La agricultura intensiva es tan sostenible como la ecol¨®gica
Usa menos tierra y genera menos emisiones por kilogramo que los sistemas tradicionales u org¨¢nicos
La agricultura, la producci¨®n de alimentos para los humanos, es la principal amenaza para la vida del planeta. La producci¨®n agr¨ªcola y ganadera para alimentar a los 7.550 millones de personas ocupa ya el 43% de la tierra disponible (sin contar desiertos y regiones heladas). El porcentaje tendr¨¢ que aumentar para poder atender a los otros 2.500 millones que se sumar¨¢n para 2050. Pero si lo hace con sistemas de producci¨®n tradicionales o los llamados ecol¨®gicos, que rinden menos, no habr¨¢ espacio libre para la biodiversidad. Un amplio estudio sugiere que la agricultura intensiva puede ser la respuesta a este dilema.
Revisando centenares de trabajos previos y entrevistando a decenas de expertos, una treintena de investigadores ha determinado los costes ambientales de la producci¨®n de alimentos. Se han centrado en cuatro grandes sectores: el cultivo de trigo en Europa, la producci¨®n de carne de vacuno en Am¨¦rica Latina, el arrozal asi¨¢tico o el sector l¨¢cteo europeo. Para determinar su impacto relativo solo revisaron trabajos que compararan distintos sistemas de producci¨®n, desde los m¨¢s intensivos y tecnificados hasta los m¨¢s tradicionales y extensivos, pasando por distintas modalidades de producci¨®n org¨¢nica. Los resultados los acaban de publicar en Nature Sustainability.
El trabajo cuestiona varias ideas muy extendidas, como que la llamada agricultura sostenible sea tan sostenible como se vende o que la intensiva sea tan da?ina para el medio como se cree. Para determinarlo, la investigaci¨®n compar¨® cuatro costes ambientales de la producci¨®n de alimentos: las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), uso de agua, filtraci¨®n de nutrientes (nitr¨®geno y f¨®sforo) y ocupaci¨®n de tierra.
Aunque los autores del estudio reconocen que no hay muchas investigaciones que comparen rendimientos y externalidades entre distintos sistemas de producci¨®n, encontraron que muchos de los de alto rendimiento tienen un coste ecol¨®gico menor y, en especial, necesitan de menos tierra por unidad de producto. De esta manera, el presumible aumento de la producci¨®n de alimentos exigir¨ªa arrebatarle menos superficie al entorno natural con estos m¨¦todos de producci¨®n.
El trabajo cuestiona que la llamada agricultura sostenible sea tan sostenible como se vende o que la intensiva sea tan da?ina para el medio
"La clave reside en que los sistemas tradicionales pueden tener menos externalidades por hect¨¢rea pero, como son mucho menos productivos, necesitan ocupar m¨¢s tierra. As¨ª que tienes que multiplicar esa externalidad por todas las hect¨¢reas necesarias para obtener una misma cosecha", dice el profesor de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) y coautor del estudio,?David Edwards, un estudioso de la conservaci¨®n de la biodiversidad y el uso de la tierra. Hasta ahora, asegura, la mayor¨ªa de los estudios previos med¨ªan los costes ambientales por unidad de ¨¢rea y no por unidad de producto, lo que penalizaba a los sistemas de producci¨®n intensiva.
As¨ª, en los arrozales asi¨¢ticos, el nitr¨®geno sint¨¦tico multiplica la producci¨®n sin apenas aumentar las emisiones GEI y usa menos agua por tonelada de arroz que los sistemas tradicionales que obtienen el nitr¨®geno del esti¨¦rcol y ambos provocan una eutrofizaci¨®n (exceso de nutrientes) de las aguas comparable. En cuanto a la producci¨®n lechera, los sistemas org¨¢nicos necesitan al menos el doble de tierra que la convencional para obtener un litro de leche. El profesor de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) Phil Garnsworthy, coautor y coordinador de parte l¨¢ctea del estudio, sostiene en una nota: "En todos los sistemas de producci¨®n lechera vemos que una mayor producci¨®n de leche por unidad de tierra conlleva en general una mayor eficiencia econ¨®mica y biol¨®gica".
