El misterio
Se puede ser ateo de las divinidades de toda la vida, pero no de la Banca, que se parece a las de toda la vida en la cosa de los sacrificios
La hipoteca es una proveedora de sentido en un mundo absurdo, de ah¨ª que la justicia, tras decidir que los gastos vayan por cuenta del banco, que es como hacerlo sin cond¨®n, se haya tirado en marcha horrorizada ante su propio desvar¨ªo. Esos 1.000 o 2.000 euros de impuestos son 2.000 euros de sentido. Multiplicados por la cantidad de pr¨¦stamos que se firman al a?o arrojan a un significado de proporciones m¨ªsticas. Dado, en fin, que la Banca es una religi¨®n, lo l¨®gico es que sus clientes paguemos el pato. Significa que al Supremo, despu¨¦s de dictar esa sentencia equivocada, se le apareci¨® Dios y le hizo caerse del caballo, como a san Pablo camino de Damasco. Supremo, Supremo, por qu¨¦ me persigues, dijo una voz atronadora al otro lado del tel¨¦fono.
Se puede ser ateo de las divinidades de toda la vida, pero no de la Banca, que se parece a las de toda la vida en la cosa de los sacrificios. No le ofrecemos doncellas ni adolescentes, pero expulsamos de sus hogares con gran aparato policial a las ancianas que se retrasan en el pago. Y cuando la Banca pasa el cepillo, depositamos en la bandeja 60.000 o 70.000 millones de euros a fondo perdido. Pocas bromas con una religi¨®n de este calibre. No deber¨ªa dimitir por tanto el que paraliz¨® la ejecuci¨®n de la sentencia, sino los que la dictaron demostrando una falta preocupante de escr¨²pulos. Vivimos en un mundo sin valores. Algunos se preguntar¨¢n, por qu¨¦, si la Banca es buena, permite los desahucios. Por nuestro bien. Que seamos incapaces de comprenderlo no implica lo contrario. Escuchen lo que dice el Papa de las enfermedades y las guerras: los designios de Dios son un misterio. Los de la Banca tambi¨¦n: de nosotros depende elegir entre el misterio o el absurdo.
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