La maldici¨®n de los hipermodernos
Pese a tener tantas formas de comunicarse, o debido a ello, los integrantes de la iGen pasan menos tiempo juntos
Para algunos, el mundo moderno acab¨® con la Segunda Guerra Mundial, cuyo fin dio paso a la era posmoderna. Esta fase, a su vez, termin¨® pol¨ªtica y culturalmente con los atentados de Al Qaeda del 11-S de 2001, aunque en la econom¨ªa quiz¨¢s empezara antes con las liberalizaciones, sobre todo financieras, de Reagan y Thatcher, pero tambi¨¦n de Clinton. En t¨¦rminos tecnol¨®gicos, determinantes, la siguiente fase, la de la hipermodernidad, empez¨® cuando en 1994 Internet se abri¨® al p¨²blico, fen¨®meno cuyo efecto se multiplic¨® hace algo m¨¢s de diez a?os con las redes sociales y los tel¨¦fonos inteligentes. Como se?ala John David Ebert, uno de los que mejor ha estudiado el concepto de hipermodernidad, esta se ha dotado con Internet de un ¡°mundo interior¡±.
En la posmodernidad, una parte importante referencial de ese mundo interior (terminolog¨ªa de Peter Sloterdijk) era el centro comercial. Internet, como insiste Ebert, est¨¢ acabando con este ¨¢mbito para llevarlo al sal¨®n, o incluso al m¨®vil de cada cual. Y grandes cadenas est¨¢ regresando al centro de las ciudades ante el cambio de estilo de vida de los millennials. Ya no es necesario salir a la calle para comprar o para llevar a lavar la ropa. Ni siquiera para adquirir un peri¨®dico y leerlo. Los medios se han vuelto casi exclusivamente digitales, aunque algunos lectores todav¨ªa puedan acabar leyendo este art¨ªculo en una versi¨®n impresa en papel. Seg¨²n este punto de vista, el impacto de Internet en los medios de comunicaci¨®n ha sido similar, o superior, al de 11-S en el terreno pol¨ªtico.
Lo importante no es c¨®mo se llamen, sino en qu¨¦ consisten estos tiempos. Como en casi todos los de transici¨®n, el viejo mundo muere, pero el nuevo tarda en aparecer, que dir¨ªa Gramsci, aunque ha habido una aceleraci¨®n. En t¨¦rminos de geopol¨ªtica, significa que Estados Unidos pierde poder¨ªo, el mundo es menos americano y europeo, con EE UU -y una Europa digitalmente colonizada-, emitiendo valores m¨¢s vac¨ªos o m¨¢s livianos. China y Asia despuntan, para influir en la formaci¨®n de un nuevo orden mundial, con sus propios valores, tambi¨¦n en cierto modo vaciados. Son tiempos de nihilismos terroristas, yihadistas u otros. Son tiempos de identidades, s¨ª, pero tambi¨¦n inventadas, o reinventadas, y ahuecadas.
La hipermodernidad ha dado pie al nacimiento de un hiperindividuo, ¡°sin conexi¨®n con la historia, la comunidad o ning¨²n tipo de proyecto idealista o ut¨®pico¡±. La estructura del tiempo se ha vuelto modular, ¡°compuesta por una sucesi¨®n de momentos presentes, cada uno de los cuales est¨¢ aislado y no tiene relaci¨®n con ning¨²n momento anterior ni con ning¨²n momento futuro¡±, pese a la proliferaci¨®n de futur¨®logos. Con la renuncia a plantear utop¨ªas (los modernos intentaron desgraciadamente llevarlas a la pr¨¢ctica), en parte se renuncia tambi¨¦n a la cr¨ªtica. No es que no sepamos a d¨®nde va el mundo, es que no sabemos a d¨®nde queremos ir.
En ello entran de lleno los millennials, que protagonizan la hipermodernidad, y, m¨¢s a¨²n, la generaci¨®n posterior, la Z, o iGeneraci¨®n (iGen), como la llama Jean M. Twenge en su estudio sobre esta cohorte nacida aproximadamente entre 1995 y 2012. Superconectada, esta ¨²ltima es la primera generaci¨®n que ha nacido y vivido con Internet, los tel¨¦fonos inteligentes y las redes sociales. Pese o debido a tantas formas de conectarse y comunicarse digitalmente, los integrantes de la iGen, pasan menos tiempo juntos. Para Twenge, estos chicos y chicas est¨¢n creciendo menos rebeldes, m¨¢s tolerantes, menos felices, pero nada preparados para la edad adulta. Twenge se refiere a EE UU pero muchas de sus consideraciones valen para otras sociedades.
Este tipo de socializaci¨®n no parece la m¨¢s adecuada para desarrollar habilidades sociales, de negociaci¨®n y madurez emocional. Los integrantes de la iGen son m¨¢s aislados, evitan relaciones largas, tienen temor a la intimidad, y participan de una cultura m¨¢s sexualizada, m¨¢s pornogr¨¢fica, pero m¨¢s abiertos hacia orientaciones sexuales diferentes, LGBT. Su sentido de la gratificaci¨®n inmediata est¨¢ sumamente desarrollado, en mucho mayor medida que sus mayores.
En general, los individuos de la hipermodernidad est¨¢n hiperconectados pero acaban siendo m¨¢s solitarios, con nuevas dimensiones de una soledad m¨¢s marcada en los pa¨ªses anglosajones y del norte de Europa, pero crecientemente tambi¨¦n en el sur y otras partes del mundo. Una soledad tambi¨¦n pol¨ªtica, pues muchos se sienten abandonados por los partidos tradicionales. Es un entorno que favorece el surgimiento de fen¨®menos de derecha radical, desprovistos del contenido ut¨®pico que ten¨ªan los fascismos. A menudo agitan s¨ªmbolos hist¨®ricos que no saben lo que realmente significan. Son parte de la maldici¨®n de la hipermodernidad.
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