Neofeminismo, palabra del 2019
La historia tiene el defecto de repetirse, pero es virtud cuando sirve para afilar la astucia
No me estoy equivocando, no quer¨ªa decir neomachismo, me sumo a quienes van a intentar que esa no sea la palabra de 2019. Si seg¨²n Merriam-Webster feminismo fue la del 2017, la m¨¢s consultada, y justicia la de 2018, hagamos con ellas una alianza f¨¦rrea contra el revival del patriarcado. Dar¨¢ fuerza para recordar que agoniza y que, con las cartas bien jugadas, este ser¨¢ su ¨²ltimo aliento. Mientras, va a ser un a?o turbulento en el debate de las libertades y los derechos.
En Fortunas del feminismo, publicado en 2015, Nancy Fraser diagnosticaba este ¨²ltimo periodo hist¨®rico y hablaba de la merma de las energ¨ªas de la izquierda y de la crisis actual del neoliberalismo como dos factores clave para despertar esta nueva fase del feminismo que ya estamos viviendo. Tambi¨¦n adjudicaba el actual r¨¦gimen neoliberal una voluntad clara de atrasar el reloj en lo que se refiere a la igualdad. Profec¨ªa cumplida: aqu¨ª est¨¢n las descabelladas propuestas de los aguerridos chicos de VOX para confirmar que los logros de la igualdad son inc¨®modos y combinan mal con sus metas, que hablan de prejuicios, intolerancia y recorte de libertades. Y que se basan en la negaci¨®n de la realidad, las fake news y la demonizaci¨®n del distinto.
Ante este panorama ¡ªentonces inminente y ahora ya real¡ª, Fraser se preguntaba: "?Conseguiremos quienes sostenemos perspectivas de igualdad m¨¢s robustas y ambiciosas resistir el asalto neoliberal? ?Debemos adoptar una postura esencialmente defensiva, destinada a consolidar los avances previos? ?O podr¨ªa la actual crisis resultar un momento de transformaci¨®n trascendental en el que la propia igualdad se transforma, se profundiza y se ampl¨ªa, se vuelve m¨¢s sustancial e incluyente, y avanza hacia la plena paridad de participaci¨®n en la vida social?".?
Nancy Fraser adjudicaba el actual r¨¦gimen neoliberal una voluntad clara de atrasar el reloj en lo que se refiere a la igualda
Este nuevo impulso del feminismo ha venido para quedarse porque incorpora una base social infinitamente m¨¢s amplia que la que hab¨ªa tenido hasta ahora. Esa suma de nuevos efectivos ¡ªchicas j¨®venes, mujeres esc¨¦pticas, pseudo-conservadoras y hombres feministas¡ª, permite aspirar a nuevos retos a la hora de enfrentarnos a un patriarcado que tiene los d¨ªas contados.
Hablemos claro: no hay ninguna nueva ultraderecha que antes no estuviera, no hay ninguna nueva amenaza ni para la igualdad de g¨¦nero ni para la diversidad en su sentido m¨¢s amplio. La amenaza siempre estuvo all¨ª, en la negaci¨®n de la memoria hist¨®rica, en la tolerancia disfrazada de respeto. Sucede simplemente que el lobo se ha sacado la piel de cordero, y all¨ª donde hab¨ªa un Gallard¨®n que quer¨ªa cercenar la Ley del aborto, ahora hay 400.000 votantes de VOX que desprecian sus propios derechos y libertades, porque es contra ellos mismos y la sociedad moderna en la que viven contra la que atentan.?
Sin embargo, las Marchas de las Mujeres contra Trump, el movimiento Me Too contra la violencia global ejercida sobre las mujeres y nuestro victorioso ¨²ltimo 8 de marzo ¡ªimpulsado por el lamentable caso de La Manada, que se ha vuelto contra la ignominiosa justicia patriarcal¡ª, han sido espl¨¦ndidos altavoces para difundir una voz colectiva que habla de progreso social, igualdad y respeto al distinto. Ni m¨¢s ni menos.
