La sombra de Carmena

La sombra de Manuela Carmena es alargada. Tiene un rictus serio. Una mirada ce?uda. Una altura de 1,78 metros y una zancada pasmosamente r¨¢pida. Su pisada rompe el silencio en el Ayuntamiento de Madrid, cuando los funcionarios ya han desaparecido y la cuarta planta del palacio de Cibeles padece el silencio de la digesti¨®n a eso de las cinco y pico de un martes de octubre. Brillan sus zapatos de charol sobre la tarima de un largo pasillo. Por lo dem¨¢s, todo parece gris en ella: el corte de pelo a lo MacGyver, el atuendo como de uniforme, su biograf¨ªa p¨²blica sin un solo apunte personal. A menudo, no la reconocen a la entrada de los edificios oficiales. No cuenta con una trayectoria en m¨ªtines y tertulias. Y su nombre no dice mucho para quien no siga la pol¨ªtica local: Marta Mar¨ªa Higueras Garrobo, madrile?a, de 54 a?os, teniente de alcaldesa de Madrid, delegada del ?rea de Gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo; presidenta de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo y de Mercamadrid. La sombra de Carmena.

Afilada, expeditiva, Marta Higueras se adentra en el ¨²ltimo despacho: el de ¡°la jefa¡±, as¨ª suele llamarla cuando le vibra el m¨®vil y la alcaldesa se encuentra al otro lado. O simplemente ¡°Manuela¡±, cuando rememora los 25 a?os de amistad que las unen, y el d¨ªa en que la convenci¨® de que liderara las confluencias de izquierda en las elecciones locales de 2015 bajo el paraguas de Ahora Madrid: ¡°Solo me presento si t¨² vienes conmigo¡±, le dijo Carmena. ¡°?D¨®nde firmo?¡±, respondi¨® Higueras.

Los ventanales del despacho de la alcaldesa vierten sobre la calle de Alcal¨¢. La estancia tiene dos alturas, recuerda a un loft del extrarradio. En el perchero cuelga una bolsa de tela con el lema ¡°Cities for climate¡±. Tras el escritorio de Carmena hay una mesa de reuniones, donde ya se encuentran ambas despachando: licencias, cambios de uso, la oposici¨®n. En la frente de la alcaldesa, bajo una madeja de pelo rubio y alocado, a¨²n brilla la cicatriz de un accidente casero. Concluida la reuni¨®n, Higueras muestra una mesa diminuta donde suele sentarse a trabajar. La concejal tiene despacho propio en otra punta de la ciudad, a orillas del Manzanares. Pero el cargo, a menudo, le exige quedarse aqu¨ª, estrat¨¦gicamente colocada en penumbra y justo a mano derecha de Carmena, como una alumna aplicada. Quiz¨¢ la m¨¢s aventajada. Dice: ¡°Manuela ha sido modelo creativo toda la vida. Cuando le preguntas algo, contesta con una respuesta original. Luego, darle forma a lo mejor cuesta. A los dem¨¢s nos toca intentar descender esa idea a algo concreto. Pero ese modelo creativo nos ha llevado ¡ªy lo digo porque he trabajado much¨ªsimos a?os con ella¡ª a hacer cosas que eran impensables¡±.

"Carmena es modelo creativo¡±, dice Higueras.? ¡°A los dem¨¢s nos toca transformar sus ideas en algo concreto¡±

Higueras no habla: percute palabras como una locomotora. Y se desplaza por Madrid, de reuni¨®n en reuni¨®n, al mismo ritmo. Siempre en la parte de atr¨¢s de un peque?o Renault el¨¦ctrico, donde desbordan sus largas piernas. Con dos m¨®viles en la mano que no paran quietos: suena uno y es Dolores Sancho, su asesora; le da un nombre, una fecha y el n¨²mero de un fondo buitre. Higueras cuelga y explica: ¡°Tenemos un desahucio y estamos intentando pararlo, vamos a ver¡±. Se lanza una juanola a la boca y la muerde. Comienza a llamar. Tardar¨¢ 35 minutos en frenarlo. O, m¨¢s que frenarlo, en desplazar el problema: el fondo le concede un mes para negociar una salida con los okupas del piso, una persona mayor enferma y su hijo con discapacidad, con ingresos de 350 euros mensuales. ¡°Es un tema complicado, de much¨ªsimo calado. Hemos parado desahucios por impago de hipotecas. Pero es distinto con desahucios por ocupaci¨®n¡±.

