Efecto llamada
No tenemos la certeza de que nuestros Estados respondan siempre de acuerdo con los altos principios que les suponemos
Se habr¨¢n enterado de la historia de esa chica saud¨ª, Rahaf, de 18 a?os, que huy¨® de su pa¨ªs y fue retenida en el aeropuerto de Bangkok para mandarla de vuelta. Se resisti¨®, logr¨® que la ONU se interesara y finalmente Tailandia le permiti¨® no regresar. Para esto las redes sociales s¨ª son fant¨¢sticas. Si no es por Twitter estar¨ªa ahora encadenada a un radiador en Riad o probando la sierra el¨¦ctrica de su consulado.
Me pregunto qu¨¦ habr¨ªa pasado si hubiera ocurrido en Espa?a. Es decir, quiero creer que lo mismo y se habr¨ªa quedado aqu¨ª, me refiero a lo que habr¨ªa pasado despu¨¦s. Lo digo por lo que sucedi¨® cuando lleg¨® la primera familia siria al aeropuerto de Barajas al inicio de la guerra y pidi¨® asilo. Hicieron lo que har¨ªa cualquiera: sacas tus ahorros, coges a los tuyos y te vas a Europa. Pillaron desprevenidos a los de la aduana, que les dejaron pasar, pero salt¨® la alarma: eso no pod¨ªa ser tan f¨¢cil. A los pocos d¨ªas ya se exig¨ªa un visado, que no te daban. El viaje ya se convirti¨® en el juego de la oca: solo llegabas a Madrid si consegu¨ªas superar el foso de cocodrilos y la piscina de pira?as, atravesar el Mediterr¨¢neo a pelo con los ni?os.
El problema no es la primera persona que llega, sino la segunda y las que siguen. Supone tener una pol¨ªtica, o al menos un plan, y eso ya no se improvisa. No se improvisan los principios ¨¦ticos, hay que tenerlos preparados de casa. Ser¨ªa cre¨ªble que alguien est¨¦ ya pensando instrucciones para quitarse de encima a chicas saud¨ªes rebeldes si aterrizan en Espa?a, menudo marronazo. Lo que quiero decir es que ya no tenemos la certeza de que nuestros Estados occidentales respondan siempre de acuerdo con los altos principios que les suponemos, solo porque sus ciudadanos nos creemos buenas personas. Se han vuelto cada vez m¨¢s c¨ªnicos y poco de fiar. Aunque se supon¨ªa que nosotros, las sociedades del bienestar, donde se est¨¢ bien, tambi¨¦n ¨¦ramos los que hacemos lo que est¨¢ bien. Tailandia, o Espa?a con el Aquarius, solo se comportan obligados por las circunstancias o los asesores de imagen. Luego son los fachas los que fardan de valores.
Esto de las relaciones internacionales siempre ha sido un poco as¨ª, ya, pero no siempre fue as¨ª. Hubo episodios heroicos, y no s¨¦ cu¨¢l es el ¨²ltimo momento ¨¦pico de la UE, ?el fin del roaming? La embajada espa?ola en Guatemala en 1980 acogi¨® a ind¨ªgenas en busca de refugio. Irrumpi¨® la polic¨ªa y los quem¨® vivos, 37 muertos. Mejor fue en Chile en 1973: los que hu¨ªan de Pinochet saltaban la tapia de la embajada de Italia y estaban a salvo. ¡°Ped¨ª instrucciones a Roma, pero se cuidaron mucho de d¨¢rmelas, as¨ª que decid¨ª yo¡±, cuenta el entonces embajador en un estupendo documental estrenado ahora en Italia, Santiago, Italia, de Nanni Moretti. Se quedaron. Corri¨® la voz y fueron muchos m¨¢s, salvaron a 750 personas. Funcion¨® el efecto llamada, expresi¨®n que se usa de forma curiosa. Traducido: no hagas lo que hay que hacer, porque si no vienen m¨¢s. Deber¨ªa usarse con orgullo, una llamada a la decencia. Luego arrestan a tres bomberos sevillanos en Grecia por salvar a gente que se ahoga. Mira que no pensar en el efecto llamada y dejar que se hundieran. Esto solo lo van a cambiar las personas, no los Gobiernos. No s¨¦ si hoy prosperar¨ªa el embargo a Sud¨¢frica por el apartheid. Uno a Arabia Saud¨ª, por su apartheid de mujeres, es una quimera.
?Hacen a¨²n estas cosas las embajadas, lo de salvar a gente y tal, como en la pel¨ªculas de buenos y malos? ?Podr¨ªa haber ido Rahaf a la embajada de Espa?a, Francia o Luxemburgo en Riad y que la ayudaran? Pongan la mano en el fuego, conf¨ªen en los valores europeos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.