En la cama con Roberto Polo
?Qui¨¦n es Roberto Polo? Dif¨ªcil respuesta. El due?o de la gran colecci¨®n de arte moderno a punto de recalar en Toledo y Cuenca fue amigo de artistas, banqueros y ¡®celebrities¡¯ en el Nueva York de los ochenta. Pas¨® por la c¨¢rcel. Renaci¨®. Nos lo cuenta todo en su casa de Bruselas.
LOS JUDEOCONVERSOS del XV y del XVI ¡ªy entre ellos, los marranos toledanos¡ª sol¨ªan caminar mirando al suelo por miedo al horror de ser delatados y expulsados o directamente ajusticiados. Tambi¨¦n hubo un momento de andares cabizbajos en la vida de Roberto Polo (La Habana, 1951). Fue en 1988, en la c¨¢rcel de Lucca (Italia), cuando este graduado en la Universidad de Columbia, pintor, coleccionista, inversor y golden boy en el Nueva York de los ochenta, el amigo de Warhol y de Robert Motherwell, de Joan Fontaine y de Grace Jones, de dise?adores, artistas, actrices y banqueros, cumpl¨ªa prisi¨®n preventiva tras la denuncia de unos ex socios mexicanos por presunta apropiaci¨®n indebida. Los a?os de sombra en la azarosa vida de Roberto Polo. ¡°Miraba al suelo porque todo era tan horrible¡¡±, recuerda recostado en un sill¨®n de su casa de Bruselas.
Puro contraste con el ¡°ahora mismo¡±: un hombre de 67 a?os feliz ante el desembarco en Espa?a ¡ªToledo y Cuenca¡ª de una parte importante de su legado, una gigantesca colecci¨®n de arte moderno y contempor¨¢neo: de entrada, 445 obras de entre un total de 7.000 est¨¢n en camino. El conjunto ir¨¢ rotando. Cinco siglos despu¨¦s, Toledo une en el destino a los jud¨ªos cabizbajos y perseguidos y a este personaje de car¨¢cter irreductible, plagado de claroscuros y due?o de una vida trepidante.
Gracias al acuerdo de cesi¨®n por un plazo de 15 a?os prorrogables firmado el pasado 25 de julio entre Polo y el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano Garc¨ªa-Page, el casi medio millar de pinturas y esculturas de entre los siglos XIX y XXI empezar¨¢n a ser trasladadas despu¨¦s del verano desde la casa de Roberto Polo en Bruselas y desde los diferentes almacenes que albergan el resto de su colecci¨®n en la capital belga. Sus destinos inmediatos: el convento de Santa Fe en Toledo (del siglo XIII, anexo al Museo de Santa Cruz, en pleno casco hist¨®rico de la ciudad) y ¡ªde manera provisional¡ª la Casa Zavala de Cuenca, hasta que quede listo tras un minucioso proceso de acondicionamiento el edificio del Archivo Hist¨®rico Provincial, antigua sede del Tribunal de la Santa Inquisici¨®n. Las dos sedes abrir¨¢n sus puertas en febrero. El proyecto muse¨ªstico para el convento de Santa Fe correr¨¢ a cargo de Juan Pablo Rodr¨ªguez Frade, autor de reconversiones arquitect¨®nicas espectaculares en espacios como el Arqueol¨®gico Nacional, el Museo de la Alhambra o el de Arte Abstracto de Cuenca.
