Pulpo y alta pol¨ªtica gallega en Cuba
En 1991, siendo presidente de la Xunta, Manuel Fraga viaj¨® a La Habana cuando nadie cre¨ªa que la revoluci¨®n sobrevivir¨ªa
El avi¨®n R¨ªas Gallegas de Iberia aterriz¨® en La Habana con siete horas de retraso. Eran las 2:05 de la madrugada del 24 de septiembre de 1991, y el momento pol¨ªtico en Cuba no pod¨ªa ser peor. El socialismo en Europa del Este acababa de desbarrancar y en Occidente nadie apostaba por la revoluci¨®n de Fidel Castro, pero en eso lleg¨® Manuel Fraga Iribarne, por la gracia de Dios y del mill¨®n de gallegos que lo hab¨ªan elegido presidente de la Xunta dos a?os antes. Fraga ten¨ªa 68 a?os. Fidel acababa de cumplir 65, y ambos eran hijos de emigrantes gallegos que hab¨ªan llegado a la isla con lo puesto y buscando progresar; ese era su punto de contacto.
Pese al retraso del vuelo, y aunque por protocolo no era necesario, Fidel recibi¨® a Fraga en el aereopuerto y le brind¨® honores de jefe de Estado. Sonaron en la pista las primeras gaitas sopladas por gaiteros negros y mulatos, y, al escuchar el inicio de Os Pinos, Fraga se emocion¨®. Al atacar la banda el ¡®¡de tu verdor ce?ido/ y de los benignos astros/ conf¨ªn de los verdes castros/y tierra valerosa¡¯, el presidente de la Xunta rompi¨® a llorar inconteniblemente al recordar que el himno de Galicia fue estrenado en el teatro del Centro Gallego de La Habana all¨¢ por 1907. Fue la t¨®nica de todo el viaje: una visita de alta carga pol¨ªtica, pero todav¨ªa con m¨¢s contenido emocional, pues don Manuel hab¨ªa pasado los primeros a?os de su infancia en el batey del central azucarero de Manat¨ª, donde su padre sirvi¨® al administrador, el Marqu¨¦s de Aguayo.
Castro consider¨® el viaje de Fraga como un ¡°un acto de valent¨ªa¡± y dijo que era ¡°m¨¢s de izquierdas que mucha gente izquierda¡±
La visita de Fraga, cuando la isla se adentraba en la noche del Periodo Especial y las relaciones de Fidel y Felipe no pod¨ªan ser peores, despert¨® grandes expectativas, hasta el extremo de que en sus primeras declaraciones Castro consider¨® el viaje como ¡°un acto de valent¨ªa¡± y dijo que Fraga era ¡°m¨¢s de izquierdas que mucha gente de izquierda¡±.
Las declaraciones ¡ªque valieron para bautizar a Fraga como el ¨²ltimo rojo¡ª cayeron como una pu?alada en la sede del Partido Popular, donde un Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar l¨ªder de la oposici¨®n trag¨® saliva y no dijo nada, pues don Manuel era mucho don Manuel. Lo mismo sucedi¨® en La Moncloa, donde Felipe Gonz¨¢lez estaba tan poco contento que su embajador en La Habana, Gumersindo Rico, no estuvo presente el primer d¨ªa del viaje.
Desde el inicio hubo empat¨ªa entre Fraga y Fidel. Ambos celebraron partidas de domin¨®, se prodigaron en declaraciones de mutuo aprecio, organizaron queimadas a cuatro manos, salieron en barco y apadrinaron una romer¨ªa multitudinaria.
