 15 a?os tours en autob¨²s con el t¨ªtulo La historia tr¨¢gica de Hollywood.
En el recorrido se pasa frente al club The Viper Room y la cabina desde la que un angustiado Joaquin Phoenix alertaba al servicio de emergencias de que su hermano se mor¨ªa de una sobredosis. Paramos junto al apartamento donde la actriz de 21 a?os Rebecca ?Schaeffer fue asesinada a tiros por un fan obsesivo. Tambi¨¦n por delante de la casa donde otra joven promesa, Dominique Dunne, la hermana mayor en Poltergeist, fue estrangulada por su exnovio. El hotel donde muri¨® Whitney Houston. La mansi¨®n (es decir, la tapia y los arbustos de la mansi¨®n) donde muri¨® Michael Jackson. El motel donde muri¨® Janis Joplin¡
Sede mundial del ¨¦xito m¨¢s estelar y los fracasos m¨¢s sonados, Los ?ngeles acumula tanto casas de famosos como sitios donde estos encontraron su final tr¨¢gico. O donde se encuentran enterrados, aunque hayan muerto de manera pac¨ªfica y entrados en a?os. El tour incluye una visita al cementerio de Westwood, donde se acumulan nombres ilustres: desde Jack Lemmon hasta Marilyn Monroe pasando por Natalie Wood o Burt Lancaster. ¡°Nos gustan mucho las historias de cr¨ªmenes y siempre que visitamos una ciudad nos gusta ir a los cementerios. En Par¨ªs vimos la tumba de Oscar Wilde, y aqu¨ª, en Los ?ngeles, pues a los famosos¡±, explican alegremente David y Phi?lippa, que han venido con sus dos hijos adolescentes desde Liverpool.
Los adolescentes no parecen afectados por los detalles m¨¢s macabros del tour, como los audios con la descripci¨®n del estado del cad¨¢ver de Elizabeth Short, la Dalia Negra, o el di¨¢logo algo inapropiado entre los embalsamadores de Marilyn Monroe. ¡°No es para todo el mundo¡±, admite el inventor del negocio, Scott Michaels. ¡°Nuestro p¨²blico no se asusta f¨¢cilmente; es gente que quiere saber cosas m¨¢s all¨¢ de d¨®nde vive tal o cual famoso¡±. Admite que su obsesi¨®n por las muertes es macabra, pero para ¨¦l es ¡°una forma de homenaje¡±. Para conseguir alguna de las piezas del museo ha hecho cosas incre¨ªbles, como colarse en la mansi¨®n donde asesinaron a Sharon Tate para llevarse un trozo de chimenea. Por no hablar de las flores de decenas de funerales. ¡°Hay gente que me critica, les parece morboso ir a un funeral y llevarse una flor, o la corona entera como cog¨ª en el de Mickey Rooney. Pero para m¨ª es una manera de mantenerlas vivas¡±, afirma. En esta ciudad, el olvido es algo mucho m¨¢s tr¨¢gico que la muerte, por macabra que sea.
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