Econom¨ªa colaborativa: ?sinergia con la moneda social?
En los ¨²ltimos a?os se ha convertido el t¨¦rmino ¡°econom¨ªa colaborativa¡± (¡°sharing economy¡± en ingl¨¦s) en una moda y hoy en d¨ªa muchos economistas hablan tanto de este concepto como de sus pr¨¢cticas como algo bueno e innovador. ?Pero formar¨¢n las monedas sociales parte de este nuevo sector econ¨®mico?
Se clasifican las pr¨¢cticas de econom¨ªa colaborativa en dos categor¨ªas: las que est¨¢n colectiva y comunitariamente gestionadas (ejemplos: bienes comunes, Creative Commons y Wikipedia) y las que est¨¢n gestionadas por empresas privadas (ejemplos: Blablacar, Airbnb, Uber y crowdfunding). Mientras que en el primer grupo no hay ning¨²n propietario y en principio todo el mundo se dedica a este proyecto como voluntarios, salvo empleados necesarios para mantener el sistema en algunos casos (por ejemplo, Wikipedia tiene unos 280 empleados), cualquier iniciativa de la segunda categor¨ªa s¨ª pertenece a una sociedad que la administra como una actividad comercial. Y a estas empresas les importa poco que haya externalidades negativas (competencia con taxis, otros transportes p¨²blicos y hoteles, aumento de atasco, aumento de alquiler¡) siempre y cuando crezcan sus beneficios.
A mi juicio, econom¨ªa colaborativa y las monedas sociales son ¡°falsos amigos¡±
Pero hay otro aspecto importante al considerar la naturaleza de econom¨ªa colaborativa: A diferencia que otras actividades econ¨®micas, estas pr¨¢cticas no necesitan someterse al principio de reciprocidad. Habr¨¢ millones de personas a nivel planetario que s¨®lo lee centenares o hasta miles de art¨ªculos de Wikipedia sin aportar ni dinero ni contenido mientras que habr¨¢ personas y empresas que ofrecen miles de d¨®lares y/o escriben una cantidad de posts para contribuir al mantenimiento y/o al desarrollo de este servicio. La mayor¨ªa de los usuarios de Creative Commons no habr¨¢ puesto ninguna producci¨®n bajo esta licencia. Pasar¨¢ lo mismo con Airbnb con anfitriones que s¨®lo alquilan sus habitaciones y otros turistas que exclusivamente usan este servicio para pedir el hospedaje.
La clave para entender la naturaleza de la moneda social es la reciprocidad multilateral, o sea: Cristina le da a Claudia un libro que valdr¨ªa 10 euros en el mercado oficial, Claudia le ofrece una cena a David que ser¨ªa del mismo valor y despu¨¦s David le trae aceitunas a Cristina para compensar. Cada uno de los tres (Cristina, Claudia y David) ofrece tanto como recibe, y al fin de cuentas el saldo es equilibrado para todos.
Un concepto que sugiere este tipo de relaci¨®n se encuentra en diferentes culturas. En Asturias se llama andecha, los andinos (bolivianos, ecuatorianos, peruanos¡) usan la palabra minga, en Brasil se dice mutir?o, en Jap¨®n moyai (¤â¤ä¤¤) y en Corea pumasi (???), y todas estas ideas se refieren a la pr¨¢ctica de realizar un trabajo comunitario para ayudarle a una familia, pero rotativamente. Por ejemplo, en un domingo por la ma?ana todo el mundo del pueblo va a ayudarle a Felipe a cosechar su huerta. Al d¨ªa siguiente va todo el mundo a hacer lo mismo para otro vecino, Gabriel, y al fin y al cabo se ayudan mutuamente todos los vecinos. De hecho, esta pr¨¢ctica es m¨¢s pr¨®xima a la realidad de la moneda social mediante la cual la gente ofrece algo con la expectativa de recibir algo equivalente en el futuro. Me parece una decisi¨®n sabia, por lo cual, que algunas monedas sociales en Corea se llaman ¡°Pumasi¡± (como Gwacheon Pumasi en gran Se¨²l) para transmitir el esp¨ªritu y el objetivo del uso de este medio de intercambio.
A mi juicio, econom¨ªa colaborativa y las monedas sociales son ¡°falsos amigos¡±, un t¨¦rmino de la ling¨¹¨ªstica que trata de palabras parecidas pero distintas en dos idiomas (por ejemplo: embarrassed en ingl¨¦s (avergonzado) y embarazada en castellano no quieren decir lo mismo). Si bien se destaca el hecho de que ambos sirven para compartir recursos, no se debe olvidar que otra noci¨®n imprescindible para monedas sociales es la reciprocidad.
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