Cuando el sexo deja de ser saludable
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud ha incluido el comportamiento sexual compulsivo como un desorden mental. Las alarmas saltan cuando se esfuma el placer y aparece la ansiedad
EL COMPORTAMIENTO SEXUAL compulsivo ha sido incluido recientemente como un desorden de salud mental en la lista de la Clasificaci¨®n Internacional de Enfermedades (CIE) de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). Se define como ¡°un patr¨®n persistente de falla para controlar los deseos sexuales o impulsos sexuales intensos y repetitivos que resultan en un comportamiento sexual repetitivo¡±. Por el momento, no ha sido considerado un trastorno o una adicci¨®n como tal, por lo que el intenso debate sobre si se trata de una adicci¨®n o no sigue abierto. Todo lo que genera placer es susceptible de generar un comportamiento compulsivo, adictivo. Ha sucedido siempre con las drogas, el alcohol o el tabaco. El sexo lo genera. Para todos, la tentaci¨®n puede estar ah¨ª. Hay personas m¨¢s libidinosas que otras, y ser m¨¢s o menos capaz de controlar el impulso sexual es algo que concierne a cada uno. Pero ?d¨®nde termina el vicio y empieza el trastorno? Cuando ya no es el placer sexual el motor que lo conduce a repetir la conducta, sino evitar el displacer. Cuando no consumir le produce un intenso sufrimiento: ansiedad, angustia. Cuando su vida empieza a verse afectada porque su objetivo de consumo se convierte en prioridad.
Una persona adicta al sexo puede empezar a ¡°ponerse pesada¡± con su pareja o a masturbarse con m¨¢s frecuencia. Dedicar cada d¨ªa m¨¢s tiempo o m¨¢s dinero a la pornograf¨ªa. Puede empezar a descuidar sus tareas en casa. Encerrarse en un ¡°estudio¡± y no jugar con sus hijos o cenar en familia. Llegar tarde al trabajo o consumir pornograf¨ªa en la oficina. Puede gastar todo su dinero en prostituci¨®n y abandonar por completo sus obligaciones. Aunque no nos guste etiquetar a nuestros pacientes, los profesionales de la salud mental tenemos que poner nombre a aquello que es potencialmente peligroso o que genera sufrimiento a la persona o a su entorno. Y una persona adicta al sexo puede destrozar su vida.
Esta patolog¨ªa afecta en torno a un 6% de la poblaci¨®n occidental y es m¨¢s frecuente en hombres como consumidores directos. Parecen ser m¨¢s vulnerables aquellos que ya han tenido otras adicciones, como el juego. Es frecuente que las personas que solicitan de forma compulsiva los servicios de profesionales del sexo lo hagan en el contexto del consumo de drogas, en particular de coca¨ªna. Reconozc¨¢moslo: el apoyo incondicional a tu pareja durante un periodo de ludopat¨ªa o de adicci¨®n a la coca¨ªna puede resultar dif¨ªcil. Pero aceptar que solicite compulsivamente los servicios sexuales de otras personas va m¨¢s all¨¢ del apoyo, pues afecta a la propia percepci¨®n de ti mismo. Hay mujeres que modifican su cuerpo con pr¨®tesis mamarias o tatuajes para resultar m¨¢s atractivas. Hombres que sufren impotencia porque no pueden satisfacer a su pareja. En ocasiones hacen todo tipo de intentos desesperados por ofrecer juegos er¨®ticos con los que la pareja al final no se siente c¨®moda. Esa inseguridad, en definitiva, es intensamente dolorosa y genera tristeza, rabia, ira y hasta odio. Entender y perdonar a una persona adicta al sexo puede convertirse en un acto casi heroico que no todos est¨¢n preparados para asumir.
Decir que la mayor¨ªa de las personas infieles son adictas al sexo ser¨ªa como decir que lo son las que se masturban o ven pornograf¨ªa
La importancia de reconocer este problema como un ¡°desorden de salud¡± es la posibilidad de que aquellos que han dejado de disfrutar el sexo y han pasado a sufrirlo pidan ayuda. Reconocerlo como ¡°dolencia¡± no exime a quien lo padece de ser responsable de sus actos, como sucede con tantas otras enfermedades ¡ªtanto mentales como som¨¢ticas¡ª que implican la voluntad del paciente en su desarrollo o tratamiento (un ejemplo: el que sufre de sobrepeso o hipertensi¨®n). Y bajo ning¨²n concepto podr¨¢ ser utilizado en medicina forense como argumento atenuante ¡ªy mucho menos eximente¡ª de conductas delictivas. No existe causa f¨ªsica que impida a la persona ser responsable final de su conducta.
Decir que la mayor¨ªa de las personas infieles son adictas ser¨ªa como decir que lo son los que se masturban o ven pornograf¨ªa. Quien busca el sexo con el ¨²nico fin de obtener placer no es adicto. Que sea o no vicioso no es objeto de estudio de la medicina.
Lola Mor¨®n es psiquiatra y experta en neuropsiquiatr¨ªa.
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