De Salvini y de Saviano
Tras las amenazas del pol¨ªtico italiano al autor de Gomorra, es llamativo que el ¡°colectivo¡± de intelectuales y escritores apenas haya dicho palabra
OPORTUNAMENTE, la revista Claves nos ha recordado algunas citas de uno de los mejores ensayistas del XIX, el ingl¨¦s William Hazlitt: ¡°El principio de la idolatr¨ªa es siempre id¨¦ntico: necesidad de encontrar algo venerable, sin saber qu¨¦ es o por qu¨¦ se lo admira¡ Cuanto m¨¢s innoble sea el objeto de culto, m¨¢s esplendorosos ser¨¢n sus atributos. Cuanto mayor sea la mentira, mayor entusiasmo habr¨¢ al creer en ella y mayor codicia al trag¨¢rsela¡±. O he aqu¨ª esta otra: ¡°Hay pa¨ªses que adoran a las bestias m¨¢s destructivas¡ Tal parece que las cosas m¨¢s repulsivas a la raz¨®n y al sentido com¨²n son las m¨¢s veneradas por la pasi¨®n y la fantas¨ªa¡±.
Da la impresi¨®n de que Hazlitt est¨¦ hablando de los ¨¦xitos electorales de Trump, Putin, Erdogan, Orb¨¢n, Kaczynski, Maduro, Duterte, Puigdemont y el brutal e inminente Bolsonaro (si en el Brasil no lo remedian). Tambi¨¦n del Vicepresidente y Ministro del Interior italiano Matteo Salvini, entronizado por el ¡°izquierdista¡± Movimiento 5 Estrellas. Este individuo es abiertamente racista, zafio, chulesco, mat¨®n, despreciativo, ignorante hasta el paroxismo, con muchos visos de ser tambi¨¦n deshonesto. La justicia de su pa¨ªs ha hallado a su partido, La Lega separatista, culpable de un fraude de 49 millones de euros que, procedentes de subvenciones electorales, el maestro y mentor de Salvini, Bossi, utiliz¨® para reformar una casa, adquirir coches de lujo e incluso comprar una licenciatura en Albania (?) para su torpe hijo. Salvini procura abandonar a la muerte a los inmigrantes ¡°esclavos¡± o ilegales, en la medida de sus notables posibilidades. Ha propuesto un censo de gitanos con vistas a expulsarlos (incluidos, quiz¨¢, los que son tan italianos como ¨¦l o m¨¢s); es decir, por fortuna a¨²n est¨¢ bastantes pasos por detr¨¢s de Hitler, que los gase¨® junto con jud¨ªos y homosexuales. Como adem¨¢s es asnal, quiere prohibir las vacunas obligatorias, ya que, seg¨²n ¨¦l, nada menos que ¡°diez de las catorce preceptivas son in¨²tiles y en muchos casos peligrosas, si no da?inas¡±. Pues bien, este sujeto amigo de Bannon enfervoriza a buena parte de sus compatriotas (ya avisaron con Berlusconi), haciendo deprimentemente actual la segunda cita de Hazlitt, nacido en 1778 y muerto en 1830.
Sorprendentemente (porque los ¡°intelectuales¡± nos apuntamos a cualquier causa que d¨¦ lustre), en torno a ¨¦l se ha hecho el silencio internacional. Incluso tras amenazar, grave y mezquinamente, al escritor Roberto Saviano, uno de los pocos (que yo sepa, junto con Massimo Cacciari) que ha alertado sobre su peligrosidad e idiotez profundas. Saviano lleva doce a?os en el punto de mira de la Camorra por haberla ofendido y expuesto en su c¨¦lebre libro Gomorra. Desde entonces vive escondido y protegido por cinco carabinieri. Como a Salvini no le gustan sus cr¨ªticas, ya ha anunciado que ¡°las instituciones competentes valorar¨¢n si Saviano corre alg¨²n peligro, porque me parece que pasa mucho tiempo en el extranjero. Valoraremos c¨®mo se gasta el dinero de los italianos. Le mando un beso¡±. Un beso de Judas de manual, porque el Ministro del Interior de un pa¨ªs de la UE, que deber¨ªa combatir a las mafias y proteger a sus ciudadanos, tiene que revisar si un escritor condenado a muerte por una de ellas ¡°corre alg¨²n peligro¡±; e ignora, en su incompetencia, que los sicarios viajan a todas partes, incluido ¡°el extranjero¡±. Amenaza a Saviano con retirarle la protecci¨®n porque ¡°se gasta el dinero de los italianos¡±: la propia Lega podr¨ªa sufragar los escoltas con sus 49 millones defraudados. Es decir, este Vicepresidente y Ministro est¨¢ dispuesto a facilitarles a unos criminales su tarea vengativa, y nadie lo ha destituido tras semejantes declaraciones. Es como si un hom¨®logo espa?ol suyo, cuando Savater era blanco de ETA y se mov¨ªa con guardaespaldas, le hubiera advertido que se lo quitar¨ªa si se le ocurr¨ªa criticar sus pol¨ªticas. No habr¨ªa durado diez minutos m¨¢s en el puesto, y eso que nuestro pa¨ªs no se distingue por su decencia.
Es llamativo que el ¡°colectivo¡± de intelectuales y escritores (es el otro al que me refer¨ª el domingo pasado) apenas haya dicho palabra. Quiz¨¢ recuerden c¨®mo mis colegas se movilizan ante cualquier abuso o injusticia: que si los saharauis, y los palestinos, y el Subcomandante Marcos (hubo procesiones a visitarlo, con c¨¢maras), y la fetua contra ?Rushdie, y los ataques a Pamuk, y Saramago privado de su nacionalidad, y ¡°Je suis Charlie¡±, y Assange y Snowden y cuanto est¨¦ en su memoria. Pocos han elevado la voz ante esta intimidaci¨®n-mordaza a Saviano, y desde luego no he visto protestas ni manifiestos firmados en tropel por sus colegas y m¨ªos. Tal vez es que Salvini, como los autoritarios acomplejados que no aguantan ni una cr¨ªtica, individualiza a los discrepantes y toma represalias. La m¨ªnima o nula reacci¨®n de este ¡°colectivo¡± me tienta a concluir con otra cita de Hazlitt, que a¨²n no suscribo del todo: ¡°La vanidad del hombre de letras es descomunal, mientras que su apego a la verdad es francamente remoto¡ S¨®lo admitir¨ªa que algo est¨¢ bien o mal en el mundo si ha sido ¨¦l quien lo detect¨®. Incluso¡, por hacerse el interesante (sobre todo si recibe un buen pago), est¨¢ dispuesto a probar que las mejores cosas del planeta son las peores, y las m¨¢s detestables ideales¡±.
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