Romper moldes
Bolsonaro obliga a la izquierda a hacer autocr¨ªtica
La llegada al poder en Brasil de Jair Bolsonaro, un antiguo capit¨¢n de ademanes autoritarios y esperp¨¦nticos sue?os de grandeza, ha llenado el futuro de oscuridad. ?C¨®mo pas¨®? Hace unos a?os, con Lula, el inmenso pa¨ªs latinoamericano lleg¨® a convertirse en referente de la zona, hab¨ªa conseguido sacar de la pobreza a millones de personas y conservar las reglas de juego de la democracia, el mercado no se hab¨ªa ido a pique por muchas medidas socializadoras que el Partido de los Trabajadores pusiera en marcha, el peso de su econom¨ªa era indiscutible, el resto del mundo se cuadraba ante Brasil como potencia emergente. Y, de pronto, Bolsonaro. Y todo lo que anuncia: p¨¦rdida de derechos, m¨¢s protagonismo de las fuerzas y los instrumentos represivos, facilidades para los que m¨¢s tienen, vuelta a los valores tradicionales, una democracia m¨¢s d¨¦bil. Los brasile?os han elegido a un l¨ªder fuerte que les ha prometido m¨¢s seguridad y combatir la corrupci¨®n, as¨ª que le toca a la izquierda, que ha sido derrotada de manera tan contundente, ponerse a hurgar e intentar averiguar qu¨¦ est¨¢ pasando. Tiene que hacerlo, adem¨¢s, con un tel¨®n de fondo que no ayuda mucho. A la izquierda se la identifica ahora en Latinoam¨¦rica sobre todo con Venezuela ¡ªBolsonaro traslad¨® a sus votantes que un sistema como el de Maduro iba a ser el porvenir de Brasil si ganaba Haddad¡ª, con Nicaragua y los desmanes de Ortega, con el castrismo que sigue reinando en Cuba. Reg¨ªmenes autoritarios y corruptos, poco democr¨¢ticos.
Hace unos d¨ªas se present¨® en Madrid Fantasma de la vanguardia, que re¨²ne una colecci¨®n de textos del escritor argentino Dami¨¢n Tabarovsky en los que explora algunos asuntos que tienen que ver con su anterior ensayo, Literatura de izquierda. Es cierto que traerlo a cuento por el triunfo de Bolsonaro y la crisis de las fuerzas progresistas puede resultar un tanto extempor¨¢neo, pero quiz¨¢ no venga mal sacar ese debate de los t¨¦rminos pol¨ªticos y econ¨®micos en los que suele moverse y conectarlo con el mundo de las ideas, y los valores. Tabarovsky adelanta el marco en el que va a moverse. ¡°Si hay algo que me interesa de la izquierda ¡ªsi hay alg¨²n tipo de izquierda que se me vuelva interesante¡ª es la capacidad de preguntarse por s¨ª misma¡±, escribe.¡°La capacidad de no encontrar nunca su lugar. De no quedarse fija. De desplazar el sentido. El horizonte de la literatura de izquierda es ella misma, ya no el mercado, el productor, el p¨²blico, la circulaci¨®n, la publicaci¨®n¡±. Se est¨¢ refiriendo al mundo de la creaci¨®n, pero quiz¨¢ ese af¨¢n de estar siempre cuestion¨¢ndose, de romper moldes, de no aceptar el carril del mercado y las expectativas de sus seguidores ¡ªsu p¨²blico¡ª sea lo que le falta a esa izquierda pol¨ªtica que hoy parece encerrada en un discurso gastado, monocorde, demasiado convencido de sus propias virtudes, y cada vez m¨¢s fiscalizador, obsesionado por la correcci¨®n de sus valores, poco amigo de la cr¨ªtica y la frescura.
?Cu¨¢les fueron los deseos revolucionarios de los a?os sesenta?, se pregunta Tabarovsky. ¡°Mayor flexibilidad en la vida cotidiana; mayor autonom¨ªa personal; el elogio del cambio permanente, de la incertidumbre, de la creatividad; la cr¨ªtica a las estructuras r¨ªgidas, a la burocracia, al Estado; el cuestionamiento de las instituciones cerradas y la defensa de los v¨ªnculos en red; la b¨²squeda del placer, la preponderancia del deseo; la utop¨ªa de un mundo global¡±. Luego dice que ¡°este es el programa del capitalismo moderno¡±. Si tiene raz¨®n, y no contribuye m¨¢s a la confusi¨®n, la tarea es ardua. Habr¨¢ que arremangarse.
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