Javier Ortega Smith, el alma castrense de Vox
El secretario general del partido ultraderechista defiende una especie de 'revival' de la Reconquista
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Santiago Abascal no contradice la relevancia de los subalternos. Tanto en el plano religioso y moral (Roc¨ªo Monasterio) como en las connotaciones castrenses de Javier Ortega Smith, secretario general del partido y art¨ªfice de las negociaciones que Vox y el PP han mantenido a prop¨®sito del cambio de guardia en Andaluc¨ªa.
Le conviene a la formaci¨®n ultraderechista una referencia tan autoritaria y disciplinaria como la que implica el carisma de Ortega. Su historial en la Compa?¨ªa de Operaciones Especiales explica el orgullo con que se cala la boina verde. Ya no forma parte del Ej¨¦rcito el subcomandante de Abascal, pero su perfil pol¨ªtico se abastece del orden y de los valores marciales, m¨¢s a¨²n cuando el populismo de Vox describe una sociedad rodeada de amenazas ¡ªla inmigraci¨®n, los violadores, la delincuencia, el musulm¨¢n¡ª que requiere de lenguaje desacomplejado, testosterona y soluciones contundentes.
Las expone sin titubear Ortega Smith en los plat¨®s televisivos con soltura y profesionalidad. Una Espa?a de orden, unida, patriota, ardorosa, que recela del islam, que abjura del sanchismo y que evoca con nostalgia el catecismo y la edad imperial. El secretario general de Vox se adhiere al revival de la Reconquista en sentido religioso, en sentido conceptual y territorial. De otro modo, no hubiera cruzado a nado las aguas fr¨ªas del Estrecho ¡ªseis kil¨®metros a braza¡ª para izar en el Pe?¨®n la bandera rojigualda. La operaci¨®n se resolvi¨® en 2016, cuando Vox era un partido anecd¨®tico y cuando el propio Ortega Smith hab¨ªa sido escarmentado en las municipales de Madrid (2015). ?l mismo denomin¨® a la invasi¨®n gibraltare?a Operaci¨®n Tarz¨¢n, atribuy¨¦ndose las cualidades natatorias de Johnny Weissm¨¹ller y restreg¨¢ndole a la p¨¦rfida Albi¨®n la ¡°inaceptable ocupaci¨®n del territorio¡±. Quiere decirse que Vox considera el Pe?¨®n un objetivo irrenunciable en la Espa?a del porvenir. Y que el activismo de Ortega Smith con sus brazos de acero ha sido precursor del discurso de la inviolabilidad territorial, pretenda cuestionarla la reina Isabel II en Londres o trate de discutirla Carles Puigdemont.
De hecho, las exhibiciones f¨ªsicas del secretario general han sido tan comunes como los recursos judiciales al proceso independentista de Catalu?a. Porque Ortega Smith es abogado. Y porque de su criterio provienen los recursos que ha presentado Vox como cataplasma ¡°a los movimientos golpistas¡±. No se explica el ¨ªmpetu electoral del partido de Abascal sin el contexto del independentismo, pero el ¨¦xito de Andaluc¨ªa ¡ª12 diputados, 400.000 votos¡ª ha sorprendido a la propia c¨¦lula de mando de la formaci¨®n ultraderechista. Y ha premiado la obstinaci¨®n nacionalpopulista del propio Ortega Smith, no ya como miembro de Vox desde sus or¨ªgenes (2013) o con los galones de secretario general (desde 2014), sino como cabeza visible de una agrupaci¨®n llamada Foro. Defendi¨® sus siglas ya en 1994 con ocasi¨®n de las elecciones europeas. Y no prosper¨® la candidatura, pero las hagiograf¨ªas que proliferan estos d¨ªas evocan aquella cita electoral como el verdadero bautismo pol¨ªtico de un militar llamado a grandes proezas patri¨®ticas. Una de las m¨¢s simb¨®licas consisti¨® en denunciar a los tribunales a los sujetos que osaron pitar el himno en las finales de Copa del Rey que disputaron el Barcelona y el Athletic de Bilbao en las ediciones de 2012 y 2015. All¨ª donde se incendiaba la bandera, el secretario general de Vox acud¨ªa con el extintor, pero la actividad judicial tambi¨¦n ha concernido a la tesis universitaria de Pedro S¨¢nchez y ha cristalizado en la instancia del Tribunal Supremo: Vox aglutina la acusaci¨®n popular en el megajuicio del proc¨¦s.
Su madre naci¨® en Argentina y su segundo apellido denota un linaje anglosaj¨®n inequ¨ªvoco
Reviste importancia la posici¨®n de privilegio porque Ortega Smith va a tener la ocasi¨®n de interrogar personalmente a Oriol Junqueras y a los otros 12 acusados de rebeli¨®n. No cabe mejor ni mayor oportunidad para exhibir sus habilidades dial¨¦cticas y para convertir el acontecimiento televisado en una plataforma de extraordinaria repercusi¨®n pol¨ªtica. Tanto por el periodo electoral que se avecina como porque proyecta el mensaje de la unidad territorial. Ortega tendr¨¢ delante de s¨ª a todas sus bestias negras. Y la complicidad de las c¨¢maras que ha demostrado dominar cuando se ha expuesto a los espacios m¨¢s hostiles de TV3 o de La Sexta. Es un buen encajador. Y se dir¨ªa que re¨²ne mayores cualidades dial¨¦cticas y argumentales que el propio Abascal, pero no parece probable que vaya a discutirse la jerarqu¨ªa del partido nacionalpopulista.
Le sorprende este proceso de notoriedad y de protagonismo en el umbral de los 50 a?os. Es madrile?o, nieto e hijo de abogados, pero no puede recrearse demasiado en los ejercicios de pureza racial porque su madre naci¨® en Argentina, y porque su segundo apellido denota al mismo tiempo un linaje anglosaj¨®n ¡°sospechoso¡± e inequ¨ªvoco. No lo oculta Ortega, ni recela de la doble nacionalidad. Es un hombre de buenos modales y de sanas costumbres. Practica tantos deportes ¡ªnataci¨®n, equitaci¨®n, k¨¢rate, monta?ismo¡ª que podr¨ªa convertirse en un geyperman posmoderno, aunque la mejor manera de definirlo es el pre¨¢mbulo de su cuenta de Twitter: ¡°En pol¨ªtica por defender la vida, la libertad y la naci¨®n. ?Rendirse, jam¨¢s!¡±.
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