La cartera de Higueras exige un contacto continuo con personas sin techo, sin papeles, sin casa, sin escolarizar, sin ingresos, sin nadie que los visite en la vejez. En un contexto a¨²n de recortes, parece imposible no ir con el agua al cuello en su concejal¨ªa. Tal y como define su ¨¢rea Luis Nogu¨¦s, uno de los colaboradores de Higueras, responsable de Emergencia Social: ¡°Esto es un observatorio desde el que se ven los nuevos problemas de la ciudad. En estos momentos vivimos de forma dram¨¢tica el del alojamiento, que pone de manifiesto la polarizaci¨®n social¡±. Muestra en su tel¨¦fono un mensaje a las 10.44: un desahucio, y otro poco despu¨¦s. ¡°Esto es el d¨ªa a d¨ªa¡±.

Higueras no se considera pol¨ªtica. Si acaso, ¡°pol¨ªtica circunstancial¡±. ¡°Hay a quien le gusta estar ante la c¨¢mara, comunicando todo el rato cosas aunque no sepa de qu¨¦ va. Si a eso nos referimos con pol¨ªtica, lo llevo mal. Me defino mejor como gestora de lo p¨²blico¡±.

La alarma de Higueras, que vive en el distrito de Arganzuela, suena siempre a la 6.30. Pero para entonces, dice, ya se ha planificado el d¨ªa. Coloca su primera reuni¨®n a las ocho de la ma?ana y a partir de ah¨ª se suceden citas en bater¨ªa: con el consejo de la EMVS, con su equipo para evaluar el proyecto de la tarjeta de vecindad, con los operadores de Mercamadrid; con Paloma O¡¯Shea, directora de la Escuela de M¨²sica Reina Sof¨ªa; con ¡°las portavozas¡± de los grupos municipales para el almuerzo, y as¨ª, m¨¢s o menos, hasta las diez de la noche, cuando regresa a casa ¡°muerta¡±, tira los zapatos, se ducha y se mete en la cama, a menudo sin cenar. Entre medias, en cualquier momento puede llamar ¡°la jefa¡±, y entonces la agenda corre el riesgo de ¡°saltar por los aires¡±. Aunque con Carmena hay rutinas fijas, como el almuerzo de los lunes con el c¨ªrcu?lo reducido de gobierno. La alcaldesa cocina y lleva la comida. El men¨² Carmena del 1 de octubre: gazpacho de sand¨ªa, alb¨®ndigas y un postre turco con calabaza y yogur griego.

Higueras nunca ha militado en ning¨²n partido. Y cuando aterriz¨® en el Ayuntamiento se sab¨ªa poco de ella: que hab¨ªa hecho de Esperanza Aguirre en la preparaci¨®n de los debates; que era mediadora penal y hab¨ªa ejercido un cargo directivo en el Gobierno vasco de Patxi L¨®pez. Su ¨²ltimo puesto fue como secretaria de una consejera del Tribunal de Cuentas. Entonces, Carmena, ya jubilada, se pasaba a menudo por su trabajo y desayunaban juntas. Fue en uno de esos caf¨¦s cuando esta le confes¨®: ¡°F¨ªjate lo que me han ofrecido. ?Anda que a qui¨¦n se le ocurre! Si nadie me conoce¡±. Higueras respondi¨®: ¡°?C¨®mo que no te conoce nadie? Manuela, es la ocasi¨®n que no podemos perder para echar a la derecha despu¨¦s de 25 a?os¡±.

Se conocieron en 1993 en los juzgados de la plaza de Castilla, en Madrid. Higueras era una oficial de justicia que no llegaba a los 30; Carmena, 20 a?os mayor, entr¨® como juez decana, pero arrastraba ya un halo de hero¨ªna de la Transici¨®n: hab¨ªa militado en el PCE, defendido a obreros en aquel despacho laboralista de Atocha donde la extrema derecha mat¨® a cinco personas en 1977 y exhibido sus dotes para aplacar, ya como jueza de pelo revuelto e ideas renovadoras, el viejo y corrupto sistema judicial. A la plaza de Castilla se la conoc¨ªa como ¡°plaza de la Astilla¡± (la mordida para hacer que los asuntos se tramitaran o dejaran de hacerlo). Y en la puerta del servicio de notificaciones, donde trabajaba Higueras, un cartel resum¨ªa el engranaje: ¡°Lo urgente lo tramitamos en dos a?os¡±. Aquel verano de 1993 aprovecharon para organizar una peque?a revoluci¨®n.

