Las nuevas ¡®cabeza de familia¡¯ de Senegal
Las esposas de los senegaleses que emigran a Europa tienen la oportunidad de ganar independencia, pero han de lidiar con la soledad e imponerse en una sociedad a¨²n muy tradicional
En la margen derecha de uno de los polvorientos senderos de Gandiol, un terreno de arena hace las veces de campo de f¨²tbol para los chavales de este pueblo pegado al Atl¨¢ntico. Eran due?os de todo el espacio, pero ya no. Desde hace unos meses, una imponente casa de dos alturas, porche y garaje se erige al otro lado del camino. De momento, a medias: los muros de cemento se ven grises y feos porque a¨²n no han sido pintados, pero todas las ventanas son de un moderno y reluciente PVC blanco con doble acristalamiento. Es una de las contadas viviendas que se puede permitir tales lujos en este pueblo situado a media hora en coche de la decadente ciudad de Saint Louis, antigua capital de Senegal, hoy segunda m¨¢s importante del pa¨ªs y patrimonio de la Unesco por su arquitectura colonial. El inmueble pertenece a un pescador llamado Abdou, aunque ¨¦l apenas la pisa. Trabaja en Mauritania desde hace m¨¢s de una d¨¦cada y env¨ªa remesas a sus dos esposas: Aminata y Aw¨¢.
Muchas mujeres en Senegal tienen a sus maridos en otros pa¨ªses y han de lidiar con la dificultad de imponerse en una sociedad muy patriarcal, seg¨²n explica Oumoul Kha?ry Coulibaly, socioantrop¨®loga experta en migraciones y g¨¦nero de la universidad Sine Saloum de Kaolack. ¡°Se ha observado una mejora fuerte, pero las desigualdades de g¨¦nero persisten y se reflejan en la brecha en la escolarizaci¨®n, en el acceso al empleo, a servicios sanitarios, a puestos de poder y en la toma de decisiones¡±.
No obstante, estas mujeres desempe?an un papel cada vez m¨¢s importante en la sociedad, seg¨²n Aly Tandian, doctor en Sociolog¨ªa en la universidad Gaston Berger de Saint Louis. "Ahora participan en las reuniones escolares y realizan trabajos de agricultura y ganader¨ªa que antes eran cosa de hombres", ilustra sobre un pa¨ªs de casi 16 millones de habitantes con m¨¢s de 500.000 viviendo allende sus fronteras, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional de las Migraciones (OIM). En el departamento de Saint Louis, con sus casi 250.000 habitantes, el fen¨®meno cobra mayor relevancia porque desde 2005 se convirti¨® en un punto clave de salida de cayucos hacia Canarias por su proximidad y su tradici¨®n marinera. El 9,6% de quienes marchan proviene de esta regi¨®n.
En Senegal,? el 31 % del mill¨®n y medio de los hogares est¨¢n liderados por mujeres, seg¨²n datos de 2016
Cae la tarde en Gandiol. Los cr¨ªos juegan al f¨²tbol frente al porche de Aminata mientras ella sumerge ropa blanca en un cubo lleno de agua jabonosa con uno de sus hijos profundamente dormido a su espalda. Hunde los brazos hasta los codos en el barre?o, frota y se queja: "Si ¨¦l estuviera, yo no tendr¨ªa que preocuparme del dinero¡±. Por ser la primera esposa, se hace cargo de administrar las remesas que mensualmente env¨ªa Abdou. Tambi¨¦n de responder a las preguntas. Awa, sentada en el porche con una ni?a en brazos, escucha y sonr¨ªe con timidez cuando se siente interpelada. ?Qu¨¦ hacen si se acaba el dinero antes de final de mes? "Compramos a cr¨¦dito en la tienda del pueblo. Explico que mi marido no est¨¢, pero que en cuanto reciba el dinero, pago".
