Andr¨¦s Oppenheimer: ¡°El movimiento antirrobotizaci¨®n sustituir¨¢ al antiglobalizaci¨®n¡±
Es uno de los m¨¢s prestigiosos analistas del convulso y excitante contexto latinoamericano. Un argentino que forj¨® su exitosa carrera period¨ªstica en el Miami Herald, ganador del Pulitzer y de todos los premios m¨¢s relevantes del oficio. Hoy combina los art¨ªculos de fondo con la edici¨®n semanal de su programa en la CNN en espa?ol y la escritura de libros con los que vislumbra el futuro. El m¨¢s reciente es un inquietante ensayo sobre c¨®mo las m¨¢quinas van a revolucionar nuestra vida en la era de la tecnolog¨ªa 5G
MIAMI ES para Am¨¦rica Latina lo mismo que Andr¨¦s Oppenheimer representa para el periodismo en esta misma regi¨®n: un punto de encuentro entre Estados Unidos e Iberoam¨¦rica. Repu?tado analista y referente medi¨¢tico de la CNN en espa?ol, su historia es la de un bonaerense que emigr¨® a Minesota con la irrupci¨®n del golpe militar en Argentina a mediados de los a?os setenta del pasado siglo. Se curti¨® en el periodismo de agencias en Nueva York tras cursar una maestr¨ªa en la Universidad de Columbia. Encontr¨® en el Miami Herald el peri¨®dico donde desarrollar una prol¨ªfica carrera que hoy le mantiene vinculado a la prensa escrita mediante art¨ªculos con el foco puesto en el contexto latino, uno de los m¨¢s convulsos y excitantes del planeta. Junto a varios colegas del Herald, gan¨® el Pulitzer en 1987 por sus investigaciones que destaparon el esc¨¢ndalo Ir¨¢n-Contra. Muchos otros prestigiosos galardones y varios decenios despu¨¦s, asegura que seguir viviendo al sur de Florida le permite tener un punto de vista de excepci¨®n hacia todo lo que se mueve en Latinoam¨¦rica. ¡°Adem¨¢s, esto est¨¢ tan cerca de Estados Unidos¡¡±, bromea.
La sonrisa de Andr¨¦s Oppenheimer es una invitaci¨®n permanente a la iron¨ªa. Una virtud que rezuman tanto sus textos como su estilo de comunicar por televisi¨®n. Es la misma herramienta que emplea para interrogar a los mandatarios y poderosos que se exponen a sus entrevistas en la CNN. Y la misma socarroner¨ªa que sobrevuela sus libros. Desde ?Basta de historias! hasta Cuentos chinos y ?Crear o morir! (todos publicados en Espa?a por Debate), el humor siempre parece listo para presentar una tabla de salvaci¨®n ante el complejo panorama de datos y argumentos con los que ha abordado asuntos como la obsesi¨®n de Am¨¦rica Latina con su propia historia, el desaf¨ªo que supone China para el orden econ¨®mico mundial y los m¨¢s excepcionales casos de creatividad en Latinoam¨¦rica. ¡°Cada vez me interesan menos el pasado y el presente¡±, insiste, ¡°y m¨¢s me excita el futuro¡±. Empujado por este leitmotiv, ahora ha ido un paso m¨¢s all¨¢ para adentrarse en el desaf¨ªo que representa la irrupci¨®n de la rob¨®tica en nuestras vidas y nuestros empleos en plena era del big data, el Internet de las cosas y la inteligencia artificial. El resultado de sus pesquisas sobre c¨®mo estos par¨¢metros modulan el devenir de la humanidad a punto de inaugurar la revoluci¨®n de la tecnolog¨ªa 5G es ?S¨¢lvese quien pueda!, un libro tambi¨¦n editado por Debate que, como los anteriores, toma forma de gran reportaje en el que conviven las preguntas a las fuentes m¨¢s acreditadas con las conclusiones anal¨ªticas de un observador global de primer orden.
