Las dos caras de las monedas locales
Barcelona ha introducido en diez barrios el llamado Recurs Econ¨°mic Ciutad¨¤, un nuevo m¨¦todo de pago v¨ªa app
Barcelona, a trav¨¦s de su Ayuntamiento y bajo el auspicio del programa B-Mincome, financiado por la Uni¨®n Europea, impulsa en 10 barrios del Bes¨°s, una nueva moneda local: el REC (Recurs Econ¨°mic Ciutad¨¤). Sus primeros usuarios son mil familias de rentas muy bajas que voluntariamente y elegidas por sorteo, cobran el 25% de su asignaci¨®n con esta moneda que solo pueden utilizar en comercios, restaurantes, asociaciones e iniciativas de los barrios participantes, sin perjuicio que cualquier ciudadano pueda utilizarla previa descarga de la app y posterior vinculaci¨®n a una cuenta corriente.
Con un mill¨®n y medio de Euros puestos inicialmente en circulaci¨®n, el objetivo principal es tratar de contribuir a la supervivencia del peque?o comercio perif¨¦rico donde el cierre de tiendas ha sido constante en los ¨²ltimos veinte a?os. Con esta medida proteccionista, los comerciantes pueden adherirse libremente para retener, fidelizar o incluso ampliar sus clientes y tratar de competir con grandes superficies, marcas globales o el creciente comercio digital.
Existen muchos ejemplos de monedas locales en distintas ciudades y regiones de todo el mundo (Bristol, Lisboa, Santa Coloma de Gramanet¡), algunas fueron abandaonadas otras otras siguen a¨²n vigentes en la actualidad. Quiz¨¢s sea esta diversidad de resultados lo que divida la opini¨®n de economistas, polit¨®logos, activistas y ciudadanos de todo el mundo, lo que alimente la disparidad de visiones acerca de sus potencialidades y sus limitaciones. En la cara positiva de las monedas locales encontramos:
Dinamizaci¨®n de la econom¨ªa local. Las monedas locales cumplen una funci¨®n de impulso del consumo y la producci¨®n local. Acotando el ¨¢mbito de circulaci¨®n de la nueva moneda a lo local, la riqueza generada se queda en la localidad y no se ¡°escapa¡± a otras zonas geogr¨¢ficas. Al proteccionismo geogr¨¢fico que ejerce el uso de la moneda local se le une el proteccionismo respecto a grandes superficies y marcas globales, o respecto al papel exponencialmente dominante del comercio digital. La retenci¨®n, fidelizaci¨®n y/o ampliaci¨®n del consumidor local puede contribuir a un aumento de la demanda interna y ¨¦sta generar impactos positivos.
Moneda exclusiva de intercambio. Al no ser posible la acumulaci¨®n especulativa las monedas locales tratan de recuperar el sentido original del dinero como mecanismo de intercambio y forma de valorar el precio de los bienes. Hist¨®ricamente surgen en oposici¨®n al uso corriente de la moneda principal, a menudo demasiado escorada hacia finalidades puramente especulativas, y responden a la necesidad de aportar la siempre necesaria liquidez y ineludible en periodos de crisis financieras. Act¨²an por lo tanto, como una forma de protecci¨®n y resiliencia ante crisis globales, contribuyendo al empoderamiento econ¨®mico de peque?as y medianas empresas y/o personas en situaciones de m¨¢xima carencia de recursos financieros.
Capital social. Al impulsar el intercambio en un ¨¢rea delimitada pueden ser un buen instrumento para favorecer la cohesi¨®n social y la generaci¨®n de capital social impresicindible para dinamizar una econom¨ªa ciudadana.
Sostenibilidad. En la medida que las monedas sociales fomentan el consumo y la producci¨®n local pueden evitar desplazamientos, contribuyendo positivamente a la reducci¨®n de emisiones del transporte. No son pocos los proyectos de monedas locales vinculados al cuestionamiento de un modelo de crecimiento ambientalmente insostenible que promueven nuevos comportamientos ambientales.
Para un mayor desarrollo de sus aspectos positivos puede ser ¨²til consultar el Instituto de la Moneda Social o la Social Trade Organisation. Sin embargo, en la otra cara podemos encontrar:
Postureo. El n¨²mero limitado de usuarios y la vinculaci¨®n a la moneda de uso corriente la convierte en una moneda aparentemente alternativa, cuando en realidad es solo complementaria y sujeta a los mismos efectos monetarios de la moneda equivalente. Los discursos que plantean una amenaza al monopolio de la moneda principal olvidan que las monedas locales ni salen del sistema ni lo sustituyen, simplemente lo complementan y est¨¢n igualmente sujetos al control fiscal y al pago de impuestos -que a su vez se liquidaran mediante la moneda oficial y de uso corriente.
Mercado local cerrado / local-centrismo. Para que una moneda complementaria sea sostenible el n¨²mero de bienes y servicios para intercambiar es m¨¢s relevante que el n¨²mero de usuarios. Una moneda local tiene l¨®gicamente un ¨¢rea de utilizaci¨®n limitada, lo que restringe el n¨²mero de productos y servicios de importaci¨®n (inter local o internacional) al mismo tiempo que se limita la funci¨®n exportadora de la producci¨®n de proximidad, lo que afecta al desarrollo de la econom¨ªa local. De igual forma, la adopci¨®n de monedas locales en otras ciudades para limitar su balance importador causa estos mismos efectos.
