Milan Fashion Week: ?Y si a pesar de todo resulta que vuelve el traje?
Puede que no sea como la de nuestros padres, pero despu¨¦s de varias temporadas llenas de disfraces de pandillero, los desfiles masculinos van avisando: lo pr¨®ximo es la sastrer¨ªa
Ha llegado el Apocalipsis. Pero uno sin consecuencias catastr¨®ficas: la pasarela masculina de Mil¨¢n, que concluy¨® este lunes despu¨¦s de un fin de semana de desfiles, est¨¢ empezando a sustituir el imaginario urbano de camisetas, logos y hip hop, que lleg¨® al punto de saturaci¨®n la pasada temporada, por un estilo con elementos de un futuro posnuclear. Esa fue la apuesta de Alessandro Sartori, el viernes por la noche, en su colecci¨®n para Ermenegildo Zegna Couture.
La casa italiana, antes conocida por sus trajes cl¨¢sicos y, ¨²ltimamente, por haber renovado el armario masculino a base de versiones sofisticadas de las sudaderas y las zapatillas deportivas, present¨® una evoluci¨®n de esa idea que inclu¨ªa pantalones militares con cinchas en la pernera, contundentes botas a lo Blade Runner, cazadoras cortas y voluminosas y petates sobredimensionados. Una propuesta que indagaba en los aspectos m¨¢s rudos de la masculinidad, pero bien enfocada, comercialmente plausible y convenientemente presentada a ritmo de techno.
Zegna abri¨® un calendario de colecciones de hombre marcado por cada vez m¨¢s numerosas ausencias (algunos de los nombres m¨¢s importantes han mudado sus desfiles a Par¨ªs o muestran colecciones para ambos sexos en la semana de mujer), y por un futuro lleno de pilotos rojos: la desaceleraci¨®n del crecimiento chino, la amenaza de recesi¨®n a nivel mundial y una limitada perspectiva de crecimiento para la industria del lujo en general, en parte consecuencia de lo anterior y en parte culpa de la creciente inestabilidad pol¨ªtica.
Sin embargo, ninguno de estos problemas estaba sentado en el desfile de Versace la tarde del s¨¢bado. La firma sirvi¨® una buena raci¨®n de optimismo, azuzado por una banda sonora que mezclaba arias de ¨®pera con fragmentos de la canci¨®n Supermodel of the world, de RuPaul, la drag queen estadounidense que lidera RuPaul Drag Race: el concurso televisivo que se ha convertido en una superpotencia del entretenimimiento mundial (sus estrellas vienen de gira a Espa?a en abril).
El desfile era un homenaje a aquellos h¨¦roes de discoteca de los a?os noventa, o ¡°una idea del hombre que rompe estereotipos¡±, dec¨ªa la dise?adora en las notas del desfile. ¡°Conton¨¦ate a la salida¡±, atronaba RuPaul en ingl¨¦s por los altavoces, y all¨¢ iba un modelo ataviado con un abrigo de falso leopardo, cabeza rapada y te?ida a juego y una camisa llena de logos de Ford. O con poderosa sastrer¨ªa, seda estampada y arneses sadomasoquistas. El sexo, el exceso y el pop son parte del legado de esta casa italiana, y ¨²ltimamente ha sabido recuperarlos con ¨¦xito. Tanto que su l¨ªder, Donatella Versace, vendi¨® la mayor¨ªa de su compa?¨ªa al fondo estadounidense Capri Holdings, por casi dos mil millones de euros, el pasado septiembre. En un mercado saturado, las firmas con una identidad s¨®lida siguen valiendo su peso en oro, y eso es algo que hab¨ªa que celebrar (por mucho que, en una actualidad global se?alada por el retroceso social y el recorte de libertades, fuera inevitable pensar d¨®nde terminaba la celebraci¨®n y d¨®nde empezaba el escapismo).
Marni se ha asegurado un buen sitio en el calendario gracias al grungismo surrealista de su dise?ador, Francesco Risso. Kurt Cobain era la referencia evidente tras las melenas descoloridas y las rebecas dadas de s¨ª de la colecci¨®n, pero Risso se hab¨ªa inspirado en Allegro non troppo, la on¨ªrica pel¨ªcula de animaci¨®n ¨Cuna versi¨®n de Fantas¨ªa¨C que Bruno Bozzetto dirigi¨® en 1976. Fantas¨ªa hab¨ªa un rato, pero tambi¨¦n realidad comercial. No hay que olvidar que Marni es una de las firmas que apuntalaron esa categor¨ªa de moda tan genuinamente italiana: la burgues¨ªa exc¨¦ntrica, o el uniforme del profesional liberal con inquietudes (y buen sueldo).
