El arquitecto que dise?¨® el Space de Ibiza y ahora proyecta casas sostenibles
Romano Arquitectos lleva desde 1992 intentando hacer de la isla un lugar mejor. ?C¨®mo? Luchando contra los jardines imposibles y las man¨ªas 'instagrameras' de algunos habitantes de ¨²ltima generaci¨®n
Jaime Romano (fundador del estudio de arquitectura e interiorismo Romano Arquitectos) prefiere dar nombres a definiciones. As¨ª, preguntado por su arquitectura opta por dar pistas: el dise?o industrial, en particular el de los autom¨®viles (especial menci¨®n para Pontiac) o las descripciones de espacios en novelas (con referencias a Bertold Bretch o a S¨¢nchez Ferlosio) son algunas de las cosas de las que tira cuando se explica su arquitectura.
Entre sus nombres de cabecera est¨¢ el omnipresente Le Corbusier (¡°por su actitud y su metodolog¨ªa, m¨¢s que por su estilo. Su capacidad de incorporar lo inesperado durante la obra es una lecci¨®n absolutamente moderna. La mancha en el papel, el error de encofrado, la imperfecci¨®n que te lleva a una idea nueva. Creo que he aprendido m¨¢s de los escritos de Le Corbusier que de su arquitectura¡±), Frank Lloyd Wright, Coderch, Fisac, De la Sota, David Chipperfield, Robert Venturi o Louis Kahn (¡°aborda los espacios desde el ritual, la experiencia, el momento; el rellano de la escalera es el descanso para el anciano, le brinda un banco y una ventana. Para m¨ª, que no soy funcionalista, una escalera puede ser para jugar a cromos, para sentarse y leer. Es un punto de encuentro, un lugar de espera¡±).
De todo este exquisito batiburrillo surge la arquitectura de Romano: limpia, blanca, di¨¢fana y org¨¢nica y que ha encontrado en Ibiza el mejor de los escenarios. Pero no el ¨²nico. Desde que se fundara Romano Arquitectos en 1992, adem¨¢s de esas casas ibicencas a las que uno se ir¨ªa a vivir ma?ana acompa?ado s¨®lo por algunos libros, tambi¨¦n han firmado proyectos como la discoteca Space en Ibiza, La Fonda Restaurant en Barcelona, complejos residenciales en Barbados, proyectos en T¨²nez u hoteles en Marruecos. Siempre respetando el lugar en el que se asentaba la futura construcci¨®n.
¡°?El entorno es nuestro plano de referencia!, exclama. Una arquitectura mal asentada puede destrozar un valle, generar una cicatriz¡±. As¨ª, se muestra especialmente cr¨ªtico con los desprop¨®sitos de algunos propietarios: ¡°Los jardines deber¨ªan ajustarse m¨¢s a la vegetaci¨®n aut¨®ctona; para no trastocar el entorno, por autenticidad ?y por econom¨ªa!. Resulta muy dif¨ªcil controlar ¨Ccomo colectivo de arquitectos¨C los desmanes de algunos con los jardines, una vez ejecutadas nuestras casas. Cuesta inculcar este respeto a mentalidades que vienen de tierras m¨¢s lluviosas y a aquellos que pretenden imponer sus mitos de jardines tropicales a nuestro clima¡±.
Pero, ?c¨®mo ha cambiado la arquitectura de la isla desde aquella incontaminada e integradora del arquitecto Josep Lluis Sert a las mansiones ostentosas y fuera de lugar que abundan ahora en la isla? ¡°El gran m¨¦rito de Sert fue saber proyectar desde la limitaci¨®n ¨Cen una isla con recursos limitados, en una sociedad reci¨¦n salida del siglo XVIII y proyectada sin transici¨®n al siglo XX¨C y, haciendo caso a la inteligencia y al oficio de los carpinteros ibicencos. Pasaron de construir lla¨¹ts, carros, o de reparar norias en madera de sabina, a realizar los ventanales de las casas de Can Pep Sim¨®. Han pasado 50 a?os y ?esas ventanas siguen impecables! Ahora, nuestro reto como arquitectos ibicencos es gestionar la sobreabundancia. Es dif¨ªcil explicarle al cliente que en verano, con un porche, una ducha contra la pared y un sitio donde poder cocinar, pr¨¢cticamente no va a necesitar mucho m¨¢s¡±. Se trata de repensar el concepto del lujo.
Todo eso, manteniendo viva la memoria de los dioses locales: ¡°Es b¨¢sico preservar el car¨¢cter ibicenco, ir de la mano de los valores locales. Sert supo aprovechar las terracotas o los hidr¨¢ulicos tanto como las buenas ideas que pod¨ªan aportar los artesanos. Eso imprimi¨® estilo en las nuevas residencias de veraneo que ahora son patrimonio de un cierta manera de vivir. Esa lecci¨®n no est¨¢ obsoleta. No hay innovaci¨®n sin tradici¨®n¡±.
Pero, claro, los clientes que demandan viviendas en la isla en este nuestro siglo XXI se parecen bien poco a aquellos que acud¨ªan a Sert, en su mayor¨ªa, burgueses catalanes y madrile?os de segunda o tercera generaci¨®n que a¨²n conservaban cierto recuerdo directo del campo. ¡°Nuestros clientes de Londres desembarcan en Ibiza con sue?os de libertad, sol y fiesta, acompa?ados de exc¨¦ntricos decoradores con sus ipads atiborrados de im¨¢genes pinterest estereotipadas y t¨®picos mediterr¨¢neos. Lo que se lleva este a?o son las decoraciones estilo Robinson Crusoe hechas con palitos. ?Si nos despistamos acabaremos mezclando el terciopelo con la chancleta!¡±.
Subyace en el discurso de Romano la necesidad de luchar contra esa corriente de la arquitectura del corta y pega: ¡°Los clientes te traen la misma imagen, repetida una y otra vez sin que venga acompa?ada de ning¨²n relato, ninguna experiencia propia. Instagram y Pinterest est¨¢n generando al mismo tiempo una ensalada de clich¨¦s y una uniformizaci¨®n de conceptos, simple yuxtaposici¨®n iletrada de im¨¢genes fuera de contexto. Sin factor local, sin limitaci¨®n, sin contexto¡±. Justo en las ant¨ªpodas de Romano para quien la arquitectura es ¡°una forma de pensar la vida¡±.
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