La voz de mi madre
Todos los a?os, a finales de noviembre, los viejos versos de un villancico rural y andaluz se apoderan de m¨ª como una agridulce maldici¨®n
ANTES DE que termine noviembre, empieza la Navidad. Las calles se llenan de luces, las tiendas de ofertas y los escaparates de tentaciones. Algunas personas, rebosantes de esp¨ªritu navide?o, empiezan a decorar sus casas. Otras, cargadas de raz¨®n, se resisten a la edulcorada org¨ªa que se nos viene encima. Yo no hago ni una cosa ni la otra. A finales de noviembre, ya necesito toda mi energ¨ªa para resistir el recuerdo de la voz de mi madre.
Ella no ten¨ªa una voz fabulosa, pero entonaba bien y, sobre todo, cantaba mucho. Mientras hac¨ªa la comida, en los viajes en coche, en las tardes perezosas del verano le gustaba cantar. Recuerdo sus canciones favoritas, muchas coplas populares, rancheras mexicanas y otras melod¨ªas m¨¢s raras, que no he vuelto a o¨ªr desde que dej¨¦ de escuchar su voz. Ella me ense?¨® que en el Barranco del Lobo hay una fuente que mana sangre de los espa?oles que murieron por la patria, y que ya estamos llegando a P¨¦njamo, ya brillan all¨¢ sus c¨²pulas, de corralejo, parece un espejo mi lindo P¨¦njamo, y hasta el himno del Metropolitano, rey de la furia espa?ola, club altivo y generoso, eres de Espa?a aureola y del f¨²tbol el coloso, pero a lo largo de mi vida he podido seguir cantando todas esas canciones sin que la memoria de su voz ahogue la m¨ªa. Hasta que empiezan a sonar los villancicos.
Por fortuna, su favorito no es hoy muy popular. Nunca lo he o¨ªdo en las recopilaciones navide?as que atruenan en grandes almacenes y centros comerciales, y aunque es andaluz, como mi bisabuela Isabel, tampoco ha generado, que yo sepa, versiones aflamencadas. Sin embargo, supongo que si lo oyera en una voz ajena no me impresionar¨ªa tanto. Tal vez no me impresionar¨ªa en absoluto, porque lo que me duele de verdad es cantarlo. En el instante en que empiezo, madre, en la puerta hay un ni?o, m¨¢s hermoso que el sol bello, y dice que tiene fr¨ªo porque viene medio en cueros, ya s¨¦ que no voy a llegar entera al estribillo. No s¨¦ por qu¨¦ me pasa, ni por qu¨¦ s¨®lo me pasa a m¨ª, pero s¨¦ que mi madre sobrevive en esa canci¨®n, en esa letra, en esa m¨²sica, con mucha m¨¢s intensidad, m¨¢s contundencia, que en cualquier otra imagen, recuerdo, objeto o palabra suya. No hay nada en este mundo que tenga el mismo poder de devolv¨¦rmela intacta, viva siempre, a pesar de su muerte y de mis l¨¢grimas.
La voz humana es el instrumento musical m¨¢s extraordinario que existe, porque conecta directamente con el coraz¨®n de quien la escucha, de quien la recuerda. En la voz de mi madre, que no oigo desde hace m¨¢s de 30 a?os y sin embargo suena en mis o¨ªdos casi todos los d¨ªas, quepo yo a lo largo de todos los a?os que he vivido, las arrugas que ella nunca vio en mi cara, las canas que me ti?o, y mis hijos, a quienes nunca conoci¨®, esos mismos que cantan cada a?o su villancico y apuestan entre ellos a ver qui¨¦n me hace llorar primero. Ni siquiera sus fotograf¨ªas, esas viejas im¨¢genes que no creo haber visto nunca cuando alguien me las env¨ªa, me devuelven su rostro, su cuerpo, su sonrisa, con tanta nitidez, porque en su voz estamos las dos, porque en sus fotos est¨¢ ella sola. Por eso sus canciones, las que m¨¢s le gustaban, no suenan igual en otras voces. Por eso mi voz, mucho m¨¢s fea y menos entonada que la suya, es capaz de resucitarla hasta cuando no quiero. Y aunque no quiera, todos los a?os, a finales de noviembre, mientras la Navidad se cierne sobre mi cabeza como un destino inexorable, los viejos versos de un villancico rural y andaluz se apoderan de m¨ª como una agridulce maldici¨®n. Ni siquiera s¨¦ si preferir¨ªa no recordarlos, porque si un a?o de estos el ni?o dejara de entrar, y de sentarse, si la patrona no volviera a preguntarle de qu¨¦ tierra y de qu¨¦ patria, yo ya no ser¨ªa yo. Ser¨ªa otra mujer, no s¨¦ si mejor o peor, pero, sin duda, otra distinta.
No me gustan las listas. Nunca participo en las encuestas que pretenden definir los 10 mejores libros del siglo XX, las mejores canciones de mi generaci¨®n, los acontecimientos que nos han marcado en la ¨²ltima d¨¦cada. No concibo una tarea m¨¢s est¨¦ril. Pero si tuviera que escoger una melod¨ªa, una letra, una canci¨®n entre todas las que han existido, s¨ª s¨¦ qui¨¦n la cantar¨ªa.
Benita Hern¨¢ndez Alonso, mi madre.??
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
