¡°Los padres hemos convertido a los ni?os en un producto de consumo, hiperactivos e hipersexualizados¡±
Los padres han colonizado la infancia y son responsables del fen¨®meno 'naming': "La pasi¨®n de querer etiquetarlo todo"
Con el fin de explicar la realidad actual de la infancia y la adolescencia, Jos¨¦ Ram¨®n Ubieto, psicoanalista y profesor colaborador de la Universidad Oberta de Catalu?a, y Marino P¨¦rez ?lvarez, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Universidad de Oviedo, decidieron estudiar el comportamiento de los m¨¢s j¨®venes. De sus conclusiones surgi¨® el libro Ni?@s Hiper: Infancias hiperactivas, hipersexualizadas e hiperconectadas (NED Ediciones), presentado esta semana. En ¨¦l, ambos autores inciden en que, en la actualidad, la ¡°infancia se basa en cumplir con los ideales de los padres, en solventar la satisfacci¨®n adulta y rendir desde el minuto cero¡±. ¡°Los padres hemos colonizado la infancia, convirti¨¦ndola en un producto de consumo hiper: hiperconectada, hipersexualizada e hiperactiva¡±. Seg¨²n los autores, los progenitores pretenden que los ni?os act¨²en como ellos "y no es as¨ª, son menores y necesitan pasar por todas las etapas de su desarrollo para construirse como personas. Y no se lo estamos permitiendo¡±. Es m¨¢s, sin querer, ¡°estamos interrumpiendo sus pasos evolutivos, acelerando las etapas y su comprensi¨®n sobre el mundo, la sexualidad o la muerte, entre otros¡±, explica Ubieto a este peri¨®dico.
Uno de los principales problemas que se?ala el autor es el fen¨®meno del naming. ¡°La pasi¨®n de querer etiquetarlo todo. Si el ni?o es agitado, ya es hiperactivo; si no quiere desayunar, est¨¢ deprimido¡ y as¨ª sucesivamente. Necesitamos ponerle un nombre a todo con el fin de comprender y poder actuar en consecuencia. Pero nos estamos pasando¡±, afirma el experto. Poner una etiqueta al menor es apuntarle con el dedo, ¡°hacerle creer que le pasa algo y esto puede condicionar su forma de aprender, de desarrollarse. Incluso, que desde muy peque?o se le segregue en un grupo concreto y se le cierren otros posibles caminos. Dej¨¦moslos crecer¡±. Adem¨¢s, el libro focaliza su atenci¨®n en temas como la hiperactividad, la depresi¨®n infantil, la rebeld¨ªa o la realidad digital, temas a los que se enfrentan los m¨¢s j¨®venes y sus familias cada d¨ªa.
La hiperactividad existe, pero cuidado
¡°La hiperactividad existe, no se puede negar. Es cierto que hay cr¨ªticas a su sobrediagn¨®stico que hacen que muchas veces los ni?os est¨¦n a su vez sobremedicados. Y esto ocurre porque uno de los grandes problemas que tiene este trastorno es que no existen unos fundamentos cient¨ªficos espec¨ªficos que expliquen qu¨¦ se necesita concretamente para poder diagnosticarlo. No se puede solucionar todo con un acr¨®nimo de cuatro letras TDAH (Trastorno de D¨¦ficit de Atenci¨®n e Hiperactividad). Cada individuo es diferente y tenemos que actuar en consecuencia y respetar la individualidad de cada uno: hay quien tendr¨¢ m¨¢s problemas de concentraci¨®n, otro de atenci¨®n y as¨ª en sus m¨²ltiples variantes. Lo importante ser¨ªa tratar a todos los ni?os caso por caso, en su singularidad¡±.
Otro ejemplo de etiqueta mal usada, seg¨²n los autores, se da con la depresi¨®n, m¨¢s concretamente con el trastorno bipolar. No se puede equiparar un trastorno de adultos a los ni?os, porque ambos lo viven y lo expresan de forma diferente. ¡°El ni?o lo puede mostrar cuando no quiere hacer una actividad que le gusta mucho o, de repente, no quiere quedarse solo, tiene miedo, no est¨¢ triste como los adultos ni pierde las ganas de hacer las cosas¡±, argumenta Ubieto. Y, sobre todo, la gran diferencia, es que en la mayor¨ªa de los casos en la infancia el trastorno depresivo est¨¢ muy relacionado con ¡°lo que se espera de ¨¦l, con el miedo de no estar a la altura de lo que sus padres quieren¡±.
Los autores siguen con la rebeld¨ªa, y la definen como una ruptura de normas y aconsejan que para afrontarla lo mejor es no olvidar c¨®mo ¨¦ramos cuando fuimos de j¨®venes. ¡°Cuando alg¨²n padre me cuenta que su chaval est¨¢ hecho un rebelde, mi contestaci¨®n suele ser: ¡°Y usted a su edad, ?se acuerda de c¨®mo era, de lo que hac¨ªa? Seg¨²n lo que hemos visto, ahora toleramos mucho menos estos episodios, que en su mayor¨ªa est¨¢n relacionados con rencillas en la familia que se deben a nuestra realidad digital, ¡°para m¨ª, esto es la OPA hostil de la familia¡±, contin¨²a el experto. La mayor¨ªa de las peleas en casa se dan, por ejemplo, ¡°cuando de repente le arrancamos al ni?o el m¨®vil, pero sucede lo mismo con el ordenador, con el IPad¡¡± Y tenemos que ser conscientes de que los aparatos electr¨®nicos se van a quedar con nosotros un rato largo. ¡°Los padres tienen que tender a dar ejemplo de su buen uso en el hogar. No podemos esperar a que el Gobierno regule su uso, tenemos la responsabilidad de hacerlo nosotros. Con medidas como no (suprimir) comer con ¨¦l, regular el tiempo de uso o que los padres no estemos todo el d¨ªa us¨¢ndolo delante de nuestros hijos porque al final, muchas veces, el ni?o hace lo que ve. Adem¨¢s, un mal uso o, m¨¢s bien, un sobreuso puede tener consecuencias para el menor como alteraciones del sue?o o falta de concentraci¨®n, entre otras¡±.
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