Las viudas de esta y otras muchas guerras
El conflicto en Uganda, alentado por el guerrillero y ahora fugitivo Joseph Kony, dej¨® a miles de mujeres sin maridos; con ellos, se fueron sus derechos. As¨ª se enfrentan a la cultura tradicional para recuperarlos
Cuando Gladys Laker Otto se enter¨® que hab¨ªan matado a su marido, se sent¨® desconsolada en el banco que ten¨ªa en frente de su casa, mir¨® a sus cuatro hijos y suspir¨®. ¡°Este es el peor d¨ªa de mi vida¡± se dijo a si misma. Poco imaginaba en ese momento que lo peor estaba por llegar.
Gladys llevaba una vida normal, incluso privilegiada para el contexto de Palaro, pueblo del distrito de Gulu en el norte de Uganda. Fue la segunda mujer de su marido, con el que tuvieron cuatro hijos sanos y fuertes, como le gusta repetir cuando habla de ellos. ¡°Sanos y fuertes¡±, dice acentuando con el ¨ªndice levantado y una mirada que no esconde orgullo. Con la primera mujer, su esposo tuvo otros tres hijos, pero falleci¨® repentinamente, as¨ª que Gladys acab¨® cuidando de los siete.
¡°?ramos felices en esa ¨¦poca¡± comenta sentada en una silla de pl¨¢stico roja rodeada de acacias, ¨¢rboles con mangos maduros y flores coloridas. ¡°Ten¨ªamos poco pero entre el sueldo de mi marido como soldado de la divisi¨®n del ej¨¦rcito en Gulu y mi trabajo todos los d¨ªas en nuestras tierras, no nos faltaba de nada¡±.
La fatalidad de la noticia de la muerte se acentu¨® con una visita de sus cu?ados pocos d¨ªas despu¨¦s. ¡°Has de dejar estas tierras¡±, le comentaron a secas. Gladys y su marido son de la etnia Acholi, descendientes de los Luo de Sud¨¢n del Sur. A pesar de que las leyes ugandesas protegen el derecho a propiedad de las mujeres, muchas comunidades se rigen por costumbres tradicionalistas basadas en el derecho consuetudinario. Seg¨²n estas, la esposa no tiene derecho propio a poseer tierra y frecuentemente, la herencia de las viudas pasa a ser patrimonio de los l¨ªderes varones del clan familiar.
La mujer no tiene derecho propio a poseer tierra y frecuentemente, la herencia de las viudas pasa a ser patrimonio de los l¨ªderes varones del clan familiar
Gladys era una joven con poca educaci¨®n y menos conocimiento de sus derechos. Su marido no hab¨ªa escrito testamento. ¡°Has de dejar las tierras, sino, iremos a por tus hijos¡±. El eco de la frase reson¨® en su mente todo el d¨ªa; incluso le sigui¨® durante los siguientes meses de desamparo. Aterrorizada, sin saber muy bien adonde ir, se fue al pueblo de Minakulu, donde hab¨ªan enterrado a su marido. Busc¨® su tumba y le pidi¨® fuerza para seguir adelante. Desde all¨ª, intent¨® rehacer su vida como viuda, sin hogar, sin trabajo, sin oficio; y con siete hijos a su cargo. Y lo que es peor: le toc¨® vivir esa situaci¨®n en el contexto de una guerras civil que se ensa?¨® especialmente con las mujeres y ni?os del pa¨ªs.
20 a?os de guerra civil
El conflicto en el norte de Uganda empez¨® en 1996 y dur¨® casi 20 a?os. Desplaz¨® a alrededor de 1,8 millones de personas y vio el secuestro de m¨¢s de 66.000 menores, utilizados como ni?os soldado, esclavos sexuales o porteadores de la principal guerrilla insurgente que actuaba en la regi¨®n, el Ej¨¦rcito de Resistencia del Se?or (LRS en sus siglas en ingl¨¦s). Las mujeres, utilizadas frecuentemente como trofeos de guerra, sufrieron violaciones, abusos, fueron retenidas para realizar trabajos forzados y utilizadas como esclavas sexuales.
El LRS, conocido por su crueldad y sadismo, lo dirige Joseph Kony, un exc¨¦ntrico guerrillero que se autodenomina m¨¦dium espiritual y dice que es asesorado por un comit¨¦ estrat¨¦gico formado por ocho ¨¢ngeles. Se estima que Kony tiene m¨¢s de 60 esposas, muchas de ellas ni?as secuestradas de las incursiones que realizan en los pueblos de la regi¨®n.