Polo ha donado obras al Metropolitan, al Victoria & Albert y al Louvre. Al museo parisiense??le cedi¨® la corona de la emperatriz Eugenia, esposa de Napole¨®n III
Dos edificios de enorme calado hist¨®rico y patrimonial para recibir una aut¨¦ntica embajada de arte de las vanguardias del este, el centro y el norte de Europa y de Estados Unidos, en muchos casos apenas o nada representadas en los museos espa?oles. Un peque?o tesoro art¨ªstico en el que figuran aut¨¦nticas estrellas del arte moderno, como L¨¢szl¨® Moholy-Nagy, Karl ?Schmidt-Rottluff, Oskar Schlemmer, Kurt Schwitters, Max Ernst, Man Ray, Franz Marc, El Lissitzky, Paul Joostens o Jacques-Henri Lartigue. La n¨®mina incluye tambi¨¦n a pintores, escultores y fot¨®grafos de la escuela estadounidense de los siglo XX y XXI, casos de Larry Poons, Ed Moses, Karen Gunderson o Melissa ?Kretschmer, as¨ª como del panorama belga actual, como Jan Vanriet, Mil Ceulemans, Werner Mannaers o Carl De Keyzer. Y por supuesto, eminentes representantes del siglo XIX, como Eug¨¨ne Delacroix (La mujer del pescador en la playa, el segundo delacroix que se expondr¨¢ en Espa?a despu¨¦s del que posee el Museo ?Thyssen) u Honor¨¦ Daumier (Conversaci¨®n de abogados, el primer daumier que podr¨¢ verse en suelo espa?ol).
¡°Si las cosas marchan bien, acabar¨¦ donando mi colecci¨®n a Espa?a¡±, asegura este fil¨¢ntropo y tradicional donante de obras de arte a museos como el Metropolitan, el Victoria & Albert, el Minneapolis Institute of Art, el Nelson-Atkins Museum, el Ch?teau de Chantilly, los Museos Reales de Arte e Historia de Bruselas o el Louvre. Especial relieve tiene la colaboraci¨®n del mecenas con este ¨²ltimo: en 1988 Polo compr¨® en una subasta la corona de la emperatriz Eugenia, esposa de Napole¨®n III, y la don¨® al museo parisiense. ¡°Espa?a va a recibir importantes obras de arte de artistas que nunca estuvieron representados en este pa¨ªs o que lo estuvieron muy poco¡±, explica.
Nacido en Cuba y descendiente de gallegos (su bisabuelo era el compositor Jos¨¦ Mar¨ªa Castro, el Maestro Chan¨¦), Polo y su familia, que hab¨ªa hecho mucho dinero con la construcci¨®n de tanques para refiner¨ªas de petr¨®leo, puentes, v¨ªas ferroviarias e ingenios azucareros, huyeron de la Cuba castrista. La vida llev¨® a Roberto Polo a Lima, Miami, Nueva York, Massachusetts, Washington, Par¨ªs y Bruselas, ciudad en la que vive desde hace m¨¢s de una d¨¦cada.
Estamos con ¨¦l en su residencia ¡ªpor poco tiempo, ya que en breve se instalar¨¢ en Toledo¡ª de la Rue du Lombard, a dos pasos de la Grand-Place de Bruselas. Es una antigua y deliciosa sombrerer¨ªa con paredes y suelos de madera y techos con molduras, un descomunal y elegante tr¨ªplex abarrotado de obras de arte por el que deambula apaciblemente Otelo, el precioso whippet (galgo ingl¨¦s) de Roberto y de Michel, su marido. Hay monta?as de libros, que llegan hasta la orilla misma de la cama del dormitorio principal, el lugar donde m¨¢s le gusta leer y trabajar a este fil¨¢ntropo sin fronteras y pol¨ªglota impenitente (se maneja igual en espa?ol que en ingl¨¦s, que en franc¨¦s, que en italiano¡), y donde no solo no ha puesto pega alguna para fotografiarse, sino que lo ha hecho encantado de la vida. Estamos ante un aut¨¦ntico one man show. La obsesi¨®n por la est¨¦tica y el sentido del espect¨¢culo le deben de venir a Roberto Polo de aquellos a?os en los que se codeaba con lo m¨¢s granado y glamuroso de la alta sociedad neoyorquina.
