Cosas que llaman la atenci¨®n
Resulta sorprendente la notable presencia de toreros en las listas electorales, as¨ª como la ausencia de cuidadoras o de bomberos
Me llama la atenci¨®n que algunos partidos hayan destacado tanto la incorporaci¨®n de toreros a sus listas. En otro tiempo ese papel lo sol¨ªan representar los intelectuales. Hab¨ªa una cierta competencia por fichar lo que Valle-Incl¨¢n llamaba ¡°cr¨¢neos privilegiados¡±. Daban prestigio, color a las listas. De alguna forma, se consideraba que encarnaban un linaje, el de quienes ostentaban ¡°el lenguaje de la naci¨®n¡±. Entre las p¨¢ginas mejor ilustradas de la Transici¨®n figura la imagen de Rafael Alberti tomando posesi¨®n de su esca?o con su aureola de marinero rojo en tierra. Ahora ser¨ªa una anomal¨ªa, un extra?o lepid¨®ptero. Ya estoy viendo al se?or Ortega (Smith) ir a su captura con un cazamariposas. Los intelectuales se han ca¨ªdo del mapa o andan por alguna orilla buscando pecios como Ferlosio. Entre los fichajes, la m¨¢s intelectual parece Cayetana ?lvarez de Toledo, pero me pega que m¨¢s bien la han elegido por marquesa y por torera para ir de lidia a Barcelona.
Es evidente que tanta tauromaquia pol¨ªtica tiene un car¨¢cter simb¨®lico. Una manera de acentuar el momento de Espa?a en clave de corrida. Estas elecciones no son como otras. Es la hora de la verdad. El momento taurino e hist¨®rico por excelencia. Las elecciones con un formato de la ¡°fiesta nacional¡±. Una fiesta tr¨¢gica, en la que el triunfo pasa por el sacrificio. Eso est¨¢ en el lenguaje de la campa?a. Se trata, ni m¨¢s ni menos, de ¡°salvar a Espa?a¡±. Por lo visto, no se trata de elegir gobernantes que gestionen problemas, sino entregarse a nuevos cl¨¦rigos que nos libren del mal.
Me llama la atenci¨®n que los m¨¢s moderados de ese espectro taurino, que invocan el esp¨ªritu de Su¨¢rez, asuman esa visi¨®n escatol¨®gica de las pr¨®ximas elecciones. El d¨ªa de la Encrucijada. El d¨ªa del ?ngel o de la Bestia. Es asombroso el entusiasmo con que la gente tira piedras contra el propio tejado. Esa visi¨®n s¨ª que significa destruir toda la laboriosa herencia de la Transici¨®n. Quienes la pusieron en un pedestal, la dinamitan. Fue como un pase¨ªllo democr¨¢tico con pasodoble. Porque ahora, dicen, llega la hora de la verdad.
Me llama la atenci¨®n el detallado programa taurino, incluso con corridas prime time en TVE, pero m¨¢s me llama la atenci¨®n que no sepamos nada de lo que estos partidos van a hacer, o dejar de hacer, con el calentamiento global, con las energ¨ªas renovables, con la agricultura ecol¨®gica, con la inversi¨®n en I+D, ese incordio que se ha ido cayendo de los discursos. ?C¨®mo vas a hacer tremolar las banderas, enfervorizar las masas, invocando la f¨®rmula I+D? Lo que necesitas es grandilocuencia, la aspirina Reconquista y el ibuprofeno Salvar Espa?a. Se?alar un enemigo. Si hay que salvar a Espa?a, ser¨¢ por culpa de alguien. No nos enga?emos. Catalu?a tambi¨¦n funciona como coartada. Cuando entras en la dial¨¦ctica amigo/enemigo, no se sabe d¨®nde parar. Un d¨ªa, las feministas. Otro, los ecologistas. Ya puestos, los socialistas. ?Y qu¨¦ decir de los ¡°blanditos¡±? Ser¨¢n de derechas, pero cobardes. ?Hummm!
Me llama, s¨ª, la atenci¨®n la notable presencia de matadores, como me llama la atenci¨®n la ausencia de cuidadoras o de bomberos. Se habla de la Espa?a vaciada, tambi¨¦n hay un gran vaciado social en las listas. En la ch¨¢chara dominante, sostener el Estado del bienestar es una izquierdista causa perdida. La alternativa ser¨ªa, pues, el Estado del malestar. Hablar de lucha de clases es tambi¨¦n un tab¨². Una idea arqueol¨®gica. Pero que recorre el mundo en una nueva versi¨®n. No como un fantasma revolucionario, sino al rev¨¦s: la lucha de los ricos contra los pobres.
Me llama la atenci¨®n que en 2019 haya candidatos a presidir el Gobierno espa?ol que quieran derogar la Ley de Memoria Hist¨®rica. ?Por qu¨¦ esa fobia? La memoria democr¨¢tica es un bien com¨²n. Derogas una ley, pero esa medida humillante para las v¨ªctimas significa, en la pr¨¢ctica, imponer otra ley, la de la desmemoria, dictar la suspensi¨®n de las conciencias, la tarea est¨²pida de borrar ese disco duro que llamamos alma.
Me llama la atenci¨®n, sobre todo, que no haya ni un rastro de humor en los rostros. Quiero decir: ni un rostro de humor en los rastros. Jacques Pr¨¨vert escrib¨ªa en 1946: ¡°No hay que dejar que los intelectuales jueguen con las cerillas¡±. Pues ahora hay quien quiere que sean toreros quienes jueguen con fuego. L¨¢stima que no hayan llenado las listas con cuidadoras y bomberos.?
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