Incluso la producci¨®n de carne de vacuno, la que tiene un mayor coste ambiental junto al marisco de piscifactor¨ªa, puede rebajar su impacto en el medio con los m¨¦todos de la ganader¨ªa intensiva. A diferencia de lo que sucede en Europa, donde la producci¨®n ganadera es altamente intensiva (estabulaci¨®n, alimentaci¨®n con piensos...) la mayor¨ªa de las explotaciones ganaderas de Am¨¦rica Latina usan m¨¦todos tradicionales, con los animales pastando libremente por amplias extensiones de terreno. Pero esta imagen buc¨®lica esconde una baj¨ªsima productividad, con hasta menos de una cabeza de ganado por hect¨¢rea y grandes impactos ambientales, en especial, emisiones de metano y ocupaci¨®n de grandes superficies de tierra.? Para el profesor de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM (M¨¦xico), Juan Heberth Hern¨¢ndez, coautor del estudio, el engorde final "puede ser intensificado si se emplean dietas altas en granos, que reducen la emisi¨®n de GEI, reduciendo el tiempo [y el espacio] en el que estos animales de engorde alcanzan el peso requerido".
Para criar a una sola vaca, la ganader¨ªa tradicional usa m¨¢s de una hect¨¢rea de tierra
Sin embargo, investigadores ajenos a este estudio cuestionan algunas de sus conclusiones. Beatriz Arroyo, estudiosa del impacto de la agricultura, en especial el cultivo de cereales en la biodiversidad, es una de ellas. Esta investigadora del Instituto de Investigaci¨®n en Recursos Cineg¨¦ticos, organismo conjunto de la Universidad de Castilla-La Mancha y el CSIC, reconoce los elementos novedosos del trabajo, como el poner el foco en "las externalidades por unidad de producto y no por ¨¢rea". Tambi¨¦n reconoce que, a escala global, la agricultura intensiva es una opci¨®n para no robarle m¨¢s tierras a la Naturaleza. Sin embargo, comenta, "este tipo de agricultura, al ser m¨¢s homog¨¦nea, tiene un gran impacto en la fauna, haci¨¦ndola tambi¨¦n m¨¢s homog¨¦nea". Adem¨¢s, critica que una externalidad de tanto impacto como pueden ser las consecuencias por el uso de pesticidas qu¨ªmicos no haya sido incluida en el estudio.
La investigadora del Instituto de Tecnolog¨ªa de Karlsruhe (Alemania), Verena Seufert, especializada en los cambios en el uso de la tierra, reconoce que, hoy por hoy, la producci¨®n org¨¢nica no puede alimentar a todos los humanos sin comprometer la sostenibilidad de todo el planeta, pero quiz¨¢ s¨ª en el futuro. "Es importante destacar que una de las razones por las que los rendimientos de la org¨¢nica son mucho m¨¢s bajos es porque esta agricultura solo recibe una peque?a fracci¨®n de las inversiones en investigaci¨®n", explica. Por ejemplo, en el Quinto Programa Marco de Investigaci¨®n e Innovaci¨®n de la Uni¨®n Europea, "la agricultura org¨¢nica recibi¨® solo el 0,05% del presupuesto total para la investigaci¨®n en agricultura, pesca y recursos forestales", recuerda.
Javier G¨®dar. investigador de SEI, un centro de estudios ambientales con sede en Estocolmo (Suecia), recuerda que no se puede ser dogm¨¢tico en esta cuesti¨®n. "No se puede decir que un sistema de producci¨®n org¨¢nico o ecol¨®gico es mejor siempre que uno convencional con alta cantidad de insumos, ni tampoco lo contrario. Existen una multitud de dimensiones ambientales, y por supuesto socioecon¨®micas, que tienen que ser consideradas en cada caso, y a distintas escalas", sostiene. Pero la cr¨ªtica de G¨®dar, ajeno a esta investigaci¨®n, va al coraz¨®n de la principal conclusi¨®n del trabajo: la que afirma que la intensificaci¨®n de la producci¨®n rebajar¨¢ la presi¨®n sobre las tierras de los espacios naturales que quedan. De hecho, puede suceder lo contrario.
La producci¨®n org¨¢nica recibe apenas el 0,05% de los fondos europeos para? investigaci¨®n agraria
G¨®dar sostiene: "Hay bastante evidencia (por ejemplo en Am¨¦rica del Sur con los cultivos de soja, o en Indonesia con los de palmera aceitera) de que la intensificaci¨®n lleva a acumulaci¨®n de capital y expansi¨®n r¨¢pida de monocultivos de bajo precio, que son m¨¢s demandados de lo que eran antes por los mercados globales. Es decir, que aunque algunos a?os atr¨¢s alguna gente pudiera pensar que producir m¨¢s soja por hect¨¢rea reducir¨ªa la presi¨®n por nuevas ¨¢reas de cultivo (a menudo en detrimento del bosque) la realidad es que el capital se reinvierte en la misma actividad y crea una econom¨ªa de aglomeraci¨®n". La clave podr¨ªa estar m¨¢s bien en el lado de la demanda, en reducir la comida que se tira y en una distribuci¨®n m¨¢s justa de la que se produce, algo en lo que los autores del estudio est¨¢n de acuerdo.
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