El mayor experimento humano en el espacio cumple 20 a?os
La Estaci¨®n Espacial Internacional permanente es el objeto m¨¢s pesado enviado al espacio
Hace ahora justo veinte a?os que se puso en ¨®rbita la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS). Al menos, un primer segmento de ella, el m¨®dulo ruso Zarya, que constituir¨ªa el n¨²cleo al que luego se ir¨ªan a?adiendo m¨¢s y m¨¢s piezas, como en un enorme puzzle. Zarya ¡ªcuyo dise?o recordaba mucho a su antecesora, la estaci¨®n Mir¡ª pesaba menos de veinte toneladas; la estaci¨®n completa, en su configuraci¨®n actual, pasa de cuatrocientas. De largo, es el objeto m¨¢s pesado enviado jam¨¢s al espacio.
La primera pieza de la estaci¨®n fue lanzada mediante un cohete Prot¨®n convencional; la segunda, americana, que le sigui¨® quince d¨ªas despu¨¦s, aprovech¨® la capacidad de carga del transbordador espacial. En los 12 a?os largos que dur¨® su construcci¨®n se utilizaron muy pocos cohetes m¨¢s; la mayor¨ªa de las piezas fueron transportadas por uno u otro shuttle. En total hicieron falta 27 viajes.
A lo largo de todo el proceso el aspecto del complejo cambi¨® continuamente: primero fue un simple tren de cilindros met¨¢licos acoplados uno a continuaci¨®n de otro, a los que se le fueron a?adiendo unas enormes ¡°alas¡± (los paneles solares) sostenidas por largas estructuras reticuladas. A medida que progresaba el montaje y se agregaban nuevos componentes, esos paneles iban cambiando de lugar para mantener una simetr¨ªa en el dise?o de la estaci¨®n.
La ISS con sus ocupantes sigue dando vueltas sobre nuestras cabezas cada hora y media, y as¨ª seguir¨¢ hasta 2023
En febrero de 2003 se produjo el fatal accidente del transbordador Columbia. Aunque era un vuelo no relacionado con la construcci¨®n de la ISS, la tragedia tuvo efectos devastadores en el programa. Los estudios iniciales de la NASA preve¨ªan la posible p¨¦rdida de uno de los cuatro transbordadores de su flota. Pero eso ya hab¨ªa sucedido en 1988, cuando el Challenger explot¨® en el despegue. Ahora, el fallo durante el aterrizaje doblaba esas previsiones. Y cuando el Columbia apenas hab¨ªa realizado 27 de los 100 vuelos en los que se estimaba su vida ¨²til.
El resultado fue la decisi¨®n de retirar del servicio aquellos veh¨ªculos. Pese al alarde t¨¦cnico que hab¨ªan supuesto, lo cierto es que su rendimiento (se hab¨ªa hablado de un vuelo por semana) nunca lleg¨® a cumplir expectativas. La Casa Blanca dio instrucciones a la NASA para mantenerlo en vuelo s¨®lo hasta cumplir los compromisos adquiridos en la construcci¨®n de la estaci¨®n orbital.
En seis meses entre 2007 y 2008, la estaci¨®n recibi¨® tres componentes m¨¢s: El Harmony, un nuevo h¨¢bitat americano seguido del Columbus ¡ªla contribuci¨®n europea¡ª y el m¨®dulo japon¨¦s. Sin olvidar varios brazos rob¨®ticos canadienses que hab¨ªan jugado un papel clave en el ensamblado de las distintas piezas. As¨ª, el complejo empezaba a hacer honor a su apelativo de ¡°internacional¡±.
La ISS ha estado ocupada sin interrupci¨®n desde que lleg¨® a ella el primer equipo de tripulantes
Los ¨²ltimos vuelos del programa subieron algunos elementos secundarios. El m¨¢s espectacular, la ¡°c¨²pula¡±, un m¨®dulo provisto de siete ventanas panor¨¢micas instalado en el segmento de la estaci¨®n orientado siempre hacia la Tierra. Ah¨ª es donde los astronautas acostumbran a pasar sus ratos libres, disfrutando el paisaje en un observatorio inigualable.