"Es una de las pocas de las que tengo buena opini¨®n¡±, dice Bego?a Villac¨ªs, de Ciudadanos

Dolores Sancho, hoy asesora de Higueras, lo recuerda bien. Sancho, de 73 a?os, trabajaba tambi¨¦n en los juzgados. Pero hab¨ªa conocido a Carmena mucho antes: la Guardia Civil mat¨® de un tiro a su marido en 1971 tras haber sido detenido por repartir propaganda obrera. Carmena hab¨ªa sido su abogada. Aquel verano de 1993, siguiendo la iniciativa de Marta, y con la aprobaci¨®n y el aliento de la decana, tiraron de la estanter¨ªa al suelo los asuntos pendientes y empezaron de cero. ¡°Mandamos el primer mes unas 3.000 notificaciones¡±, cuenta Sancho. ¡°Cuando el 1 de septiembre llegaron el resto de funcionarios de vacaciones, se encontraron colas industriales. Y dijimos: ¡®Mientras est¨¦ Carmena de decana, el dinero [ilegal] no puede funcionar. Cada papel habr¨¢ de ir en su orden. Seg¨²n entra, sale. Hubo una resistencia monstruosa porque era una gran econom¨ªa¡±. Seg¨²n ella, el episodio define a Higueras: ¡°Encontr¨® una soluci¨®n que el resto no ve¨ªa. Ide¨® el sistema de notificaciones, planificamos las rutas. Ten¨ªamos 400 funcionarios saliendo a la calle. Y les mejoramos la vida, a cambio de no cobrar [astillas]. Lleg¨® un momento en que lo entendieron¡±. De su relaci¨®n con Higueras y Carmena dice: ¡°Somos amigas y hermanas¡±.

La alcaldesa tambi¨¦n recuerda aquella ¨¦poca: ¡°Marta era muy joven. Extraordinariamente inteligente. Era sorprendente ver c¨®mo consegu¨ªa organizar y comprometer en un momento a los que la rodeaban en hacer su trabajo eficaz y eficiente¡±. En 1996, cuando Carmena fue nombrada vocal del Consejo General del Poder Judicial, se llev¨® a Higueras con ella y poco a poco se fue solidificando una amistad de esas en que se funden lo laboral y lo personal: llevan dos d¨¦cadas yendo juntas cada verano a montar en bicicleta. Este ¨²ltimo rodaron por los castillos del Loira, en Francia. En palabras de la alcaldesa: ¡°Marta siempre ha ido creciendo como persona, ganando en seguridad y capacidad para abordar las situaciones dif¨ªciles y muy especialmente para negociar. Es la persona que conozco con mayor capacidad de negociaci¨®n, de buscar las soluciones a los conflictos¡±.

Cuando Carmena desaparece, a Higueras le toca asumir el mando. En marzo de este a?o, con la regidora en Par¨ªs y ella de alcaldesa en funciones, un mantero senegal¨¦s, que llevaba 12 a?os sobreviviendo indocumentado en Madrid, muri¨® de un infarto en Lavapi¨¦s. Se interpret¨® err¨®neamente que hab¨ªa fallecido tras un control policial y el barrio se convirti¨® en una batalla campal. ¡°La polic¨ªa hizo lo correcto¡±, rememora Higueras una ma?ana, en el asiento trasero del veh¨ªculo, mientras cruza una atascad¨ªsima Puerta del Sol. ¡°No agredi¨®, ni hostig¨® [al fallecido]. Hizo su trabajo. Y ya est¨¢. Lo que no podemos consentir es esto¡±, a?ade, y se?ala por la ventanilla la acera repleta de manteros. ¡°Es una actividad ilegal y tenemos obligaci¨®n de evitar que exista, porque perjudica al comercio, al tr¨¢nsito, a las personas que compran productos falsificados, por sus posibles consecuencias para la salud¡±. Medita un rato. ¡°Muchas de estas personas tienen una orden de expulsi¨®n. Pero como no se les expulsa, viven con nosotros. Y no les damos salidas ni tienen derechos. Conjugar esos intereses es complicado. Mientras el Gobierno no facilite alternativas, la gente tiene que ganarse la vida¡±.