Hoy, sentado en un sof¨¢ y rodeado por algunas de las obras que vendr¨¢n a Toledo ¡ªcomo la escultura Groteske III, de Oskar Schlemmer, sin duda una de las joyas de su colecci¨®n¡ª, Roberto Polo rememora aquellos d¨ªas y, sobre todo, aquellas noches. Sin pelos en la lengua, es lo menos que puede decirse: ¡°Era un ambiente de una libertad sin l¨ªmites¡ Perd¨ª a muchos amigos por el sida; el ilustrador Antonio L¨®pez, por ejemplo, un tipo lleno de talento, un genio¡ Ah, me acuerdo de aquellas noches locas de Mister Chow, aquel restaurante chino regentado por coleccionistas de arte, los Chow. A medianoche aquello era una aut¨¦ntica piscina de champ¨¢n, con chicas brasile?as bailando sobre las mesas, todo muy divertido. Una noche estaba esperando para entrar al ba?o. En la cola se mezclaban chicos y chicas. Y cuando ya llevaba un buen rato me di cuenta de que en realidad aquella fila no era para hacer sus necesidades, sino para ser follados por Antonio. Era una m¨¢quina sexual. ?l, Warhol y yo sol¨ªamos ir por ah¨ª con una Polaroid haciendo fotos a todas aquellas personas que nos llamaban la atenci¨®n, document¨¢bamos la noche: Paloma Picasso ense?ando sus senos, Karl Lagerfeld haciendo musculaci¨®n, Valentino¡¡±. Joan Fontaine, David Hockney, Paloma Picasso y Mar¨ªa F¨¦lix fueron otras de sus amistades. A la F¨¦lix precisamente le comprar¨ªa el descomunal diamante Ashoka, de 41,37 quilates, un regalo para su pareja de entonces, la dominicana Rosa Polo.
Pero ¨¦l recuerda con especial fascinaci¨®n, aunque no sin un ¨¢pice de sarcasmo, a Andy Warhol: ¡°Andy era muy zen, yo nunca lo vi drogado, aunque los que le rodeaban s¨ª sol¨ªan estarlo. Ten¨ªa una rara capacidad de volver loca a la gente que estaba en torno a ¨¦l. Quiz¨¢ era su manera de manipular a los m¨¢s d¨¦biles. Era como un s¨¦quito, eran groupies, y ah¨ª, claro, tambi¨¦n hab¨ªa gente muy brillante. Probablemente el m¨¢s brillante de todos era el muchacho que fabricaba las obras de Andy, un chico italoamericano que se llamaba Ronnie Cutrone, bastante desconocido. Las firmaba Warhol, pero est¨¢ claro que las hac¨ªa Ronnie¡±.
Una tarde de charla con Roberto Polo en su casa de la Rue du Lombard, despu¨¦s de haber degustado una deliciosa pasta con verduras hecha por Robertino, su amigo y su cocinero italiano, no da para un art¨ªculo de prensa, sino para varios libros. Personaje de vivencias intensas y de una existencia en la que es consciente de que se alternaron las luces y las sombras, cada frase y cada recuerdo enmarcan a Roberto Polo el hombre, el artista y el fil¨¢ntropo. Ejemplo: ¡°Mi primera erecci¨®n fue mirando una pintura en un museo; era una obra de Bonnard en la Colecci¨®n Phillips de Washington. Yo tendr¨ªa unos 12 a?os¡±.
¡°En los patronatos de los grandes museos figuran multimillonarios que se dicen coleccionistas, pero que no lo son. En el fondo,
no son m¨¢s que especuladores¡±
Su biograf¨ªa se parece a uno de esos gr¨¢ficos de empresa con sus picos y sus simas. Se form¨® en la prestigiosa Corcoran School de Washington; trabaj¨® como librero en Rizzoli; pint¨®, dej¨® la pintura, volvi¨® a pintar; organiz¨® exposiciones de moda (Fashion as Fantasy, en Nueva York); mont¨® una empresa que manejaba las inversiones de un importante grupo de hombres de negocios (Private Asset Management Group); fue denunciado por algunos de ellos, como el empresario mexicano y exsecretario de la Presidencia de M¨¦xico Emilio Mart¨ªnez Manautou; conoci¨® la c¨¢rcel; mont¨® colecciones de pintura francesa del XVIII y el XIX; luego mont¨® colecciones de arte moderno y contempor¨¢neo como la que ahora recalar¨¢ en Espa?a; se hizo experto en gemolog¨ªa y adem¨¢s coleccion¨® joyas, llegando a tener uno de los conjuntos m¨¢s importantes del mundo¡
Hoy, curtido por los reveses de la vida y afianzado en sus ¨¦xitos personales, Roberto Polo se permite analizar con distancia la realidad de ciertas cosas, como, por ejemplo, el estado del mercado del arte. Un tema que conoce bien. No en vano lleg¨® a poseer, junto con otros socios, el 51% de las acciones de Sotheby¡¯s. ¡°Hace ya 30 o 40 a?os que la mayor¨ªa de los galeristas no son personas de arte. Han creado un nuevo p¨²blico, una nueva clientela, y como ellos mismos no saben nada, han transmitido que lo importante es eso, el ¡®me gusta¡¯ o ¡®no me gusta¡¯. Y han creado un nuevo arte, un arte de consumo r¨¢pido, como lo es la publicidad. Que los colores del cuadro vayan bien con el del sof¨¢ y esas cosas. O clientes que te piden un cuadro con tales o cuales medidas de pared. Pero un verdadero coleccionista no compra una obra pensando en d¨®nde la va a poner. La compra por necesidad, porque la desea de verdad¡±.
