El ¨²nico pa¨ªs de Europa donde el aborto es un completo tab¨²... hasta ahora
Malta es uno de los ¨²ltimos Estados del mundo que proh¨ªbe la interrupci¨®n del embarazo en toda circunstancia. Pero el movimiento malt¨¦s por el derecho a decidir empieza a hacerse o¨ªr
Julie no ha estado siempre a favor del derecho a decidir. Como a la mayor¨ªa de malteses que est¨¢n en la treintena, a los 12 a?os le ense?aron en el colegio un corto documental contrario al aborto con fines did¨¢cticos titulado El grito silencioso. La pel¨ªcula, realizada en 1984, hab¨ªa sido producida por la organizaci¨®n antiabortista estadounidense Comit¨¦ Nacional por el Derecho a la Vida, y utilizaba ecograf¨ªas para mostrar la interrupci¨®n del embarazo de un feto de 12 semanas. "De la experiencia recuerdo que nos explicaron que todos los abortos eran como el del v¨ªdeo", cuenta Julie. El documental se proyect¨® en clase a modo de advertencia. "El profesor hac¨ªa hincapi¨¦ en lo despiadado que era el procedimiento, en la crueldad de la mujer que abortaba, en lo que sufri¨® y en lo mucho que se arrepinti¨® despu¨¦s".
El v¨ªdeo constituy¨® la pieza fundamental del material did¨¢ctico malt¨¦s sobre el la interrupci¨®n del embarazo durante a?os. "Ahora muchos colegios lo han eliminado pero, cuando yo era peque?a, era un recurso corriente que se mostraba en todas las escuelas. As¨ª que, evidentemente, crecimos con la idea de que el aborto era un asesinato", asegura Andrea Dibben, directora de la Fundaci¨®n por los Derechos de la Mujer (WRF, por sus siglas en ingl¨¦s).
Julie termin¨® el colegio, empez¨® a estudiar Biolog¨ªa, se cas¨® y pronto se qued¨® embarazada de su primer hijo. A los seis meses, de vuelta a casa despu¨¦s de una ecograf¨ªa protocolaria, vio que en el informe figuraba algo anormal. Como el m¨¦dico no le hab¨ªa dicho nada al respecto, al d¨ªa siguiente fue a pedirle explicaciones. Result¨® que su hijo padec¨ªa una extra?a afecci¨®n debido a la cual, si llegaba a nacer vivo, morir¨ªa en los primeros a?os de vida. "El doctor asegur¨® que yo no pod¨ªa hacer nada, que ten¨ªamos que esperar y ver qu¨¦ pasaba. Seg¨²n ¨¦l, lo m¨¢s probable era que el coraz¨®n del feto dejase de latir y que tuviese que abortar".
Julie sigui¨® con su embarazo hasta el final, pero su hijo, al que dio a luz por ces¨¢rea, muri¨® una hora despu¨¦s de nacer. La joven no hab¨ªa considerado en ning¨²n momento la posibilidad de salir de Malta para poner fin a su embarazo, y sigui¨® oponi¨¦ndose al aborto hasta que una amiga que se hab¨ªa visto atrapada en una relaci¨®n violenta compr¨® la p¨ªldora abortiva por Internet y se qued¨® a pasar la noche en un hotel. En Malta, entre enero de 2013 y enero de 2018, 465 mujeres intentaron comprar por Internet pastillas para interrumpir el embarazo, seg¨²n datos de la WRF.
Me di cuenta de que me obligaron a pasar por un embarazo en cierto modo in¨²til. Es verdad que disfrut¨¦ de los nueve meses en los que tuve al beb¨¦ en el vientre, pero los m¨¦dicos sab¨ªan que no iba a sobrevivir Julie
Este incidente llev¨® a Julie a preguntarse por qu¨¦ no le ofrecieron una alternativa. "Me di cuenta de que me obligaron a pasar por un embarazo en cierto modo in¨²til. Es verdad que disfrut¨¦ de los nueve meses en los que tuve al beb¨¦ en el vientre, pero los m¨¦dicos sab¨ªan que no iba a sobrevivir". Tras la ces¨¢rea, Julie sufri¨® dos a?os de complicaciones m¨¦dicas que, afirma, dejaron una profunda huella en mi familia. "Mi matrimonio estuvo a punto de irse a pique, todo por culpa, as¨ª lo veo yo, de una ley est¨²pida que no me permit¨ªa decidir si era conveniente poner fin a mi embarazo".
Malta es un pa¨ªs isle?o de 425.000 habitantes y firmes convicciones cat¨®licas. En los ¨²ltimos a?os se ha puesto a la vanguardia de la defensa de los derechos LGBT, y en 2016 marc¨® un hito hist¨®rico al convertirse en el primer miembro de la Uni¨®n Europea en ilegalizar las terapias de reorientaci¨®n sexual, como se conoce al conjunto de pr¨¢cticas dirigidas a cambiar, reprimir o eliminar la orientaci¨®n sexual o la identidad de g¨¦nero de una persona. Sin embargo, en otros terrenos ha seguido siendo profundamente conservador. No legaliz¨® el divorcio hasta 2011, y es uno de los ¨²ltimos pa¨ªses del mundo, junto con El Salvador, Chile, Rep¨²blica Dominicana y Nicaragua, que proh¨ªbe el aborto en cualquier circunstancia.