En el moh¨ªn de sus labios parecen confluir las convicciones de una mujer legalista. Pero bajo las gafas le asoman unos ojos nerviosos. Da la sensaci¨®n de que esos dos polos de su rostro expresaran su forma de entender el trabajo: la pol¨ªtica, para Higueras, consiste en conciliar intereses en conflicto. Cuando se le pregunta cu¨¢l es la mayor barrera que ha encontrado para sacar adelante proyectos, contesta: ¡°La maquinaria del Ayuntamiento¡±. Reconoce su capacidad limitada para cambiar el mundo desde el ¨¢mbito local; a menudo, las soluciones pasan por el Gobierno central. ¡°Una posibilidad¡±, prosigue, ¡°es conceder permisos de trabajo temporales. Nadie puede contratar a estas personas porque no tienen permiso de residencia ni de trabajo. No tienen otra forma de subsistir. No creo que la alternativa sea mantenerlos, sino que se busquen la vida. Yo no tengo esa competencia. Lo que s¨ª tengo es la tarjeta de vecindad [una especie de DNI para inmigrantes]. Para obtenerla, mi primer requisito es que se empadronen. Para saber qui¨¦nes viven aqu¨ª. No queremos fantasmas. Los reconocemos como habitantes. Y eso les otorga derechos en lo que s¨ª tengo competencia. Que no vendan, no cobren, no vivan¡­ Esto no funciona¡±.

Un mi¨¦rcoles de octubre, Higueras se sienta en su despacho en la sede de la Concejal¨ªa de Equidad. La puerta est¨¢ abierta y a menudo la interrumpen (una firma, una llamada, una reuni¨®n). Sobre la mesa hay una taza con un lema: ¡°Lo que parece imposible a veces solo tarda un poco m¨¢s¡±; y de un corcho cuelga una bandera arco¨ªris. El pasado junio, durante el 40? aniversario de la primera marcha del Orgullo en Madrid, Higueras agradeci¨® en su discurso a los activistas LGTBI ¡ª¡°Ten¨ªa 13 a?os, una familia muy conservadora, estudiaba en un colegio de monjas francesas¡­ Solo puedo daros las gracias por haberme salvado la vida¡±¡ª, convirti¨¦ndose en una de las pocas pol¨ªticas que han abierto la puerta del armario. ¡°A los 13 o 14 te sientes fuera de juego¡±, a?ade en su despacho. ¡°No tienes referentes, te sientes distinta, sabes que no eres como las dem¨¢s. Cuando empiezas a ver que no eres la ¨²nica, que hay alguien a quien preguntar y te cuenta¡­ Eso te salva la vida. Aunque lo dije en aquel gen¨¦rico de los movimientos, yo no estaba en nada de eso. Pero conoc¨ª a una persona que me abri¨® los ojos: la profesora de literatura del colegio. No era monja, sino de las otras. Estuvimos conversando porque yo hab¨ªa escrito una redacci¨®n que le llam¨® la atenci¨®n. Fue una suerte. Porque sientes que est¨¢s haciendo algo malo. Y lo ocultas para que no se entere nadie. Y porque, si se entera tu padre, puede ser el horror. Intentas ser otra persona, para que est¨¦n orgullosos de ti. Siempre sale mal, al menos en mi caso. Y eso era lo que escrib¨ª en aquella redacci¨®n¡­ Un momento¡±, se interrumpe, ¡°me da el sol, voy a bajar la persiana¡±.

