¡°Tenemos que olvidarnos de que el arte se haga por amor al arte¡±
Manuel Segade ha revolucionado el arte contempor¨¢neo desde el Centro de Arte 2 de Mayo de M¨®stoles (CA2M). Hablamos con el hombre que trajo el 'voguing' a Madrid sobre los 10 a?os de la instituci¨®n y por qu¨¦ el barrio y la fiesta son los mejores aliados de la cultura
Mientras una parte de la juventud madrile?a sigue persiguiendo quimeras en las noches infinitas de la archiconocida discoteca Fabrik, en Humanes, otra se decanta por desplazarse a la periferia a plena luz del d¨ªa y por un motivo distinto: visitar el Centro de Arte 2 de Mayo (CA2M) de M¨®stoles. La persona que lo ha hecho posible es Manuel Segade (A Coru?a, 1977). Este prestigioso comisario y gestor cultural se puso al frente de la instituci¨®n hace tres a?os. Pero su gran momento lleg¨® este a?o con Elements of Vogue, una exposici¨®n antol¨®gica sobre la escena ballroom: aquel movimiento que naci¨® a principios de los ochenta entre la comunidad LGBT neoyorquina en el que divas espectaculares hac¨ªan duelos de desfiles, cuyos bailes Madonna inmortaliz¨® en su tema Vogue, y que ha vuelto a conquistar al gran p¨²blico gracias a Pose, la serie de Netflix.
A los balls que Segade mont¨® en M¨®stoles no solo acudi¨® el consabido grupo de coleccionistas y cr¨ªticos, sino una multitud de entregados espectadores de todas las edades y procedencias ¨Cinteresados en el debate de g¨¦nero y a visibilidad queer y, por supuesto, en la pura fiesta de la convocatoria¨C. El coru?¨¦s ha logrado que el mundo cultural, por lo general bastante comod¨®n, se acostumbre a desplazarse a esta localidad a 20 minutos de Madrid cada vez que el CA2M inaugura una muestra. La ¨²ltima, Querer parecer noche, es una exposici¨®n-suma que conmemora los 10 a?os de vida del centro con obras hechas ex profeso y que se podr¨¢ ver hasta el 27 de enero. Y el mejor resumen lo hace el propio Segade: ¡°Hay un piez¨®n tras otro¡±.
?Cu¨¢l es la conclusi¨®n de tus primeros tres a?os al frente del CA2M? Creo que el espacio ha ganado en calidad, y que el museo es como m¨ªnimo m¨¢s visible. Adem¨¢s, la intervenci¨®n arquitect¨®nica de Andr¨¦s Jaque nos ha permitido usos que antes habr¨ªan sido inimaginables. Pero sobre todo hemos logrado ser un organismo maduro en el que las diferentes cosas se van uniendo: la colecci¨®n, las exposiciones temporales, la educaci¨®n, las actividades y performances...
?Y cu¨¢l es vuestra relaci¨®n con los vecinos de la zona? ?Hab¨¦is logrado evitar ese ¡®elemento de gueto¡¯ que muchas veces implican los museos de arte contempor¨¢neo? Las estad¨ªsticas dicen que, si antes el p¨²blico era mayoritariamente de Madrid, ahora es del sur, de M¨®stoles o Alcorc¨®n, de donde procede en un 60% o 70%. Y eso tiene que ver con actividades de proximidad que desarrollamos, como los programas educativos con adolescentes o el cine de los domingos, una cita habitual entre los locales porque en M¨®stoles no hay un cine comercial, y adem¨¢s aqu¨ª es gratuito. O los conciertos y performances, Picnic Sessions y el Festival Autoplacer, donde se han llegado a formar colas de gente que no pod¨ªa entrar.
Ya que mencionas esas actividades, parecen formar parte de una apuesta que os relaciona con el hedonismo, con una cultura festiva. En Madrid nos gusta la fiesta, como dice el ne¨®n de Manuel Saiz que tenemos en la entrada a la terraza: ¡°We love parties¡±. Creo que hay aqu¨ª una forma de relacionarnos en la que la producci¨®n cultural tambi¨¦n pasa por el bar. A lo mejor en Holanda podr¨ªa ser, pero aqu¨ª no concebir¨ªamos una inauguraci¨®n en la que no dejaran beber. Ser¨ªa como una misa, no entender¨ªamos qu¨¦ est¨¢ pasando. As¨ª que hemos amplificado ese hedonismo para llevarlo a las exposiciones. Por eso es m¨¢s f¨¢cil que los j¨®venes se identifiquen con nosotros que con El Prado, por ejemplo.
