Lecciones de una legislatura
Frente a una agenda nacional est¨¦ril existe un proyecto social inaplazable
El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, anunci¨® ayer su intenci¨®n de disolver las C¨¢maras el pr¨®ximo 5 de marzo y convocar a las urnas el 28 de abril, apenas cuatro semanas antes de que tengan lugar las elecciones municipales y auton¨®micas, y unas europeas muy significativas. El jefe del Ejecutivo ha hecho uso de una prerrogativa que le corresponde en exclusiva, a los ocho meses de haber obtenido el respaldo mayoritario del Congreso de los Diputados, al prosperar una moci¨®n de censura contra el Gobierno del PP.
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Pedro S¨¢nchez lleg¨® a la presidencia por un procedimiento indiscutiblemente constitucional, inequ¨ªvocamente leg¨ªtimo desde el punto de vista institucional e inexcusable desde el pol¨ªtico: el Congreso habr¨ªa faltado a su deber m¨¢s elemental si hubiera tolerado la continuidad en el Gobierno de un partido condenado por corrupci¨®n, y de un presidente decidido a no depurar responsabilidades y a convivir indolentemente con ella. S¨¢nchez tambi¨¦n disuelve las C¨¢maras por las razones que le obligaban a hacerlo: no por la presi¨®n de una manifestaci¨®n que nunca deber¨ªa haberse convocado, y menos con el apoyo de fuerzas de ultraderecha (como finge creerse el l¨ªder del PP, Pablo Casado), sino por haber perdido la ¨²nica votaci¨®n que decide sobre la continuidad de un Gobierno, como es la de los Presupuestos Generales del Estado.
Durante los meses que ha estado al frente del Ejecutivo, el presidente S¨¢nchez y su equipo han cumplido una tarea sobre la que ser¨¢ inevitable volver despu¨¦s de las elecciones: el pa¨ªs no solo enfrenta una grave crisis territorial en Catalu?a, sino un inaplazable problema social, arrastrado desde el estallido de la burbuja inmobiliaria y la devastadora recesi¨®n econ¨®mica. Centrar la pr¨¢ctica pol¨ªtica del Ejecutivo socialista en esta agenda social ha sido un acierto. Que el nihilismo de las fuerzas independentistas dispuestas a debilitar las instituciones democr¨¢ticas y sacrificar el bienestar de todos haya encontrado su r¨¦plica perfecta en el nuevo liderazgo del Partido Popular, en la volatilidad ideol¨®gica de Ciudadanos y en la regresi¨®n ultranacionalista de Vox no significa que la desigualdad en el reparto de los costes de la crisis econ¨®mica y social deba desaparecer del debate pol¨ªtico, ni tampoco pasar a un segundo plano la cruel ausencia de expectativas a la que est¨¢n condenados nuestros j¨®venes o el deterioro de los servicios p¨²blicos (fundamentalmente el de la sanidad).
El hecho de que los logros sociales no hayan podido tener la continuidad anunciada, debido, entre otras razones, a la acci¨®n combinada de las pr¨¢cticas de filibusterismo de la oposici¨®n y a las exigencias independentistas incompatibles con la divisi¨®n de poderes, y, por tanto, con cualquier ideal democr¨¢tico, no invalida que frente a la agenda nacional, est¨¦ril y asfixiante, exista una inaplazable agenda social, cuya vigencia y cuya viabilidad ha tratado de reivindicar el Ejecutivo saliente en un esfuerzo que merece reconocimiento.
Es prematuro aventurar la composici¨®n de las C¨¢maras que resultar¨¢ de las elecciones del 28 de abril, por m¨¢s que los pron¨®sticos se?alen una fragmentaci¨®n pol¨ªtica igual o superior a la existente. Pero las lecciones de esta legislatura no deber¨ªan ser olvidadas. Sobre todo, el intento de gobernar sin pretender siquiera reunir una mayor¨ªa parlamentaria, que fue lo que llev¨® a este pa¨ªs a niveles de inestabilidad desconocidos en la etapa de Mariano Rajoy, junto al da?o que infligi¨® a las instituciones con actitudes de gobierno que normalizaban conductas corruptas. Afortunadamente, otra de las lecciones de estos ocho meses ha sido la solidez que han demostrado estas instituciones sometidas a fuego graneado.
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