Fidel ningune¨® a Felipe Gonz¨¢lez al calificar las relaciones con Espa?a de ¡°simplemente normales¡±
En lo pol¨ªtico, Fraga conden¨® el embargo norteamericano, lo cual fue considerado un triunfo de Castro en momentos en que EE UU recrudec¨ªa la presi¨®n. Pero no tuvo pelos en la lengua para decir lo que pensaba sobre los derechos humanos, reclamar la devoluci¨®n del Palacio del Centro Gallego o dar su opini¨®n sobre lo que le preguntaban. Un d¨ªa lo llevaron a una f¨¢brica de televisores y, al terminar, el director le pregunt¨® qu¨¦ le hab¨ªa parecido: ¡°Mire lo que le voy a decir, querido amigo. Dejen que los japoneses fabriquen los televisores y ded¨ªquense ustedes al turismo¡±.
¡ª?¡°Chico, la verdad es que Franco nunca nos trat¨® mal ni se sum¨® al bloqueo yanqui¡±.
Castro puso cara inocente al dar aquella respuesta, pero la sorpresa fue general en aquella sala del Palacio de la Revoluci¨®n. El l¨ªder cubano hab¨ªa acompa?ado a Fraga en muchas de sus actividades y una noche rompi¨® el protocolo y accedi¨® a hablar con los informadores, mostrando dominio absoluto de la pol¨ªtica interna espa?ola. Para empezar, ningune¨® a Felipe al calificar las relaciones con Espa?a de ¡°simplemente normales¡±. Despu¨¦s elogi¨® a Fraga, dijo que "podr¨ªa estar hablando 100 horas" con su invitado y, a la cuesti¨®n de si no se sent¨ªa extra?o al compartir amistad con un exministro de Franco, el hijo de don ?ngel Castro, el vecino de L¨¢ncara que march¨® a combatir a la guerra de Cuba a finales del siglo XIX y se qued¨®, respondi¨® que ¡°en absoluto. Nosotros le dec¨ªamos de todo a Franco, pero la verdad es que su actitud fue intachable, nunca quiso romper relaciones con Cuba¡±.
Antes de partir, Fraga organiz¨® en los Jardines de la Tropical una gran romer¨ªa con miles de invitados, gallegos y descendientes de gallegos en su mayor¨ªa. Cayeron 100 kilos de empanada y tonelada y media de pulpo, cocinada por una pareja de pulpeiros que se llev¨® para la ocasi¨®n, pero entre el calor y la abundante comida un par de aquellos abuelos gallegos se desmayaron. Apareci¨® un m¨¦dico entre el p¨²blico.
¡ªVamos a ver ?qu¨¦ han hecho ustedes hoy diferente a otro d¨ªa?, les pregunt¨® cuando se recuperaron.
Cay¨® tonelada y media tonelada de pulpo, cocinada por una pareja de pulpeiros que el presidente de la Xunta se trajo para la ocasi¨®n
¡ªNada, doctor, lo de siempre... Solo que nos hemos comido varios platos de pulpo.
¡ªY lac¨®n con grelos...
¡ª?Claro! Ustedes lo que han tenido es un ¡°shock proteico¡±, exclam¨® el doctor.
El m¨¦dico les explic¨® que aquel atrac¨®n, despu¨¦s de tantos meses de restricciones y a?os de racionamiento, hab¨ªa resultado fatal. Exceso de prote¨ªnas. Les recomend¨® reposo, pero antes de terminar la romer¨ªa los dos viejitos se miraron el uno al otro y llenaron una jaba con empanada y lac¨®n: "Por si acaso".
Tras el viaje, Cuba liber¨® a un centenar de presos y poco despu¨¦s se celebr¨® en la isla el IV Congreso del Partido Comunista, que reiter¨® que en Cuba no habr¨ªa perestroika ni transici¨®n. Al a?o siguiente, Fidel Castro particip¨® en la cumbre Iberoamericana de Madrid y despu¨¦s visit¨® a Fraga en su feudo, cumpliendo un viejo sue?o. Al ver la humild¨ªsima casa natal de su familia en L¨¢ncara, Fidel se emocion¨®. ¡°Ahora entiendo por qu¨¦ tuvieron que emigrar nuestros padres¡±, le dijo al presidente de la Xunta.
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