Aunque sigue siendo un conflicto activo, desde 2007 el LRS ha sido expulsado de Uganda y ahora opera entre las fronteras de la Rep¨²blica Centroafricana, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y Sud¨¢n del Sur. Junto el l¨ªder de Boko Haram, Abubakar Shekau, Joseph Kony es el fugitivo m¨¢s buscado de ?frica.
¡°En esa ¨¦poca empezaron a llevarse a los ni?os¡±, comenta Gladys recordando el 2003, cuando las confrontaciones con el LRS estaba en pleno apogeo. ¡°Los secuestraban para que lucharan contra el ejercito. Llegaban por la noche e iban de casa en casa llev¨¢ndose a todos los que encontraban. Algunos enviaban a los ni?os a dormir al monte, para que no los encontraran por la noche. Pero all¨ª tampoco era seguro para ni?os tan peque?os¡±.
La pr¨¢ctica de esconder a los ni?os de noche se extendi¨® tanto, que los acholi crearon su propio t¨¦rmino para definirlo, hacer el alup, que quiere decir jugar al escondite y se utilizaba en referencia a esconder a tus hijos de los secuestros de las guerrillas.
Campos mortales de refugiados
Gladys decidi¨® irse una vez m¨¢s. ¡°Nos hablaron de unos campos que hab¨ªan creado para protegernos, as¨ª que nos fuimos todos all¨ª¡±. Se uni¨® a las caravanas de gente, formado sobretodo por mujeres, ancianos y ni?os, que iba hacia los campamentos de Kigumba.
¡°Busc¨¢bamos protecci¨®n y al final llegamos a un campamento repleto de tiendas donde pasamos a ser refugiados en nuestras propias tierras. Al llegar pens¨¦ que ser¨ªa el fin de nuestros sufrimientos, pero solo fue el principio de nuevos¡±, comenta Glaydis negando con la cabeza como si recordara con desaprobaci¨®n lo vivido en esa ¨¦poca.
La pr¨¢ctica de esconder a los ni?os de noche se extendi¨® tanto, que los acholi crearon su propio t¨¦rmino para definirlo, hacer el alup
No era para menos. Los campamentos a los que se refiere ten¨ªan algunas de las tasas de mortalidad m¨¢s altas del mundo. Seg¨²n informes del Ministerio de Salud de Uganda, durante los primeros siete meses de 2005 mor¨ªan semanalmente unas 1.000 personas en los campamentos, principalmente por malaria y sida. En la c¨²spide del conflicto en 2005, hab¨ªa 1,8 millones desplazados internos viviendo en 251 campamentos en 11 distritos del norte de Uganda (casi el 95% de los acholis se convirtieron en desplazados internos debido al conflicto).
Pero de repente, en 2006, de forma casi inesperada, lleg¨® el acuerdo de paz. Firmado en Juba con el Gobierno de Sud¨¢n del Sur como mediador, el Gobierno de Uganda y el LRA firmaron el acuerdo de parar la violencia, frenar la propaganda hostil entre ambas y facilitar el retorno de los desplazados internos.
Fue justo despu¨¦s cuando Gladys sali¨® de los campamentos con sus siete protegidos. Si hasta ahora la violencia, los secuestros y los campamentos de refugiados le hab¨ªan obligado a subsistir de manera extrema, ahora, por fin libre, pudo darse cuenta de la injusticia y la crueldad a la que se expon¨ªan las viudas en su pa¨ªs.
Sin marido no eres nada
¡°Eres invisible¡±. ¡°Te despojan de todo¡±. ¡°Te dejan sin nada y pasas a ser nada¡°. ¡°Primero te roban. Luego te explotan. Finalmente te marginan¡±. ¡°Te acostumbras a ser insultada y marginada. Acabas convenci¨¦ndote de que no eres nadie¡±.
Las m¨²ltiples entrevistas realizadas a viudas en el norte de Uganda ten¨ªan un denominador com¨²n: todas se sent¨ªan abusadas y desprotegidas. Y es que ser viuda en Uganda no es f¨¢cil. Despu¨¦s del fallecimiento del marido, es pr¨¢ctica com¨²n que los familiares y miembros de la comunidad saqueen la propiedad que perteneci¨® al difunto expropiando a su pareja y sus hijos. El concepto acaparamiento de propiedad se usa com¨²nmente para describir esta pr¨¢ctica: el conjunto de delitos a trav¨¦s de los cuales las personas vulnerables pierden acceso a su propiedad debido a fraude, intimidaci¨®n con fuerza f¨ªsica, falsificaci¨®n o presiones colectivas por parte de sus familiares.
