Pas¨® lo que pas¨®
El Gobierno de S¨¢nchez parec¨ªa predestinado a una vida fugaz. Un par de d¨ªas o un par de meses. En todo caso, un Gobierno rel¨¢mpago
EL GOBIERNO M?S BREVE de la historia de Espa?a fue el presidido por Seraf¨ªn Mar¨ªa de Sotto y ab Ach Langton Casaviella, tercer conde de Clonard y quinto marqu¨¦s de Granada, que ser¨ªa nombrado el 19 de octubre de 1849 y cesado al d¨ªa siguiente, 20 de octubre. El chiste est¨¢ servido: cuando la reina consigui¨® decir el nombre completo de su excelencia Seraf¨ªn Mar¨ªa, decidi¨® que ya hab¨ªa finalizado el mandato. Y parece que fue una de las mejores decisiones pol¨ªticas de Isabel II.
El nombramiento contaba con el apoyo de la curia y de la gente nea, ¡°siempre rezando trisagios implorando la salvaci¨®n de Espa?a¡±, que dir¨ªa Valle-Incl¨¢n, y en la operaci¨®n tuvo un papel relevante el esposo oficial de la reina, el ultramontano y gran chisgarab¨ªs Francisco de As¨ªs, dispensando el ripio. Don Seraf¨ªn Mar¨ªa, que tambi¨¦n ejerci¨® de ministro de Guerra, estaba en la pomada de aquella corte de los milagros como director de los servicios de contraespionaje e inteligencia, misi¨®n en la que ten¨ªa el apodo de Lobo Solitario. No sabemos si las fuentes de inteligencia funcionaron muy mal o endiabladamente bien, pero el caso es que la reina acord¨® el cese porque, como dir¨ªamos hoy, las redes sociales se incendiaron. Y las de Facebook y Twitter son pijadas comparadas con lo que pod¨ªa ser un retumbe popular.
Y as¨ª cay¨® el llamado Gobierno rel¨¢mpago, en 24 horas, sin siquiera haberse reunido.
Tambi¨¦n el Gobierno que preside Pedro S¨¢nchez parec¨ªa predestinado para esa condici¨®n fugaz. Un par de d¨ªas o un par de meses. En todo caso, un Gobierno rel¨¢mpago. Casi nadie daba un duro por el invento. Y quiz¨¢ fue eso lo que lo hizo posible. Todav¨ªa hay gente del anterior Gobierno con cara de estupor. Cuentan que Mariano Rajoy repet¨ªa esos d¨ªas el poco galaico lema: ¡°?No me lo puedo creer!¡±. Pod¨ªa haber recurrido a aquel cl¨¢sico el senador Iglesias Corral, que explic¨® de forma muy did¨¢ctica lo inexplicable: ¡°Aqu¨ª pas¨® lo que pas¨®¡±. A algunos de quienes ocupaban las sillas del poder, con esa seguridad del propietario de poltrona, se les ve desorientados, pregunt¨¢ndose c¨®mo pas¨® lo que pas¨®, y buscando con nostalgia el antiguo orden protocolario.
Esa nostalgia resentida se percibe en la forma de hacer oposici¨®n. Por una parte, la consigna resentida de no dejar pasar ni una. Si no es por el fondo, es por la forma. No importa que la forma, como el decreto-ley, sea la patente preferida de quienes ahora la denuestan. No importa tampoco que se hayan tomado medidas que respondan claramente, sin partidismos, al inter¨¦s general, como es el caso, por ejemplo, de la oferta de empleo p¨²blico. O la decisi¨®n de reforzar las medidas y los recursos contra la violencia machista. O el devolver la condici¨®n universal a la atenci¨®n sanitaria, poniendo fin a la impiedad de negar asistencia a personas muy vulnerables. O el desbloqueo democr¨¢tico de ese barco varado que era la RTVE.
Hay otra medida que trata de obstaculizar o empa?ar la derecha, sea su corriente alterna, la de Ciudadanos, o su corriente continua, el Partido Popular, y es la de desinstalar el mausoleo del dictador y, a la vez, liberarse de toda la mortaja simb¨®lica. Ser dem¨®crata en Espa?a significa ser antifranquista. Como en Italia, antifascista. Y en Alemania, antinazi. No se puede ser activista de la libertad y dar un rodeo de d¨¦cadas ante uno de los reg¨ªmenes m¨¢s crueles de la historia. El compromiso democr¨¢tico es incompatible con la indiferencia ante las v¨ªctimas desaparecidas en cunetas y fosas. No se trata de apoyar o no a un Gobierno, sea rel¨¢mpago o de larga duraci¨®n. En esta cuesti¨®n solo puede haber dos partidos: o el de la humanidad, o el de la inhumanidad. Ha sido muy deprimente este verano ver c¨®mo las conciencias se iban de vacaciones y no pocos medios period¨ªsticos prestaban el altavoz a los negacionistas del horror. Esa irresponsabilidad de no ver que el fascismo vuelve tuneando la historia.
Para la pol¨ªtica, como para todo, incluso para la fantas¨ªa, es imprescindible el principio de realidad. Hay una derecha conservadora, pol¨ªtica y medi¨¢tica, que no acepta la realidad de que exista un Gobierno de izquierda progresista en Espa?a. Para ellos, se trata de un espejismo, de una anomal¨ªa, de un fallo de la realidad. En lugar de aprovechar el tiempo para la autocr¨ªtica, para aprender de los errores, para blindarse frente a la corrupci¨®n y el extremismo xen¨®fobo, la ¨²nica tarea es ponerle la mordaza a este Gobierno. No sea que derogue la ley mordaza.?
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