Caminar sin pisar derechos humanos
Nace una asociaci¨®n de trabajadoras del calzado para denunciar los abusos del sector
Mabel Lozano cuenta que con trece a?os, para su cumplea?os, le regalaron una m¨¢quina de aparar y desde entonces, ya hace cerca de cuarenta a?os, no se ha separado de ella. Aparar, o coser las piezas de que se compone un zapato, es el oficio en el que Mabel y tantas otras mujeres en Elche se iniciaron como aprendices: primero, aprendieron a doblar los cantos de las pieles y a colocar la cola en el lugar preciso y con los a?os -la pala, el tal¨®n y la talonera, el forro, los adornos- y poco a poco, con el paso de los a?os, llegaron a ser maestras del arte de armar minuciosamente el todo. Hace d¨¦cadas que sus zapatos lucen en los escaparates de las grandes marcas en todo el pa¨ªs.
La industria del calzado es el principal motor econ¨®mico de Elche, siendo Alicante la provincia l¨ªder en la producci¨®n industrial de calzado en Espa?a. En la zona, tienen su sede algunas de las principales empresas espa?olas del sector, como Mustang, Pikolinos, Panama Jack y Tempe, de Inditex.
M¨¢s del 88% de las trabajadoras cosen por 400 euros al mes, con jornadas de m¨¢s de diez horas y salarios de un euro y medio la hora. En Elche.
En los ¨²ltimos a?os, el negocio alicantino se ha expandido de forma considerable a los mercados internacionales. En la Uni¨®n Europea, Espa?a ocupa el segundo lugar en la producci¨®n de calzado (13%), detr¨¢s de Italia (50%). Lo que las cifras de producci¨®n y venta enmascaran es que el beneficio de unos cuantos ¨Cmarcas, f¨¢bricas, talleres, empresarios- se sostiene por la precariedad y la invisibilidad de muchas mujeres.
En los barrios de Elche, los talleres ilegales se camuflan en las viviendas. Seg¨²n la asociaci¨®n de Aparadoras de Elche, m¨¢s del 88% de las trabajadoras, la gran mayor¨ªa mujeres, cosen por 400 euros al mes, con jornadas de m¨¢s de diez horas y salarios de un euro y medio la hora. Algunas lo hacen en peque?os talleres y otras desde sus domicilios, la mayor¨ªa sin contracto y recibiendo un sobre a la entrega del pedido -¡°si el cliente no desaparece¡± comenta Isabel Matute, presidenta de la asociaci¨®n-. La subcontrataci¨®n y la opacidad en la cadena de suministro dificulta organizarse en movimientos sindicales o conocer a las grandes marcas que hay detr¨¢s -aunque nombran a las conocidas: Zara, Panama Jack o Mustang-.
Mujeres que despu¨¦s de media vida trabajando no tienen derecho a pensi¨®n y que han compaginado un trabajo invisible con el resto de trabajos tambi¨¦n invisibles que se les asignaron por ser mujeres: la comida en la mesa y la ropa tendida, el cuidado de personas a cargo o las reuniones de la escuela. Les argumentaron que el trabajo en el sector calzado, al poder realizarse desde casa, les permitir¨ªa compaginarlo con su labor como madres y amas de casa.
Pero el trabajo de aparadora no se reconoce ni socialmente ni econ¨®micamente: las extensas jornadas laborales se alargan hasta la madrugada para terminar los pedidos y sus salarios se consideran una ayuda a la econom¨ªa familiar, ni siquiera un salario m¨ªnimo y mucho menos todav¨ªa digno. Tampoco les hablaron de las lesiones derivadas del oficio, no reconocidas como enfermedades laborales por la seguridad social al trabajar tantos a?os sin contrato. No es casual que empleos feminizados sean los m¨¢s precarizados: son mujeres tambi¨¦n las que cosen nuestra ropa, las que limpian nuestros hogares, las camareras de piso, las que nos cuidan, en condiciones igualmente precarias. La cadena productiva se nutre gracias a una brutal alianza entre patriarcado y capitalismo, que sostiene el sistema.
Isabel Matute, Presidenta de la Asociaci¨®n de Aparadoras y trabajadoras del Calzado de Elche, relata que fue en la marcha de la dignidad cuando descubri¨® que no estaba sola. Despu¨¦s, cuando estuvo a punto de ser desahuciada lleg¨® la PAH y encontr¨® en el poder popular, en la rebeld¨ªa y la solidaridad colectiva, la esperanza y el impulso para crear la asociaci¨®n, denunciar la econom¨ªa sumergida en Elche y dignificar el sector. Organizar la rabia. La asociaci¨®n se form¨® en abril de 2018 y hoy ya son m¨¢s de 400 mujeres y la cifra sigue creciendo. Juntas reclaman el cumplimiento del convenio laboral: contratos, salarios y jornadas laborales justas, el derecho a bajas y a una jubilaci¨®n digna.
El ¡°Made in Europe¡± o el ¡°Hecho en Espa?a¡±, lamentablemente, no asegura condiciones laborales dignas, como demuestran los informes F¨¢bricas de explotaci¨®n laboral en Europa (2017) y Derechos laborales pisoteados (2016). El ¡°fast-fashion¡± dicta las tendencias de consumo a nivel global, con precios cada vez m¨¢s bajos y plazos de entrega de los pedidos cada vez m¨¢s cortos, trasladando la presi¨®n a las trabajadoras y precarizando cada vez m¨¢s sus condiciones laborales. Tambi¨¦n es preocupante el escaso nivel de transparencia del sector y la falta de responsabilidad de las empresas por las vulneraciones sistem¨¢ticas de derechos humanos en sus cadenas de suministro. Desde SETEM Catalunya y la Campa?a Ropa Limpia reclamamos a las empresas del calzado y la confecci¨®n que garanticen el respeto a los derechos laborales y humanos en cualquier parte del mundo.
Como consumidoras tenemos el derecho de saber en qu¨¦ condiciones se han elaborado los zapatos que compramos. Tambi¨¦n debemos ejercer un consumo responsable, que empiece por replantearnos nuestras necesidades, consumir menos y consumir sin comprar ¨C intercambiar, compartir, reutilizar-. En caso de tener la necesidad de comprar, hacerlo apoyando alternativas de la econom¨ªa solidaria.
El pasado 24 de noviembre, desde SETEM Catalunya impulsamos una jornada sobre calzado sostenible en la que visibilizamos algunas de estas iniciativas. Es el caso de DZueco, un proyecto artesanal afincado en Barcelona que apuesta por dar una nueva vida a la larga tradici¨®n del zueco, a trav¨¦s del uso de materiales ecol¨®gicos, durables y reciclados. Tambi¨¦n existe Vesica Piscis, una peque?a empresa que desarrolla todo el proceso de creaci¨®n y fabricaci¨®n en la propia f¨¢brica de Elche garantizando una comercializaci¨®n justa y usando materiales reciclados y de origen vegetal. Finalmente, no olvidemos la segunda mano: en las tiendas de Solidan?a-Roba Amiga podemos encontrar zapatos que han sido recuperados a trav¨¦s de un proyecto dedicado a la inserci¨®n sociolaboral y a la formaci¨®n profesionalizadora de personas en situaci¨®n de vulnerabilidad social.
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