"A los 13 a?os sent¨ªa como si hiciera algo malo. No ten¨ªa referentes¡±, dice Higueras sobre su orientaci¨®n sexual

Higueras no lleva maquillaje, pero cada ma?ana se embadurna de crema factor 50 porque es al¨¦rgica al sol; el cuello de la camisa disimula unas manchas rojizas que le trepan hacia la barbilla. Quiz¨¢ por eso se desenvuelve c¨®moda en la penumbra. Tambi¨¦n es al¨¦rgica al alcohol y a la fruta. Y nunca come verdura. Se intuye en ella a una mujer curtida a contracorriente. Los botones de su camisa, por ejemplo, se encuentran a la derecha: las compra en la secci¨®n masculina. ¡°Las de chicas me quedan estrechas de hombros y cortas de mangas. Y las de hombres, adem¨¢s, son m¨¢s bonitas¡±. Tras ensombrecer el despacho, cuenta que jam¨¢s explicit¨® su orientaci¨®n sexual en casa: ¡°Nunca di la opci¨®n a mis padres ni ellos me la dieron a m¨ª. Como eso era malo, feo y pernicioso, con no hablarlo es como si no existiera¡±. A los 22 se fue a vivir con su actual pareja ¡ªllevan 34 a?os juntas¡ª. ¡°Y ella tiene dos hijos, que a su vez tienen hijos. Por tanto, soy abuela. Tengo cinco nietos¡±.

Higueras estudi¨® Geograf¨ªa e Historia porque le gustaba picotear de todo. De ni?a era una lectora voraz, sobre todo de la Biblia, aunque hoy no se considera religiosa. A ella le gustaba jugar con los chicos, estuvo en dos equipos de baloncesto y siempre organizaba los juegos con sus hermanos (seg¨²n su hermana, ¡°nos mandaba¡±). Higueras anotaba las reglas: por ejemplo, en el de ¡°los ni?os en la Luna¡±, el banco era la nave; uno pilotaba, otro organizaba el alunizaje y ella iba detr¨¢s ¡°con la metralleta¡±. Su gran pasi¨®n es el teatro. Y los videojuegos de rol, en los que suele elegir el personaje del mago. ¡°El fundamento es ir mejorando y resolviendo puzles. Me engancha esa progresi¨®n del personaje ¡±.

Despu¨¦s de su encuentro en 1993 con Carmena y de seguirle los pasos al CGPJ, donde se dedic¨® a montar servicios judiciales pioneros por Espa?a, le ofrecieron ser asesora del Gobierno vasco en materia de justicia. Pas¨® ocho a?os all¨ª, bajo distintos Gobiernos del PNV, hasta que con la llegada del Ejecutivo socialista de Patxi L¨®pez, en 2009, fue nombrada directora de Justicia. La magistrada Victoria Cinto, viceconsejera de Justicia con Patxi L¨®pez, y por tanto jefa directa de Higueras, destaca sus logros: la puesta en marcha de un servicio de intermediaci¨®n hipotecaria en los a?os duros de los desahucios, similar al que despu¨¦s naci¨® en Madrid; su implicaci¨®n en los itinerarios de reinserci¨®n de presos de ETA; su trabajo con menores infractores; su cualificaci¨®n en justicia restaurativa y en asuntos de violencia de g¨¦nero.

De aqu¨ª a 50 a?os, Higueras imagina una ciudad de Madrid ¡°m¨¢s habitable, m¨¢s paseable, m¨¢s respirable¡±. Y defiende que el tr¨¢fico de hoy (debido a las obras) y la incertidumbre ante la pr¨®xima restricci¨®n de coches en el centro son hitos necesarios en ese camino. Un viernes de octubre, la acompa?amos al pleno en el que se debate la nueva ordenanza de movilidad. Antes de empezar, Bego?a Villac¨ªs, portavoz de Ciudadanos, asegura: ¡°Marta es de las pocas de las que tengo buena opini¨®n¡±. Durante el debate, en cambio, su grupo se lanza a la yugular: ¡°Tenemos un pufo para los pr¨®ximos a?os¡±; y el PP pide a Carmena que no convierta Madrid ¡°en un b¨²nker de sus experimentos sociol¨®gicos¡±.

Tras ser aprobada la ordenanza, el portavoz popular, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida, muestra tambi¨¦n otro tono: ¡°El trato pol¨ªtico con Marta es correcto. Es una persona razonable, con la que se puede dialogar, a pesar de las posiciones enfrentadas. Tiende al acuerdo, aunque estos pactos tienden a no ser ejecutados. No es una pol¨ªtica en estado puro, sino de exclusiva confianza de Carmena. Y ejerce de apagafuegos dentro del grupo de Ahora Madrid¡±.

