La supermodelo que acab¨® en la calle vuelve a posar
Nastasia Urbano fue una de las supermodelos de los ochenta. Imagen de maestros como Yves Saint Laurent. Portada de grandes revistas. Icono de los mejores fot¨®grafos. Ha sido noticia por haber vivido en la calle. Hoy lucha por recuperar su vida. Y protagoniza en estas p¨¢ginas una sesi¨®n ¨²nica
NASTASIA, SUPERMODELO antes de que existiera el t¨¦rmino, vuelve al plat¨® casi un cuarto de siglo despu¨¦s de retirarse. En los a?os ochenta pos¨® para los mejores: Irving Penn, Helmut Newton, David Lynch, Steven Meisel, Peter Lindbergh y Fabrizio Ferri. La lista es tan larga como numerosas sus portadas en revistas internacionales. La n¨®mina de sus clientes, fabulosa: de Armani a Loewe, pasando por Yves Saint Laurent, de cuyo ic¨®nico perfume Opium fue imagen. Comparti¨® pista de baile en Studio 54 con Jerry Hall y Melanie Griffith, y form¨® parte de la troupe de Jack Nicholson. El mundo estaba a sus pies. Pero los titulares que ha acaparado recientemente no apelan a esta exitosa carrera, sino a la dif¨ªcil situaci¨®n que atraviesa a sus 57 a?os. El pasado noviembre, tras su ¡°tercer desahucio¡±, Nastasia se ve¨ªa obligada a vivir en la calle.
Es noticia que una glamurosa modelo est¨¦ ahora sin techo, pero no deber¨ªa: la precariedad de la profesi¨®n a cualquier edad es la norma. Las modelos, a menudo menores de edad, son trabajadoras con poca o nula protecci¨®n legal y sindical en un mercado inestable y arbitrario. Su realidad vital y laboral dista mucho del glamur que crea la publicidad.
¡°La belleza es estar tan contenta por dentro que se vea por fuera, saber llevar los a?os¡±
Consuelo Urbano, como en realidad se llama, es hija de emigrantes espa?oles en Suiza y naci¨® en la f¨¢brica de Birrfeld donde su madre estaba empleada y donde ella misma empez¨® a trabajar a los 16 a?os. Cuenta que una foto suya en la playa acab¨® en manos de una agencia de modelos y as¨ª comenz¨® una mete¨®rica carrera cuya ¨²ltima parada, hasta la fecha, ha quedado reflejada en estas p¨¢ginas. Hac¨ªa 24 a?os que no se pon¨ªa ante la c¨¢mara. Nadie lo dir¨ªa.
Nastasia habla cinco idiomas y llega puntual. Los estilistas combinan trajes y complementos, mientras el fot¨®grafo Manuel Outumuro y sus asistentes preparan el set del impresionante palacio Fonollar donde tiene lugar la sesi¨®n. Discreta, Nastasia se desliza sobre el exquisito pavimento hacia las perchas. Su cuerpo, herramienta laboral, se ofrece en modesta desnudez y ductilidad: ¡°Me pod¨¦is hacer lo que quer¨¢is¡±. Nada m¨¢s ponerse el primer vestido, deslumbra.
En fotograf¨ªa, uno de los retos es conseguir la luz perfecta. Nastasia la lleva incorporada. Dos de sus parejas, cuenta, trataron de apagarla. Primero, un hombre que al parecer quiso apartarla de su carrera, y despu¨¦s, su marido, padre de sus dos hijos, en cuyos proyectos ¡ªdice¡ª invirti¨® todo el dinero que hab¨ªa ganado. Y que fue mucho. Asegura que lleg¨® a firmar contratos por un mill¨®n de d¨®lares a cambio de 20 d¨ªas de trabajo. ¡°Sal¨ª sola de esas relaciones porque un d¨ªa me levant¨¦ y dije: ¡®Se acab¨®¡±.
Para unos, la belleza es un enigma; para otros, una construcci¨®n. Para Nastasia, consiste en ¡°saber llevar los a?os, aceptar tus arrugas y que el pelo no es el de antes. Estar tan contenta por dentro que se vea por fuera¡±. ?Se siente as¨ª? ¡°Nunca pens¨¦ nada de m¨ª, no me vi ni guapa ni fea. Quiz¨¢s s¨ª me sent¨ª especial, pues eso es lo que me dec¨ªan que yo era¡±. A media sesi¨®n la visita su hijo mayor, un apuesto joven que lleva el rostro materno tatuado a color en su mano derecha.
La belleza deja de ser un misterio impenetrable cuando Nastasia se deja mirar con c¨¢ndida generosidad, porque lo que m¨¢s le gusta es estar delante de las c¨¢maras. ¡°Me encanta sumergirme en mi propio mundo, olvidarme de mi alrededor, jugando un poco con la ropa que me favorece, siendo yo¡±. Esta escultura animada resulta toda permeabilidad y entrega.
¡°Eres una m¨¢quina¡±, la alaba Outumuro. Todos los disparos son buenos. Para Nastasia, los fot¨®grafos son los personajes m¨¢s interesantes de la industria de la moda, aunque reconoce que ¡°uno malo puede hundirte¡±. Para los mit¨®manos, evoca a Irving Penn ¡ª¡°muy silencioso, te daba muy pocas directrices¡±¡ª y al director David Lynch ¡ª¡°supercari?oso y cercano, justo lo contrario de lo que proyecta en sus pel¨ªculas raritas¡±¡ª. Su sesi¨®n favorita fue con Steven White en los Alpes italianos, jugando con la nieve y los huskies, recordando su infancia en Suiza. Una ni?ez que parece seguir acompa?¨¢ndola en su dulce sue?o de Stendhal, quien defini¨® la belleza como la promesa de felicidad.
¡°Nosotras somos chicas normales. Me asusta cuando me encuentran por la calle porque me han visto divina de la muerte en las revistas, se lo han cre¨ªdo y les decepcionas¡±, afirma consciente del m¨¢gico enga?o. Pero ahora la reconocen personas que saben de las dificultades por las que ha pasado y le desean una buena vida.
Termina la sesi¨®n, termina la actuaci¨®n. El equipo le dedica un aplauso cerrado y ella sonr¨ªe azorada, con humildad sincera. No son los ¨²nicos que han quedado seducidos por su presencia; una de las agencias de modelos m¨¢s importantes de Espa?a ya ha mostrado su inter¨¦s por ella. Quiz¨¢ nos cueste entenderlo, pero siempre nos quedar¨¢ Consuelo.?
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