Dolce & Gabbana present¨® su colecci¨®n del oto?o que viene en un tono menos extravagante. Esta vez no hab¨ªa ni influencers adolescentes sobre la pasarela ni gui?os infantiles en las prendas, sino un escenario entelado donde un grupo de sastres de la casa escenificaban su profesi¨®n, y un maestro de ceremonias que iba presentando cada modelo con explicaciones entre humor¨ªsticas e informativas. Pero no hab¨ªa iron¨ªa en un perfecto abrigo blanco, en las chaquetas cruzadas con pantal¨®n ancho o en los trajes de tres piezas de pata de gallo. Ni tampoco en el hecho de que la moda urbana hubiera sido relegada a poco m¨¢s que un gui?o en toda la presentaci¨®n.
Puede que zapatillas, sudaderas y dem¨¢s distintivos del estilo millennial se hayan hecho fundamentales para la industria del lujo (solo el 10% de las compras online de este sector es ropa formal), pero se han integrado en la oferta, igual que en la vida misma, y en su lugar empieza a ganar enteros la sastrer¨ªa y tambi¨¦n cierta sensaci¨®n de elegancia recobrada. Gris y entallada en Emporio Armani. En negro y beis, y con cierto aire a?os setenta, en Fendi, que rend¨ªa homenaje a Karl Lagerfeld, eterno colaborador de la casa.
Y con tinte oscuro para Prada, que introdujo trajes de tres botones negros, y una serie de pantalones y chaquetas en franela militar que serv¨ªan como contrapunto a prendas m¨¢s audaces: coloridas rebecas de punto con parches de peluche, jers¨¦is de lana con mangas de nailon o camisas negras de manga corta estampadas con estridentes flores o con cabezas de Frankenstein, que bien podr¨ªa ponerse los zapatones de charol que completaban muchas de las salidas. El desfile estaba inspirado en las pel¨ªculas cl¨¢sicas de terror, una reacci¨®n comprensible al mundo que nos ha tocado vivir, y tuvo lugar en una enorme sala de la Fondazione Prada, esa utop¨ªa llena de arte contempor¨¢neo, dise?ada por Rem Koolhaas, que Miuccia Prada ha abierto a las afueras de Mil¨¢n. Una de cal y otra de arena de quien sigue siendo la voz de la conciencia, y de la inteligencia, de la moda italiana.
Jers¨¦is para distancias cortas
Una de las ventajas colaterales de la di¨¢spora de grandes firmas de la pasarela masculina de Mil¨¢n es que nombres que antes habr¨ªan ocupado una nota al pie ahora disfrutan de mayor atenci¨®n. Es el caso de Missoni, que tiene m¨¢s de medio siglo de historia pero ya no celebra desfile de hombre, as¨ª que la ropa se pod¨ªa ver colgada en su showroom, entre las sinuosas esculturas de Ant¨®n ?lvarez, el artista sueco-chileno que le sirvi¨® de inspiraci¨®n. La particularidad de esta empresa familiar italiana est¨¢ en las prendas multicolores que ellos mismos tejen en su f¨¢brica, y que solo se aprecian de cerca. Esta vez, en lugar del caracter¨ªstico zigzag con colores en contraste, hab¨ªa delicados degradados, o prendas reversibles que solo mostraban su riqueza en el interior. "No hemos pensado en nuestro cliente como el artista, sino como el galerista. Es ropa cl¨¢sica pero con un lado exc¨¦ntrico", explicaba el dise?ador, Mayur Ghadialy. Pero que nadie espere un Missoni soso: hab¨ªa esm¨®quines tejidos con pantal¨®n acampanado y camisas con hilo de lam¨¦, y un jersey hecho a mano con tubos de punto cosidos encima, en alusi¨®n a las esculturas de ?lvarez. La de Ghadialy es una propuesta tan t¨¦cnicamente sofisticada como est¨¦ticamente dif¨ªcil de imitar. "Nuestro color burdeos tiene nueve tonos de burdeos", advierte. "Somos una firma de producto. No vendemos tonter¨ªas".
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