Para comprender los obst¨¢culos de las senegalesas por alcanzar m¨¢s cotas de independencia hay que tener en cuenta que el 83% de los hogares pertenece a familias compuestas por personas con distintos grados de parentesco y de diferentes generaciones. Hasta hace poco, adem¨¢s, lo habitual era que la reci¨¦n casada se fuera a vivir a casa de sus suegros. En esta tipolog¨ªa familiar, la responsabilidad de administrar el presupuesto cuando el hombre emigra recae en su madre o hermanos en algo m¨¢s de la mitad de los casos. Pero no se puede obviar esa otra mitad en la que el esposo ya delega en su compa?era, como ocurre en el caso de Aminata. Y por otra parte, el 31% del mill¨®n y medio de los hogares ya est¨¢n liderados por mujeres, seg¨²n datos de 2016 de la Agencia Nacional de Estad¨ªstica.
Una de las razones de esta transformaci¨®n es, seg¨²n la socioantrop¨®loga, que las tipolog¨ªas familiares est¨¢n cambiando hacia modelos compuestos solo de padres e hijos, y no tanto extensivos. Tambi¨¦n se opta por viviendas separadas para proteger a las esposas de la violencia ejercida por parte de los suegros y causada por la ausencia del c¨®nyuge. "Se debe tener en cuenta que estas mujeres est¨¢n sujetas a una vigilancia y control muy fuerte por parte de la familia pol¨ªtica y de la sociedad en general", alega.
Mbayam Diop es otra de esas mujeres que puede elegir. Peluquera de 30 a?os, ha montado el negocio en la trastienda de la casa de sus padres, donde reside con dos hijas fruto de una uni¨®n anterior. Est¨¢ casada con Ibrahima, un hombre que emigr¨® a Espa?a en 2006. "Nos conocimos en Facebook en 2017 y al principio ¨¦ramos solo amigos", relata. La siguiente vez que fue por all¨ª surgi¨® el amor, cuenta entre risas, pues una de sus mejores amigas, A?batou, est¨¢ de visita y las bromas no se hacen esperar. "Es duro, se les echa de menos, pero no hay otro remedio por ahora", comentan las dos amigas. El marido de A?batou tambi¨¦n trabaja en Espa?a.
Mbayam no fue a vivir con sus parientes pol¨ªticos despu¨¦s de casarse. "En la casa de mis suegros ya son muchos, mi esposo no quiso que fuera all¨ª para evitar problemas". Su situaci¨®n es provisional, asegura, porque se est¨¢n construyendo un hogar en el mismo pueblo. Mientras, la peluquera contribuye a la econom¨ªa familiar con lo que su marido env¨ªa: "Me lo manda a m¨ª y lo divido en dos partes: una es para la comida y se la doy a mi madre. Otra la gestiono yo, es para comprar ropa a las ni?as, mejorar la peluquer¨ªa...".
Parecida situaci¨®n es la de Fary Diagne y Seinabou Sarr, vecinas de Guet Ndar, barrio humilde de pescadores de la ciudad de Saint Louis. Aqu¨ª son muchas las que viven esperando que el oc¨¦ano les devuelva a sus maridos. ¡°Se fue en cayuco, ya est¨¢bamos casados cuando me lo anunci¨® y no me gust¨®, pero no ten¨ªa otra soluci¨®n", reconoce Fary. Su esposo era pescador en Senegal y ahora lo es en A Coru?a. El de Seinabou, en Marbella, se fue en 2005 y se casaron despu¨¦s.
Estas dos mujeres no se conocen, pero sus vidas son muy similares: con varios hijos (tres Fary, dos mellizos Seinabou), empleadas en el comercio informal (pescado vende la primera, caramelos y chocolate la segunda). Tambi¨¦n ambas pasan el d¨ªa en casa de sus respectivos padres, aunque poseen una habitaci¨®n alquilada en el mismo vecindario a la que solo van para dormir. Una breve aspiraci¨®n de independencia.
Fary asegura que es la jefa de su familia porque ella recibe el dinero y toma las decisiones. "Cuando tu marido se va al exterior, piensan que tienes mucho dinero, entonces tienes autoridad". Coinciden el resto de entrevistadas. "Las remesas mejoran significativamente las condiciones de vida de sus mujeres y su posici¨®n social", recalca Coulibaly. Pero tener un poco m¨¢s no siempre se traduce en tener suficiente. En Senegal, donde alrededor del 67 % de la poblaci¨®n persiste con menos de tres euros por d¨ªa, las estrecheces son habituales. Lo saben Aminata y Aw¨¢, pues dicen vivir en la incertidumbre de cu¨¢ndo y cu¨¢nto dinero va a llegar cada vez. Lo sabe Seinabou, que reconoce no sentirse independiente ni empoderada porque nunca da para llegar a fin de mes.