La historia tiene el defecto de repetirse, pero es virtud cuando sirve para afilar la astucia. La revoluci¨®n de las conciencias que el feminismo ha vehiculado se parece mucho a la ¡°querella de las mujeres¡± que habit¨® en la Europa de los siglos previos a la Revoluci¨®n Francesa. Entonces salieron en defensa del mal trato que se les daba escritoras como Christine de Pizan e Isabel de Villena; ahora han sido las famosas de la industria del cine las que han sacudido las alfombras de la misoginia y el desprecio a las mujeres. Tambi¨¦n se parece mucho a la ola feminista que agit¨® los a?os setenta tras el intento de la sociedad norteamericana de recluir a las mujeres en sus casas mientras los valientes que regresaban de Vietnam ocupaban el espacio p¨²blico. Betty Friedan dio la voz de alarma y las dem¨¢s quemaron sujetadores e impidieron ese nefasto paso atr¨¢s.
Ahora las mujeres salen a las calles de nuestro pa¨ªs al grito de ¡°Ni un paso atr¨¢s¡±, al igual que hace cuatro d¨¦cadas sal¨ªan al grito de ¡°Yo tambi¨¦n soy ad¨²ltera¡± o ¡°Yo tambi¨¦n he abortado¡±. ?Alguien cree que vamos a callar? Tenemos la suerte de contar con la alianza de intelectuales l¨²cidas ¡ªincluida Simone de Beauvoir¡ª que ya nos avisaron de que cualquier zozobra mundial sirve para que los carpetovet¨®nicos vuelvan a la carga: en momentos de solidez permanecen en sus guaridas y, cuando algo se tambalea, salen a la luz. No le demos m¨¢s importancia que esa, son los mismos que ya estaban.
Podemos adoptar una postura defensiva o trabajar para ampliar el paradigma de la igualdad de derechos y la defensa de la diversidad. Se trata de proponer una transformaci¨®n mucho m¨¢s ambiciosa de la que hasta ahora hemos alcanzado: vayamos m¨¢s all¨¢ de la emancipaci¨®n de las mujeres de la jerarqu¨ªa de g¨¦nero y apostemos por construir una sociedad globalmente emancipada. En Fortunas del feminismo, Fraser se apoya en La gran transformaci¨®n, un libro de Karl Polanyi publicado en un lejano 1944 que cuenta c¨®mo el choque entre los partidarios del libre mercado (la derecha) y los de las protecciones sociales (la izquierda) condujo a un atasco pol¨ªtico que devino en el fascismo y la Segunda Guerra Mundial. La historia se repite. Fraser propone para el presente una tercera v¨ªa que evite el choque de trenes y permita avanzar: la llama ¡°emancipaci¨®n¡± y tiene por objetivo superar formas de sometimiento arraigadas en la sociedad.
Las batallas por la emancipaci¨®n abolieron la esclavitud, liberaron a las mujeres y a los pueblos no europeos del sometimiento colonial. A d¨ªa de hoy, la gran batalla emancipatoria es la que deshar¨¢ la brecha laboral de g¨¦nero, el techo de cristal, el t¨¢cito y sexista pacto de cuidados, la explotaci¨®n sexual de las mujeres... Es una batalla contra el patriarcado, pero sobre todo contra su mejor aliado, el neoliberalismo, que vive gracias a la opresi¨®n de las mujeres y que por ejemplo Luis Garicano, de Ciudadanos, tiene el descaro de plantear como una soluci¨®n en El contrataque liberal.
El feminismo lleva tres siglos trabajando en esa direcci¨®n emancipatoria, contra ese liberalismo que es capitalismo puro. Ahora estamos aqu¨ª, en una encrucijada de fuerzas contrarias en tensi¨®n. Ya dijo la escritora afroamericana y feminista Alice Walker, autora de El color p¨²rpura, que la forma m¨¢s com¨²n de que la gente te entregue su poder es que crea que no lo tiene. Tenemos el poder: us¨¦moslo. Que neomachismo no sea la palabra del 2019. ?Mucho mejor neofeminismo!
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