El retrato robot de las mujeres migrantes
?C¨®mo se ven a s¨ª mismas? La Roboteca es una intervenci¨®n art¨ªstica de fotograf¨ªa participativa realizada en Par¨ªs con refugiadas y desplazadas. Su objetivo es sensibilizar sobre sus dram¨¢ticas condiciones de vida. Elegimos 11 de las obras creadas y sus testimonios
Jungleye es un proyecto de fotograf¨ªa participativa nacido en noviembre de 2015. Si bien su primera intervenci¨®n tuvo lugar en los campos de refugiados de Calais (Francia), en este 2018 se ha fijado en Par¨ªs. El objetivo de la nueva actuaci¨®n art¨ªstica es, como en el caso anterior, recrear una memoria visual del exilio de los miles de migrantes y refugiados que viven cada a?o esta experiencia. En esta iniciativa parisiense, en concreto, se enfoca en las mujeres. La recopilaci¨®n de estas im¨¢genes y de sus historias busca sensibilizar a la sociedad civil sobre las realidades migratorias y las condiciones de vida de las comunidades desplazadas en el mundo.
El ambiente est¨¢ cargado en las instalaciones del Centro de Vivienda de Emergencia (CHU) del barrio de Ivry-sur Seine, en la capital francesa, donde las instalaciones de la organizaci¨®n EMMAUS Solidarity acogen a 430 personas, familias, mujeres solteras y ni?os desplazados. La asociaci¨®n Jungleye organiz¨® un taller llamado La Roboteca en colaboraci¨®n con Olympus Iberia, Emmaus Solidarit¨¦ y la Fondation Raja. Fueron invitadas a participar 15 mujeres de entre 26 y 60 a?os procedentes de Afganist¨¢n, Etiop¨ªa, Eritrea, Siria, Ir¨¢n, Banglad¨¦s, T¨ªbet, Costa de Marfil, Chad o Ruman¨ªa. Todas est¨¢n inmersas en un proceso de demanda de asilo en Francia.
Durante 10 d¨ªas, se explor¨® con este grupo de refugiadas la creaci¨®n de un retrato robot de s¨ª mismas, re-apropi¨¢ndose as¨ª de este m¨¦todo de recomposici¨®n facial. Trabajando a partir de im¨¢genes propias, las participantes ensamblaron pedacitos de diversos rostros para crear otros nuevos y rendir homenaje a todas las v¨ªctimas de cr¨ªmenes y agresiones sexuales.
A modo de fondo fotogr¨¢fico, un papel arrugado. "?Qu¨¦ es este papel brillante?", pregunta Brani, una joven et¨ªope, durante el montaje del estudio. Aminata, que lleg¨® de Costa de Marfil con su hija Yasmine, exclama: "Parece el papel que uso en mi pa¨ªs para envolver los regalos de cumplea?os de mi ni?a". Este papel dorado tambi¨¦n le recuerda un d¨ªa en particular, el d¨ªa en que el "gran barco" vino a rescatar a Aminata, a su beb¨¦ de cinco meses y a cientos de otras personas, amontonados en una zodiac a la deriva frente a la costa de Libia. Los supervivientes se sintieron a salvo en ese "papel de regalo". Aminata explica: "Nos ofrecieron la vida".
Se inicia la conversaci¨®n, comienza el taller. Para Pema, de origen tibetano, el color de esta manta de supervivencia evoca los templos budistas. Nost¨¢lgica, explica el porqu¨¦ de su presencia en el centro de acogida. Sus compatriotas son reprimidos en el T¨ªbet. Tuvo que huir de su pa¨ªs para escapar de los abusos del ej¨¦rcito chino y proteger a su familia.
Los intercambios les llevan a hablar de respeto. La conversaci¨®n desemboca en el movimiento #MeToo. "?Qu¨¦ es un hashtag?", pregunta una participante. Una palabra clave. ?Y #MeToo, entonces? Una campa?a de sensibilizaci¨®n para unir a las mujeres v¨ªctimas de violencia sexual y hacer que sus voces se escuchen a trav¨¦s las redes sociales. Aminata interviene: "No categoric¨¦is", dice. "Ellos tambi¨¦n, los hombres, son violados regularmente. Y ellos son asesinados por una bala en la cabeza sin ninguna raz¨®n". Lo vio con sus propios ojos en N¨ªger y luego en Libia. "Nadie est¨¢ a salvo en el camino, aunque s¨ª, es mayoritariamente por culpa de ellos y del peso de la familia que nosotras, las mujeres, llevamos cuando huimos de nuestras tierras".
