El futuro de la ayuda espa?ola, en campa?a
Dos informes recientes ponen de manifiesto el estado comatoso de la Cooperaci¨®n Espa?ola
El Comit¨¦ de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE hizo p¨²blicos esta semana los nuevos datos acerca de la cooperaci¨®n que realizan los donantes oficiales m¨¢s ricos del planeta (28 Estados, m¨¢s las instituciones europeas). Las noticias no son buenas. Con una ca¨ªda del 2,7% respecto del a?o anterior, los 143.220 millones de d¨®lares de 2018 confirman el cambio de tendencia que comenz¨® en 2016 y que responde en buena parte a la disminuci¨®n del gasto en la acogida de refugiados. Varios de los doce pa¨ªses que reducen sus fondos en 2018 ?lo hacen por esta raz¨®n. La media del esfuerzo de los donantes queda estancada en el 0,31% de su RNB, un nivel que pr¨¢cticamente no ha variado a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada.
Espa?a es uno de los donantes que m¨¢s lastran el esfuerzo colectivo. Con un 0,2% de la RNB y 2.870 millones d¨®lares, nuestro pa¨ªs se encuentra en el vag¨®n de cola por esfuerzo y en el rango medio por volumen total. Lejos del 0,12% de 2015, pero mucho m¨¢s lejos del 0,46% de 2009 (ver la pesta?a de ¡°Tendencias 1960-18¡± en el gr¨¢fico interactivo adjunto).
Es evidente que un pa¨ªs que aporta solo 2 de cada 100 d¨®lares de la ayuda oficial global puede esperar ejercer una influencia limitada en los desaf¨ªos del desarrollo sostenible. Pero la anemia cuantitativa podr¨ªa no ser un obst¨¢culo definitivo para la Cooperaci¨®n Espa?ola si esta jugase sus cartas de manera limpia y estrat¨¦gica. Al fin y al cabo, la ayuda tiene hoy menos valor como financiadora en bruto de programas y presupuestos, que como palanca de buen gobierno y como motor de innovaci¨®n pol¨ªtica y t¨¦cnica.
Esto es precisamente lo que mide el ?ndice de la Ayuda con Principios, un indicador elaborado por el think tank brit¨¢nico Overseas Development Institute (ODI) y cuyos datos m¨¢s recientes tambi¨¦n han sido publicados esta semana. La aspiraci¨®n de este ¨ªndice peculiar es capturar los esfuerzos de un donante por evitar las estrategias unilaterales y asegurar su inter¨¦s propio a trav¨¦s de un mundo m¨¢s pr¨®spero, seguro y sostenible. Para ello se miden tres variables esenciales:
- La orientaci¨®n de la ayuda a las poblaciones y regiones m¨¢s pobres, como los desplazados forzosos o los Pa¨ªses Menos Adelantados.
- Su contribuci¨®n a mecanismos globales de cooperaci¨®n y coordinaci¨®n, como los organismos multilaterales o la lucha contra el cambio clim¨¢tico.
- El esfuerzo por maximizar el impacto eliminando los intereses de corto plazo, las ataduras comerciales y pol¨ªticas de la ayuda.
La tabla adjunta muestra el lugar que ocupa Espa?a en el ecosistema de pa¨ªses donantes. No solo el nuestro se encuentra en el tercio con peores resultados, sino que su posici¨®n se ha deteriorado desde que el ODI comenzase a elaborar este indicador hace cinco a?os. Aunque el compromiso con regiones como Am¨¦rica Latina castiguen la posici¨®n de la Cooperaci¨®n Espa?ola en la primera de las tres variables, no existe justificaci¨®n alguna para que Espa?a punt¨²e de manera tan baja en los otros dos indicadores.
En resumen, tenemos un desaf¨ªo de primer orden. Hace solo unos a?os, este problema se hubiese resuelto con un compromiso presupuestario real y unas barreras legales bien definidas contra el uso interesado de la ayuda o las incoherencias m¨¢s obscenas de nuestra pol¨ªtica exterior.
Hoy estas medidas ser¨ªan sencillamente insuficientes.
Por supuesto que necesitamos ganar m¨²sculo presupuestario (en primer lugar, para atender con dignidad cap¨ªtulos gravemente amenazados como el de la ayuda humanitaria), pero la reconsideraci¨®n que necesita el sistema espa?ol va infinitamente m¨¢s all¨¢ de eso. En la Agenda 2030 las intervenciones dentro y fuera de nuestras fronteras deben jugar un papel complementario y exigen visi¨®n y consistencia por parte de los gobiernos. No es posible contribuir a la justicia clim¨¢tica global, por ejemplo, sin reconsiderar a fondo el modelo de producci¨®n, abastecimiento y consumo de energ¨ªa en nuestra sociedad. Del mismo modo, ser¨ªa miope pensar que la lucha contra las pandemias globales a trav¨¦s de mecanismos p¨²blico-privados como el Fondo Mundial son una mera acci¨®n altruista.
Me gustar¨ªa pensar que encontraremos algo de esta l¨®gica en las propuestas electorales de las pr¨®ximas semanas. Y creo que algunos partidos ¨Cy, sobre todo, algunos candidatos locales y europeos¨C har¨¢n un esfuerzo serio por incorporarlas. Pero tendremos mucha suerte si este debate consigue abrirse espacio m¨¢s all¨¢ de foros marginales y h¨ªpersectoriales. Ojal¨¢ consigamos convencer a alguien de la necesidad de vencer esta maldici¨®n.
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