Inflacionismo. El mercado limitado y el pago de subvenciones mediante la moneda local, puede convertir a sus usuarios en clientes cautivos en un mercado cerrado y ¡°dirigido¡± desde las instituciones oficiales. Igualmente, a¨²n con el objetivo de promover el comercio de proximidad puede provocarse un efecto indeseado si los comercios aumentan el precio de sus productos, perjudicando finalmente a aquellos compradores con presupuesto m¨¢s modesto, generando est¨ªmulos para el uso de la moneda local solo entre segmentos de la poblaci¨®n con mayor poder adquisitivo.
Las consideraciones a la moneda local no son muy distintas de las que puedan hacerse a las monedas estatales. Por ejemplo, en ambos casos se necesita contar con la plena confianza por parte de sus usuarios, para lo que es imprescindible el respaldo y reconocimiento de instituciones p¨²blicas locales o estatales. Desde la perspectiva de una econom¨ªa globalizada en ambos casos su efectividad se limita a un marco peque?o, entre los estrechos l¨ªmites de lo local en un caso y de lo estatal en el otro.
Las monedas locales ofrecen la oportunidad de abrir el debate acerca de como los ciudadanos pueden incidir mediante su consumo en el paisaje urbano
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Puesto que el dinero tiene vocaci¨®n de universalidad, funciona mejor cuanto m¨¢s amplio sea el mercado, cuanto m¨¢s usuarios y m¨¢s bienes tenga en circulaci¨®n, la restricciones que impone la moneda local a lo for¨¢neo pueden enviar un confuso mensaje de proteccionismo en un mundo globalizado. En realidad esto no es nada nuevo si atendemos al papel clave del proteccionismo en el crecimiento de las potencias occidentales que una vez dominantes en los mercados ahora exigen al resto la apertura de mercados, como bien explica Ha-Joon Chang en Retirar la escalera.
De seguir este camino, es f¨¢cil prever como la moneda local pasar¨¢ a ser ultralocal, solo apta para quien busque salvarse del mundo
En cualquier caso, que el mercado deba ser libre no implica que deba haber ausencia de intervenci¨®n institucional. Por ello, la superaci¨®n de la dicotom¨ªa global-abierto/local-cerrado debe pasar por enmarcar la implementaci¨®n de las monedas locales en el ¨¢mbito de lo glocal. No se trata de fomentar un mercado cerrado a lo de fuera sino m¨¢s bien de impulsar una pol¨ªtica p¨²blica dedicada a igualar las condiciones de competencia entre lo local y lo global, con el objetivo de conseguir un mercado realmente libre.
Desde la perspectiva de la gesti¨®n p¨²blica las monedas locales deben considerarse un instrumento m¨¢s al servicio del desarrollo econ¨®mico local, como pol¨ªtica p¨²blica orientada a influir en el mercado en un sentido o en otro. Como tal, su valoraci¨®n debe atenerse a resultados m¨¢s all¨¢ de posicionamientos ideol¨®gicos previos: volumen de ventas, de capital social, de producci¨®n local y de aquellos indicadores clave para los cuales se plante¨® su necesidad. La implementaci¨®n de monedas locales puede ser ¨²til tambi¨¦n para dinamizar estrategias de colaboraci¨®n p¨²blico-privada, entre redes de comerciantes, mercados p¨²blicos, asociaciones de consumidores, activistas medioambientales, etc¡ de acuerdo a un modelo de gesti¨®n p¨²blica cooperativa y colaborativa orientada a crear condiciones competitivas de igualdad, firme ante la presi¨®n de grandes marcas y sectores econ¨®micos dominantes, sin por ello tender hacia un sobreproteccionismo paternalista del comercio de proximidad que termine por condenarlo definitivamente a su extinci¨®n.
Finalmente, quiz¨¢s una de los aspectos m¨¢s positivos de las monedas locales, es la oportunidad que ofrecen para abrir el debate acerca de como los ciudadanos pueden incidir mediante su consumo en su entorno urbano; respecto a los instrumentos de que deber¨ªamos dotarnos para avanzar hacia una econom¨ªa ciudadana, creada, gestionada y orientada en sus efectos hacia ella; respecto a la necesidad de tomar conciencia de la funci¨®n del dinero, del sentido de la econom¨ªa y de lo urgente y necesario que es democratizar la econom¨ªa glocal.
Ello empieza, no obstante, por no idealizar las monedas locales, por no dejarse llevar por un discurso de monedas buenas y malas, donde la nueva moneda local ser¨¢ de por s¨ª cooperativa y colaborativa, fomentar¨¢ la cohesi¨®n, trabajar¨¢ para mejorar la vida colectiva, mientras la oficial, la mala, fomenta la acumulaci¨®n, la competitividad, la rivalidad o un individualismo ego¨ªsta.
De seguir este camino, es f¨¢cil prever como la moneda local pasar¨¢ a ser ultra-local, solo apta para quien busque salvarse del mundo, olvid¨¢ndose que detr¨¢s del mercado, de las empresas y los bancos y las marcas, estamos nosotros. Construir un pedacito de mercado ideal no convierte en ideal el mercado.
En conclusi¨®n las monedas locales adquieren sentido inmersas en el marco de un proyecto glocal destinado a crear mejores condiciones sociales, pol¨ªticas y econ¨®micas que permitan acercarnos a un mercado, simplemente, m¨¢s libre.
Roger Sunyer. Polit¨®logo, M¨¢ster en Gesti¨®n P¨²blica (ESADE), autor de Hac¨ªa una econom¨ªa ciudadana y Profesor Colaborador del M¨¢ster universitario de Ciudad y urbanismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
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