La Roboteca se inspira en la llamada arteterapia. La pr¨¢ctica art¨ªstica sirve como herramienta psicol¨®gica para iniciar una reconstrucci¨®n interna. Los sentidos se despiertan y estas mujeres de todas las edades y todos los or¨ªgenes se miran entre s¨ª y lloran (con los ojos), sienten y respiran (con la nariz), se escuchan y se entienden (o¨ªdos), lloran y denuncian (boca).
Los retratos robot originan nuevas caras imperfectas que se unen lo mejor que pueden. En la esquina de los ojos, alrededor de los labios, el papel dorado revela las cicatrices de esos rostros, marcados all¨ª, en el camino, y aqu¨ª, mientras se expresan.
Algunos ejemplos de las obras producidas, de sus testimonios.
Deambular, sola, toda la noche
1. Me acuerdo de lo que ocurri¨®. Son las dos y media de la madrugada. Solo llevo encima una peque?a mochila. Recuerdo deambular, sola, toda la noche por las calles de Par¨ªs. En cuanto veo a la polic¨ªa, salgo corriendo. Termino conociendo a dos o tres tipos que pretenden ayudarme.
2. Tengo un poco de miedo. No les entiendo. No hablan ingl¨¦s.
3. Sin embargo, saben perfectamente preguntarme: "Are you married, sister? Are you single? Do you drink?" [?Est¨¢s casada, hermana? ?Est¨¢s soltera? ?Bebes?]. Insisten. "My girlfriend" [mi novia], dice el otro.
Empiezo a preocuparme. Estamos solos bajo un puente. Les digo que me quiero ir. Ellos me contestan: "Dame todo tu dinero o ...". Les suelto mi billetera con los ¨²nicos dos euros que ten¨ªa dentro y escapo gritando.
Ser¨¦ propiedad del hermano de mi esposo
1. Nueve a?os. Mi madre me obliga a llevar el hijab.
2. 12 a?os. El hermano de mi padre me obliga a casarme con un hombre de 40 con otras tres esposas. Cuando ¨¦l muera, ser¨¦ propiedad del hermano de mi esposo.
3. 53 a?os de edad. Decido huir sola de Afganist¨¢n. Tengo un sue?o: salir del pa¨ªs en coche, con el maletero cargado de artesan¨ªa, lista para reconstruir mi vida aqu¨ª en Francia.
Me fui a pie, sin un centavo en el bolsillo.
Sent¨ª el terrible olor a muerte
1. Desde la camioneta de los traficantes vi el hangar. Vi a 400 personas almacenadas en esa choza sin agua ni luz, vivas y muertas. Vi que la puerta se cerraba detr¨¢s de m¨ª, encerr¨¢ndome, entre ellos, tirados en el suelo sin sus ropas. Golpeados, enfermos, apestosos, moribundos... Todos ¨¦ramos vecinos de Somalia, Guinea, Etiop¨ªa, Mali, Costa de Marfil.
2. Escuch¨¦ sus voces: "?Por qu¨¦ viniste aqu¨ª? Aqu¨ª, solo encontrar¨¢s miedo y sufrimiento". Sent¨ª el terrible olor a muerte.
3. Yo solo le hab¨ªa dicho al contrabandista: "Quiero ir a Tr¨ªpoli para cruzar el mar y llegar a Italia".
No hay matrimonio sin escisi¨®n
1. En mi pa¨ªs, desde muy peque?a te obligan a casarte con un viejo de 60 a?os quien tiene ya varias esposas. Ellas son tus rivales, pero t¨²... T¨² eres la "mujercita", la que le alivia por la noche. Eres su favorita.
2. Antes de la boda, las mujeres de mi familia me realizaron la escisi¨®n. "No hay matrimonio sin escisi¨®n, ?me oyes?". Me sent¨ª tan mal... Hoy ya no siento nada.
3. Si no hubiera obedecido, mi futuro marido me habr¨ªa insultado. Me habr¨ªa dicho que no estoy cortada, que la leche de mi sexo es mala.
Yo me hubiera convertido en el hazmerre¨ªr de la aldea.
Necesito curarme un poco la cabeza
1. Hace dos meses tuve que huir del T¨ªbet para proteger a mi esposo y a mis hijos de siete y dos a?os y medio. La polic¨ªa china no me quitaba los ojos de encima. Pensaba que yo era un esp¨ªa.
2. Ahora tengo la sensaci¨®n permanente de que me persiguen los perros del ej¨¦rcito. Olfatean mi rastro, me encuentran, me impiden dormir. A veces escucho a los chinos venir detr¨¢s de m¨ª. ?Gritan tan fuerte!