Las chicas de Internet
Estas mujeres soportan una carga invisible: la soledad, pues ninguna recibe la visita de su esposo m¨¢s de una vez al a?o. Seinabou no ve al suyo desde 2016. "Yo hablo de las chicas de Internet. Cada s¨¢bado se visten bien, se maquillan y se ponen delante de Skype para hablar con los maridos. Es el d¨ªa del amor", explica Tandian. "Est¨¢n muy bien mientras hablan pero luego, cuando hacen el clic al colgar, viene el sufrimiento¡±.
A veces pasan hasta cinco o 10 a?os hasta que el hombre regresa, ya que no puede hacerlo antes porque no tiene papeles, por ejemplo. "No hay satisfacci¨®n afectiva ni sexual", comenta el soci¨®logo.? Otro efecto colateral es la dificultad para tener hijos debido a los pocos d¨ªas que los matrimonios pasan juntos. ¡°Ellas sufren mucho porque en esta sociedad, tener descendencia es de importancia capital", asegura Tandian.
Existen dos v¨ªas de escape que en la pr¨¢ctica no est¨¢n al alcance de cualquiera. Una es reunirse con los maridos all¨¢ donde est¨¦n, un deseo que todas expresan en voz alta, pero casi imposible por la dificultad a la hora de lograr visados y dinero para el desplazamiento. "Es muy caro llevar a dos hijos, pero no puedo irme sin ellos", asegura Seinabou. "No podemos marcharnos porque los ni?os est¨¢n estudiando aqu¨ª", alega Aminata. Lo han pensado muchas veces, asegura, pero no les gusta la idea de que se vaya una y la otra no. La idea de no ser la elegida. "O las dos, o ninguna".
Se encuentran muy bien mientras hablan pero luego, cuando dan al clic de colgar [en Skype], viene el sufrimiento
Aly Tandian, soci¨®logo
La otra es el divorcio, mal visto pese a su legalidad. En Senegal solo un 2,6% de la poblaci¨®n ha dado el paso, aunque se est¨¢ convirtiendo en una tendencia, seg¨²n Coulibaly. "Influye la soledad, pero tambi¨¦n las expectativas no cumplidas de muchas mujeres que vieron el matrimonio con un migrante como una fuente de ¨¦xito y no fue as¨ª".
"No hay muchas opciones al final. Resistir y aguardar. Es muy dif¨ªcil", sentencia Tandian. ?Y por qu¨¦ resiste Seinabou, que lleva tres a?os sin ver a su marido? "Porque le quiero y porque no me queda otra", responde. Dice que le echa de menos ahora m¨¢s que al principio y que, en los peores momentos, piensa en sus hijos y en el amor por su esposo para levantarse el ¨¢nimo. Que no tiene otra opci¨®n.
Para leer
- De si longes nuits (De largas noches), de Aur¨¦lie Fontaine y Lae?la Adjovi. Ed. L'Harmattan. Retratos e historias de mujeres del ?frica del oeste que tiene en com¨²n ser esposas de emigrantes a quienes esperan. Solo en franc¨¦s.
- Las que aguardan, de Fatou Diome. Ed. El Aleph La autora describe la cotidianeidad de una aldea de pescadores y sus tradiciones a trav¨¦s de cuatro mujeres, dos madres y dos esposas, que esperan el regreso de sus hijos/maridos.
- Hivernage, de Laurence Gavron. Ed. Du Masque. Una joven se casa con un expatriado senegal¨¦s que se marcha a trabajar a Italia. Ella ir¨¢ a vivir a la casa de su familia pol¨ªtica en La Medina (distrito de Dakar), y la recepci¨®n ser¨¢ dif¨ªcil. Solo en franc¨¦s.
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