Los datos son alarmantes. El estudio Acaparamiento de propiedades de las viudas de Uganda producido por el International Justice Mission demostraba que casi el 40% de las viudas en el norte de Uganda se enfrentaron a un intento de robo de propiedad. En muchos casos, la viuda inform¨® haber experimentado actos violentos que la obligaron a abandonar sus tierras. De hecho, el 18% report¨® un intento de asesinato en sus vidas.
Es dif¨ªcil saber qu¨¦ factores influyen en la vida de una persona para pasar de ser v¨ªctima a activista defensora de sus derechos. En Gladys ocurri¨® de repente. Un d¨ªa cualquiera se levant¨® y dijo basta: ¡°Cuando sal¨ª del campo de refugiados empec¨¦ a darme cuenta de lo grave que era lo que nos estaba pasando a nosotras, las viudas. ?ramos muchas. Todas desamparadas. Todas con el entorno social en contra. En el fondo, la cuesti¨®n principal es la propiedad de la tierra. Por eso vi tan claro que ten¨ªamos que hacer algo. No pod¨ªamos seguir dejando que nos pisotearan as¨ª¡±.
La Asociaci¨®n de Viudas y Hu¨¦rfanos de Uganda
En 2015, uniendo la voluntad de muchas viudas, Gladys y otras compa?eras crearon la asociaci¨®n de Viudas y Hu¨¦rfanos de Uganda. ¡°Las mujeres de las zonas rurales son las m¨¢s desprotegidas de todas, porque no tienen educaci¨®n y no conocen sus derechos¡±, cuenta Gladys rodeada de varias mujeres, viudas como ella, que forman el n¨²cleo duro de la asociaci¨®n. ¡°Si su marido muere, no saben nada sobre la ley y sus derechos. Si el marido ha escrito testamento, no saben como acceder a ¨¦l y en el caso frecuente de que no lo haya hecho, no saben que tambi¨¦n tienen derecho a parte de la propiedad de las tierras protegidas por la ley¡±.
Debido a ello, una de las principales prioridades de actuaci¨®n de la asociaci¨®n es sensibilizar y defender el marco legal del sistema de justicia p¨²blico para garantizar la protecci¨®n a las mujeres v¨ªctimas de la usurpaci¨®n y promover la igualdad al acceso a la tierra y los derechos de herencia entre hombres y mujeres.
La asociaci¨®n ha logrado ser una referencia en el apoyo a viudas de zonas rurales, generando ingresos alternativos y apoyando a mujeres a exigir legalmente sus propiedades y sus derechos a la tierra
¡°Lo que muchos pol¨ªticos se niegan a entender, es que para nosotras, la propiedad de la tierra es fundamental para poder subsistir¡±, comenta Gladys, confirmando los datos de la Oficina de Estad¨ªstica de Uganda que establece que el 85% de los ugandeses que vive en ¨¢reas rurales depende de la agricultura como sustento de vida.
Como resultado, cuando viudas y hu¨¦rfanos se convierten en v¨ªctimas del acaparamiento, no s¨®lo pierden sus hogares, sino que acaban hundidas en la pobreza extrema sin manera de alimentarse y vulnerables a mayores explotaciones.
¡°Por eso la asociaci¨®n no pod¨ªa dedicarse solamente a concienciar. Era fundamental pasar a asegurar ingresos para las viudas y as¨ª es como se cre¨® el negocio de la lavander¨ªa¡±. Gladys y sus compa?eras crearon el Kulu Women's Laundry Collective, un modelo de recogida, lavado y planchado de ropa puerta a puerta. Actualmente, emplean a m¨¢s de 60 mujeres y han formado un sistema de ahorro cooperativo que ofrece cr¨¦ditos rotativos apoyando a una de sus miembros cada mes.
¡°Todas tenemos nuestras necesidades, as¨ª que ahora ahorramos conjuntamente y cada mes apoyamos con capital a una de nuestras compa?eras de manera rotativa, as¨ª, juntas, nos ayudamos y vamos resolviendo nuestros problemas¡±.
La asociaci¨®n ha logrado ser una referencia en el apoyo a viudas de zonas rurales, generando ingresos alternativos y apoyando a mujeres a exigir legalmente sus propiedades y sus derechos a la tierra. Aunque como afirman todas las viudas entrevistadas, esta es una confrontaci¨®n entre la tradici¨®n y los derechos de las mujeres a ser libres y tener derecho a propiedad y a tierras.
¡°Nos enfrentamos a la tradici¨®n y a los sistemas patriarcales machistas de nuestra cultura¡±, concluye rotundamente Gladys. ¡°Por eso, como viudas, hemos de unirnos y estar m¨¢s unidas que nunca. Sabemos que solo nosotras podemos impulsar el cambio¡±.
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