En el fondo, Andr¨¦s Oppenheimer sigue siendo un reportero que utiliza todas las armas del oficio para dar forma a sus libros. En esta ocasi¨®n, la g¨¦nesis fue un dato que provoc¨® su curiosidad: seg¨²n un estudio de la Universidad de Oxford publicado en 2013, el 47% de los empleos corren el riesgo de ser reemplazados por robots y computadoras con inteligencia artificial en Estados Unidos durante los pr¨®ximos 15 o 20 a?os. La curiosidad llev¨® a Oppenheimer hasta la Universidad de Oxford para conocer a Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, autores de aquel informe, y profundizar en la lista de empleos con mayor riesgo de desaparecer en un futuro pr¨®ximo. Y de ah¨ª hasta Silicon Valley, Nueva York, Jap¨®n, Corea del Sur, Israel o pa¨ªses de Europa y Am¨¦rica Latina donde sonde¨® a grandes expertos en la materia. Las conclusiones conforman un aviso a navegantes que une lazos entre el masivo desempleo tecnol¨®gico que deja en la estacada a miles de desubicados y las consecuencias pol¨ªticas para quienes no tienen ya nada que perder y abrazan diversos populismos de nuevo cu?o.
Vestido con pantalones vaqueros, polo azul oscuro de manga corta y zapatillas deportivas a juego, Oppenheimer recibe en su apartamento de Miami, una luminosa vivienda ubicada en la quinta planta de un edificio con vistas a la exuberante playa de Miami Beach. Delgado y con el cabello cano, su vitalidad y estado de forma le conceden algunos menos de sus 67 a?os. Por la ma?ana ha jugado al tenis y en un rato se pondr¨¢ el traje de presentador de la CNN para grabar unas entrevistas en la sede de Miami al ministro chileno de Hacienda, Felipe Larra¨ªn, y al senador mexicano H¨¦ctor Vasconcelos, con quien mantendr¨¢ un pulso sobre los 100 primeros d¨ªas de mandato del presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. Estos di¨¢logos explosivos pueblan la edici¨®n semanal de su programa Oppenheimer presenta. Antes de acompa?arle a la grabaci¨®n de una nueva edici¨®n del show, la conversaci¨®n transcurre en una peque?a sala que alberga su estudio. Una de las paredes est¨¢ forrada de libros en espa?ol e ingl¨¦s. Al otro lado, diplomas y distinciones enmarcadas. En un rinc¨®n, fotos entrevistando al subcomandante Marcos en M¨¦xico, a los expresidentes Obama y Clinton, as¨ª como durante un encuentro con los reyes em¨¦ritos Juan Carlos y Sof¨ªa. Sobre la mesa del escritorio, con una pronunciada elevaci¨®n, reposa el ordenador donde redacta sus libros y sus art¨ªculos. Aqu¨ª prepara tambi¨¦n los guiones de su programa televisivo y gestiona sus cuentas en las redes sociales. Siempre trabaja de pie, frente a un ventanal con irresistibles vistas al oc¨¦ano.
Dentro de 10 o 15 a?os, ?ser¨¢ un robot quien le haga una entrevista como esta? Mmmmm¡ Ehhhhhh¡ ?Por qu¨¦ no? Muchas de las funciones period¨ªsticas est¨¢n ya hoy hechas por m¨¢quinas. Hace siete u ocho a?os, grababa un programa de televisi¨®n en un plat¨® donde hab¨ªa cinco c¨¢maras y cinco camar¨®grafos. Ahora todas las c¨¢maras del estudio donde grabo el programa est¨¢n robotizadas¡ The Washington Post, en las pasadas elecciones de noviembre, public¨® todas las historias sobre las contiendas pol¨ªticas y los resultados de cada puesto en el Senado fueron escritos por robots. Ahora bien, siempre habr¨¢ un lugar para quienes investigan, hacen an¨¢lisis, opini¨®n¡ El periodismo no va a desaparecer. Seguiremos contando historias como se ha hecho desde tiempos b¨ªblicos. De la piedra se pas¨® al pergamino, y de ah¨ª al papel, a Internet¡ Quiz¨¢ en 10 o 20 a?os lo hagamos con hologramas. El contenido seguir¨¢ existiendo. Pero todo lo que es rutinario, lo que aprendimos en la escuela de periodismo, el qu¨¦, c¨®mo, cu¨¢ndo, d¨®nde¡ Lo que quiz¨¢ no pueda hacer una m¨¢quina es empatizar o antagonizar con un entrevistado, sacarlo de sus casillas u obtener cosas de esa persona que una computadora no puede conseguir.
