Un tiro en la boca
Tras el Brexit, la separaci¨®n de Reino Unido de Europa no ser¨¢ un divorcio apacible, sino una amputaci¨®n violenta de consecuencias incontrolables
OIGO A MENUDO decir que, con el Brexit, los brit¨¢nicos se han pegado un tiro en el pie. Puede ser, aunque por momentos m¨¢s bien se dir¨ªa que se lo han pegado en la boca; y que ahora est¨¦n en la UCI, luchando por sobrevivir.
?C¨®mo ha podido suceder esto? No lo s¨¦. En la primavera de 2015, cuando todav¨ªa faltaba un a?o para el Brexit pero el refer¨¦ndum ya se hab¨ªa anunciado, pas¨¦ mes y medio en Oxford, dando una serie de conferencias en la Universidad. Habl¨¦ con muchos profesores, pero ni uno solo era partidario del Brexit; m¨¢s a¨²n: ni uno solo ¡ªincluidos eminentes soci¨®logos y polit¨®logos¡ª pensaba que el resultado del refer¨¦ndum ser¨ªa el que finalmente fue. Meses despu¨¦s, tras la consulta, s¨ª habl¨¦ con votantes del Brexit: todos eran ch¨®feres y taxistas. Reino Unido llevaba d¨¦cadas dividida, pero el refer¨¦ndum del Brexit la parti¨® por la mitad, abriendo un abismo entre el norte pobre y el sur rico, entre los j¨®venes partidarios de la UE y los viejos contrarios a la UE, entre el campo pro-Brexit y las ciudades anti-Brexit; tambi¨¦n, entre un pa¨ªs culto, acomodado y cosmopolita y un pa¨ªs b¨¢rbaro, empobrecido e indefenso ante las mentiras monumentales de la prensa sensacionalista, de lejos la m¨¢s le¨ªda en el pa¨ªs, una prensa empapada de un nacionalismo cerril, un antieurope¨ªsmo supremacista y una venenosa nostalgia del Imperio, cuyas trolas ning¨²n pol¨ªtico osa desmentir por temor a perder votos, lo que explica en parte que el Brexit apenas tenga oposici¨®n pol¨ªtica, aunque la mitad de la poblaci¨®n no lo quiera. Todo esto no es ajeno a lo que est¨¢ ocurriendo en el resto de Europa, empezando por Espa?a ¡ªnada m¨¢s parecido al Brexit que el separatismo catal¨¢n¡ª, y deber¨ªa hacernos reflexionar sobre algunas cuestiones esenciales. La primera es que la separaci¨®n de Reino Unido de Europa ¡ªno digamos la de Catalu?a de Espa?a¡ª no es un divorcio apacible, sino una amputaci¨®n violenta, de consecuencias incontrolables. La segunda es que los referendos, que para algunos ingenuos ¡ªy algunos tramposos¡ª son el colmo de la democracia, constituyen a menudo p¨¦simos instrumentos democr¨¢ticos (no en vano han sido una herramienta favorita de los tiranos), que rompen traum¨¢ticamente las sociedades. La tercera es que mucha gente prefiere la mentira a la verdad, porque las mentiras son casi siempre halagadoras, redondas, tranquilizantes, digeribles y f¨¢ciles de entender, mientras que las verdades son con frecuencia inc¨®modas, desagradables, poli¨¦dricas y complejas. La cuarta es que la ignorancia nos vuelve vulnerables a las mentiras, lo que explica que el poder la fomente con entusiasmo, porque las verdades fabrican hombres y mujeres libres, mientras que las mentiras s¨®lo fabrican esclavos. Hay una quinta cuesti¨®n. De joven yo pensaba que mi pa¨ªs era especial, que ten¨ªa un pasado m¨¢s negro que los otros y m¨¢s problemas que los dem¨¢s para digerirlo; de mayor he aprendido que eso es falso: como todas las personas, todos los pa¨ªses tienen, junto a una buena herencia, una mala, y muchas dificultades para asumirla; hay que asumirla, sin embargo, porque, si uno conoce del todo su herencia, y la asume, puede gobernarla, pero, si no, es esa herencia la que lo gobierna a uno. Esto ¨²ltimo es lo que le ha ocurrido a Reino Unido, seg¨²n se desprende de Brit(ish): On Race, Identity and Belonging, libro en el que Afua Hirsch explica el Brexit por la crisis de identidad que sufre RU y su incapacidad para digerir los cap¨ªtulos m¨¢s oscuros de su historia, como la explotaci¨®n colonial; lleva raz¨®n: dado que el pasado es una dimensi¨®n del presente sin la cual el presente est¨¢ mutilado, si uno es incapaz de asumir por entero su pasado tambi¨¦n es incapaz de entender su presente. Y esa incapacidad es el mejor consejero para que cometamos los peores errores, deslumbrados por el espejismo de una herencia impoluta, que nunca existi¨®.
Lo anterior, ya digo, nos ata?e a todos, y no s¨®lo porque, con todos los matices que se quiera, lo que les ocurre a los brit¨¢nicos no es tan distinto de lo que nos ocurre a nosotros; tambi¨¦n porque, se peguen donde se peguen ellos el tiro, nos lo pegamos tambi¨¦n nosotros.?
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