En mayo de 2018, Irlanda vot¨® a favor de abolir la ley que solo permit¨ªa interrumpir el embarazo si la vida de la madre corr¨ªa peligro, pero no en caso de violaci¨®n, incesto o anomal¨ªas fetales graves. Andrea Dibben cree que ahora que Irlanda ha votado la despenalizaci¨®n de esta pr¨¢ctica hasta la 12? semana de embarazo, la prensa extranjera dirigir¨¢ su atenci¨®n a otros pa¨ªses. "Esperamos que se fije en nosotros [Malta], ya que somos el ¨²nico caso en Europa". Neil Falzon, de la Fundaci¨®n Aditus, una ONG maltesa pro derechos humanos, piensa que ser¨ªa un siguiente paso normal. "Si un pa¨ªs como Irlanda, con una historia parecida a la nuestra en lo que se refiere a valores religiosos y conservadores, lo ha dado, ?por qu¨¦ no lo ¨ªbamos a dar nosotros?", razona.
En Reino Unido, el aborto es legal hasta las 24 semanas de embarazo. Fuera de ese plazo, se puede practicar en determinadas circunstancias, como, por ejemplo, si la vida de la madre corre peligro o existe la posibilidad de que el beb¨¦ nazca con una discapacidad grave.
La prohibici¨®n de abortar no ha conseguido que las mujeres dejen de intentar hacerlo en el extranjero
Cuando mira atr¨¢s, Julie piensa que es muy probable que hubiese decidido seguir con su embarazo, pero cree que si hubiese tenido la posibilidad de decidir, el sufrimiento habr¨ªa sido m¨¢s llevadero. "Si existe la opci¨®n, al menos te ofrecer¨¢n asesoramiento, orientaci¨®n y apoyo antes del aborto".
A principios de este a?o, WRF public¨® un documento expresando su postura, en el que exig¨ªa una serie de cambios en la normativa relacionada con la salud sexual y reproductiva. Uno de las medidas recomendadas era la posibilidad de abortar legalmente y con seguridad. El cap¨ªtulo dedicado al aborto levant¨® revuelo en los medios de comunicaci¨®n malteses, y al final WRF fue invitada a defender su postura en Xarabank, el programa de debate m¨¢s popular del pa¨ªs. Dibben, que particip¨® en la mesa redonda, transmitida en directo, recuerda que el ambiente era intimidatorio: "El p¨²blico me abucheaba y nos llamaron de todo".
Neil Falzon habla de un "silencio obligado" que alcanza a todos los niveles de la sociedad. "Las instituciones, el Gobierno, la oposici¨®n, las principales ONG a favor de los derechos de las mujeres, todos funcionan a una para evitar que se hable del tema [del aborto]. En el momento en que se hace referencia a ¨¦l en cualquier contexto, es rechazado desde todas partes".
"Somos un pa¨ªs muy peque?o, todo el mundo conoce a todo el mundo y todos tenemos relaci¨®n con todos, as¨ª que el estigma y el tab¨² son enormes. La gente ni siquiera quiere hablar de ello. Tengo la sensaci¨®n de que si abro la boca para decir algo van a intentar hacerme callar. La gente se vuelve visceral y me ataca personalmente", dice Julie. Dibben piensa que manifestarse a favor del derecho a decidir puede tener consecuencias perjudiciales para la vida laboral. Los abogados, los empresarios y los psic¨®logos pueden perder clientes. "Hasta he o¨ªdo a un miembro del colectivo m¨¦dico decir que ser¨ªa un suicidio profesional", afirma.
Francesca Fenech Conti es fundadora y administradora de Women for Women, un grupo privado de Facebook formado por 27.000 mujeres. Sus integrantes debaten sobre toda una serie de temas, entre otros, el aborto y la salud sexual y reproductiva. Conti cuenta confidencialmente que su grupo est¨¢ "rompiendo el silencio". Por los debates en sus foros y las conversaciones con muchas de sus miembros, piensa que, aunque en cierto modo siga en la clandestinidad, el movimiento por el derecho a decidir est¨¢ creciendo en Malta.
No cabe duda de que Internet ha tenido un efecto enorme en la generaci¨®n de j¨®venes. "Se aprecia en los comentarios individuales en las p¨¢ginas web de noticias y, actualmente, en las redes sociales", observa Falzon, seg¨²n el cual la divergencia entre los que muchos malteses dicen en privado y en p¨²blico todav¨ªa no se ha resuelto. "En los grupos privados o en tu burbuja social a veces hay personas que expresan esas opiniones [a favor del derecho a decidir], pero nunca participar¨ªan en una marcha, una protesta o una manifestaci¨®n".