?Y no tiene esa apuesta un componente pol¨ªtico tambi¨¦n? Ese aspecto aparece en varias de las exposiciones recientes, en especial Elements of Vogue, que adem¨¢s tuvo mucho impacto en p¨²blico y medios. A finales de los a?os sesenta aparece la tradici¨®n de lo que conocemos como arte contempor¨¢neo, al mismo tiempo que la revoluci¨®n del 68, la revuelta de Stonewall, los ¨²ltimos coletazos de independencia de los pa¨ªses coloniales y las primeras generaciones de feminismo en las artes pl¨¢sticas. As¨ª que, g¨¦nero, clase social y raza o etnicidad forman parte de su ADN. La performance o el arte del cuerpo surgi¨® tambi¨¦n en ese momento. Si antes eran los objetos, ahora es el cuerpo el veh¨ªculo del arte.
Sin embargo, la pintura ocupa aqu¨ª un lugar marginal. ?Podemos considerarla fuera de la ¨®rbita de la modernidad? En mi opini¨®n, la pintura no pertenece ontol¨®gicamente al r¨¦gimen de lo contempor¨¢neo, pero por otro lado, aqu¨ª hay bastante pintura entendida en un sentido amplio.
S¨ª, como ¡®pintura expandida¡¯, que busca trascender la bidimensionalidad que hasta ahora era caracter¨ªstica. La pintura ya no se hace solo para el ojo, sino tambi¨¦n para la mano. En el museo tradicional somos solamente un ojo, y ahora ese ojo pasa a ser un cuerpo entero. En el Prado, miras. En un museo de arte contempor¨¢neo como el CA2M todo tu cuerpo est¨¢ activo. Por eso digo que en este museo no todo tipo de arte entra, pero todo tipo de cuerpo cabe. Uno de nuestros proyectos a futuro es reformar el edificio para que cualquier tipo de cuerpo con sus capacidades pueda tener su espacio y su experiencia del arte. Adem¨¢s, hemos conseguido que se acerquen algunos p¨²blicos racializados de M¨®stoles, pero por ejemplo no la comunidad guineana. Esos son trabajos que tenemos pendientes.
En alguna ocasi¨®n has dicho, citando a la artista Dora Garc¨ªa, que ¡°el futuro debe ser peligroso¡±. ?Sigues viendo peligro en el futuro del CA2M? El crecimiento de la propia colecci¨®n nos obliga a hacer cosas fuera del museo. Te avanzo que durante ARCO haremos una exposici¨®n en la Sala Alcal¨¢ 31 con las obras de arte latinoamericano en las colecciones del CA2M.
ARCO lo visita much¨ªsima gente, pero la mayor¨ªa ni siquiera pisa una galer¨ªa el resto del a?o. ?A qu¨¦ crees que se debe ese fen¨®meno? Se trata de una paradoja. A todos nos gusta vestir a la ¨²ltima, aunque sea con lo que han copiado Zara y H&M, y escuchar la ¨²ltima m¨²sica. Siempre me ha parecido curioso que el arte contempor¨¢neo genere ese rechazo. En general no logramos llegar a la gente con nuestras propuestas, pero de pronto en la semana de ARCO todo el mundo se interesa por lo que hacemos. Por eso es una de las instituciones del arte contempor¨¢neo m¨¢s importantes de Espa?a.
Y adem¨¢s es un mercado, con todo lo que eso conlleva. En efecto, ARCO no es una ONG sino un mercado. Y ese elemento es fundamental en el sistema. Tenemos este prejuicio de que en el arte el mercado debe dejarse fuera y no debemos ni hablar de ¨¦l. A nadie le parece raro que en una entrevista de trabajo se discuta sobre las condiciones econ¨®micas. Pues en el arte deber¨ªamos olvidar la idea de que esto se hace por amor al arte. ARCO es tan importante como el Reina Sof¨ªa o el CA2M, porque da de comer a los artistas, y si los artistas no comen, no producen. Y entonces tampoco habr¨ªa museos.
?C¨®mo es vuestra relaci¨®n con la Comunidad de Madrid? ?Has podido actuar libre de injerencias pol¨ªticas? La libertad de programaci¨®n es algo fundamental. Y sobre eso no es que no me queje, es que tenemos un idilio con la Comunidad. En los 2000 aparecieron museos como setas, muchas veces por expectativas no art¨ªsticas, sino pol¨ªticas. Y en el momento en que no daban r¨¦ditos de imagen se transformaron o cerraron. No creo que ese riesgo exista en el caso del CA2M porque ya hab¨ªa una colecci¨®n, y adem¨¢s somos el ¨²nico museo dedicado exclusivamente al arte contempor¨¢neo en toda la regi¨®n
?Os ha ayudado tambi¨¦n cierto car¨¢cter perif¨¦rico? Somos perif¨¦ricos, s¨ª, pero por la propia naturaleza del arte contempor¨¢neo, que ya es marginal de por s¨ª. Si fuera un g¨¦nero literario, el contempor¨¢neo ser¨ªa ciencia-ficci¨®n. Ahora estamos reformando un edificio para un arte por venir que no sabemos ni c¨®mo va a ser. Un artista de mis salas de dentro de ocho a?os, a lo mejor ni lo entiendo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.