En ese mismo periodo de 10 o 15 a?os, ?su nuevo libro para entonces lo habr¨¢ escrito tambi¨¦n un robot que firma como Andr¨¦s Oppenheimer? No creo. Podr¨¢ existir una computadora que pueda hacerlo. Otra cosa es lograr lo que un periodista capta en el terreno de las emociones, de la empat¨ªa o antipat¨ªa ante personas de las que recopila informaci¨®n para su trabajo.
Pero usted comparte las predicciones de Vernor Vinge y Ray Kurzweil seg¨²n las cuales entre 2023 ¡ªel primero, quiz¨¢ demasiado pronto¡ª y 2045 ¡ªquiz¨¢ m¨¢s realista¡ª la inteligencia humana ser¨¢ superada por la inteligencia artificial. No hay duda. Hoy damos por hecho que Google Maps nos lleve por la ciudad. Los avances tecnol¨®gicos suceden tan r¨¢pido que han anestesiado nuestra capacidad de sorpresa.
¡°La inteligencia humana va a ser superada por la artificial. Los avances tecnol¨®gicos suceden tan r¨¢pido que han anestesiado nuestra capacidad de sorpresa¡±
Hay excepciones. En Espa?a presenciamos semanas atr¨¢s un conflicto laboral en el que los taxistas se lanzaron a huelgas salvajes contra las licencias para veh¨ªcu?los con conductor (VTC) que funcionan con aplicaciones como Uber y Cabify, pero lo que acabar¨¢ con los taxistas y tambi¨¦n con los que hoy conducen autom¨®viles para esas aplicaciones ser¨¢ precisamente el coche aut¨®nomo. Eso se viene. As¨ª como en la d¨¦cada pasada vimos un movimiento antiglobalizaci¨®n, en la pr¨®xima d¨¦cada veremos un movimiento antirrobotizaci¨®n. Hace unos meses, en Las Vegas, los trabajadores de casinos y restaurantes se fueron a la huelga contra los aut¨®matas que estaban ejerciendo sus funciones. Entrevist¨¦ a la lideresa sindical y le pregunt¨¦ c¨®mo iban a pelearse con empresas que contratan a m¨¢quinas que son m¨¢s baratas, trabajan 24 horas y no piden vacaciones ni aumento de sueldo. Me dijo: ¡°Es una batalla perdida, lo que estamos pidiendo es que la gente que se quede sin trabajo por los robots sean reentrenados para desarrollar otros empleos¡±. Bill Gates y Mark Zuckerberg ya no son los buenos de la pel¨ªcula. Y en paralelo ha crecido la adicci¨®n tecnol¨®gica. Hay empresas que nos quieren convertir en adictos. Cuando ves el cap¨ªtulo de una serie en Netflix y al acabar salta autom¨¢ticamente el siguiente, t¨² no est¨¢s decidiendo si quieres seguir o no. Es la compa?¨ªa quien decide por ti. Habr¨¢ movimientos antitecnolog¨ªa y, como ocurri¨® con los antiglobalizaci¨®n, no llegar¨¢n a mucho. Pero har¨¢n mucho ruido.
?Hasta llegar a la violencia? Puede ser. Las empresas tecnol¨®gicas no aumentan su valor en Bolsa por la cantidad de seguidores, sino por el tiempo que los seguidores pasan frente a esas plataformas. El trabajo de los ingenieros de esas compa?¨ªas como Netflix es lograr que nos quedemos pegados a la aplicaci¨®n el mayor tiempo posible. Eso genera problemas de interacci¨®n entre la gente, depresiones adolescentes¡ Habr¨¢ una reacci¨®n.
