Juego (feminista) de tronos
'La Favorita' y 'Mar¨ªa, Reina de Escocia' son una buena muestra de hasta qu¨¦ punto es deciviso el enfoque de quien ofrece una historia y unos personajes
Con relativa frecuencia la cartelera nos ofrece alg¨²n que otro ejemplo con el que analizar c¨®mo la mirada de la persona que crea, l¨®gicamente, condiciona el relato. Y cuando me refiero a la mirada no me refiero solo a sus opciones est¨¦ticas, sino sobre todo ¨¦ticas, es decir, al lugar desde el que se posiciona frente a un mundo en el que existen luchas de poder, desigualdades e injusticias. Dos pel¨ªculas que coinciden en los cines estas semanas, y que coinciden en recrear, con diversas licencias creativas, las vidas de reinas de ¨¦pocas brit¨¢nicas, constituyen una buena muestra de hasta qu¨¦ punto es deciviso el enfoque de quien nos ofrece una historia y unos personajes.
Me refiero a la multipremiada y alabada por la cr¨ªtica La favorita, de Yorgos Lanthimos, y a la menos exitosa Mar¨ªa, reina de Escocia, primera pel¨ªcula dirigida por Josie Rourke. Ambas, adem¨¢s de situarse en un pasado lejano ¡ªla primera a principios del siglo XVIII y la segunda en el turbulento siglo XVI¡ª, nos presentan a mujeres poderosas en un mundo de hombres. Ambas tienen unas actrices en estado de gracia. De manera muy especial, Oliva Colman en La favorita y Saoirse Ronan como la reina escocesa nos ofrecen unas interpretaciones que dif¨ªcilmente dejan indiferente. Las dos son producciones muy cuidadas, desde el punto de vista est¨¦tico, y as¨ª lo confirman las varias nominaciones a los Oscars que en apartados t¨¦cnicos tambi¨¦n comparten.
Las cr¨ªticas han sido mucho m¨¢s benevolentes, y hasta un pel¨ªn exageradas, con la pel¨ªcula del griego Lanthimos. No cabe duda de que desde el punto de vista puramente cinematogr¨¢fico, La favorita, que recuerda mucho a Kubric, est¨¢ rodada por alguien que ya tiene una larga experiencia, que apuesta por un lenguaje propio (con el que a veces a m¨ª personalmente me cuesta entrar en conversaci¨®n) y que domina con t¨¦cnica solvente la c¨¢mara y el ritmo cinematogr¨¢fico. Mar¨ªa, reina de Escocia, sin embargo, es un relato mucho m¨¢s academicista, plano y que no pasa de la correcci¨®n, por m¨¢s que tenga una fotograf¨ªa y una ambientaci¨®n cuidad¨ªsima, o una potente banda sonora de Max Richter. Es una de esas pel¨ªculas impecables desde el punto de vista formal, pero que no aporta nada significativamente nuevo y que incluso adolece de un guion en ocasiones fallido. Sin embargo, hay un aspecto en el que la pel¨ªcula de Josie Rourke, una mujer curtida en el mundo del teatro, es cualitativamente superior a la que es una de las favoritas de los pr¨®ximos Oscars. Me refiero a lo que podr¨ªamos definir como perspectiva de g¨¦nero. Me explico.
La favorita nos presenta sin duda a tres mujeres en un contexto masculino y masculinizado, las cuales entablan entre ellas una compleja red de relaciones que finalmente no son sino juegos malabares en torno al deseo y al poder. Sin embargo, y pese a estas premisas, el director reitera muchos estereotipos sobres las mujeres en dichos contextos y, muy especialmente, sobre esa especie de perversa rivalidad que el patriarcado ha convertido en una especie de dogma al referirse a las relaciones entre mujeres. Las malas, las perversas, las rivales, las tentadoras, las seductoras. Hay una cierta mirada paternalista del genio creador sobre sus criaturas y, sobre todo, no hay un cuestionamiento de ese contexto tan machista, ni se desprende de la historia una reflexi¨®n cr¨ªtica sobre las estructuras que en muchos casos podr¨ªan explicar la actuaci¨®n de las protagonistas. Ellas, adem¨¢s, caen con frecuencia en el extremo facil¨®n de la histeria, de la pasi¨®n m¨¢s cercana a la naturaleza que a la cultura. Y parece evidente que su ¨²nica manera de sobrevivir es reiterando los esquemas masculinos.
En Mar¨ªa, reina de Escocia, que insisto me parece una pel¨ªcula mucho m¨¢s mediocre que la anterior, s¨ª que por el contrario encontramos una permanente referencia a las dificultades de las dos protagonistas no solo por ser ellas mismas, sino por definirse en un mundo de hombres. La propia reina Isabel llega a decir que de alguna forma ella ha renunciado a ser una mujer y se ha convertido en un hombre. Cuestiones como el matrimonio, la maternidad, las mujeres como bot¨ªn de los pactos masculinos o la misoginia dominante en unas sociedades condicionadas por fundamentalismos religiosos, aparecen en la pel¨ªcula como base de una relaci¨®n tensa entre las dos reinas. Incluso, y aunque en esto la directora y el guionista se tomen bastantes licencias hist¨®ricas, hay un permanente llamamiento, sobre todo por parte de Mar¨ªa, a lo que en t¨¦rminos modernos podr¨ªamos llamar "sororidad". Una de las escenas m¨¢s bellas de la pel¨ªcula es la del ¨²nico encuentro entre las dos, que al parecer nunca tuvo lugar, y en el que podemos detectar c¨®mo acaba siendo imposible que justamente el llamamiento a la sororidad pueda frenar la locura del mundo masculino.
Seguramente muchos y algunas podr¨¢n objetarle a Rourke el haber planteado tal vez una mirada excesivamente contempor¨¢nea sobre un relato hist¨®rico, e incluso que se haya dejado llevar con relativa facilidad por los ecos del empoderamiento femenino en estos tiempos del Me Too, pero sin duda se trata de una opci¨®n como otra cualquiera, tan leg¨ªtima como los ojos de pez de Lanthimos, o como la perspectiva habitualmente androc¨¦ntrica que los "genios" tienen sobre el pasado, el presente y el futuro. A m¨ª al menos me ha dado que pensar y me ha removido muchas m¨¢s cosas que las intrigas de Olivia Colman, Rachel Weisz y Enma Stone. Tan masculinas ellas en sus intrigas de alcoba y trono. Supongo que ser¨¢ cosa de mirar siempre el mundo, y no solo la pantalla, con unas gafas violetas.
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