Un muerto social
El periodista y escritor madrile?o confiesa el baj¨®n de autoestima que supone un a?o y medio en el paro. Y deja constancia de la crisis en su profesi¨®n
QUERIDO LECTOR, me va a permitir que le dirija esta carta para hablarle de m¨ª y de mis circunstancias, pero si le cansan mis cuitas pase p¨¢gina y a otro texto. All¨¢ voy. Soy periodista desde hace 37 a?os y llevo un a?o y medio en el paro, que, como lo define un compa?ero de profesi¨®n, es la muerte social. Pasas de estar muy ocupado todo el d¨ªa, de ir de aqu¨ª para all¨¢, de llamar a este y aquel, y de que te llame aquel y el de m¨¢s all¨¢, a no tener nada que hacer, y cr¨¦anme que es una situaci¨®n muy desagradable.
Ocupas el inesperado tiempo muerto en llamar a la gente de la profesi¨®n que conoces para pedirle que te tenga en cuenta si necesitan a alguien, y te contestan que no te preocupes, que eres un profesional estupendo y que seguro que encontrar¨¢s algo de inmediato, pero ellos no te ofrecen nada. Completas las jornadas con un poco de ejercicio por aquello del mens sana in corpore sano, aprovechas para leer m¨¢s, tal vez ?escribes un libro, e interaccionas con tu pareja e hijos de manera inusual.
Pasan los d¨ªas, las semanas y los meses, y como no te sale nada empiezas a dudar de ti y de tu val¨ªa, y la autoestima se viene abajo. A ver si va a resultar que no soy tan bueno como me dec¨ªan y me hab¨ªa cre¨ªdo. Repasas lo hecho en tantos a?os en busca de algo a lo que aferrarte, y terminas pidiendo ayuda a un psic¨®logo para salir del pozo en el que t¨² solo te metes.
Ya he pasado por todo ello y ahora estoy m¨¢s tranquilo. Vivo de los ingresos de mi pareja y de los ahorros que ten¨ªamos, y he asumido que no voy a volver a trabajar como periodista. Tengo 59 a?os y las empresas desprecian la experiencia y exaltan la juventud por una mera cuesti¨®n cremat¨ªstica: los j¨®venes son m¨¢s baratos. Tampoco estoy dispuesto a sobrevivir a la ?pieza por unos pocos euros que me parecen una burla. Gratis no trabajo.
El periodismo que leo no me gusta, salvo excepciones. Internet no est¨¢ siendo una oportunidad para este hermoso oficio porque no ha redundado en una mejora de su calidad, al contrario, la inmediatez se ha impuesto a cualquier otro criterio y la consecuencia es que se escribe mal y no se contextualiza (los periodistas somos buscadores de contextos) ni se profundiza en lo que contamos. Las empresas ya no gastan en enviar a sus periodistas al lugar donde ocurren los hechos y, para colmo de desatinos, ofrecen la informaci¨®n gratis. El pagano es usted, querido lector, que recibe una informaci¨®n de mala calidad, y el periodista, que ha visto aligerado su salario hasta la volatilidad total.
Si han llegado hasta aqu¨ª, les ruego que disculpen el desahogo y acepten en mi descargo que soy un ¡°muerto social¡± que lucha por resucitar.?
Carlos Fonseca es autor de No te olvides de m¨ª (Planeta).
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