Como, por ejemplo, la paranoia. La amenaza de los robots en el Foro de Davos, en las tertulias, en decenas de eventos que cada a?o se organizan para propagar mensajes alarmistas de expertos apocal¨ªpticos¡ ?Estamos demasiado paranoicos con el miedo a que las m¨¢quinas nos quiten el empleo, la casa, la vida? No. Hay una novedad en torno a todo esto. Los robots existen desde hace 60 a?os. Las f¨¢bricas de autom¨®viles los usan desde mediados del siglo pasado. El fen¨®meno nuevo es que esos artefactos son cada vez m¨¢s baratos, m¨¢s inteligentes y m¨¢s conectados entre s¨ª. A la vez, antes cont¨¢bamos con varias d¨¦cadas o siglos para una transformaci¨®n tecnol¨®gica. Los cambios se producen hoy a velocidad de v¨¦rtigo.
Pero no todo tiene por qu¨¦ ser apocal¨ªptico. En ciertos empleos como la conducci¨®n de personas y el diagn¨®stico cl¨ªnico, la robotizaci¨®n plantea la posibilidad de eliminar cientos de miles de errores humanos que cuestan vidas. Solo el coche aut¨®nomo podr¨ªa evitar m¨¢s de un mill¨®n de muertos anuales por accidentes de tr¨¢fico. Todo eso es bueno, pero la transici¨®n va a ser brutal porque los tiempos se acortan cada vez m¨¢s. Tenemos que prepararnos, como personas y como pa¨ªses, para que esta transici¨®n inevitable sea lo menos dolorosa posible. Lamentablemente, no veo a muchos pa¨ªses que lo est¨¦n haciendo. En algunos enclaves n¨®rdicos, s¨ª. En Am¨¦rica Latina, ni hablar. Y en el Gobierno de Estados Unidos¡ Est¨¢ la parte tecnol¨®gica de California y Nueva York, donde s¨ª se est¨¢ pensando en esto. Pero Donald Trump est¨¢ echando la culpa a los pobres mexicanos, pensando en el muro que quiere levantar en la frontera. Una buena parte del nacionalismo de Trump es producto de su demagogia populista, pero tambi¨¦n porque est¨¢ echando la culpa a los mexicanos de algo que se debe a la automatizaci¨®n del trabajo. Los jardineros mexicanos no est¨¢n quitando empleo a quienes trabajan en la industria automovil¨ªstica en Detroit. Este fen¨®meno est¨¢ teniendo impacto en Estados Unidos y probablemente en Europa, aunque no se identifica porque los demagogos populistas culpan a los inmigrantes y no a los aut¨®matas. En los pr¨®ximos a?os vamos a ver demagogos populistas que, as¨ª como hoy echan la culpa de lo que nos pasa a los inmigrantes, van a poner en el punto de mira a los robots.
¡°Vamos a ver pronto a demagogos populistas que, as¨ª como hoy echan la culpa de lo que nos pasa a los inmigrantes, pondr¨¢n en el punto de mira a los robots¡±
Tambi¨¦n est¨¢ el dilema de si, llegado el caso de que las m¨¢quinas desarrollen nuestro empleo, ser¨ªamos felices sin trabajar. Incluso teniendo cubiertas nuestras necesidades con una renta b¨¢sica universal. E incluso contando con ciertos lujos. Ese va a ser el gran tema. Estoy pensando en ¨¦l incluso para un pr¨®ximo libro. Nuestras generaciones se definen en buena medida con nuestro trabajo. Es lo primero que preguntamos cuando conocemos a alguien. Para muchas personas que fuimos criados de esa manera, quedarse sin empleo y vivir de un ingreso b¨¢sico universal nos va a hacer perder la autoestima. Y un sentido de la vida.
?Fue usted un ni?o que so?aba con robots y un futuro incierto? Crec¨ª fascinado por la ciencia-ficci¨®n. De adolescente devor¨¦ a Verne, Huxley, Asimov¡ Me interesaban las consecuencias sociales de aquello, no tanto la parte tecnol¨®gica relacionada.