En busca de una voz cr¨ªtica en los corrillos, nos acercamos a Carlos S¨¢nchez-Mato, exconcejal de Hacienda cesado por Carmena, y una voz disonante de Ahora Madrid. Cuando se le pide que valore la gesti¨®n de Higueras, arquea las cejas: ¡°No me corresponde a m¨ª¡±. Otra de las concejalas cesadas por Carmena, Celia Mayer, declin¨® ser entrevistada sobre Higueras. Pero hay quienes opinan, dentro de Ahora Madrid, que Higueras podr¨ªa haber hecho mucho m¨¢s con los recursos a su alcance (por ejemplo: de las 4.500 viviendas sociales prometidas, no se llegar¨¢ al millar al t¨¦rmino de la legislatura), y lo achacan a su incapacidad para gestionar una superconcejal¨ªa y a su escasa visi¨®n pol¨ªtica. Quien habla, lo hace solo a puerta cerrada, y sin nombre: ¡°Es una buena asistente de Manuela. Punto. Su ¨²nico valor positivo es la lealtad¡±.

A Higueras le toc¨® extinguir uno de los grandes incendios de la legislatura: el Plan Econ¨®mico-Financiero. Un conflicto similar al que se dio entre Bruselas y Atenas en tiempos de Varoufakis, pero entre el ministro de Hacienda, Crist¨®bal Montoro ¡ªque amenaz¨® con intervenir el Consistorio si no cumpl¨ªa con el techo de gasto¡ª, y el Ayuntamiento de Madrid. El fuego se llev¨® por delante al concejal de Hacienda de Ahora Madrid; Higueras lo sustituy¨® en la negociaci¨®n y se encarg¨® de pactar con el PP la aprobaci¨®n del plan (porque varios concejales de su propio grupo se negaron a apoyarlo). Higueras defiende as¨ª su aprobaci¨®n en diciembre de 2017: ¡°Siempre es mejor poder hacer algo que no poder hacer nada. Nos iban a intervenir de verdad¡±. Lo peor, en cualquier caso, no fue el plan en s¨ª. ¡°Lo duro fue no poder llegar al acuerdo interno. Esa fractura que se genera ah¨ª¡±.

A partir de ese instante, quedaron al aire las costuras de una formaci¨®n pol¨ªtica heterog¨¦nea, justo en el momento en que ¡°la jefa¡± comenzaba a ser preguntada si ser¨ªa de nuevo candidata para las elecciones de mayo de 2019. El pasado septiembre anunci¨® que se presentar¨ªa, pero al frente de una agrupaci¨®n de electores y no de confluencias. Este es el modelo creativo del que habla Higueras (y que los cr¨ªticos de Ahora Madrid temen que se parezca a la ¡°vieja pol¨ªtica¡±). A la teniente de alcaldesa se le ha encomendado gestionar este ¡°l¨ªo¡±, as¨ª lo define: ¡°Es una candidatura ciudadana, abierta a todos con independencia de las siglas a las que est¨¦s afiliado¡±. De momento, se traduce en que recibe e-mails de todo tipo de personas ofreci¨¦ndose para la lista o para elaborar el programa electoral. El proceso concluir¨¢ con unas primarias (que Carmena bautiz¨® ¡°participadarias¡±) y los elegidos deber¨¢n tener algo muy claro: ¡°No es posible que dentro de la candidatura haya personas que no voten la acci¨®n de gobierno¡±.

Es evidente que en alg¨²n momento, qui¨¦n sabe cu¨¢ndo, Carmena ¡ªque tiene 74 a?os¡ª decidir¨¢ retirarse. Quiz¨¢ Higueras salga entonces de la penumbra. Ante la pregunta, la sombra de Carmena frunce el ce?o: ¡°Ser alcaldesa conlleva una carga de responsabilidad inmensa¡±, responde. ¡°Pero si la pregunta es si me presentar¨ªa si no est¨¢ Manuela, s¨ª, me presentar¨ªa¡±.

Poco despu¨¦s vibra un m¨®vil sobre la mesa: ¡°Esta tengo que cogerla, es la jefa¡±.