Algunas razones de la existencia, el tir¨®n y la debilidad de Boko Haram
El investigador franc¨¦s Vincent Foucher aporta elementos de an¨¢lisis para combatir al grupo terrorista y profundiza en las caracter¨ªsticas de la ¡°nueva yihad 2.0¡±
Reci¨¦n salido de Maiduguri, ciudad cuna de Boko Haram en el noreste de Nigeria, Vincent Foucher asegura que la banda terrorista ¡°ha perdido terreno, se ha escindido en dos facciones y ha cambiado de estrategia¡±. Desde un discurso profundo y entendedor, Foucher, acad¨¦mico, consultor de Crisis Group y uno de los mayores especialistas mundiales en la secta islamista, visit¨® recientemente Barcelona invitado por el CIDOB y el Grupo de Estudio de Sociedades Africanas (GESA) para hablar sobre las ra¨ªces hist¨®ricas, socioecon¨®micas y pol¨ªticas del movimiento armado y evidenciar as¨ª la complejidad requerida, a menudo relegada, relativa a la lucha contra el terrorismo.
Seg¨²n Foucher, uno de los grupos armados m¨¢s sangrientos del mundo, con m¨¢s de 3.400 muertes a sus espaldas, se encuentra hoy acorralado y debilitado, debido en parte a la respuesta militar de Nigeria y sus vecinos ¡ªCamer¨²n, Chad y N¨ªger¡ª con apoyo internacional ¡ªEUA, Gran Breta?a, Francia, Uni¨®n Europea (UE) y Uni¨®n Africana (UA)¡ª. Pero tambi¨¦n fruto de enfrentamientos internos y disputas t¨¢cticas y teol¨®gicas. Tras lograr su m¨¢xima expansi¨®n territorial entre finales de 2014 e inicios de 2015, la milicia se fractur¨® en dos en 2016: los partidarios del l¨ªder hist¨®rico, Aboubacar Shekau, actualmente en retroceso, y los fieles al Daesh, liderados por Abu mus¡¯ab al-Barnawi, conocidos como Estado Isl¨¢mico en ?frica del Oeste. Estos han puesto en marcha nuevas formas de captaci¨®n y de organizaci¨®n en sus territorios de operaci¨®n sin renunciar a la violencia. ¡°Han inventado un modelo alternativo de hacer la guerra, con menos territorio y m¨¢s redes de influencia, con ataques puntuales contra bases del ej¨¦rcito y un modelo de redistribuci¨®n econ¨®mica con microcr¨¦ditos y pr¨¦stamos¡±, detalla Foucher.
La nueva banda ha procurado construir un protoestado m¨¢s parecido al de sus aliados de Irak y Afganist¨¢n, ¡°una especie de yihad 2.0, rural y discreta¡± en los alrededores del lago Chad, zona de dif¨ªcil control y acceso, y ha fijado al Estado de Nigeria como principal enemigo de sus desprop¨®sitos. El cambio estrat¨¦gico ¡°ha cosechado ciertos ¨¦xitos¡± respecto al liderazgo de Shekau y ¡°ha evidenciado el problema de fondo relativo a la falta de gobernanza y la poca presencia del Estado en algunas zonas¡±. De esta manera, la amenaza del grupo en el ¨¢mbito regional se puede considerar ¡°pr¨¢cticamente acabada¡±, aunque contin¨²an incursiones en N¨ªger, Camer¨²n o Chad. Pero no ocurre as¨ª con el terror en Nigeria, foco del conflicto y lugar que sigue representando su principal radio de acci¨®n, afirma Foucher. De hecho, la radicalizaci¨®n de Boko Haram se remonta a la vulneraci¨®n sistem¨¢tica del ej¨¦rcito nigeriano a los derechos humanos que culmin¨® en la matanza de m¨¢s de 800 personas durante una manifestaci¨®n en 2009, entre ellas, el l¨ªder espiritual, Mohammed Yusuf. ¡°Las tropas nigerianas no funcionan bien, est¨¢n desorganizadas, mal equipadas y son clientelistas¡± y, todo ello, ¡°lleva a una gesti¨®n desastrosa y a un mal comportamiento de los propios soldados¡±, relata el experto.