?Fueron aquellos libros en los que se refugi¨® cuando muri¨® su padre? S¨ª. Yo ten¨ªa 15 a?os cuando falleci¨®. Aquello me destruy¨®. Era un ingeniero alem¨¢n al que le encantaba reparar cosas, frustrado porque yo no supiera ni siquiera clavar un clavo. Mi madre, que tambi¨¦n era alemana, emigr¨® a Argentina en 1935; mi padre lleg¨® all¨ª antes de la Segunda Guerra Mundial. Nos tuvieron a mi hermana y a m¨ª. Mi madre siempre quiso que yo formara parte del negocio familiar de materias primas para confiter¨ªas. A los 14 a?os fui ayudante del qu¨ªmico. Mi trabajo consist¨ªa en probar helados y decir cu¨¢l era el m¨¢s rico. Y me pagaban. Pero siempre supe que ser empresario no iba a ser lo m¨ªo.
Y entonces irrumpi¨® el golpe militar en Argentina. Yo estudiaba Derecho y hac¨ªa trabajos como periodista. Quer¨ªa irme. Logr¨¦ una beca para Minesota y me vine solo a Estados Unidos. Despu¨¦s vino mi novia de entonces, nos casamos y naci¨® mi hijo. Me volv¨ª a casar hace unos a?os con una cient¨ªfica de la Universidad de Miami. Ella me ayuda a entender muchas cosas relacionadas con la tecnolog¨ªa sobre las que escribo.
Tambi¨¦n le ayudan fuentes como Anders Sandberg, a quien visit¨® en la Universidad de Oxford para documentar su nuevo libro. Seg¨²n Sandberg, los trabajos que sobrevivir¨¢n son ¡°los m¨¢s dif¨ªciles de explicar¡±. El empleo de un operario que pone tornillos en una f¨¢brica es relativamente f¨¢cil de describir. Ese trabajo ya desapareci¨®. Tambi¨¦n el de una operadora telef¨®nica. Pero es m¨¢s dif¨ªcil explicar lo que hace un analista de datos. O un terapeuta que enfrenta cada d¨ªa un problema distinto, seg¨²n cada paciente. Cuanto m¨¢s dif¨ªcil sea de explicar un empleo, m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ reemplazarlo por un robot.
En el caso de los m¨¦dicos, seg¨²n las predicciones del visionario Vinod Khosla, lo que se reemplazar¨¢ es el 80% de las tareas que realizan. M¨¢s all¨¢ del computador Watson de IBM haciendo diagn¨®sticos y de los aut¨®matas que operan a coraz¨®n abierto y desatascan arterias, habr¨¢ un humano vigilando dichas tareas. Eso s¨ª, tendr¨¢ que ser un superdoctor multidisciplinar. Quiz¨¢ todos seremos multidisciplinares o simplemente no seremos nada. Sin duda. La mayor¨ªa de profesiones tendr¨¢n que ser multidisciplinares. Y tambi¨¦n los estudios para formar profesionales.
Y a menor formaci¨®n, mayor posibilidad de reemplazo total del humano. En estos casos hablamos del colectivo que el historiador israel¨ª y escritor superventas Yuval Noah Harari ha llegado a catalogar como ¡°la clase in¨²til¡±. Es un t¨¦rmino que no me gusta. Hay personas que no tienen culpa de quedarse sin trabajo. Y est¨¢n las consecuencias pol¨ªticas de ese descontento. Se ver¨¢ por varios frentes: la merma de privacidad, la adicci¨®n tecnol¨®gica de la que habl¨¢bamos antes y la p¨¦rdida de empleos. El movimiento antirrobotizaci¨®n se har¨¢ m¨¢s evidente, pero no triunfar¨¢. Pasar¨¢ lo mismo que con el movimiento antiglobalizaci¨®n, que hizo mucho ruido pero no acab¨® con la globalizaci¨®n.
