Queremos campesinos
El pr¨®ximo 28 de septiembre el Consejo de Derechos Humanos votar¨¢ el proyecto de Declaraci¨®n de los derechos de los campesinos
El pasado mes de mayo se present¨® ante la ONU el Proyecto de Declaraci¨®n sobre los derechos de los campesinos. Este documento sin precedentes reconoce el papel de la agricultura familiar en los desaf¨ªos globales del desarrollo sostenible, desde la eliminaci¨®n del hambre hasta la conservaci¨®n de la biodiversidad. Un grupo numeroso de expertos mundiales se han unido a la iniciativa liderada por Olivier De Schutter ¨Cex-Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentaci¨®n entre 2008 y 2014¨C, que firma esta carta dirigida a los gobiernos que deben votar la declaraci¨®n el pr¨®ximo 28 de septiembre. Espa?a ha expresado dudas con respecto a su voto, en contraste con Portugal que ha hecho p¨²blica su postura favorable. Esto podr¨ªa tener repercusiones negativas en la Cumbre Parlamentaria Mundial contra el Hambre y la Malnutrici¨®n que se celebrar¨¢ en Madrid en octubre.
Esta semana en Ginebra, el Consejo de Derechos Humanos debe posicionarse sobre el seguimiento que se dar¨¢ al proyecto de Declaraci¨®n de los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales. La declaraci¨®n ha sido negociada desde 2013 en un grupo de trabajo intergubernamental, en un clima a veces tenso. El momento que llega es decisivo.
El 3 de julio, el Parlamento adopt¨®, por una amplia mayor¨ªa de 534 votos contra 71 (y 73 abstenciones), una resoluci¨®n en la que instaba a los Estados miembros de la UE a apoyar el Proyecto de Declaraci¨®n sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales. Reiteramos este llamado.
En todo el mundo, los campesinos y campesinas se enfrentan a la especulaci¨®n inmobiliaria y al acaparamiento de tierras. Los agricultores y agricultoras que forman parte de las cadenas agroalimentarias dominantes se enfrentan a una concentraci¨®n cada vez mayor. Esto sucede tanto en el sector de la agroqu¨ªmica y de las semillas, que proporcionan insumos, como entre la industria de procesamiento y distribuci¨®n agroalimentaria, que compran los cultivos. Aquellos y aquellas, cada vez m¨¢s numerosos, que se unen a las cadenas de suministro cortas, hacen frente a regulaciones inadecuadas que han sido dise?adas para la agricultura industrial y a un sistema de subsidios que favorece a las granjas m¨¢s grandes. A estos campesinos se les hace creer que deben ampliar sus explotaciones o desaparecer. En Europa, dos tercios de las granjas han desaparecido en los ¨²ltimos treinta a?os y los ingresos de los peque?os agricultores apenas les permiten sobrevivir. Los paisajes est¨¢n muriendo.Esta situaci¨®n no puede continuar. Aqu¨ª no se trata de defender los intereses corporativos de una profesi¨®n. Se trata de defender un determinado modelo agr¨ªcola, cuya desaparici¨®n programada no aceptamos. Es la agricultura campesina la que contribuye al mantenimiento de la biodiversidad agr¨ªcola en nuestros campos y mantiene la salud del suelo de mejor forma mediante pr¨¢cticas agroecol¨®gicas que apuestan por la diversidad y permiten un mayor almacenamiento de carbono. Ser¨ªa incomprensible permitir que los monocultivos industriales, que transforman nuestros campos en desiertos, sean los ¨²nicos que sobrevivan y definan el futuro de nuestros territorios. Es la agricultura campesina la que m¨¢s contribuye al desarrollo de las ¨¢reas rurales y a combatir su despoblaci¨®n. Apoyarla, se traduce en obtener una fuente de empleo a¨²n sin explotar. Y lo que es cierto en los pa¨ªses europeos, es cierto, y a¨²n m¨¢s, en los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. La gran mayor¨ªa de las personas que pasan hambre vive en ¨¢reas rurales. Dependen de una peque?a agricultura denominada "familiar" que ha sido diezmada lentamente durante d¨¦cadas de fomento de la agricultura de exportaci¨®n. Los campesinos y campesinas arruinados huyen a las ciudades, al borde de las cuales van a vivir en condiciones precarias. Las ciudades ya no pueden aguantar esta situaci¨®n.?Qu¨¦ nos da miedo, que la Declaraci¨®n de los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales otorgue "nuevos" derechos? Lo esencial de su contenido retoma las promesas ya recogidas en otros textos, ya sea en los instrumentos internacionales para la protecci¨®n de los derechos humanos o en otros textos menos conocidos ¨C y citados con m¨¢s frecuencia en Roma, donde se encuentran las principales organizaciones de la ONU que luchan por la seguridad alimentaria mundial, que en Ginebra¨C. La Declaraci¨®n ¨²nicamente har¨¢ m¨¢s visible lo que ya existe, pero que est¨¢ disperso y bajo una forma tan discreta que casi olvidamos estos juramentos, reiterados en cada cumbre, para apoyar a la agricultura familiar y a los sistemas agroalimentarios locales, para reducir la pobreza rural y la malnutrici¨®n.?O nos da miedo la referencia a la reforma agraria y el "derecho a la tierra"? Adoptada en noviembre de 2009 por los sesenta jefes de Estado y de gobierno y 192 ministros de 182 pa¨ªses y de la Uni¨®n Europea, la Declaraci¨®n de Roma sobre la Seguridad Alimentaria ya obliga a los gobiernos a "establecer mecanismos legales y otros, [...] que hagan avanzar la reforma agraria, reconozcan y protejan los derechos de propiedad, de acceso al agua y de uso, para mejorar el acceso de pobres y mujeres a los recursos". Y un tratado internacional, el Pacto Internacional de Derechos Econ¨®micos, Sociales que insiste sobre la reforma agraria como medio para garantizar "el derecho fundamental de toda persona a estar protegida contra el hambre", y "para garantizar el mejor desarrollo y uso de los recursos naturales". Las peque?as y medianas explotaciones agr¨ªcolas son las que m¨¢s producen por hect¨¢rea y las que est¨¢n en mejor posici¨®n para gestionar los recursos de forma racional.
?Nos preocupa la referencia a la soberan¨ªa alimentaria, una reivindicaci¨®n hecha hace m¨¢s de veinte a?os por la V¨ªa Campesina, movimiento campesino transnacional que ahora tiene 200 millones de miembros, y que ahora es defendida por muchos movimientos sociales? La Declaraci¨®n de Roma sobre seguridad alimentaria reconoce la necesidad de incentivar "la producci¨®n y el uso de cultivos alimentarios subutilizados y apropiados, en el plano cultural, tradicional" (Objetivo 2.3). Todos los expertos que han trabajado sobre las causas del hambre y la malnutrici¨®n lo saben bien: la principal causa de la pobreza rural es la prioridad, casi exclusiva, que se le da a los cultivos comerciales en los pa¨ªses pobres que deben adoptar divisas extrajeras para pagar su deuda externa. Cambiar el rumbo es posible, pero esto implica reubicar los sistemas alimentarios y permitir que los campesinos y campesinas participen en la definici¨®n de las pol¨ªticas que les afectan. La expresi¨®n de la soberan¨ªa alimentaria no significa otra cosa. Al apoyar la Declaraci¨®n de los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales, la Uni¨®n Europea estar¨¢ en consonancia con la historia. Satisfar¨¢ las expectativas de una gran parte del p¨²blico. Actuar¨¢ de acuerdo con los valores que se ha comprometido a respetar en la conducci¨®n de sus relaciones exteriores: el "desarrollo sostenible del planeta", la "eliminaci¨®n de la pobreza" y la "protecci¨®n de los derechos humanos". No son solo palabras: se requiere acci¨®n. El momento ha llegado.
Olivier De Schutter es el ex-Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentaci¨®n (2008-2014)
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