3. Necesito curarme un poco la cabeza.
No se me permit¨ªa trabajar, pero s¨ª venderme
1. Ten¨ªa apenas cinco a?os cuando mi pap¨¢ muri¨®. Pas¨¦ mi infancia junto a mi mam¨¢ y mis primos. Me cas¨¦ a los 20 a?os. No eleg¨ª a mi marido, era un hombre mucho mayor que yo. Un adicto. Todos los d¨ªas consum¨ªa drogas, me golpeaba y me obligaba a traerle dinero para su dosis diaria de opio. No se me permit¨ªa trabajar, pero s¨ª venderme.
2. Me siento fatal.
3. Hasta ahora, nunca lo hab¨ªa contado a nadie.
Hoy hablo con mi mam¨¢
1. No tengo derecho a llorar delante de mi madre. A los 15 a?os, cuando hu¨ªa de casa de mi primer marido de 35, llegaba a la de mi madre llorando. Sin embargo, ella me mandaba directamente de vuelta, aunque no consintiera el matrimonio forzado. Mi madre estaba asustada. Ella no pod¨ªa hablar pues, de lo contrario, el hermano de mi padre le har¨ªa cosas otra vez.
2. Empec¨¦ el viaje hacia Europa cuando estaba embarazada de mi segundo marido porque me hac¨ªa sufrir. Era el hermano de mi difunto primer marido.
3. Hoy s¨ª, ?hablo con mi mam¨¢! Pero har¨¢ falta mucho tiempo para olvidar. Regresar¨¦ al pa¨ªs en 20 a?os, cuando mi esposo ya no tenga fuerzas y me haya olvidado.
Morir¨¢s y dejar¨¢s a tus peque?os hijos detr¨¢s de ti
1. En ?frica las mujeres no tienen derechos y tampoco elecci¨®n. El hombre decide por ti y a veces te lleva a morir. Empiezas teniendo un dolor de cabeza.
2. Y, finalmente, desarrollas la ¡°enfermedad del coraz¨®n¡±.
3. Como dije: "Morir¨¢s y dejar¨¢s a tus peque?os hijos detr¨¢s de ti".
Aqu¨ª no hay nada nuevo
1. La muerte se cruz¨® tres veces en mi camino. La primera, en ese enorme desierto sudan¨¦s donde no ten¨ªamos agua ni comida. A nuestro alrededor yac¨ªan cuerpos inanimados. La segunda, cuando llegu¨¦ a Libia. Fui secuestrada y encerrada en un enorme cobertizo donde yac¨ªan otros cuerpos inanimados. La tercera, a bordo de una zodiac, en esa inmensidad que es el mar Mediterr¨¢neo.
2. Esa vez, sent¨ª que mi hora hab¨ªa llegado.
3. Hermanas, por favor, no os un¨¢is a m¨ª. Luchad en casa, all¨ª en Etiop¨ªa, para cambiar la condici¨®n de la mujer y vivir mejor. Creedme: lamentablemente, aqu¨ª no hay nada nuevo.
Hueles a verg¨¹enza
1. Si cruzas la mirada con los bandidos, ser¨¢s golpeada sin ninguna raz¨®n. Y si desafortunadamente no llevas dinero encima, tu cuerpo se convertir¨¢ en una moneda de cambio para seguir tu camino.
2. Hueles a verg¨¹enza porque te han tocado. Te sientes tan sucia.
3. Tuve la suerte de haber huido de la Costa de Marfil embarazada de cinco meses. En el camino me dejaron ir sin tocarme demasiado. Los hombres solo jugaban un poco con mis pechos. Pero recuerdo Libia, donde hombres y mujeres son constantemente violados sin distinci¨®n. En Burkina, un poco y en N¨ªger tambi¨¦n. El camino es una historia de hombres. Ya no tienes la fuerza para denunciar y ser¨ªa in¨²til. La violaci¨®n est¨¢ en todas partes; todo lo que te digo es en ?frica, es as¨ª. Aqu¨ª no existe, ?verdad?
Pensaba que hab¨ªa visto lo peor
1. Recuerdo haberme fijado como objetivo la frontera nepal¨ª para darme la fuerza para salir, paso a paso, de mi pa¨ªs, el T¨ªbet. Vi mi tierra y mis pesadillas desvanecerse desde la ventanilla del avi¨®n con destino a Francia. Porque en mi pa¨ªs, s¨ª, me maltrataron.
2. Hoy todav¨ªa oigo ruidos sordos en mi cabeza. Fueron los militares chinos los que nos violaron con una especie de matraca el¨¦ctrica, destruyendo nuestras partes ¨ªntimas.
3. Ya no puedo hablar, ya no s¨¦ qu¨¦ decir. Pero me hace sentir bien estar juntas y hablar de ello. Me siento menos sola. Pensaba que hab¨ªa visto lo peor.
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