Los populismos en Latinoam¨¦rica, al menos de momento, siguen obedeciendo a causas muy distintas de la irrupci¨®n tecnol¨®gica en la vida de la gente. Como ocurre, por ejemplo, en la vecina Venezuela. Los populismos ac¨¢ son producto de gente que tiene la filosof¨ªa de gastar m¨¢s de lo que recibe sin pensar en el mediano y largo plazo. Por eso no creo en las etiquetas. ?Qu¨¦ tiene de izquierda Nicol¨¢s Maduro? ?Qu¨¦ tiene de izquierda China, con un capitalismo sin derecho de huelga? Los populismos son la lacra de Am¨¦rica Latina y no terminamos de aprender. Venezuela tiene ahora la mejor oportunidad, y quiz¨¢ la ¨²nica, de los ¨²ltimos tiempos. Soy optimista. Hay una buena posibilidad de que a Maduro no le quede otra que negociar una elecci¨®n libre con observadores internacionales y un tribunal electoral independiente que va a terminar con su salida.
¡°Venezuela tiene ahora la mejor oportunidad de que a Maduro no le quede otra que negociar una elecci¨®n libre con observadores que va a terminar con su salida¡±
Si eso sucede, podr¨¢ suponer tambi¨¦n una victoria de Donald Trump. Espero que no. Es el peor presidente de Estados Unidos de la historia reciente, pero en el tema del reconocimiento a Guaid¨® [presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela] hizo lo correcto. La amenaza velada de una intervenci¨®n militar es un error garrafal, que Trump hace por motivos pol¨ªticos internos, para cosechar votos en Florida y ganar las elecciones de 2020. Si aprieta ese acelerador, lo ¨²nico que va a lograr es que los opositores venezolanos se queden en su casa esperando a que lleguen los marines en lugar de salir a la calle y tumbar la dictadura de Maduro.
?Nos ir¨ªa mejor con pol¨ªticos robots? Ahora habr¨¢ elecciones generales en Espa?a, pero de momento no se ha presentado ninguno. En Jap¨®n ya se present¨® uno a alcalde. Yo no me r¨ªo de eso. Ni lo descarto. Si los algoritmos pueden tomar decisiones m¨¢s desapasionadas que los humanos¡ En Israel se hizo un estudio con jueces de multas y se demostr¨® que un algoritmo puede adoptar medidas m¨¢s ecu¨¢nimes y menos prejuiciosas o afectadas por el hambre, el cansancio, el mal humor¡ Si eso sucede con un juez, ?por qu¨¦ no con un pol¨ªtico? Quiz¨¢ dentro de no mucho tiempo vamos a elegir entre un robot programado por tal persona y otro programado por tal otra.
?Elegirlo como presidente del Gobierno? O como asesor principal. O como jefe de gabinete. Parece descabellado. Pero si un algoritmo puede hacer un trabajo m¨¢s ecu¨¢nime que un juez de multas, ?por qu¨¦ no va a poder dar directivas m¨¢s equilibradas que un presidente?
De momento, la buena noticia entre tanto apocalipsis es que ya est¨¢ con nosotros el primer robot tertuliano. Se llama Debater y ya ha puesto en apuros al campe¨®n mundial de oratoria. Quiz¨¢ con estas m¨¢quinas las tertulias ser¨¢n m¨¢s civilizadas y, por consiguiente, aburridas. A lo mejor dejamos de estar sometidos a tanto ruido en la televisi¨®n, la radio, las redes sociales¡ S¨ª y no. Yo no idealizo un mundo robotizado. Valoro mucho la empat¨ªa y el calor humano. Y todo lo que un periodista, un conductor de programas o un actor pueden traer a la pantalla. Lo que s¨ª digo es que los robots son cada vez m¨¢s inteligentes y m¨¢s baratos. Tenemos que reinventarnos y transformarnos. Los que no lo hagan se quedar¨¢n atr¨¢s. Como personas y como pa¨ªses. Me asusta que en muchas naciones ni siquiera se hable de esto. Se podr¨¢ postergar esta revoluci¨®n. Pero no se detendr¨¢. Y nadie se va a salvar.
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