Y presenta un caso pr¨¢ctico para ilustrar esa teor¨ªa: ¡°Es como cuando Peggy Guggenheim le encarg¨® a Jack?son Pollock un mural. Entonces Pollock pint¨® uno de seis metros. Y Peggy, una tarde que estaba merendando con Marcel Duchamp, le dijo: ¡®?Pero d¨®nde lo voy a poner si mi pared m¨¢s grande tiene cinco metros!¡¯. Y Duchamp le pregunt¨®: ¡®?T¨² qu¨¦ eres, una coleccionista o una decoradora?¡¯. Y ella le contest¨®: ¡®?Una coleccionista!¡¯. Y Duchamp le replic¨®: ¡®?Pues si eres una coleccionista de verdad, pones el mural de seis metros en la pared de cinco, porque lo importante es que ese mural viva contigo!¡±. Polo es igual de sarc¨¢stico y de cruel con el panorama actual de museos de arte contempor¨¢neo a trav¨¦s del mundo: ¡°En los museos de arte contempor¨¢neo de hoy pasa lo mismo, en efecto. Existe una lista de entre 30 y 50 nombres de artistas que son lo que hay que tener si diriges el museo, y si no los tienes, pues entonces parece que no has llegado a triunfar¡, no formas parte del club social. Por otra parte, en los patronatos de los museos hay multimillonarios que se dicen coleccionistas, pero que no lo son, que en el fondo son especuladores¡±.
Las sombras. La detenci¨®n policial. La c¨¢rcel. El intento de suicidio. La recuperaci¨®n y el renacimiento. ¡°Bueno, es que solo los hombres mediocres no tienen problemas, solo ellos mantienen una l¨ªnea completamente recta en la vida¡±, zanja Polo. Y se adentra en el relato de aquellos d¨ªas oscuros: ¡°Yo estoy muy orgulloso de aquella etapa. La c¨¢rcel es un microcosmos de lo que es el mundo. Hay tantos culpables dentro como fuera. Bueno, hay muchos m¨¢s fuera. Cuando me pas¨® aquello, yo pens¨¦ que me iba a morir. Fui encerrado durante tres meses y medio en una celda de aislamiento, desnudo, sin una sola ventana, y el pretexto era que, como yo era un personaje importante, quer¨ªan protegerme de los otros presos, pero era una gran mentira. Lo que de verdad quer¨ªan ¡ªy me pegaban para conseguirlo¡ª era que llegara a un acuerdo transaccional con el pol¨ªtico mexicano y su banda de criminales que a trav¨¦s de sociedades en para¨ªsos fiscales me hab¨ªan denunciado. El ¨²nico objetivo era robarme, y mi exespo?sa estaba envuelta en la operaci¨®n. Nunca firm¨¦ el acuerdo. Llegu¨¦ a pesar 40 kilos. Pens¨¦ que iba a morir, estuve en total cuatro a?os y medio en prisi¨®n preventiva ¡ªno pas¨¦ ni un d¨ªa en la c¨¢rcel condenado por nada¡ª, hasta que una investigaci¨®n fiscal del Gobierno estadounidense demostr¨® que estaba limpio. Lo que le salva a un hombre en un caso as¨ª es estar totalmente seguro de su inocencia. Eso y tener proyectos. Quien no tiene proyectos se muere¡±.?
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