Un crononauta en Brooklyn
Cada vez que leemos una novela donde el viaje en el tiempo es el tema central, como ocurre en el relato de H. G. Wells, nos preguntamos qu¨¦ hay de cierto en todo ello
Paul Auster, en uno de los pasajes de su novela La noche del or¨¢culo (Seix Barral), nos propone la posibilidad de viajar en el tiempo. El asunto se le presenta a su protagonista cuando acepta el encargo de escribir un guion cinematogr¨¢fico para adaptar la famosa novela de H. G. Wells, La m¨¢quina del tiempo; una historia de ciencia ficci¨®n donde un cient¨ªfico de finales del siglo XIX consigue desplazarse hasta el a?o 802.701.
El protagonista de la novela de Auster piensa que si alguien tuviese capacidad para inventar una m¨¢quina que nos llevase al futuro, con esa misma l¨®gica, la gente del futuro podr¨ªa hacer lo mismo, inventando una m¨¢quina para desplazarse al pasado. En sus cavilaciones, llega a pensar que si la gente pudiera ir hacia delante y hacia atr¨¢s a trav¨¦s de los siglos, tanto el pasado como el futuro estar¨ªan llenos de personas fuera de su ¨¦poca.
Cada vez que leemos una novela donde el viaje en el tiempo es el tema central, como ocurre en el relato de H. G. Wells, nos preguntamos qu¨¦ hay de cierto en todo ello ?Son ocurrencias de novelistas y de personas con un exceso de imaginaci¨®n o realmente podemos viajar en el tiempo?
Vamos a intentar desvelarlo porque despu¨¦s de que Einstein formulase su teor¨ªa de la relatividad especial, nuestra comprensi¨®n del espacio y del tiempo se ver¨¢ modificada y, con ello, tambi¨¦n los viajes a trav¨¦s del tiempo. Sin duda, la teor¨ªa de la relatividad formulada por Einstein nos va a dar la clave para hacer el viaje a trav¨¦s del tiempo, ya que, dicho viaje est¨¢ condicionado por la luz y por el espacio, siendo as¨ª que para viajar al pasado hay que adelantar a un rayo de luz y para viajar al futuro hay que perseguirlo.
Seg¨²n dicha teor¨ªa, el paso del tiempo no es inmutable ni absoluto, depende del movimiento. En pocas palabras, la teor¨ªa de la relatividad especial viene a decir que se puede viajar al futuro y, para ello, basta con salir de viaje y regresar despu¨¦s de un tiempo. Esto ha sido comprobado experimentalmente con un reloj at¨®mico que, despu¨¦s de dar la vuelta al mundo en un avi¨®n, fue comparado con otro con el que anteriormente hab¨ªa sido sincronizado.
Einstein, para desarrollar la teor¨ªa de la relatividad especial, propuso el ejemplo de los dos gemelos. El primero de ellos se introduce en una nave espacial y hace un largo viaje a velocidades cercanas a la velocidad de la luz mientras el otro gemelo se queda en la Tierra. A la vuelta, el gemelo que regresa del viaje es m¨¢s joven que el gemelo que espera en Tierra. En este caso, el tiempo del gemelo que viaja ha pasado de manera m¨¢s lenta que el tiempo del gemelo terrestre por lo cual, este ¨²ltimo, envejece m¨¢s r¨¢pido.
Debido a esto, y con ayuda de la tecnolog¨ªa actual, podemos viajar a un futuro tan pr¨®ximo que s¨®lo se encuentra a unas cent¨¦simas de segundo de nuestro presente, de tal manera que podemos conocer el resultado de un partido de f¨²tbol poco antes de que termine, pero, con un margen tan peque?o de tiempo que no nos permite su acierto en la quiniela. Lo de viajar al pasado es m¨¢s complejo y s¨®lo es posible con la mente, pero nunca con el cuerpo. De acuerdo con el segundo principio de la termodin¨¢mica, el envejecimiento es irreversible aunque en el espacio existan senderos que conduzcan al pasado, ¡°atajos espaciales¡± por los que podamos adelantar a un rayo de luz.
Tal y como apunta Paul Auster en su novela, si una persona pudiera viajar a trav¨¦s del tiempo, el tiempo dejar¨ªa de existir como entidad propia. Con tal asunto, Auster nos lleva hasta el lugar com¨²n del principio antr¨®pico, el mismo principio que propone que si existiera un universo que permitiese desplazarse en el tiempo, estar¨ªamos ante un universo donde la inteligencia no evolucionar¨ªa debido a que ser¨ªa confuso, por no decir imposible, registrar los sucesos acontecidos o por acontecer.
¡°Una vez que la gente del futuro hiciera sentir su influencia en los hechos del pasado y la gente del pasado empezara a influir en los acontecimientos del futuro, la naturaleza del tiempo se modificar¨ªa¡± escribe Paul Auster en La noche del or¨¢culo, llev¨¢ndonos a los terrenos de la ficci¨®n cient¨ªfica hasta hacernos comprender que, con un futuro que supiese regresar al pasado y con un pasado que supiera alcanzar el futuro, el tiempo, tal y como lo conocemos, dejar¨ªa de existir.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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