La minifalda fue solo el principio
Una muestra sobre Mary Quant explora el papel que jugaron sus dise?os en la liberaci¨®n feminista de los a?os sesenta
Cuando en noviembre de 1966 Mary Quant lleg¨® al palacio de Buckingham para ser condecorada por la reina Isabel II por sus servicios a la industria de la moda, la dise?adora era la personificaci¨®n de los Swinging Sixties: boina, corte de pelo de Vidal Sassoon, zapatos planos y un vestido color crema cuyo bajo terminaba varios cent¨ªmetros por encima de la rodilla. Pero la aportaci¨®n de esta londinense emblem¨¢tica fue mucho m¨¢s all¨¢ de dotar de un uniforme a esa nueva generaci¨®n que se rebel¨® contra sus mayores en todo, hasta en su manera de vestir. Quant fue adem¨¢s una emprendedora exitosa que transform¨® la experiencia de compra con su revolucionaria boutique en Chelsea, Bazaar, y que contribuy¨® a la emancipaci¨®n de la mujer ofreci¨¦ndole un nuevo guardarropa que le daba libertad de movimientos: con sus vestidos sueltos y sus leotardos de colores se pod¨ªa trabajar, correr o bailar.
Por ello, desde el 6 de abril hasta febrero de 2020 el museo Victoria & Albert de Londres ¡ªque conserva en sus fondos la mayor colecci¨®n de Mary Quant del mundo¡ª le dedica una gran retrospectiva que incluye m¨¢s de 120 prendas ¡ªadem¨¢s de otros muchos objetos¡ª datados entre 1955 y 1975. La dise?adora, que tiene 85 a?os y ya no se deja ver en p¨²blico por motivos de salud, les concedi¨® acceso total a sus archivos personales, y su hijo Orlando ha colaborado en calidad de asesor.
A Quant se la vincula siempre con la minifalda, probablemente la prenda m¨¢s representativa de la d¨¦cada de los sesenta. No puede afirmarse categ¨®ricamente que ella la inventase, pero sin duda fue su mayor impulsora (con la ayuda inestimable de Twiggy, la modelo del momento, que la luci¨® en numerosos editoriales de moda y ayud¨® a propagar la tendencia). Sin embargo, Stephanie Wood, una de las comisarias de la muestra Mary Quant, cree que la creadora no ha recibido suficiente cr¨¦dito por haber tomado prestado del armario masculino el pantal¨®n, cuyo uso las mujeres sol¨ªan limitar a la esfera privada u ocasiones informales: ¡°Esta apropiaci¨®n fue una de sus grandes contribuciones a la moda. Mary desafi¨® las normas tradicionales, se burl¨® de las divisiones de g¨¦nero y traspas¨® los l¨ªmites sobre lo que se consideraba admisible llevar¡±.
Quant estudi¨® ilustraci¨®n en la universidad de arte de Goldsmiths. All¨ª conoci¨® a su marido, un trompetista de familia aristocr¨¢tica llamado Alexander Plunket Greene. Con ¨¦l y un tercer socio en 1955 fundaron Bazaar, una boutique en la que nada ¡ªni los extravagantes escaparates, ni la postura de los maniqu¨ªes, ni la atm¨®sfera bohemia, ni la m¨²sica jazz¡¡ª era como en las dem¨¢s. ¡°En nuestras tiendas encontrar¨¢s a duquesas empujando a mecan¨®grafas para comprar el mismo vestido¡±, dijo ella una vez. La inglesa, que consideraba el esnobismo ¡°pasado de moda¡±, tambi¨¦n produjo una l¨ªnea de difusi¨®n a gran escala y diversific¨® su negocio con licencias de lencer¨ªa, corseter¨ªa, cosm¨¦tica (que a¨²n se vende en Jap¨®n), bolsos, zapatos, ropa de cama y hasta mu?ecas. La suya ser¨ªa una de las primeras marcas globales de estilo de vida. ¡°Tambi¨¦n produjo una gama de patrones de confecci¨®n con sus dise?os m¨¢s ic¨®nicos que costaban el equivalente a un ejemplar de Vogue. Era muy democr¨¢tica, cre¨ªa que la moda deb¨ªa ser accesible para todos¡±, apunta Wood.
Para la comisaria, la era MeToo es el momento perfecto para reivindicar a una mujer que, como dise?adora, supo interpretar el signo de los tiempos y, como empresaria, fue la precursora de cambios estructurales en la industria: ¡°Su trayectoria pionera prepar¨® el camino e inspir¨® a toda una generaci¨®n de dise?adoras, y empoder¨® a las mujeres frente a normas y regulaciones opresivas¡±. La experta lo sabe con certeza porque muchas de esas mujeres se lo han contado personalmente. En junio de 2018, bajo el hashtag #WeWantQuant, el museo lanz¨® un llamamiento p¨²blico para localizar prendas con su firma en los armarios y trasteros de todo el pa¨ªs, adem¨¢s de recuerdos e im¨¢genes de la ¨¦poca. Recibieron m¨¢s de 1.000 respuestas. ¡°Ha sido abrumador. Hemos incluido 35 objetos de 30 mujeres, adem¨¢s de una serie de fotograf¨ªas y declaraciones, y su participaci¨®n ha transformado la narrativa de la muestra¡±.
A Wood le ha asombrado comprobar el efecto que la ropa de Quant provocaba en sus clientas: ¡°Para la generaci¨®n de adolescentes de la posguerra hab¨ªa un vac¨ªo en el mercado de moda: vest¨ªas como una ni?a hasta el momento en el que pasabas a vestir como tu madre. Mary Quant captur¨® el esp¨ªritu de esas mujeres porque les ofreci¨® algo nuevo, un estilo independiente que les hizo sentirse poderosas y les dio seguridad en s¨ª mismas. Su ropa fue liberadora de muchas maneras distintas: sus leotardos, sus formas fluidas y sus sencillos vestidos de algod¨®n eran un instrumento para facilitarles la vida¡±.
El suyo es uno de esos casos en los que la moda no solo reflej¨® los cambios de una ¨¦poca, sino que tambi¨¦n ayud¨® a acelerarlos. Y su impacto, como salta a la vista al mirar cualquier escaparate, ha llegado hasta nuestros d¨ªas. Ya lo avis¨® la propia Mary Quant: ¡°La moda tal y como la conoc¨ªamos se ha acabado; ahora la gente se pone exactamente lo que le apetece¡±.
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