La prohibici¨®n de abortar no ha conseguido que las mujeres dejen de intentar hacerlo en el extranjero. Cuando estaba realizando la investigaci¨®n para su art¨ªculo, Dibben entrevist¨® a muchas mujeres que se hab¨ªan sometido a intervenciones de interrupci¨®n del embarazo en otro pa¨ªs. "Por lo que me contaron, la mayor¨ªa prefiere hacerlo en Reino Unido". Seg¨²n las estad¨ªsticas hechas p¨²blicas por el Departamento Brit¨¢nico de Salud, entre 50 y 80 maltesas viajan a ese pa¨ªs cada a?o. Dibben explica que "si se lo pueden permitir, eligen ir a Reino Unido debido al idioma y a los estrechos lazos que existen por ser una excolonia. Incluso hemos sabido de mujeres que abortaron en el Servicio Nacional de Salud".
En el campus principal de la Universidad de Malta, los estudiantes se re¨²nen entre clase y clase en torno a un puesto de caf¨¦. Francesca, una estudiante de Literatura Inglesa de 24 a?os, se declara "radicalmente contraria al aborto" debido a sus creencias religiosas, si bien piensa que deber¨ªa estar permitido en caso de peligro para la vida de la madre. Tambi¨¦n opina que la interrupci¨®n del embarazo deber¨ªa ser ilegal desde el mismo momento en que la mujer se entera de que est¨¢ en estado. Su amiga Roberta, de 23 a?os, afirma que se opone al aborto "a no ser que pueda afectar emocional o econ¨®micamente a la madre". La joven estudiante opina que la interrupci¨®n del embarazo solamente deber¨ªa ser ilegal una vez que los ¨®rganos se han desarrollado, lo cual cree que se produce alrededor de los dos o tres meses. La discrepancia entre ambas no es un obst¨¢culo para su amistad, algo que ellas atribuyen al hecho de que pertenecen a una nueva generaci¨®n que ya no teme tanto expresar sus opiniones.
Una ma?ana c¨¢lida y soleada encontramos a Anna y Paul en un discreto caf¨¦ de la peque?a ciudad de Gzira. La pareja quiere contar su historia, pero todav¨ªa se muestran reacios a hablar del tema del aborto en p¨²blico. Su angelical reci¨¦n nacido duerme en el cochecito. Paul se refiere a ¨¦l como un "beb¨¦ arco¨ªris" porque vino al mundo despu¨¦s de su hermano, que muri¨® tr¨¢gicamente al poco de nacer.
En su primer embarazo, Anna estuvo hospitalizada un mes tras haber contra¨ªdo una infecci¨®n. Si su estado hubiese empeorado, los m¨¦dicos se habr¨ªan visto obligados a aprovechar una laguna en la ley sobre el aborto, el llamado doble efecto. Dibben explica que el t¨¦rmino hace referencia al "empleo de un tratamiento pensado para salvar la vida de la madre. Si el feto muere a consecuencia del mismo, es lo que se llama doble efecto". Seg¨²n Lara Dimitrijevic, fundadora de la Fundaci¨®n por los Derechos de las Mujeres, el caso de Savita Halappanavar, de la ciudad de Galway, en Irlanda, que en 2012 muri¨® de una septicemia despu¨¦s de que le negasen el aborto, nunca podr¨ªa darse en Malta debido al principio del doble efecto.
Antes Paul era una persona de ideas profundamente conservadoras. Pensaba que se deber¨ªa prohibir cualquier forma de aborto. Sin embargo, despu¨¦s de la experiencia del segundo embarazo de su mujer, en el que se diagnostic¨® que el feto sufr¨ªa una extra?a afecci¨®n que acab¨® malogrando la gestaci¨®n, ha cambiado de opini¨®n. "Creo que el aborto deber¨ªa ser legal en caso de peligro cl¨ªnico para la vida de la mujer o de embarazo inviable". Saber que iba a perder a su hijo y el efecto psicol¨®gico que esto le caus¨® hizo que Paul acabase cambiando de opini¨®n sobre la interrupci¨®n del embarazo.
Anna quiere que la prohibici¨®n se suprima en m¨¢s supuestos. Le gustar¨ªa que el aborto fuese legal en caso de violaci¨®n. Despu¨¦s de perder a su hijo reci¨¦n nacido y de un aborto traum¨¢tico, la pareja coincide en que deber¨ªa existir siempre un procedimiento claro. En opini¨®n de Paul, "el m¨¦dico no deber¨ªa depender de un experto en leyes en caso de emergencia".
Julie est¨¢ preparada para librar una larga batalla a favor de la legalizaci¨®n del aborto. "A lo mejor tardar¨¢ 30 a?os en llegar, porque, aunque se legalizase ahora, ni siquiera hay m¨¦dicos con la especializaci¨®n adecuada y tenemos toda una sociedad que cambiar". A pesar de todo, lucha por ello en beneficio de la generaci¨®n de sus hijas. "Si pienso en el derecho al voto, si otras personas no lo hubiesen hecho posible en el pasado, yo no lo disfrutar¨ªa ahora, ni tampoco ser¨ªa empresaria sin la firma de mi marido, ni conducir¨ªa un coche ni tendr¨ªa un m¨¢ster".
Algunos nombres est¨¢n incompletos o han sido cambiados por razones de seguridad.
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