?Cultivar alimentos en ciudades? S¨ª, ya lo hacen en la capital de este pa¨ªs
En Kampala, en Uganda, se buscan soluciones creativas al reto de la urbanizaci¨®n. Cada vez m¨¢s residentes crean granjas urbanas y cultivan hortalizas con m¨¦todos innovadores y reciclando materiales como el pl¨¢stico
Cuando Martin Agaba se dio cuenta de que Kwagala, una granja urbana, se hab¨ªa quedado sin espacio, decidi¨® que la soluci¨®n no era ampliarla hacia fuera sino hacia arriba. ¡°Comprendimos que ten¨ªamos que utilizar el tejado¡±, explica. Hoy, de todas las innovaciones que han animado a buena parte de la comunidad circundante del ¨¢rea de Kulambiro, en Kampala (Uganda), a cultivar sus propios alimentos, las plantaciones verticales en cajas, colocadas justo encima de la cocina de la granja, siguen siendo sus favoritas.
Kwagala, que ocupa 2.000 metros cuadrados de tierra, es fruto de la inventiva de Diana Nambatya, catedr¨¢tica de salud p¨²blica, que en 2010 empez¨® a cultivar hortalizas para ahorrar dinero en comida. Tras recibir dos vacas de dote, decidi¨® usar los excrementos del animal para generar biog¨¢s para su vivienda. La pr¨®spera granja urbana no tard¨® mucho en llamar la atenci¨®n de los vecinos, y en 2012, su due?a empez¨® a formar a mujeres en un peque?o centro de demostraci¨®n.
La granja de Diana no es sino una de las muchas que est¨¢n surgiendo en y alrededor de Kampala, una ciudad con 1,5 millones de residentes que buscan soluciones creativas al reto de la urbanizaci¨®n. Entre 2002 y 2010, la poblaci¨®n urbana de Uganda aument¨® un 5,6%. Este proceso, asegura Agaba, est¨¢ erosionando el inter¨¦s de los j¨®venes por el sector agr¨ªcola de Uganda, que da empleo aproximadamente al 69% de la poblaci¨®n.
Agaba est¨¢ ense?ando a algunos de los ni?os que viven alrededor de la granja Kwagala a cultivar fresas, mandioca y cebolletas. ¡°Queremos motivar a los chicos para que no est¨¦n pendientes solo de los boda bodas (taxis motocicleta, una forma popular de empleo informal) o de la televisi¨®n, y hagan algo creativo todos los d¨ªas¡±, afirma. Uganda tiene una tasa de natalidad elevada, con un 48% de la poblaci¨®n en edades comprendidas entre 0-14 a?os.
En Campo Verde todo se aprovecha. Hasta las c¨¢scaras de los huevos que ponen las gallinas se utilizan para cultivar berros de jard¨ªn
¡°En cierta manera, los j¨®venes han desertado de la forma que nuestros padres ten¨ªan de hacer las cosas, de modo que si queremos convencerlos de que se dediquen a la agricultura tenemos que hacer que les resulte atractiva; tiene que interesarles¡±, explica Brian Ndyaguma, empresario y propietario de restaurantes.
En el caso de Kwagala, lo que primero atrajo visitantes fue su forma creativa de reutilizar neum¨¢ticos. Despu¨¦s, cuando empezaron a emplear otros materiales, como canalones y cartones de leche desechados, algunos de los ni?os de la localidad empezaron a inventar sus propios dise?os. ¡°Ahora los ni?os no copian lo que hacemos¡±, explica Martin. ¡°Hacen sus propias cosas¡±.
Harriet Nakabaale lleva una peque?a granja llamada Campo Verde, en Kawaala, un barrio de la capital. Recoge botellas de pl¨¢stico desechadas por sus vecinos y las convierte en macetas, cort¨¢ndolas, o en regaderas, perfor¨¢ndolas. En Campo Verde todo se aprovecha. Hasta las c¨¢scaras de los huevos que ponen las gallinas se utilizan para cultivar berros de jard¨ªn.
La granja Kwagala tiene ahora tres vacas que comen c¨¢scaras de pl¨¢tano y ma¨ªz de cultivo hidrop¨®nico (un m¨¦todo que emplea una soluci¨®n acuosa en lugar de tierra). Martin Agaba y sus compa?eros de trabajo recogen despu¨¦s los excrementos de vaca para producir abono, y luego venden el exceso de producci¨®n. A pesar de su potencial econ¨®mico, la granja no tiene planes de ampliaci¨®n. ¡°No necesitamos m¨¢s de tres vacas¡±, asegura. ¡°Queremos ense?ar a la gente a tener menos, pero haciendo m¨¢s con lo que tiene¡±.
Diana Nambatya y Harriet Nakabaale dirigen programas educativos para residentes. En la granja Kwagala, m¨¢s de 700 mujeres y j¨®venes han recibido formaci¨®n en agricultura urbana y han aprendido a producir abono org¨¢nico y biocombustible.
Agaba es ingeniero y, como la mayor¨ªa de los que trabajan en la granja, tiene un empleo principal y este es su pasatiempo. Aunque no vende mucho de lo que produce, s¨ª reconoce que su hobby tiene ventajas econ¨®micas: ¡°Cultivar tu propia comida te produce dinero porque te permite ahorrar¡±.
Brian Ndyaguma compra una buena parte de las hortalizas, las plantas arom¨¢ticas y las frutas que utiliza en sus restaurantes a las granjas urbanas de Kampala. Le parecen una oportunidad empresarial no solo para los habitantes de las ciudades, sino tambi¨¦n para los agricultores rurales. ¡°Aqu¨ª en Uganda seguimos contando con una gran ventaja, porque tenemos buena tierra, de modo que hay mucha comida disponible. El reto est¨¢ en la distribuci¨®n¡±, explica. Los embotellamientos, la falta de camiones refrigerados y los d¨ªas prolongados y t¨®rridos en los mercados pueden dificultar que los alimentos cultivados fuera de la capital se mantengan frescos. ¡°La agricultura urbana da a los agricultores rurales m¨¢s capacidad para concentrarse en cultivos no perecederos, como el ma¨ªz u otros cereales¡±, remacha.
En la granja Kwagala, m¨¢s de 700 mujeres y j¨®venes han recibido formaci¨®n en agricultura urbana y han aprendido a producir abono org¨¢nico y biocombustible
Kampala es una ciudad ¨¦tnicamente diversa, con una importante comunidad surasi¨¢tica, lo cual se refleja en la cocina local; en los restaurantes ugandeses es normal encontrar chapatis y samosas. Esto ha hecho que algunos de los habitantes aprovechen la tierra f¨¦rtil y el clima agradable de la regi¨®n para cultivar hierbas arom¨¢ticas, especias, hortalizas y frutas no aut¨®ctonas.
Namita Agarwal es de origen indo-guyan¨¦s, pero lleva m¨¢s de veinte a?os viviendo en Kampala; ahora cultiva chiles, papayas, chirimoyas, mangos, berenjenas, luffas y n¨ªsperos, as¨ª como hierbas arom¨¢ticas indias y hortalizas en su huerto. ¡°Soy la ¨²nica persona aqu¨ª que cultiva guisantes¡±, dice. Utiliza un grupo de WhatsApp para vender el exceso de producci¨®n. ¡°S¨¦ que otros empezar¨¢n a cultivarlos dentro de dos o tres meses. Uno crea el mercado y luego la gente lo copia¡±.
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