La radicalizaci¨®n de Boko Haram se remonta a la vulneraci¨®n sistem¨¢tica del ej¨¦rcito nigeriano a los derechos humanos
En efecto, Human Rights Watch y Amnist¨ªa Internacional han denunciado repetidamente violaciones, agresiones y atrocidades de las fuerzas armadas hacia la poblaci¨®n civil, lo que ha aumentado las afiliaciones a Boko Haram, por l¨®gicas de venganza o protecci¨®n, seg¨²n el investigador. Aunque Foucher admite una reciente mejora del comportamiento del ej¨¦rcito, tambi¨¦n por la presencia de la comunidad internacional en la zona, rechaza la respuesta militar como ¨²nica soluci¨®n viable y efectiva para destruir al movimiento y se?ala diversos motivos que explican su propagaci¨®n, tanto hist¨®ricos como ¨¦tnicos, pero sobre todo econ¨®micos y de clase.
En este sentido, apunta que la mayor¨ªa de dirigentes de Boko Haram son kanuris en una regi¨®n de mayor¨ªa hausa y fulani heredera de reinos medievales como el de Kanem-Bornu y el califato de Sokoto fundado por Ousmane Dan Fodio, pero entre los milicianos se encuentran distintos grupos ¨¦tnicos, en especial personas procedentes de familias descendientes de esclavos. ¡°En ?frica este estatus permanece vivo en la memoria colectiva de las gentes¡± y acostumbra a implicar marginaci¨®n y exclusi¨®n social. Por eso, para muchos el alistamiento al grupo significa ¡°superar jerarqu¨ªas locales, recuperar cierta dignidad colectiva y una forma de emancipaci¨®n individual y renegociaci¨®n de la posici¨®n social¡±, muy relacionada hist¨®ricamente con el Islam en ?frica Occidental. Si bien la secta tambi¨¦n es jer¨¢rquica, centenares de personas la perciben como una ¡°v¨ªa de ascenso social, espacio de socializaci¨®n, red de apoyo y de oportunidades econ¨®micas frente a las desigualdades sociales existentes y, por tanto, una forma de crear una comunidad de iguales o, al menos, intentarlo¡±.
Desde esta l¨®gica, Foucher propone abordar el papel de las mujeres en el conflicto sin obviar en ning¨²n momento el sistema de opresi¨®n y captura que las somete, pero enfatizando sus mecanismos de resistencia. En este sentido, pide ir m¨¢s all¨¢ de las tropel¨ªas m¨¢s conocidas sobre las ni?as de Chibok o la utilizaci¨®n de mujeres bomba para explicar la funci¨®n estrat¨¦gica de ellas, desde las que se incorporan al movimiento de forma m¨¢s o menos voluntaria hasta las que lo combaten con todas sus fuerzas o las que se dedican a la asistencia y la reconciliaci¨®n.
Centenares de personas perciben a Boko Haram como una v¨ªa de ascenso social
Sin minimizar en ning¨²n momento su sufrimiento como v¨ªctimas de secuestros o su uso como arma de guerra, Foucher considera necesario entender que casarse con un combatiente de Boko Haram puede representar para algunas una ¡°forma de autonomizaci¨®n respecto a la familia, una oportunidad de adquirir un capital religioso de dif¨ªcil acceso o una manera de acceder al matrimonio con alguien que no sea su primo¡±. Sin menoscabar, pues, su consecuente restricci¨®n ¡°opresiva¡± al ¨¢mbito dom¨¦stico, ¡°para algunas puede incluso significar una manera de evitar trabajos de fuerza en el campo o sortear el miedo a pillajes y atentados¡±.
Con todo, quien fue editor de las revistas prestigiosas Politique Africaine y Afrique Contemporaine reclama evitar la ¡°estigmatizaci¨®n general¡± de las personas adheridas a Boko Haram, asumiendo que ¡°muchas no han cometido ning¨²n crimen y otras se han afiliado para huir de la armada nigeriana o tan solo para sobrevivir¡±. Desde esta perspectiva, y confiado en la posibilidad de retorno del cerca del mill¨®n de personas instalado en varios campos de refugiados en pa¨ªses vecinos, el estudioso franc¨¦s se muestra esperanzado en el trabajo de reinserci¨®n desarrollado por ONG internacionales y apuesta por acometer las causas profundas del fen¨®meno para lograr soluciones eficaces y duraderas, subrayando que ¡°solo con el plano militar se va a lograr bien poco¡±. De esta manera, se?ala la importancia de distanciarse de l¨®gicas binarias para procurar entender los fen¨®menos y, en este sentido, concluye: ¡°al fin y al cabo, Boko Haram es producto de una historia colectiva de la sociedad nigeriana; de desigualdad social y territorial entre norte y sur; de a?os de impunidad sobre el ej¨¦rcito y de falta de gobernanza cr¨®nica¡±.
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