Pasajeros embarcando en Emporio Armani
La casa milanesa instal¨® en 1996 un enorme cartel con su logo en un hangar del aeropuerto de Linate, en Mil¨¢n. Volvemos 22 a?os despu¨¦s para comprobar que, como dice el se?or Armani, la moda no es moda si no sirve para la vida real
Giorgio Armani (Piacenza, 1934) viste tan impecablemente c¨®modo que podr¨ªa embarcar en un vuelo intercontinental esta noche sin pasar por casa a cambiarse. ¡°Mi prenda favorita es la camiseta azul. Corresponde con mi personalidad, pragm¨¢tica y nada exhibicionista. Una especie de uniforme que no distrae, que concentra la atenci¨®n de los dem¨¢s sobre mis gestos y mis palabras. Y tambi¨¦n las zapatillas blancas, que a¨²nan dinamismo y elegancia, y que son el ¨²nico vicio que me permito¡±, afirma en una entrevista v¨ªa correo electr¨®nico.
Probablemente el dise?ador italiano vuele poco en aerol¨ªneas comerciales, pero desde 1996 un gigantesco cartel de Emporio Armani preside el hangar principal del aeropuerto de Linate (Mil¨¢n), escenario que eligi¨® para presentar su ¨²ltima colecci¨®n de Emporio Armani, llamada Boarding, embarque en ingl¨¦s. Una etiqueta curiosa, si tenemos en cuenta lo antip¨¢ticos, por no decir infernales, que suelen ser los accesos a estas frecuentemente desvencijadas puertas al cielo. Sin embargo, la fascinaci¨®n de Armani por los aer¨®dromos no deber¨ªa sorprender a nadie. Para ¨¦l, siguen representando ¡°una oportunidad de aventura y de libertad, que en realidad son los valores que definen Emporio Armani. Es una marca que no tiene fronteras¡±, afirma. Emporio, como se suele referir a ella su creador, vio la luz en 1981 para cumplir como l¨ªnea joven de Giorgio Armani, la firma nacida seis a?os antes y que r¨¢pidamente se hab¨ªa convertido en sin¨®nimo de elegancia adulta, pr¨¢ctica y con abundantes referencias a la sastrer¨ªa masculina del Hollywood dorado.
Pero volvamos al ¨¢rea de tr¨¢nsito. All¨ª, de camino al hangar ¨Cte?ido de negro y con unas gradas m¨¢s propias de un evento deportivo que de un desfile¨C los pacientes pasajeros (reales) observaban at¨®nitos a la horda de pasajeros (falsos) que asist¨ªan en tromba al multitudinario encuentro con una colecci¨®n que incluye un expl¨ªcito gui?o a las etiquetas de facturaci¨®n o al ne¨®n de las pistas de despegue y aterrizaje.
Con su pelo blanco, su camiseta ce?ida y su inalterable moreno, Armani salud¨® a los 2.300 invitados recordando su innegociable fidelidad a s¨ª mismo y a una empresa cuyo tim¨®n sigue hasta la fecha en sus poderosas manos. ¡°La moda ha cambiado mucho en estos a?os, ha evolucionado, ha tenido el valor de atreverse y de romper los esquemas en su b¨²squeda de lo nuevo. Todos estos elementos son positivos, siempre que se asienten sobre amplitud de miras y sobre la voluntad de progreso¡±, afirma el dise?ador antes de lanzar una no tan velada cr¨ªtica al barroquismo est¨¦tico que reina en el presente: ¡°Pero me parece negativo el cambio por el cambio, que no responde a una exigencia real ni a un cambio cultural. El resultado puede conducir al disfraz, a excesos que camuflan la personalidad¡±.
"Me parece negativo el cambio por el cambio, que no responde a una exigencia real. Puede conducir al disfraz, a excesos que camuflan la personalidad¡±
Para Armani la fantas¨ªa es un terreno pantanoso y siempre ha recelado de la moda que solo vive ¡°de cara a la pasarela o las revistas¡±. El implacable realismo del italiano vale para las calles y para su trabajo como dise?ador de vestuario cinematogr¨¢fico: el impecable armario de trajes desestructurados de Richard Gere en American gigolo (Paul Schrader, 1980) marc¨® el inicio de uno de los idilios m¨¢s estables, y rentables, entre moda y cine de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Gracias a Kevin Costner y Sean Connery en Los intocables de Eliot Ness (Brian de Palma, 1987), a Mickey Rourke en Nueve semanas y media (Adrian Lyne, 1986), o a Don Johnson en Corrupci¨®n en Miami, la serie de los a?os ochenta, la moda masculina le debe un suculento cap¨ªtulo a este hombre que ha expandido su imperio con hoteles, restaurantes e incluso clubes nocturnos.
Pionero en la est¨¦tica unisex, tambi¨¦n en esto Armani defiende su pragmatismo. ¡°Fui uno de los primeros en proponer la fluidez de los g¨¦neros al adaptar la chaqueta masculina al cuerpo femenino y al emplear tejidos blandos para los trajes de hombre. Hoy las barreras entre g¨¦neros ya no existen, o son permeables. Pero sobre la pasarela, a veces, se convierte en espect¨¢culo y la perspectiva se pierde. Sigo atento a c¨®mo viste la gente de verdad, porque deseo crear algo eficaz, no solo sensacional¡±.
Para Armani la moda reacciona a estos tiempos crispados y quiz¨¢ por eso ¨¦l apela a la sensatez y la calma. ¡°La moda a menudo responde subrayando los excesos, es un planteamiento del que me siento muy distante. Siempre he preferido ir a contracorriente, creando un estilo en el que la fluidez y la blandura, real y metaf¨®rica, resisten al paso del tiempo y responden a las necesidades de distintas generaciones. Se basa en la naturaleza y la simplicidad, que son cualidades s¨®lidas y reconfortantes, hoy m¨¢s que nunca¡±. En esa l¨ªnea, Emporio sigue siendo ¡°la declinaci¨®n transversal, din¨¢mica y urbana¡± del estilo Armani. Son las dos facetas de un hombre que observa ¡°con curiosidad¡± las propuestas de los nuevos creadores y con mayor atenci¨®n las de la calle, mientras ¨¦l sigue su curso ¨C¡°me inspiro en el arte, la arquitectura y la fotograf¨ªa¡±¨C con su impoluto aire de eterno pasajero transatl¨¢ntico.
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