Destructores de las libertades ajenas
Es la tendencia de demasiada gente fan¨¢tica: lo que yo condeno tiene que ser condenado por la sociedad, y a los que se opongan s¨®lo cabe eliminarlos
UNO DE LOS ELEMENTOS para medir la hipocres¨ªa de una sociedad es su sobreabundancia de eufemismos, as¨ª que no cabe duda de que la nuestra es la m¨¢s hip¨®crita de los tiempos conocidos. Los hechos son invariables, pero las palabras que los describen ¡°ofenden¡±, y se cree que cambi¨¢ndolas los hechos desaparecen. No es as¨ª, aunque se lo parezca a los ingenuos: a un manco o a un cojo les siguen faltando el brazo o la pierna, por mucho que se decida desterrar esos t¨¦rminos y llamarlos de otra forma m¨¢s ¡°respetuosa¡±. El retrete sigue siendo el lugar de ciertas actividades fisiol¨®gicas, por mucho que se lo llame ¡°aseo¡±, ¡°lavabo¡±, ¡°servicio¡± o el rid¨ªculo ¡°rest room¡± (¡°habitaci¨®n de descanso¡±) de los estadounidenses. Y bueno, el propio vocablo ¡°retrete¡± era ya un eufemismo, el sitio retirado. Los eufemismos se utilizan tambi¨¦n para blanquear lo oscuro y siniestro, desde aquella ¡°movilidad exterior¡± de la ex-Ministra B¨¢?ez para referirse a los j¨®venes que se marchaban de Espa?a desesperados por no encontrar aqu¨ª empleo, hasta el m¨¢s reciente: son ya muchas las veces que he le¨ªdo u o¨ªdo la expresi¨®n ¡°democracia iliberal¡± para asear y justificar reg¨ªmenes o Gobiernos autoritarios, dictatoriales o totalitarios.
Se trata, para empezar, de una contradicci¨®n en los t¨¦rminos, porque ¡°iliberal¡± anula el propio concepto de ¡°democracia¡±, si entendemos ¡°liberal¡± en las acepciones cuarta y quinta del DLE, las que la ¡°i¡± niega: ¡°Que se comporta o act¨²a de una manera alejada de modelos estrictos o rigurosos¡±; y ¡°Comprensivo, respetuoso y tolerante con las ideas y modos de vida distintos de los propios, y con sus partidarios¡±. Lo conocido como ¡°econom¨ªa liberal¡± es otro asunto, que aqu¨ª no entra.
Muchas sociedades actuales creen que, para que un Gobierno sea democr¨¢tico, basta con que haya sido elegido. Digamos que eso es m¨¢s bien una condici¨®n necesaria, pero no suficiente. Para merecer el nombre, ha de serlo a diario, no s¨®lo el d¨ªa de su victoria en las urnas. Ha de respetar y tener en cuenta a toda la poblaci¨®n, y en especial a las minor¨ªas. Y ha de ser liberal por fuerza, en el sentido de conservar y proteger las libertades individuales y colectivas. Y lo cierto es que cada vez hay m¨¢s pol¨ªticos y votantes cuyo primordial af¨¢n es prohibir, censurar y reprimir. Las nuevas generaciones ignoran lo odioso que resultaba ese af¨¢n, predominante durante el franquismo. La censura era omnipotente, casi todo estaba prohibido, y quienes se rebelaban eran reprimidos al instante: multados, detenidos, encarcelados y represaliados. Lo propio de los ¡°iliberales¡± ¡ªesto es, de los autoritarios, dictatoriales o totalitarios¡ª es no limitarse a observar las costumbres y seguir las opciones que a ellos les gustan, sino procurar que nadie observe ni siga las que rechazan. Si yo no soy gay, no permitir¨¦ que los gays se casen ni exhiban. Si yo nunca abortar¨ªa, ha de castigarse a quienes lo hagan. Si no soy comunista, hay que perseguir a quienes lo sean. Si no soy independentista, hay que ilegalizar a los partidos de ese signo. Si no fumo ni bebo, el tabaco y el alcohol deben prohibirse. Si soy animalista, han de suprimirse las corridas y las carreras de caballos. Si soy vegano, hay que atacar y cerrar las carnicer¨ªas, las pescader¨ªas y los restaurantes. Esa es hoy la tendencia de demasiada gente ¡°islamizada¡± y fan¨¢tica: lo que yo condeno tiene que ser condenado por la sociedad, y a los que se opongan s¨®lo cabe callarlos o eliminarlos.
La cosa va m¨¢s lejos. Como he dicho otras veces, en poco tiempo hemos pasado de aquella bobada de ¡°Toda opini¨®n es respetable¡± a algo peor: ¡°Que nadie exprese opiniones contrarias a las m¨ªas¡±. Se lleva a juicio a raperos y c¨®micos por sus sandeces, se multa a un poetilla aficionado por unas cuartetas inanes sobre la diputada Montero¡ O un ejemplo reciente y que tengo a mano: un art¨ªculo m¨ªo suscit¨® indignaci¨®n no por lo que dec¨ªa, sino por lo que algunos tergiversadores profesionales afirmaron que dec¨ªa. Curioso que ciertos independentistas catalanes lo falsearan zafiamente a conciencia, cuando no trataba de su tema. La petici¨®n m¨¢s frecuente fue que la directora de EL PA?S me echara. Que me silenciara y me impidiera opinar, por lo menos en su peri¨®dico. Ella es muy libre de prescindir de mi pluma ma?ana mismo, si le parece, como lo soy yo de irme si me aburro o me harto de los ¡°lectores de o¨ªdas¡± malintencionados. Pero lo primero que se ped¨ªa era censura. Eso no es propio de dem¨®cratas, ni siquiera ¡°iliberales¡±, sino de gente con esp¨ªritu dictatorial y franquista. Gente que no se diferencia de Trump cuando llama a la prensa seria y veraz ¡°enemigos del pueblo¡± e incita a ¨¦ste a agredir a los reporteros; ni de Maduro cuando asfixia y cierra, uno tras otro, todos los medios que no le rinden pleites¨ªa abyecta; ni de Putin cuando son asesinados periodistas desafectos bajo su mirada ben¨¦vola; ni de Bolsonaro cuando hace que una Ministra suya decrete exaltada: ¡°?Los ni?os visten de azul y las ni?as de rosa!¡± Lo peor no son estos pol¨ªticos, pues siempre los hubo malvados o brutales. Lo peor es que tantos votantes de tantos pa¨ªses quieran imponer sus decretos y se est¨¦n haciendo ¡°iliberales¡±, que no es sino destructores de las libertades ajenas.?
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