El ¨²ltimo vuelo del transbordador llev¨® un instrumento cient¨ªfico de m¨¢s de cuatro toneladas de peso: un espectr¨®metro capaz de medir la presencia de part¨ªculas de antimateria en la radiaci¨®n c¨®smica. Estuvo a punto de quedarse en tierra. Hicieron falta varias sesiones del Senado y la C¨¢mara de Representantes a lo largo de m¨¢s de tres a?os de discusiones hasta que el presidente Bush Jr. aprob¨® el lanzamiento de un ¨²ltimo transbordador.
La ISS ha estado ocupada sin interrupci¨®n desde que lleg¨® a ella el primer equipo de tripulantes. En la actualidad, el equipo a bordo (Expedici¨®n 57) lo componen tres personas: el comandante, alem¨¢n, un ruso y una americana. Esta, Serena Au?¨®n-Chancellor es la primera astronauta cuyo apellido ostenta una ¡°?¡±. La biograf¨ªa oficial de la NASA aclara que debe pronunciarse ¡°ON-un¡±.
?Han valido la pena los 150.000 millones de d¨®lares que es estima ha costado la ISS? Ah¨ª discrepan las apreciaciones
Como es sabido, el ¨²nico medio disponible para llevar y traer astronautas desde la ISS siguen siendo las c¨¢psulas Soyuz, capaces para un m¨¢ximo de tres ocupantes. La NASA y otras agencias pagan religiosamente los gastos de enviar a cada uno de sus astronautas. Tambi¨¦n han volado unos pocos turistas adinerados, pero estos pagan el viaje de su propio bolsillo.
En el futuro, la NASA espera disponer de medios propios para garantizar el acceso a la estaci¨®n; y empresas privadas como SpaceX tienen en desarrollo muy avanzado sus c¨¢psulas para el mismo fin. De cuando en cuando, Rusia abastece la ISS enviando hasta ella sus cargueros Progress, un dise?o muy similar de los Soyuz aunque sin c¨¢psula de retorno. De hecho, los Progress suelen utilizarse como cubos de basura: una vez cumplida su misi¨®n, se cargan con todos los desperdicios y materiales in¨²tiles y se env¨ªan a su destrucci¨®n durante la reentrada. Igualmente organizaciones como la JAXA japonesa o la ESA han dise?ado naves de reabastecimiento de un solo uso. Y tambi¨¦n algunas empresas privadas est¨¢n en ese negocio. El espacio alrededor de la estaci¨®n orbital se est¨¢ haciendo cada d¨ªa m¨¢s concurrido.
?Han valido la pena los 150.000 millones de d¨®lares que es estima ha costado la ISS? Ah¨ª discrepan las apreciaciones. Hay quien la considera un fant¨¢stico laboratorio cient¨ªfico-tecnol¨®gico (y sin duda lo es), algunos de cuyos beneficios se han visto ya y ser¨¢n m¨¢s evidentes en el futuro. Otros, en cambio, la ven como un ¡°elefante blanco¡± que durante veintipico a?os ha absorbido insaciablemente unos presupuestos que podr¨ªan haberse dedicado a mejores usos, dentro mismo de la exploraci¨®n espacial.
En todo caso, la ISS con sus ocupantes sigue dando vueltas sobre nuestras cabezas. Cada hora y media, aproximadamente. Y as¨ª seguir¨¢ por lo menos hasta el a?o 2023, fecha l¨ªmite ¡ªpor ahora¡ª en la que hay aprobada financiaci¨®n para mantenerse en uso. Lo que ocurrir¨¢ despu¨¦s, el tiempo lo dir¨¢.
Rafael Clemente?es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ci¨¨ncia de Barcelona (actual CosmoCaixa).
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